Revolución #57, 30 de agosto de 2006


 

Continúan las atrocidades de Estados Unidos e Israel en Líbano:

Crímenes de guerra y maniobras diplomáticas en aras del imperio

Al cierre de esta edición, se han dado importantes sucesos en la guerra de Estados Unidos e Israel contra Líbano. El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado un cese del fuego, pero a pesar del voto Israel inició una gran escalada de la guerra. Despachó a 40,000 soldados y tanques a cruzar la frontera, y tropezaron con resistencia de Hezbolá. El comandante de las fuerzas armadas, el general Dan Halutz, dijo que Israel “seguirá librando la guerra hasta lograr nuestras metas”.

Los cazas israelíes atacaron por todo el país. En el norte bombardearon las carreteras a Siria y destruyeron una central eléctrica en Sidón, que no tendrá electricidad por 10 días. Un ataque a un pueblo cerca de Tiro, en el sur, dejó 15 civiles muertos o heridos.

Al Jazeera informó que una persona murió y 12 resultaron heridas el sábado en 10 ataques aéreos en Baalbek (en el norte, cerca de Siria) y otros pueblos cercanos. Los cazas atacaron zonas residenciales y destruyeron un edificio de clínicas, tiendas y departamentos.

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“Si uno piensa en lo que está pasando hoy en Líbano e Israel, ve la cara del comienzo del siglo 21”.

Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, entrevista radial del 2 de agosto

“Nuestros enemigos nos han dado una oportunidad extraordinaria… ‘Ganar en Irak’ no es posible mientras nos limitemos a luchar solo en Irak… No se puede ganar una guerra regional defendiendo un solo país. Es un juego de tontos”.

Michael Ledeen, estratega neoconservador, descrito como el principal asesor de política exterior de Karl Rove, National Review, 31 de julio

Al entrar en su segundo mes la sangrienta guerra de Estados Unidos e Israel contra Líbano, se calcula que han muerto más de mil libaneses (la gran mayoría civiles). No se sabe la cantidad precisa porque no han podido sacar muchos cadáveres de los escombros debido al bombardeo israelí. En el incidente más sangriento hasta la fecha, el 1º de agosto murieron más de 40 libaneses (muchos de ellos niños) en el bombardeo de un edificio de departamentos en el barrio Chiya de Beirut.

El bombardeo ha cortado todas las principales carreteras a Líbano y la marina israelí bloquea la costa. Escasean la gasolina y el combustible para generar electricidad. Un funcionario del gobierno libanés calculó que se agotarán el 13 de agosto. La Organización Mundial de la Salud advirtió que si no llega pronto combustible, el 60% de los hospitales (que tienen muchas heridos de guerra) “no podrán funcionar”.

En el sur muchos pueblos están reducidos a escombros. Para los 100,000 civiles que siguen en la zona la situación es sumamente difícil. Khaled Mansour, el principal vocero de la ONU en Líbano, dijo que no pueden llevar ayuda a la zona porque Israel ha destruido todos los puentes del río Litani y no permite que los trabajadores de rescate los reparen.

El grupo Médicos sin Fronteras sigue ayudando a los habitantes del sur a pesar de las dificultades y las amenazas israelíes de atacar todos los vehículos al sur del Litani. Su presidente, Rowan Gillies, dijo en Beirut: “Prohibir todo movimiento, sin distinción, llevará a más muertes y sufrimiento de civiles”.

Se ha calculado que un millón de personas, un cuarto de la población, ha sido desplazada. El Programa Mundial de Alimentos advirtió que habrá una crisis de alimentos debido al desplazamiento de la población y la destrucción de los cultivos.

Pero Estados Unidos e Israel han decidido que eso no es suficiente y que tienen que causar más sufrimiento para lograr sus metas estratégicas. El gabinete israelí aprobó una importante escalada de la guerra: una invasión terrestre en gran escala.

El periódico israelí Haaretz informó que durante un receso en la reunión del gabinete, el primer ministro Ehud Olmert llamó a la secretaria de Estado Condoleezza Rice para darle los detalles de las discusiones.

Medios criminales y fines criminales

Israel lucha con armas y fondos de Estados Unidos, con la aprobación de Estados Unidos y al servicio de las metas políticas y estratégicas de Estados Unidos. Los métodos que utiliza (causar máxima muerte de la población civil y destrucción de la infraestructura) son una expresión franca de sus metas políticas.

Los blancos y métodos de la guerra demuestran que Israel no está atacando a Hezbolá para defenderse, como dice, sino en aras de la meta de Estados Unidos e Israel de someter a Líbano a sus intereses. Esto requiere destruir a Hezbolá y, además, como dice un artículo del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar, “diezmar y desmoralizar a los chiítas libaneses; también da a las clases altas de las otras comunidades étnicas dos opciones: cooperar con Israel o morir (de inmediato por las bombas israelíes o por falta de combustible y alimentos)”. (“Consejo de Seguridad de la ONU pone en la mira al Líbano”, 7 de agosto de 2006)

Otro artículo del Servicio Noticioso señala que la afirmación de Israel de que se está defendiendo es una mentira: “Israel culpó a Hezbolá por la masacre de Qana, supuestamente por haber usado a los aldeanos como ‘escudos humanos’. Pero después, los sobrevivientes invitaron a los periodistas a recorrer la aldea y ver si encontraban pruebas de que la habían usado para fines militares. El equipo noticiero CNN, de Estados Unidos, por ejemplo, no encontró pruebas. Pero aunque las encontraran, el ejército israelí tiene muchas bases e instalaciones militares en sus ciudades, los kibbutzim y otros asentamientos en el norte de su territorio son instalaciones militares en sí y cada adulto israelí apto es un soldado activo o de reserva”. (“Qana: Masacre deliberada”, 31 de julio de 2006)

Hezbolá no es una fuerza progresista, pero la tendencia fundamentalista islámica de que es parte representa un obstáculo a la hegemonía regional estadounidense sin límites.

La posibilidad de una guerra mayor en el Medio Oriente es un gran horror, pero para la cúpula de la clase dominante de Estados Unidos es una oportunidad. Ofrece la oportunidad de transformar la actual estructura imperialista en la región a fin de apretar el control de la región y sus reservas petroleras, como parte de un programa general de crear un imperio mundial que nadie desafíe por décadas.

El estratega neoconservador Michael Ledeen, descrito como el principal asesor de política exterior de Karl Rove, escribió: “Nuestros enemigos nos han dado una oportunidad extraordinaria… ‘Ganar en Irak’ no es posible mientras nos limitemos a luchar solo en Irak… No se puede ganar una guerra regional defendiendo un solo país. Es un juego de tontos”. Ledeen también afirma: “Toda persona lógica llegará a la conclusión de que esta guerra no se puede ganar sin derrotar a Si-rán [un término de Ledeen que quiere decir Siria e Irán]”. (National Review, 31 de julio de 2006)

En su discurso radial del 29 de julio, Bush dijo: “Hemos dado comienzo a una estrategia a favor de la libertad en el Medio Oriente y esa estrategia ha puesto en marcha una transformación que está mejorando la vida de millones de personas”.

El Christian Science Monitor informó el 9 de agosto: “Según se dice, la Casa Blanca, y en particular los asesores del movimiento neoconservador, exhortaron a Israel a atacar a Siria como parte de la campaña contra Hezbolá en Líbano”. El 30 de julio el Jerusalem Post citó a funcionarios del Ministerio de Defensa israelí que dijeron que estaban recibiendo mensajes de Estados Unidos que los urgían a atacar a Siria.

En su discurso radial del 29 de julio, Bush dijo: “Hemos dado comienzo a una estrategia a favor de la libertad en el Medio Oriente y esa estrategia ha puesto en marcha una transformación que está mejorando la vida de millones de personas”.

Todo lo contrario: lo que se ve en Líbano es la sangrienta base del nuevo Medio Oriente que se propone construir Estados Unidos. Es una continuación de más de un siglo de crímenes de dominación imperialista de la región y de los recursos petroleros, y de la ventaja que eso conlleva. Pero más allá, Estados Unidos ha desencadenado a Israel a un nivel cualitativamente mayor para abrir la región más que nunca a la penetración del capital estadounidense e integrarla más cabalmente a su imperio.

Dificultades para los imperialistas

Parece que hasta la fecha Israel y Estados Unidos han tenido más dificultades en esta guerra de lo que esperaban. Como escribió el Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar: "En lugar de luchar por defender su territorio, como esperaba Israel, los combatientes de Hezbolá buscan infligir el mayor daño posible a los invasores, con túneles y otros medios para neutralizar el impacto del poderío aéreo israelí y evitar enfrentamientos fuertes… Dicen que su objetivo es hacer que Israel penetre en el territorio libanés, de modo que vulnere sus líneas de abastecimiento y tenga que pelear en líneas exteriores. Parece que eso es lo que más teme Israel. Su ejército se aferra a la frontera, de modo que sus columnas armadas puedan recibir constantemente los suministros de los cuales dependen. Sus principales incursiones en el interior del Líbano con helicópteros y comandos, en Tiro y sobre todo en Baalbek, han producido muchas muertes de civiles pero pocos éxitos militares”.

Cuando Israel inició la guerra anunció que sus metas eran destruir a Hezbolá y cambiar las “reglas del juego” en el Medio Oriente. Ahora parece que a pesar de todo el terror y destrucción que ha desatado, tendrá que aceptar metas más limitadas. Eso ha provocado riñas en el seno de la clase dominante. Un editorial de primera plana del periódico sionista liberal Haaretz pidió la renuncia del primer ministro Olmert: “No puede llevar toda una nación a la guerra con la promesa de una victoria, obtener una derrota humillante y permanecer en el poder”. Otro editorial se titula: “Incapacidad de derrotar a Hezbolá disminuye el valor de Israel para Estados Unidos”.

Otra escalada de la guerra presenta muchos riesgos para Israel y Estados Unidos. Es probable que el ejército israelí sufra más bajas. Se informa que la reunión del gabinete que aprobó la escalada terminó a grito pelado.

Las atrocidades cometidas por Israel han provocado una ola de indignación en el mundo árabe que desestabiliza la región y dificulta que los gobiernos árabes tomen partido con Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de los peligros, Estados Unidos e Israel se ven en la necesidad de continuar la ofensiva para realizar sus metas.

Incluso con la resolución del Consejo de Seguridad, persiste la posibilidad de que la situación se les salga de las manos de una manera imprevisible. “Casi en cualquier lugar, de El Cairo a Bombay, podría producirse una reacción en cadena”, advirtió Robert Holbrooke, ex embajador a la ONU y subsecretario de Estado. Dijo que la situación representa la mayor amenaza a la estabilidad global desde la crisis de los misiles en Cuba de 1962, “la única confrontación nuclear de las superpotencias en la historia”.

A todos los que ven el horror de lo que está pasando en Líbano y no quieren que sea “la cara del siglo 21”, les incumbe responder. Como comentamos la semana pasada:

“Urgen serios esfuerzos para movilizar una gran resistencia política para PARAR esto. Para PARAR esta invasión y toda la dirección de que forma parte. Hay que zafarse de los confines mortales de la ‘protesta de costumbre’, que no plantea un reto serio a la situación ni a la dirección en que está encaminada, y forjar una dinámica política totalmente diferente”.

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