La moral del derecho al aborto... y la inmoralidad de los que lo atacan

Revolución #038, 12 de marzo de 2006, se encuentra en revcom.us

A finales de enero ocurrió algo que pocos meses antes parecía imposible: ambas cámaras del Congreso aprobaron la nominación del juez Samuel Alito, un declarado enemigo ideológico y político del aborto, a la Suprema Corte… y lo hicieron casi sin chistar.

A mediados de febrero, la Corte anunció que este año examinará la prohibición federal de abortos de tercer trimestre. Luego, sucedió algo alarmante: la asamblea legislativa de Dakota del Sur prohibió el aborto, incluso en casos de violación o incesto. Esta es una maniobra que prepara el terreno para un ataque frontal al aborto en la Suprema Corte a fin de anular el fallo Roe vs. Wade (que legalizó el aborto).

¿Cómo llegamos a una situación tan desastrosa y qué hay que hacer al respecto? ¿Cómo podemos cambiar todo el rumbo de los acontecimientos para que los políticos de ambiciones teocráticas no acaben controlando los aspectos más íntimos de las relaciones humanas personales y sexuales y extinguiendo uno de los derechos más fundamentales de la mujer para las próximas generaciones? Revolución publicará una serie de artículos en los próximos meses sobre el por qué de esta crisis y qué hay que hacer. Esta semana abordamos la batalla ideológica y moral.

Hay muchísimo en juego. Los derechistas no pararán con la penalización del aborto… eso, que es terrible en sí, sentará las bases para algo peor. Los teócratas como James Dobson y Paul Weyrich han forjado un movimiento fascista azuzando a sus seguidores a oponerse al aborto y al matrimonio gay. Apoyaron a Bush y a candidatos teocráticos al Senado y a la Cámara de Representantes en las elecciones del 2004, y ahora están recolectando firmas para que en las elecciones del 2006 se prohíba que las parejas gay adopten niños. Como la carne a los leones, las victorias contra el aborto y el matrimonio gay han envalentonado a los fanáticos religiosos que se han apoderado del Partido Republicano y ocupan puestos muy altos del gobierno.

¿Es la imposición de la dominación masculina algo "moral"?

Ninguna organización "pro vida" apoya el control de la natalidad. La mayor organización educativa "pro vida" (American Life League, ALL) dice: "Los métodos artificiales de control de la natalidad no son morales y exhortamos a cada individuo a tener fe en Dios, a someterse a Su voluntad y a aceptar los niños".

La "Enciclopedia de militantes pro vida" justifica así la campaña para prohibir los anticonceptivos:

"Los anticonceptivos no se pueden separar del aborto. De hecho, los que participan en debates sobre el aborto tendrán que debatir el tema de los anticonceptivos una y otra vez, especialmente en la época post Roe de activismo pro vida… ¿Cómo llevan los anticonceptivos al aborto? Simplemente son indistinguibles en el sentido psicológico, físico y jurídico… los individuos que utilizan anticonceptivos artificiales dan el paso crítico de separar las relaciones sexuales de la procreación. Los anticonceptivos, y no el aborto,son el primer paso hacia la perdición".1

Prohibir el control de la natalidad es el próximo blanco de los fascistas cristianos. Ya están en pie de guerra: por ley, en Dakota del Sur, Arkansas y Mississippi los farmacéuticos pueden negarse a dispensar anticonceptivos por razones morales o religiosas. Acabar con los anticonceptivos es un nuevo requisito para los que quieren postularse a puestos políticos con el apoyo de los fascistas cristianos. En estados como Kentucky, los candidatos que buscan la aprobación del movimiento "pro vida" tienen que oponerse a todos los métodos de control de la natalidad (y no solo a la píldora del día siguiente).2 Afirmar que los anticonceptivos son una forma de genocidio, que las relaciones sexuales que no buscan la procreación son malvadas, y que la abstinencia debe ser la política gubernamental aquí y en todo el mundo es lo que rige el debate político nacional.

Se trata de una doctrina religiosa reaccionaria al servicio de una moral que quiere arrastrar a la sociedad hacia el pasado. Bill Napoli, un legislador estatal de Dakota del Sur que quiere prohibir el aborto, lo explicó así: "De niño aquí en el Oeste, si un joven dejaba embarazada a una muchacha, los dos se casaban y todo el pueblo iba al matrimonio. Es decir, querían que el niño se criara con el padre y la madre. Y así debe ser otra vez… No creo que nos hayamos apartado tanto de esto que sea imposible regresar".3

En el "mundo ideal" de Napoli, a los jóvenes los obligan a casarse a la fuerza y la joven tiene que tener el hijo, quiéralo o no. Se reafirma y refuerza el orden tradicional, donde el papel de la mujer es someterse al esposo, ser la madre de sus hijos, ser su propiedad y vivir bajo su control. Esa es una moral que impide que la mujer se desempeñe de lleno en la sociedad, que contribuya a la sociedad, que tenga una vida productiva en todas las esferas independiente del hombre. Esa es la moral tradicional bíblica que dice: "Las mujeres estén sujetas a sus maridos como al Señor; pues el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia" (Pablo, Carta a los efesios 5:22-23). Esa gente quiere regresar a una sociedad donde ESA es la norma y determina las leyes. Sería un horror para la mujer y terrible para toda la sociedad.

Los métodos modernos de control de la natalidad y de aborto han minado la doctrina religiosa y la moral tradicional que ha subordinado a la mujer por siglos. Aunque las relaciones sociales subyacentes del capitalismo siguen oprimiendo a la mujer, el control de la natalidad le permitió participar más plenamente en todas las esferas sociales. Es algo que en los últimos 30 años (desde el fallo Roe) damos por sentado, pero en realidad es una idea relativamente nueva y frágil en la historia de la sociedad humana. ¡Y ahora esa gente quiere acabarla!

El aborto a solicitud y sin tener que pedir disculpas

Esa era la moral tradicional contra la cual millones de personas se rebelaron en los años 60 y 70. El movimiento de liberación de la mujer que surgió en esa época popularizó la idea del aborto a solicitud.Esa postura de no pedir disculpas cambió la cultura nacional, la manera de pensar y las emociones. Cambió el punto de vista de millones de personas sobre los derechos reproductivos y la igualdad sexual; preparó el terreno para el fallo Roe vs. Wade y la legalización del aborto en 1973. Fue algo muy positivo para emancipar el potencial de la mujer y benefició a la sociedad.

Terminar un embarazo no deseado o sacar del cuerpo de una mujer un grupo de células que todavía no se han desarrollado para ser un ser humano viable no tiene nada de inmoral.Un feto no es un niño. Si una mujer no quiere continuar un embarazo (por la razón que sea), debe tener la libertad de terminarlo, sin peligro ni dificultades. Eso no es nada trágico. De hecho, la verdadera tragedia es que la vida de tantas mujeres se ha limitado, truncado o acabado porque les tocó tener hijos no deseados. Es una tragedia que se repite millones de veces al día, con la complicidad y el apoyo del gobierno estadounidense.

La vida de una mujer que se ve obligada a continuar un embarazo no deseado está en peligro. Del peligro de un aborto clandestino a la falta de respeto por su propia vida, sufre y se disminuye como ser humano. Obligar a una mujer a tener un hijo que no quiere o que no puede cuidar es una de las tragedias milenarias que no tiene que existir hoy. Pero si no se permite que una mujer controle su propio cuerpo, su propia reproducción, si no se le permite decidir si ser madre y cuándo, no tiene más libertad que un esclavo. Es por la salud y el bienestar de la mujer, cuya vida es de más valor y se debe apreciar más que la existencia de un feto parcialmente formado. Y por el bien de la humanidad: ¿no queremos una sociedad donde se hayan eliminado todas las formas de esclavitud?

La moral que se debe apoyar y defender valora los derechos de la mujer a tener una vida social plena. Apoya las relaciones sociales e íntimas de respeto mutuo que permiten florecer a las dos partes juntas, y no donde la mujer es "sometida" al esposo por orden de "dios". Esta nueva moral valora a los niños como una alegría y como una responsabilidad de toda la sociedad, y no obliga a nadie a tener hijos contra su voluntad. A diferencia de los teócratas, NO le canta salmos a un grupo de células que podrían llegar a ser un niño y, simultáneamente, defiende la matanza de niños en la guerra contra Irak y condena a millones de niños más, aquí mismo, a una vida de privaciones.

En realidad, ¡despenalizar el aborto fue algo profundamente moral! (Antes, en este país miles de mujeres al año sufrían muerte o mutilación por abortos clandestinos, y millones más humillación y opresión). Es parte de una moral que corresponde a los intereses fundamentales de la gran mayoría de esta sociedad y del mundo entero. Esos valores concuerdan con la moral comunista, que además de la emancipación de la mujer tiene como meta la eliminación de todas las relaciones de explotación y opresión, y el establecimiento de una comunidad de seres humanos libremente asociados. Pero fuera de los comunistas, hay mucha gente que trata de vivir siguiendo valores que fomentan y celebran la igualdad de la mujer y el hombre, y entre pueblos y naciones; que aprecian la diversidad y la comunidad; que ponen la cooperación por encima de la competencia, las necesidades del pueblo por encima de la acumulación de riquezas; que se oponen a la dominación imperialista; y que celebran y promueven el pensamiento crítico.

Debemos proclamar esa moral y tales valores con orgullo, ponerlos en práctica y llevar a millones de personas más a que los adopten. En verdad es lo que debemos y tenemos que hacer; es crucial para parar la ofensiva fascista.

Contemporizar y retirarse: La estrategia mortal de los demócratas

Pero hoy los defensores del derecho a escoger esquivan el tema de la moral. Aceptan que el aborto se debe reducir o eliminar. Después del ataque frontal contra el aborto en Dakota del Sur, la organización nacional NARAL exhorta a "los legisladores responsables a promulgar leyes basadas en el sentido común para impedir embarazos no planeados". En febrero, NARAL sacó un desplegado en el periódico conservador Weekly Standard que pide a los enemigos del aborto que "nos ayuden, por favor, a prevenir abortos". El desplegado les recomendaba apoyar un proyecto de ley del senador Harry Reid (líder de los demócratas en el Senado, que se opone al aborto), que busca reducir los embarazos no planeados ofreciendo mejores servicios de planificación familiar y anticonceptivos.

La lucha del momento es por los anticonceptivos, cuyo terreno se achica a diario. Esta batalla se perderá si no se lucha desde la perspectiva de que es moral defender el derecho de la mujer a controlar su propia reproducción, y que el aborto es un elemento clave de esto. Una vez más se puede ver adónde lleva esa lógica: los Democrats for Life of America están proponiendo el plan "95-10" para reducir los abortos un 95% en los próximos 10 años con un programa que ni siquiera menciona el control de la natalidad.

¿Cómo llegamos a una situación en que el "diálogo nacional" sobre el aborto dice que es trágico, terrible y malo? ¿En que el aborto es un estigma moral y causa de vergüenza, en que un embarazo no planeado es señal de irresponsabilidad o hasta de "pecado"? ¿Y los defensores del aborto se dan por vencidos con el pretexto de defender el control de la natalidad, en lo cual también están claudicando? Las claudicaciones morales y las retiradas políticas preparan el camino para la derrota.

Las raíces de todo esto son muy profundas y viejas, pero están concentradas en los años de la presidencia de Bill Clinton. Aunque hoy se dice que defendió el derecho al aborto, de hecho fue una época de fuertes ataques y de conciliación con la renaciente moral tradicional. Clinton le cedió mucho terreno moral y político a los enemigos del aborto. Firmó la "Ley de defensa del matrimonio" (una ley contra los gays) y declaró que el aborto debe ser "higiénico y legal, pero poco común". El punto principal es que el aborto debe ser poco común y que es un mal necesario. Hillary Clinton fue más allá y dijo que el aborto es "una decisión triste y trágica para muchas, muchísimas mujeres". Ted Kennedy dijo: "Estoy seguro de que todos coincidimos en que el aborto debe ser poco común y de que debemos hacer todo lo posible para ayudar a las mujeres a evitar tener que tomar tal decisión". El movimiento de defensa del aborto siguió la pauta y se definió como pro derecho a escoger, no pro aborto; y rechazó el lema "aborto a solicitud y sin tener que pedir disculpas" (un lema muy razonable que permite abordar las verdaderas cuestiones morales de esta batalla) por "extremista".

Decir que el aborto es un mal necesario ha estigmatizado a los médicos que lo practican y a las mujeres que se lo hacen. Ha llevado a aceptar la premisa de que el aborto no es moral. Contemporizar ante el movimiento "pro vida" no ha logrado proteger el derecho al aborto… pero sí le ha cedido mucho terreno científico y moral a la derecha cristiana. "Buscar puntos en común" ha llevado a cambiar la manera de pensar de mucha gente y ha provocado vergüenza y arrepentimiento.

A las mujeres que abortaron las reeducan para que piensen principalmente en lo difícil que fue la decisión y para que le resten valor a las decisiones conscientes que tomaron sobre la planificación de la familia y de su futuro. Hoy las jóvenes crecen en una cultura que dice que el aborto es un mal moral, que es matar bebés. Incluso cuando una joven escoge, a pesar de los enormes obstáculos sociales y judiciales, terminar un embarazo, la estigmatizan con culpa y vergüenza.

Esto es claudicar ante la moral del control religioso y patriarcal de la mujer y para quienes se esfuerzan por alcanzar un mundo donde los seres humanos sean iguales. ¡ESO es inaceptable e inmoral!

Hay que tener en mente que Clinton, Kennedy y los demás peces gordos demócratas tienen intereses que no concuerdan con la emancipación de la mujer. Son representantes políticos de la clase dominante, y esto significa que ponen la defensa del imperio estadounidense por encima de todo. Coinciden con los republicanos en que hay que eliminar el amplio cuestionamiento de la moral tradicional característico de los años 60 y 70, y hacer aceptar la moral de "dios, patria y familia", que se desprende de todo el sistema de opresión y lo refuerza. Tienen desacuerdos sobre cómo hacerlo, y en ciertas circunstancias esos desacuerdos podrían llegar a ser explosivos, pero hasta la fecha han ayudado a los fascistas teocráticos. Defienden el derecho de "escoger", pero solo en el contexto de que el aborto sea poco común, complicado, humillante y vergonzoso. Esa postura acepta la moral subyacente del patriarcado. En un plano moral es inaceptable. Y todo esto se pudo ver en la capitulación de los demócratas con la nominación de Samuel Alito a la Suprema Corte.

Adónde lleva… y qué tenemos que hacer

Si se permite que el gobierno de Bush y los fascistas cristianos se salgan con la suya, si no sacamos corriendo a Bush con todo y su programa y si no cambiamos el rumbo de la sociedad, nos espera una época oscura, y muy especialmente para la mujer. Y no es cuestión de "regresar a los años 50", una época tampoco muy atractiva. Si anulan el fallo Roe y penalizan el aborto, castigarán con más severidad a los médicos que en los años 50 (cuando normalmente solo castigaban a un médico si se le moría una paciente). Si penalizan el aborto, juzgarán a los médicos por el asesinato de un feto. En 34 estados hay leyes sobre "Víctimas de violencia sin nacer" y de protección de fetos. En 15 estados hay leyes sobre el homicidio de un feto que se aplican "desde la fertilización hasta el nacimiento".

En Texas el año pasado, Erica Bastoria, de 17 años de edad, le pidió un aborto a su ginecólogo y él le dijo que no se podía. Desesperada, le pidió a su novio que se le parara en el estómago hasta que abortó. Como el aborto es legal en Texas, no acusaron a Erica. Pero condenaron al novio de homicidio y lo sentenciaron a cadena perpetua.

Con motivo del aniversario del fallo Roe, llevaron a estudiantes de prepa católicos a una grotesca celebración de la nominación de Alito. La presidenta de Marcha por la vida, Nellie Grey, predijo que "Estados Unidos celebrará el equivalente de los juicios de Nuremburg para juzgar a los abortistas feministas" y dijo que apoyar el derecho a escoger es un "crimen contra la humanidad". Bush la llamó para felicitar su "causa noble" y dijo: "Ganaremos".

Así es el futuro según Bush. Pero no estamos condenados a ese futuro. Como dice la convocatoria de Un Mundo No Puede Esperar--Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush: "El futuro no está escrito. El futuro que nos toque depende de nosotros". Se necesita un movimiento que defienda audazmente la moral del aborto, los hechos y los principios. Se necesita un movimiento que defienda con audacia la moral de la igualdad, y el conocimiento científico y crítico del mundo y de la reproducción humana. Si forjamos tal movimiento, descubriremos que mucha gente está dispuesta a escuchar y que espera que alguien diga ¡BASTA YA de esta locura! Los que defienden la verdad pueden llevar a tener una visión diferente del mundo a los que están confundidos por la propaganda de ignorancia e intolerancia.

Y nos toca a nosotros, a todos nosotros, en el sentido más amplio, forjar tal movimiento.

NOTAS:

American Life League, "Artificial Contraception - Contrary to God’s Plan", capítulo 104 de "Pro Life Activists Encyclopedia".

[Regrese al artículo]

"Right to Life adds Pill to List", abril de 2002, Cincinnati Enquirer, de la investigación "How Pro-Choice Women Saved America - Freedom, Politics and the War on Sex" de Christina Page (Basic Books, 2002, p. 19).

[Regrese al artículo]

Jim Lerher News Hour, "South Dakota bans Abortion", 3 de marzo de 2006.

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