Revolución #57, 20 de agosto 2006


 

Damnificados de Katrina dan testimonio:

“¡¡Bush es un mentiroso!! No nos ayudaron”

A continuación publicamos pasajes de entrevistas que realizó nuestro corresponsal en Houston, Austin y Baton Rouge el año pasado. Se presentaron a la Comisión sobre los Crímenes de Bush, que se llevó a cabo en Nueva York en octubre de 2005. (Se han cambiado los nombres).

No hay cupo en el helicóptero

Ronald, entrevistado en Austin, Texas:

“La tormenta nos dio duro. Pasé una semana en un puente de la autopista. Teníamos que meternos a las tiendas a buscar agua y comida. El gobierno y el alcalde nos abandonaron. Esperé tres días a que nos rescataran. El día que por fin nos rescataron, mi esposa se cayó del helicóptero, se desplomó unos 30 ó 40 metros y cayó sobre un puente. El Servicio de Guardacostas tardó 30 minutos en llegar por ella. No le pidieron el nombre, no querían saber nada. A mí me dijeron que no había cupo en el helicóptero y que no podía ir con ella, y jamás la he vuelto a ver. Eso fue el 1º de septiembre.

“Hablé a la Cruz Roja y me dijeron que no tenían información sobre ella, pero que seguían buscando. Hablo con su familia a diario y ellos siguen esperando y rezando que la encuentren. No sé si está viva o muerta. Si alguien sabe, no lo dicen”.

Ahogados en la prisión

Lester (quien estaba en la prisión de Orleans Parish), entrevistado en Houston:

“Unos guardias insultaban a los presos y decían ‘me voy a salvar yo mismo’. El agua nos llegaba al cuello. Al salir vimos cadáveres flotando. Los guardias empezaron a disparar, mataron. Yo no sé qué pasaba, dicen que unos trataron de escaparse, quién sabe. Lo que sí vi es que dispararon a un par de personas y tropecé con un par de muertos.

“Vi seis cadáveres. Eso lo vi con mis propios ojos. Yo sé lo que vi. Vi seis cadáveres flotando y me tropecé con uno. No sabía lo que era, lo toqué con la mano, ¡qué susto! Abrieron las puertas de los pabellones, nos dijeron que no lleváramos nada. Cuando llegamos al piso bajo, vimos lo crecida que estaba el agua, ¡estaba muy crecida! No se veía nada, estaba oscuro y el agua olía a gasolina, diesel, algo así.

“Te voy a decir sin rodeos, los que no sabía nadar se estaban ahogando, dando manotazos para tratar de mantenerse a flote. Unos guardias los ayudaron, pero otros los mandaron al diablo. Unos decían ‘tengo familia, que se ahogue, es su hora’.

“A otros los dejaron en las celdas, en las celdas de detención, se ahogaron . Fueron por ellos después, pero ya se habían ahogado. No tiene sentido. Cuando el agua llega a la coronilla, es hora de sacarlos. Se ahogaron. Dicen muchas mentiras, pero yo sé lo que vi.

“No comí por tres días. Cuando llegó Katrina no comimos… Éramos unos 40 y solo nos dieron tres barras de pan para 40 personas. Llenaron los tachos de basura con agua para tomar. Por haber caminado en ese agua me están creciendo hongos en las piernas. Me da comezón y cuando me rasco se me hacen roñas. Me está cubriendo las piernas, por todas partes, en las piernas. Así nos tratan. Lo único que queríamos era salvarnos. Sabían que se acercaba el huracán; yo creo que nos pudieron sacar un poco más rápido, y así no tendría ahora esto en las piernas ni tener que vivir lo que estoy viviendo. Esto puede dejar heridas físicas, mentales y emocionales”.

“Nos tuvimos que unir”

Roberta, vivía en el 3rd Ward, entrevistada en Houston:

“No nos explicaron que debíamos irnos, nunca. Nos obligaron a irnos. Nos dijeron que si no nos íbamos, nos iban a meter en la cárcel. LA CÁRCEL, dios mío. Juro ante dios que no miento. Nos dijeron que si no nos subíamos a los buses nos iban a meter en la cárcel, eso es lo que nos dijeron.

“Los negros ayudaban a los negros. Nos tuvimos que unir. Antes, discutíamos sobre todo, pero ahora tuvimos que unirnos para ayudarnos… Estaba sentada en la banqueta, pensando en lo que iba a hacer, cómo iba a ayudar. Teníamos que salir de aquí. En el 7th Ward nos decían que si no nos subíamos a los buses nos iban a meter en la cárcel. En el 3rd Ward el agua estaba altísima y no había Guardacostas. Le pregunté a un tipo que se llama Brian si quería ayudar. Dijo que vino desde Oklahoma. Decidimos ir a Kenner porque allá todavía había electricidad. Conseguimos hielo para los que se habían quedado. Hacía mucho calor y no tenían comida ni agua, no tenían nada. Unos viejos, como yo, estaban en el porche, pensando en qué iban hacer, adónde iban a ir.

“Así que Brian y yo fuimos a Kenner; hicimos unos 30 viajes de ida y vuelta. Llevamos hielo, agua y comida. ¿Pero por qué teníamos que ira hasta Kenner para conseguir agua y comida, y eso es lo único que nos permitían llevar: agua y comida? Si los del Servicio de Guardacostas pensaban que ibas a quedarte, no te dejaban pasar. La razón por la que puede hacer esos viajes es porque Brian es blanco y yo soy negra. Brian me dijo que me sentara con él adelante en el camión, pero decidí quedarme atrás porque así podía ayudar más. Por eso es que pude ir a Jefferson Parish tantas veces. Lo que no permitían es que uno fuera a quedarse…

“Nadie vino, ningún policía se acercó. A los policías se les veía de vez en cuando, y era para joder: ‘¿Dónde vives? ¿Dónde está tu casa?’ Cuando iba del 7th Ward al 3rd Ward vi muchos cadáveres, gente que trató de escapar del agua… en Claiborne hubo muchos muertos. Parecía que estaban acostados, descansando . Hasta me acerqué a una señora a ayudarla, pero una amiga me dijo ‘Está muerta’, y no lo podía creer. Jamás había visto tantos muertos, ahí tirados en la calle”.

En un abrir y cerrar de ojos quedaron en la calle

Marlene, quien vive en Houston y alojó a 48 personas en su casa:

“Muchos familiares, amigos e incluso desconocidos llegaron a mi puerta. Parte el corazón ver esos rostros dolidos, angustiados y deprimidos. Se me hizo imposible decirles que se fueran. Mi hermana, que tiene parálisis parcial, con miedo y llorando, los niños, la mamá, el papá, sin poder hacer nada por su familia. En un abrir y cerrar de ojos quedaron en la calle. Sabiendo que lo mismo le pudo haber pasado a mi familia, hice lo que hubiera querido que hubieran hecho por mí. Es difícil comprender lo que le pasa a una persona cuando pierde todo, por no hablar de cuando pierde un ser querido…

“Llamé a FEMA [la agencia federal para emergencias] y les dije que estaba alojando a 48 personas, y me dijeron que los corriera; así me dijeron, que los echara. Yo le pedí el nombre a la empleada y hablar con su supervisor, pero ella colgó. Me dijo que los corriera… La mezquita de enfrente me ayuda, así como unos vecinos y unos amigos que traen comida, porque cuando llegaron no tenían nada, absolutamente nada. Lo único que tenían era la ropa que llevaban puesta”.

Bush el mentiroso

Annette, del este de Nueva Orleáns, entrevistada en Houston (también dio testimonio ante la Comisión sobre los Crímenes de Bush):

“Mi hermana y yo encontramos a una señora que debe tener unos 80 años. Estaba en una silla de ruedas en una gasolinera abandonada. Su tía estaba sentada al lado de ella en una silla plegable; también estaba su hijo… No querían separarse. Habían dormido ahí toda la noche. ¡¡Con una estación de bomberos enfrente!! Uno hubiera pensado que los hubieran ayudado. Los radiopatrullas pasan de arriba a abajo; uno hubiera pensado que los hubieran ayudado, pero no.

“Cuando pasaba con mi hermana nos pidieron comida. Teníamos comida en latas; las abrimos y se las servimos. Estaban tan agradecidos que una de ellas se puso a llorar. Eran blancos. La señora lloraba; habían estado esperando ayuda, pero los que debían ayudarlos no habían hecho nada. Nos agradeció haberles dado de comer.

“La policía no quiere ayudar. Pero a los que se metieron en tiendas a buscar algo de comer, para vivir, los encañonaron y les pegaron. ¡¡Los amenazaron con llevarlos a la cárcel!! Yo creo que mucha de esa gente jamás en la vida cometió un robo, pero ahora tenían que comer para sobrevivir.

“Yo estuve ahí, yo viví eso y vi lo que pasó, y vi muchas cosas. Vi morir bebés, jóvenes. Sabes lo que hacen cuando mueren: solo les cubren la cara con una sábana o un abrigo. Murieron muchos. Iban flotando, muertos. ¡Bush dice que mandó camiones del ejército y otra gente, pero yo estuve ahí! Durante todo el tiempo. ¡¡Yo vi todo o casi todo y Bush es un mentiroso!! No nos ayudaron. Creo que vinieron a destruirnos, porque los camiones del ejército solo pasaron por aquí, no pararon para nada.

“Bush no mandó a nadie a ayudarnos. Bush es un mentiroso, Bush es un mentiroso. Bush estaba en un lugar seguro, no tenía por qué preocuparse de nosotros. Él y su familia estaban a salvo, sanitos. Nosotros somos los que estábamos sufriendo, flotando en agua contaminada, enfermándonos. No mandó a nadie a ayudarnos. Lo que quería es vernos golpeados y sufriendo, eso es lo que yo creo”.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond