El ascenso de Alito y el futuro que tenemos que combatir

Primera parte: La penalización del aborto: Un avance del patriarcado y la dominación teocrática

Revolución #33, 5 de febrero de 2006, posted at revcom.us

Hablando en la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) el 25 de enero, George Bush dijo: "Vivimos en un momento trascendental… un momento histórico… hoy se nos presenta la oportunidad de tomar decisiones que forjarán la dirección de la historia por años".

El futuro que Bush tiene en mente se concentra dramáticamente en el ascenso de Samuel Alito a la Suprema Corte. Este artículo, publicado en dos partes, analiza las implicaciones para la posición de la mujer en la sociedad y para el programa de poder ejecutivo sin restricciones de Bush.

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Quizá el testimonio más impactante de las audiencias de confirmación de Alito fue el de Kate Michelman, ex presidenta de NARAL (Liga Nacional de Acción pro Derecho al Aborto). Michelman describió la dura prueba por la que pasó cuando el aborto no se reconocía como derecho básico amparado por la Constitución y solo se podían hacer "abortos terapéuticos" en algunos estados, en circunstancias excepcionales. Vale la pena citarla:

"En 1969 tenía tres hijitas, era ama de casa, católica practicante y aceptaba las enseñanzas de la iglesia sobre el control de la natalidad y el aborto. Nunca se me ocurrió pensar en el aborto hasta que mi esposo de repente nos abandonó. Con el tiempo, sin ingresos para vivir, terminamos recibiendo welfare. Poco después de que mi esposo se marchó me di cuenta de que estaba embarazada y supe por instinto que con otro niño esa crisis acabaría siendo una catástrofe.

"Tras un largo período de reflexionar, de sopesar mis valores morales y religiosos acerca de la nueva vida que llevaba dentro y mis responsabilidades para con las tres hijas que ya tenía, decidí abortar…

"Como todo esto pasó antes del fallo Roe [el fallo de la Suprema Corte que legalizó el aborto], se me prohibía actuar en privado. Tuve que someterme a dos interrogatorios ante comités de médicos (todos ellos hombres). Me hicieron preguntas sobre todos los aspectos de mi vida íntima, sobre nuestras relaciones sexuales y si era capaz de vestir a mis hijas. A fin de cuentas me dieron permiso. Me interné en el hospital y esperaba que me operaran cuando llegó una enfermera a decirme que una ley estatal me imponía otra carga humillante: obtener el consentimiento de mi esposo. Tuve que irme del hospital, averiguar su dirección y pedirle permiso...

"…No relato esto para suscitar compasión. Esa experiencia humillante me llevó a una vida de militancia y dedicación a evitar que ninguna mujer tuviera que pasar por tal humillación. Les cuento mi historia porque estamos en el umbral de una situación en que millones de mujeres –mujeres que hacen todo lo posible por cuidarse y cuidar a la familia– una vez más tendrán que escoger entre la degradación de un comité médico y el peligro de un aborto clandestino. Esto no es hipérbole ni exageración, sino la simple realidad demostrable".

Piensen un momento en lo que describe Michelman: los hombres, individualmente y en grupo, tenían el derecho legal de decidir si una mujer iba a tener un hijo o no, con el respaldo y la autoridad del estado. Aunque en su caso le "dieron permiso", esos hombres y ese proceso la humillaron y la hicieron sentirse impotente en lo más hondo de su ser. Y esto ocurrió en una parte del país supuestamente "progresista"; en muchas otras partes ni siquiera existía tal opción. La mujer tenía que dar a luz niños no deseados o hacerse abortos clandestinos peligrosos.

Como abogado del gobierno de Ronald Reagan, Alito juró eliminar el derecho al aborto. Trazó la estrategia de primero restringirlo y luego anularlo. Como juez de un tribunal inferior defendió una ley que obliga a una mujer a informarle a su esposo si quiere abortar, como Michelman; el tribunal no aceptó sus argumentos, pero ahora es candidato para magistrado del máximo tribunal del país. Desde ese puesto de poder, peleará para imponer esas humillaciones y regresar a los días del aborto clandestino, con el peligro de mutilación y muerte.

Por supuesto, la opresión de la mujer continúa, e incluso después de ganar el derecho al aborto (por medio de una feroz lucha) la mujer sigue relegada al papel de propiedad del hombre en las relaciones sociales de este sistema. Pero tener que regresar a los días que describe Michelman sería un enorme paso atrás, aumentaría en gran medida esa opresión, y sería razón más que suficiente para librar una intensa lucha política para sacar corriendo a este gobierno y cambiar el rumbo de la sociedad.

Amenazas de teócratas envalentonados

Pero el gobierno de Bush planea ir mucho más allá.

Bush hace mucho alarde de que desea instituir una "cultura de la vida" fundamentada en los valores bíblicos. Para dar un ejemplo de esos valores, la historia de la creación que narra la Biblia le echa la culpa a la mujer por el "pecado original" que causó la "caída del hombre". Por eso, nos dicen, la mujer tiene que soportar el dolor del parto y, por eso, debe someterse al hombre y ser tratada como esclava y botín sexual (lo que pasa una y otra vez en el Antiguo Testamento con la aprobación de dios y a instancias suyas). El Nuevo Testamento dice lo mismo sobre el "pecado original". En 1 Timoteo 2:11-15, Pablo repite que la "sumisión" de la mujer al hombre es la voluntad de dios y que una mujer solo "se salvará" de la "transgresión" de Eva "por su condición de madre" y su "plena sumisión" al esposo. [Las charlas de Bob Avakian sobre religión hablan más de esto. Están en BobAvakian.net].

La base social del gobierno de Bush quiere que esas ideas arcaicas y reaccionarias sean la base del derecho. Además de prohibir el aborto en todos los casos, esos fanáticos planean vengarse de los que hayan abortado o practicado abortos. La presidenta de Marcha por la Vida, que organizó un mitin triunfal el 23 de enero en la capital para celebrar la nominación de Alito, predijo desde el podio que "Estados Unidos celebrará el equivalente de los ‘tribunales de Nuremberg’ para juzgar a las ‘feministas abortistas’ y dijo que el apoyo al derecho de escoger de la mujer era ‘crímenes contra la humanidad’". Según este recuento del New York Times, "recibió un fuerte aplauso".

Nótese que a los principales acusados de crímenes de guerra en Nuremberg después de la II Guerra Mundial los ejecutaron. Nótese también que ciertos elementos de este movimiento recomiendan el asesinato de los que practican abortos, al amparo de Nuremberg; y que a varios médicos los han matado, a otros los han herido y muchos viven amenazados de muerte.

Este es el futuro que prefigura el ascenso de Alito. Este es el futuro que esculpe este gobierno, con todo el poder del estado, día tras día. No es un futuro que podamos aceptar; y no hay "puntos de coincidencia" que buscar con sus defensores. Es un futuro que tenemos que combatir. Ahora.

La próxima semana: El presidente todopoderoso: Torturador en jefe

Durante las audiencias, Alito se presentó como paladín de la doctrina del "ejecutivo unitario", que pone al poder ejecutivo por encima de los poderes judicial y legislativo. Según Alito y el gobierno de Bush, esto le permite al presidente actuar sin ninguna restricción legal.

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