La situación está cambiando

En este país se podía ignorar la política. Con excepción de unos cuantos comentaristas, a muy poca gente le importaba.

Bueno, la situación está cambiando.

Hace un par de días sentí la represión contra los inmigrantes: en un pueblo cercano la Migra arrestó y deportó a varios. Una amiga mía es novia de un trabajador inmigrante y tiene miedo de que él desaparezca un día, como los que acaban de deportar. Teme no poder ni siquiera despedirse, que un día desaparezca y deje atrás todo lo que tiene en este país, como una novia que lo quiere mucho.

Esto me hace pensar en lo que pasaba en la Alemania nazi u otras dictaduras fascistas, pero ahora aquí en Estados Unidos pueden desaparecerlo a uno en un segundo porque no tiene papeles.

En una de mis clases hay un estudiante sudamericano. Tiene papeles, pero de todos modos tiene miedo de que lo arresten en plena noche. Sabe que a los que hablan su idioma y tienen el mismo color de piel los están pintando como el enemigo, y le da miedo. Hoy en la clase le di una copia de Revolución con el artículo “Los inmigrantes son nuestras hermanas y hermanos”. Lo agarró con entusiasmo y una sonrisa. Le alegró especialmente ver en la contraportada el afiche de “Se busca por cruce ilegal de fronteras” y la foto de Bush. Se emocionó mucho y no pudo esperar a que terminara la clase para leerlo; empezó a leer en clase y la maestra amenazó con quitárselo. Este periódico seguramente es muy importante para él. Aquí en un pueblo pequeño reaccionario leer la verdad sobre el sistema que oprime a su pueblo es un soplo de aire fresco.

Al recorrer el pueblo veo a muchos inmigrantes y los saludo para expresarles mi apoyo. Hoy le dije a un inmigrante que iba a cruzar la calle: “¡Hola!”. Él me contestó: “¡Hola!”. En la cara se le veía la preocupación por la redada que hicieron en el pueblo cercano. Sonreí y le dije: “Sí se puede” y le di un saludo rojo con el puño. Se le iluminó la cara y dijo: “Sí se puede”. Entendió exactamente lo que le quería decir y me dijo: “Thank you”.

Hasta en los pueblos más pequeños y más reaccionarios, la política está jalando a todo mundo. La situación se está polarizando de un modo increíble.

El maestro de cívica pasó la película “Fahrenheit 9-11”, pero como “contrapeso” pasó la película derechista (y llena de mentiras) “Fahren-hype 9-11”. Durante tres días discutimos a gritos las películas; cada día las discusiones eran más intensas.

Hace poco una librería decidió vender obras de Bob Avakian. Por supuesto los fascistas cristianos no están de acuerdo, pero la librería ya vende obras de Sylvia Brown, y tampoco les gustan. “Hemos recibido muchas quejas”, dijo la gerente, “pero de vez en cuando alguien viene y compra un montón de libros [de Brown], y me agradece que los tengamos”.

Cuando le recomendé que vendiera las obras de Bob Avakian, la gerente buscó en el portal del distribuidor de libros. Cuando leyó la descripción de Observations, dijo: “Esto es algo que debemos vender aquí. Este pueblo necesita oír una voz así”.

Pronto me voy de este pueblo porque quiero vivir en un lugar con más luchas y más potencial de cambios serios. Pero reflexionando sobre mis años aquí, creo que he tenido un buen impacto. Una amiga lesbiana me dijo: “Uno no puede decir lo que piensa aquí si no es republicano”. Le contesté: “Sí se puede. Yo lo hago”. Me contestó: “Pero mira lo que te ha pasado”.

Pienso en eso.

Pienso en el día que me llamaron a la oficina del director de la escuela por criticar la guerra, y en los maestros que me gritaban “traidor”.

Pienso en las veces que me han dicho “maricón comunista” en el pasillo de la escuela.

Pero ha valido la pena.

Por supuesto no me invitan a fiestas y no voy a recibir un premio en la graduación. Pero ha valido la pena.

Si no fuera por mis esfuerzos, muchos chavos todavía pensarían que “el comunismo es un gobierno que mata a la gente” o que Estados Unidos no puso a Saddam Hussein en el poder. Estas son falsas ideas que he podido corregir.

He tenido un gran impacto en este pueblo, no cabe duda.

Me da ansiedad irme. Pero en la ciudad, podré meterme más en el movimiento. En el movimiento me siento “en mi elemento”. Luchar contra este sistema me hace sentir vivo. Ojalá que pueda hacer más.

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