Revolución #55, 30 de julio de 2006


 

El capitalismo-imperialismo y el trabajo infantil

Lo que impulsa al capitalismo-imperialismo es el incansable afán de ganancias. El capitalismo necesita explotar a los trabajadores, esclavizar naciones enteras y competir con otros capitales para hacer esto de la manera más despiadada, pues solo el más despiadado sobrevive. Esa sed de ganancias ha creado 250 millones de niños trabajadores en el mundo. La situación de esos 250 millones de seres humanos, a quienes les han robado la niñez y viven encadenados a máquinas, trabajando en el campo o empujados a la prostitución, basta para condenar al sistema de capitalismo-imperialismo como un sistema inservible, un fracaso y un horror. Es razón suficiente para hacer una revolución socialista que acabe con el trabajo infantil, como un paso en el derrocamiento del dominio del capital.

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Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en el mundo entero hay unos 250 millones de niños que trabajan, o sea uno de cada seis niños. De ellos, 120 millones trabajan de tiempo completo.

UNICEF calcula que 5.7 millones de niños trabajan para pagar deudas sin recibir salario; que se trafica a 1.2 millones de niños y que 1.8 millones están sometidos a la prostitución o la pornografía.

Un millón de niños trabajan en minas, un oficio que según la OIT se lleva a cabo en “las peores condiciones imaginables”. Un informe de UNICEF de 1997 calcula que en Latinoamérica uno de cada cinco niños trabaja y que en África es uno de cada tres.

La organización Human Rights Watch calcula que en India, entre 60 y 115 millones de niños trabajan, y que el 85% trabaja en la agricultura. Un informe de 2002 cita a T. Basheer, de 12 años de edad, quien trabaja en una fábrica de seda en Ramanagaram, India: “Nos cae agua hirviendo en las manos. Uno siempre está en el agua. La piel de las manos y los pies de despelleja, se afloja”. Lakshmi, entrevistada en otro informe de Human Rights Watch sobre India, ha tejido alfombras desde que tenía 10 años: “Este trabajo es bueno porque ganamos algo, pero también es muy malo… Lo pasamos sentados todo el tiempo y nos duele la espalda y las piernas. La lana se nos mete en la boca y nos daña los pulmones. Siempre tenemos los dedos pelados y nos duelen todo el tiempo”.

Human Rights Watch calcula que en el mundo entero 175 millones de niños trabajan en la agricultura. Un informe de 2004 de El Salvador cita a un joven de 15 años que corta caña, uno de los trabajos más peligrosos del campo. Se cortó con un machete pero no tenía dinero para ir al médico. “Me vendé y al día siguiente volví al trabajo… No tenemos dinero para pagar [el médico]. Tenemos que pagar como $2”. En 1998, se calculó que en Estados Unidos 300,000 niños trabajaban en la agricultura, que con la tala de bosques y la minería, son los tres oficios más peligrosos del país.

Hay 1.75 millones de niños que hacen trabajos domésticos. Los traficantes llevan niños de países pobres, especialmente India, a países ricos del Medio Oriente, como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

El grupo de investigación Protection Project calcula que cada año se venden aproximadamente dos millones de mujeres y niños a la prostitución. En Lituania, se calcula que del 20% al 50% de las prostitutas son menores de edad. El gobierno de Tailandia informa que 60,000 niños han sido vendidos al mercado de la prostitución. En Nepal, se calcula que 200,000 niñas, muchas menores de 14 años, son esclavas en la industria del sexo en India. Este año, la revista Time Asia entrevistó a Lek, una niña de 14 años que trabaja como prostituta en un burles tailandés. Al segundo día escapó, pero la dueña averiguó dónde estaba. “Le pagó a la policía para que fueran a arrestarme. Me tuvieron tres días a pan y agua. Después de eso me da miedo escaparme”. Otra prostituta de 14 años, Tip, le dijo al reportero: “Ya no nos quedan sentimientos… Nos los sacamos”.

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