Apoyar a los soldados que se rehúsan a pelear

Phillip Watts

Revolución #004, 29 de mayo 2005, posted at revcom.us

El 10 de mayo se celebró el Día nacional de acción para los soldados opositores. Al día siguiente comenzaron los juicios militares al marinero Pablo Paredes y el soldado Kevin Benderman por oponerse a la guerra de Irak. Los dos solicitaron la categoría de objetor de conciencia y se les negó. Los puede condenar a la cárcel y multar. Las acciones del 10 de mayo las organizó Courage-To-Resist (Valor de resistirse), que se encuentra en www.CourageToResist.org.

En diciembre de 2004, Pablo Paredes, un suboficial de la armada, se rehusó a abordar el buque que zarpó de la Estación Naval de San Diego rumbo a Irak. En un acto público de oposición consciente a la guerra, se puso una playera que decía: "Igual que un miembro de gabinete, renuncio" y declaró que tenía la esperanza de que su protesta inspirara a otros soldados rasos a rehusarse a participar en la guerra.

El 5 de enero de 2005, el sargento Kevin Benderman se negó a regresar a Irak con la Tercera División de Infantería del Ejército después de que un capellán le dijo que disparara contra niños. De la misma unidad, otros 17 soldados están ausentes sin permiso, dos intentaron suicidarse y uno le pidió a un pariente que le pegara un tiro en la pierna para no volver.

En vista de todo eso, y con el afán de apoyar a los soldados opositores a la guerra imperialista, he estado repasando unas conversaciones que tuve este marzo en Fayetteville, Carolina del Norte.

Fui a Carolina del Norte en el segundo aniversario de la invasión y ocupación estadounidense de Irak. Como parte de un día mundial de acción, veteranos contra la guerra y familias de militares organizaron una protesta de miles de personas. Durante este viaje me impactó el tema de valor que discutieron muchos soldados que fueron a Irak y regresaron con otra opinión sobre la guerra.

Kelly Dougherty, una sargento de la policía militar en Kuwait y Nasiriya, Irak, en 2003 y 2004, habló del tema. Escoltó camiones de petróleo de Halliburton de Kuwait a Irak. Platicamos de las horribles condiciones en que viven los iraquíes bajo la ocupación y también del proceso de la resistencia militar. Antes de ir, ya tenía dudas y allá fueron convirtiéndose en oposición. Al regresar a Estados Unidos, conoció a IVAW (Veteranos de la guerra de Irak contra la guerra) y empezó a expresar su oposición públicamente.

Dijo:

"Me daría mucho gusto si todos los que se preparan para ir a Irak dijeran, `No, no voy. Esta guerra no es correcta y no voy a seguir participando en ella', porque obviamente no se puede hacer una guerra sin soldados. Pero yo sé que eso no va a pasar. Creo que muchas personas que no han estado en las fuerzas armadas o no tengan amistades y familiares militares no se dan cuenta de lo difícil que es expresar oposición.

"¿Sabes qué dicen de los soldados opositores o los que se van a Canadá o piden clasificación de objetor de conciencia? Les dicen cobardes. Pero yo quisiera decir que requiere más valentía y más valor rehusarse a pelear en la guerra de Irak que ir a pelear. Porque trae repercusiones legales, como la cárcel, y la comunidad te critica y te hace el vacío. Y para los que están en el servicio militar, sus compañeros son su familia; si se rehúsan es como perder a la familia. También es posible que la familia natural se les oponga".

Lo que saqué de numerosas conversaciones en Carolina del Norte con veteranos de la guerra de Irak es un retrato de la cultura de obediencia ciega e incondicional de la fuerzas armadas estadounidenses. Me platicaron cómo se la inculcaron desde el campamento de capacitación básica, hasta que los soldados, aunque tengan preguntas, no se atreven a hacerlas. Les enseñan a no "distinguirse", especialmente si están inconformes, porque habrá "repercusiones".

También he hablado con varios soldados rasos que tienen dudas sobre por qué están en Irak aunque no sean activistas contra la guerra. Un tema común entre ellos es: "Uno cumple con el trabajo. Firmó el contrato, así que hay que hacerlo y tratar de regresar sano a salvo". Pero,¿qué significa eso si el "trabajo" es participar en la violación de un país entero, degradar y asesinar a gente común iraquí, como parte de una guerra para el imperio? ¿Cuál es lo correcto y honrado: cumplir con este "trabajo", o tomar posición en contra?

Por eso es tan importante que haya soldados que se nieguen a participar, que se rehúsen a regresar o a ir desde el principio. Esta guerra y la ocupación del pueblo iraquí tienen consecuencias muy serias; para empezar, las más de 100,000 bajas iraquíes. Y sigo pensando en lo que dijo Kelly de que requiere más valor rehusarse a pelear por principios que dejarse llevar.

Fíjense nada más en la vida de la gente iraquí bajo la ocupación yanqui. Por ejemplo, miremos algo tan básico como el lenguaje. Como en todas las otras guerras que Estados Unidos ha librado contra el pueblo, tienen un lenguaje racista contra todo el pueblo. En Vietnam, decían "gook"; en Somalia, "sami", y ahora en Irak, "haji". De esa forma las fuerzas armadas deshumanizan al pueblo iraquí para matarlo más fácilmente. Alimenta una cultura de odio y temor al pueblo iraquí que han denunciado varios soldados al regresar de Irak.

Uno de ellos es Aidan Delgado, quien regresó de Irak en 2004 después de seis meses en Nasiriyah y seis en Abu Ghraib. Hijo de un diplomático, vivió en Egipto como adolescente y entiende la cultura árabe mejor que otros soldados. En ocasiones los militares le pidieron que tradujera. Después de presenciar la brutalidad cada vez más repugnante de las tropas, entregó su arma y presentó la solicitud de objetor de conciencia. Pero no se la dieron y mandaron su unidad a Abu Ghraib, donde trabajó de mecánico. Allí presenció toda una gama de horrores que cometían las tropas yanquis contra los prisioneros iraquíes, y lo comprobó con fotografías escalofriantes que están en internet.

Recientemente Bob Herbert, comentarista del New York Times,lo entrevistó: "Fui testigo de incidentes en que un sargento del ejército azotó a un grupo de niños con una antena de acero de su tanque Humvee, y un cabo de la infantería de marina le dio una tremenda patada en el pecho a un mocoso de como seis años". También informó: "Hubo muchas ocasiones en que los soldados o marineros gritaban a los iraquíes, se la mentaban y les apuntaban el arma aunque no habían hecho nada malo".

Aidan continuó: "Los soldados en mi unidad, especialmente los jóvenes, les quebraban botellas en la cabeza a los civiles iraquíes cuando el tanque iba pasando. Guardaban botellas vacías de Coca Cola en el Humvee para quebrárselas en la cabeza". Cuando Aidan se opuso, sus compañeros le respondieron: "Mira, me choca estar aquí en Irak. Me choca que me hayan encajado aquí. Y me choca estar en medio de todos estos hajis".

La experiencia en Abu Ghaib fue aún más repugnante y horripilante. Ahora el mundo entero sabe del maltrato cruel e inhumano de prisioneros iraquíes, pero solo han juzgado a unos pocos soldados de bajo rango por la tortura y el maltrato, aunque los aprobaron las autoridades más altas de las fuerzas armadas y el gobierno.

Aidan presenció el balaceo de prisioneros desarmados. Herbert escribió: "El Sr. Delgado confrontó a un sargento a quien vio disparar a los detenidos. `Le pregunté', indica el Sr. Delgado, `si se enorgullecía de haber disparado a hombres desarmados detrás de alambre de púas por tirar piedras. No se molestó ni siquiera. Contestó: `Bueno, yo vi que hacían sangrarle la nariz a mi cuate, entonces me arrodillé, recé una oración, me paré y los maté a balazos'".

Precisamente por tales maltratos —la brutalidad y el asesinato que se están cometiendo— es tan importante que los soldados inconformes rompan filas y se rehúsen a seguir. La resistencia trae consecuencias. Pero no rehusarse a participar cuando uno entiende que esta guerra es incorrecta, injusta e inmoral también trae consecuencias. Por eso, es preciso que mucha gente defienda a los soldados que tienen el valor de rehusarse, especialmente a los que están atacando las fuerzas armadas y el gobierno.

No he estado en las fuerzas armadas. Pero como comunista, conozco la necesidad de actuar por principios e ir en contra de la corriente para hacer lo correcto cuando sea necesario, hasta dar la vida. Soñar con un mundo sin opresión es controvertido estos días; luchar por un mundo así, ni se diga. Pero si uno tiene la razón, importa mucho actuar por principios. Importa al mundo, importa a la humanidad y crea espacio para que otros también lo puedan hacer.

Jeremy Hinzman, el primer objetor de conciencia que se fue a Canadá para no volver a la guerra yanqui en Afganistán, escribió recientemente: "Lo único de que me arrepiento es de no haberme quitado el uniforme y desobedecido todas las órdenes".

Más información sobre Pablo Paredes: www.SwiftSmartVeterans.com

Más información sobre Kevin Benderman: www.BendermanDefense.org