Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

Vuelve el azote de la fiebre de los caracoles

Revolución #008, 17 de julio de 2005, posted at revcom.us

Recibimos lo siguiente del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:

6 de junio de 2005. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. “No tengo dinero, no tengo plan”, dijo Liao Cuiying, una campesina de una aldea a orillas del lago Dongting. El lago está infestado de un parásito que se llama esquistosoma (o bilharziosis), que produce esquistomiasis o fiebre de los caracoles. Con el vientre hinchado y las articulaciones dolidas, los parásitos han consumido el cuerpo de Liao desde hace ocho años.

Un artículo del New York Times del 23 de febrero de 2005 da una descripción de cómo esta plaga está arrasando las aldeas alrededor del lago. Un 80% de los habitantes está infectado. Los campesinos viven dos tipos de muerte lenta: si tocan el agua siquiera unos segundos, según les dicen ahora las autoridades, pueden enfermarse e incluso morir. Pero para la mayoría de los campesinos, decirles que no dejen que el agua del lago entre en contacto con la piel es como decirles que no respiren el aire que los rodea. A nivel nacional, 900,000 personas han contraído la enfermedad, y otros 30 millones más están en riesgo.

Antes, el lago Dongting era una maravillosa fuente de vida para estos aldeanos. Pescaban en él, usaban el agua para irrigar los campos, lavaban las hortalizas y la ropa en él, y conseguían leña cortando los árboles que crecían en la tierra húmeda de las orillas. Pero eso fue durante los años en que China era socialista, sobre todo en la segunda mitad de la década de 1950, cuando una campaña nacional eliminó los caracoles en los cuales vive el parásito. La gente recibía servicios médicos gratis, y casi se erradicaron los caracoles. Desde el golpe de estado que restauró el capitalismo después de la muerte de Mao en 1976, se dejó de dar la atención constante que hacía falta para controlar la enfermedad. Ahora la fiebre de los caracoles ha vuelto con pleno vigor, con todo su poder destructivo restaurado con la restauración del sistema capitalista.

Después de la malaria, la esquistosomiasis es la enfermedad tropical más común en el mundo. Afecta a 250 millones de personas, o sea, una cifra similar a la población conjunta de Alemania, Italia, Francia, España e Inglaterra. Los parásitos del caracol nadan hacia un ser humano u otro animal, y le penetran la piel casi inmediatamente. Una vez adentro, se desplazan al corazón y a los pulmones. Pero lo peor es que cuando alcanzan las venas, se transforman en gusanos adultos y ponen huevos. Eso causa una inflamación crónica del hígado y los intestinos, dolor horrible y, con el tiempo, la muerte. La enfermedad puede impedirse interrumpiendo el ciclo de vida de tres maneras: 1) asegurar que los seres humanos y los animales nunca toquen el agua, para que no se infecten; 2) para impedir que la enfermedad se extienda, no permitir el contacto entre el agua y las heces de animales o personas infectados que contienen huevos vivos de los parásitos; y 3) eliminar los caracoles. Cuando los parásitos ponen huevos en el agua, no pueden sobrevivir si no encuentran un caracol en que vivir. Sin los caracoles, poco a poco la fiebre de los caracoles desaparecerá. Hay que tomar las tres medidas rigurosamente, porque nunca es posible tomar una al 100%, pero la última es la clave... y la más difícil.

Eliminar todas las plagas

El médico británico Joshua Horn vivió en la China socialista de 1954 a 1969. Su libro clásico Away With All Pests [Eliminar todas las plagas] describe cómo se eliminó esta fiebre y otros males físicos y sociales. El Dr. Horn escuchó las historias de los campesinos antes y después de la eliminación de la esquistosomiasis. En la aldea de Ren Tun, registró lo siguiente:

“En esta aldea tenemos 1,327 mu de tierra de cultivo y 183 familias o un total de 671 personas en cinco equipos de producción. En los viejos tiempos, aparte de las penurias que vivimos todos, nos azotaba la esquistosomiasis. Nos oprimió mucho y casi nos eliminó. En los 20 años entre 1930 y 1949, murieron 500 personas en esta aldea... Al llegar la Liberación sólo quedaban 461 personas, de las cuales 449 padecían esquistosomiasis. No sabíamos nada sobre la enfermedad, ni siquiera su nombre. La llamamos la enfermedad del vientre hinchado. Algunos pensaban que no era una enfermedad siquiera, sino un castigo por algún pecado cometido por nuestros antepasados.”

“Yo conocí a un campesino pobre que se llamaba Ren Chang. Jugábamos juntos cuando éramos niños. Creció y se casó. Eran cinco en su familia. Su padre y madre se murieron de la enfermedad del vientre hinchado, y él fue a trabajar para el terrateniente. Un día, vomitó sangre y el terrateniente lo mandó a casa sin un centavo por los ocho meses de trabajo. Sabía que no le quedaba ninguna esperanza, así que se estranguló. Poco después, su esposa e hijos murieron y desapareció la familia entera.”

“El secretario de nuestro partido tenía una familia de 15 personas; él es el único sobreviviente. En el segundo equipo de producción está la familia Lu. De los 45 miembros de la familia, 30 murieron en unos pocos años...”

“Los sobrevivientes estaban tan débiles que no podían cultivar suficiente cereal. Ningún niño nació aquí en los siete años anteriores a la Liberación. Se nos olvidó la música de la risa de un bebé...”.

Gran discusión y lucha sobre la dirección de la sociedad

La fiebre fue uno de los muchos azotes heredados de la vieja sociedad que acababan con la vida humana. Tantas personas murieron de esta enfermedad que aldeas enteras desaparecieron por completo. En 1955, 10 millones de personas padecían la fiebre en el valle inferior del río Yangtzé. Para que el socialismo liberara al pueblo y transformara la vida, había que eliminar esta enfermedad. La tarea era enorme. Pero también estaban entremezcladas cuestiones políticas básicas sobre la dirección de la sociedad.

Una de las más importantes era si concentrar los recursos de la sociedad en las ciudades o no. En los países capitalistas, el desarrollo de las ciudades a costa del campo y los campesinos es esencial para el crecimiento económico más rápido, por los recursos que ya se concentran ahí. Se dio una fuerte lucha en el partido entre si seguir lo que parecía ser el mejor camino hacia el crecimiento económico rápido y aumentar la diferencia entre las ciudades y el campo, o si darle prioridad a las medidas para eliminar esa desigualdad, con una producción equilibrada que favoreciera al desarrollo económico a largo plazo. Se debatió, también, qué parte de esos recursos debería dedicarse a los campesinos. Aunque en términos económicos generales el trabajo del campo es menos productivo que la industria, en términos revolucionarios generales lo que más conviene a las masas es eliminar las desigualdades entre las personas de modo que se vayan eliminando las clases sociales y emancipando a toda la humanidad.

Se debatió si era posible eliminar la fiebre de los caracoles y, si lo era, cómo hacerlo. Claramente, sin la dirección y la participación del partido, y la movilización de un enorme número de personas, era imposible. El partido lanzó una gran campaña que aplicó creativamente las ideas de Mao Tsetung. Se dio lucha en el partido y en la sociedad sobre si centrar los servicios de salud en las ciudades o llevarlos a los campesinos que casi no los habían conocido. Así se estableció un método con múltiples facetas.

Se enseñó a enfermeros/as y otros trabajadores de salud con suficiente experiencia a hacer intervenciones quirúrgicas. Se dio conocimientos médicos a muchas personas de las masas. Con una combinación de prácticas médicas tradicionales, tal como la acupuntura, y la medicina occidental, desarrollaron un sistema médico eficaz y asequible que la gente aceptara. Los que aprendieron a llevar a cabo tareas médicas básicas recibieron el nombre de “médicos descalzos”, porque en lugar de usar sus nuevos conocimientos en provecho personal, se quedaron en las aldeas y barrios pobres.

No se escatimó esfuerzo alguno para tratar a los enfermos. Las personas que llevaban años enfermas necesitaban operarse. Se formó un número de médicos sin precedente en China, pero a la vez se estaba reduciendo la brecha entre los médicos y la gente del pueblo.

Aplicación de la línea de Mao

Como describe Horn, un concepto maoísta clave en la campaña era el de aplicar la línea de masas, cuya premisa es que la gente del pueblo tiene gran fuerza y sabiduría y que cuando se desencadena su iniciativa puede lograr milagros. El arte de dirigir es tomar las ideas de las masas y concentrar lo que es correcto, sintetizar y sistematizar su experiencia, y a partir de esa base definir medidas que realizarán las mismas masas. Después, se resumen los resultados para profundizar el proceso.

Para movilizar a los campesinos contra los caracoles, era necesario explicar la naturaleza de la enfermedad que les había azotado tanto tiempo. Esto se hizo con conferencias, películas, carteles y otros medios de comunicación. Cuando los campesinos comprendieron la naturaleza del enemigo, ellos mismos idearon los métodos para vencerlo. Drenaron ríos y zanjas, y cubrían de tierra apisonada las orillas. Movilizar a las masas no significa darles palas e instrucciones. Significa explicarles las cosas, prenderles el entusiasmo, desencadenar su iniciativa y aprovechar sus conocimientos.

El segundo concepto de esta lucha fue el de concentrar una fuerza superior para ganar batallas de aniquilación, o sea, se aplicó la estrategia militar de Mao Tsetung a este problema. Se escogieron focos de ataque. De los diez condados infectados en los alrededores de Shanghai, se eligieron dos como principales blancos en las primeras etapas de lo que resultó una larga campaña. En uno tras otro condado, los habitantes se movilizaron y todo mundo participó en las labores: soldados, estudiantes, maestros, oficinistas, gerentes y otras personas de las ciudades. Se concentraron recursos médicos, bombas y maquinaria para drenar los ríos y hacer presas en estos dos condados, y en un tiempo corto, asestaron un golpe mortal a los caracoles. Después enfilaron el ataque a otro foco. Paso a paso, se establecieron extensas zonas libres de caracoles.

El tercer concepto fue el que expresa la famosa teoría de Mao del “tigre de papel”. Como los caracoles son nocivos para los seres humanos, no importa cuán numerosos son, ni lo bien que se camuflan y protegen: a largo plazo están condenados, porque los seres humanos son incomparablemente más poderosos y con el tiempo resolverán el problema. Por otra parte, los caracoles son un enemigo formidable que hay que tomar en serio. No se puede bajar la guardia. Hay que planear cada batalla hasta el último detalle y empuñar todas las armas. Por ejemplo, con las orillas de las vías fluviales que estaban tan recubiertas de juncos u otras plantas que los caracoles se podían refugiar ahí, se usaron lanzallamas para eliminar la vegetación y chamuscar las orillas. Debajo de los puentes o si no se podía drenar del todo una vía fluvial, se usaron productos químicos para aniquilar los caracoles. En canoas, patrullaron sistemáticamente los ríos en busca de caracoles.

Las heces de una persona enferma pueden volver a infectar el agua o el suelo. Como los campesinos no tenían ninguna alternativa eficaz al abono de las heces humanas y animales para aumentar el rendimiento de los cultivos, se desarrolló un método para quitarles los parásitos antes de usarlas.

Las citadas medidas preventivas se combinaron con el tratamiento médico. Se llevaron a cabo controles periódicos de la salud de la población. Aunque el tratamiento es el eslabón débil, y el tratamiento con medicamentos no siempre resuelve los problemas de los casos más avanzados, muchas personas con enormes tumores de la enfermedad recibieron los cuidados necesarios que les permitieran llevar una vida normal y productiva. Las mujeres podían tener bebés sanos, y muchas aldeas moribundas volvieron a vivir con el canto y risa de los niños.

Para lograr todo esto en una escala tan amplia, el pueblo tenía que ver más allá de los límites de sus propias parcelas o aldeas. Se sentaron las bases formando comunas populares en el campo durante el Gran Salto Adelante. Eran unidades económicas y políticas en que una gran cantidad de aldeanos cultivaban colectivamente la tierra y administraban muchos aspectos de la vida. Se logró llevar a cabo grandes campañas como la de la fiebre de los caracoles y la planificación del riego, control de inundaciones, construcción de carreteras y otros proyectos de gran escala, con los conocimientos y entusiasmo de los campesinos como fuerza motriz que determinara qué se tenía que hacer y cómo. La victoria sobre la fiebre de los caracoles en esta época fue una epopeya sin igual. Aún hoy, los imperialistas dicen que es casi imposible eliminar la fiebre de los caracoles entre los pobres. Es imposible aplicar el método de Mao bajo el sistema capitalista.

El regreso del capitalismo

Con la derrota del socialismo en China, se acabó de golpe todo eso. Los valores socialistas de desinterés, cooperación y servir al pueblo se reemplazaron rápidamente con el lema capitalista de “enriquecerse es glorioso”. Se revocó la política socialista de reducir las diferencias entre los que viven en la ciudad y los que viven en el campo para sacar a los campesinos del atraso y pobreza. Hoy contrasta el crecimiento de los lujosos distritos comerciales de unas pocas ciudades grandes como Shanghai con el sufrimiento en el campo. Un factor que hace que China sea tan importante para el capitalismo mundial son las enormes riquezas que ofrece la explotación del trabajo de los campesinos que por hambre han tenido que emigrar a las ciudades en busca de trabajo en las fábricas de productos para exportación.

Con el fin de las comunas populares, se concentraron grandes riquezas en las manos de pocas personas, y la mayoría de los campesinos perdieron todo, sobre todo las riquezas colectivas tales como los servicios médicos gratuitos. Ahora, la fiebre de los caracoles es un problema de los que tienen la mala suerte de vivir en las zonas infestadas, y hay una enorme brecha entre los que pueden pagar el tratamiento y los que tienen que hacer sacrificios para obtenerlo y que muchas veces no lo pueden pagar con regularidad y durante suficiente tiempo para que sea eficaz. Han eliminado la política que dio prioridad a los mejores servicios médicos posibles para todo mundo, y los han reemplazado con un seguro médico (que no es una alternativa eficaz)... para algunos empleados y no para los campesinos, quienes ahora en teoría se benefician del “autoempleo” (o sea, la economía informal). Así, las personas sin la gloria de ser ricos no se pueden dar el lujo de la medicina. Esta situación condena a la muerte por el crimen de la pobreza y perpetúa la fiebre de los caracoles, lo que genera el problema social mayor del debilitamiento económico de vastas zonas del campo y la destrucción de cuerpos y mentes. Antes de la revolución de 1949, China se llamaba “el enfermo de Asia”. Hoy, a pesar de las resplandecientes torres de oficinas en Shanghai, aquella descripción es más vigente que nunca.

Con el sistema de explotación que hoy padecen las masas de China, Àsorprende que la fiebre de los caracoles haya vuelto a azotar al pueblo? ÀY qué se puede decir de otras enfermedades como el SIDA en Asia, América Latina y sobre todo África, donde el de la tasa de mortalidad equivale a genocidio? ÀO la gripe aviaria, el dengue y la malaria, todas enfermedades que únicamente se podrían eliminar tumbando al sistema social que oprime a los países pobres y a los pueblos de todo el mundo? Así se puede movilizar las riquezas de la humanidad y su poder colectivo e individual para poner fin al sufrimiento de miles de millones de personas en todos los continentes.

(Joshua S. Horn, Away With All Pests, publicado en 1969 por Monthly Review Press en Estados Unidos y por Hamlin Press en Inglaterra, se vende en la internet, por ejemplo en amazon.com).