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Revolución #62, 24 de septiembre de 2006

Las células tronco y la ética de los teócratas

A mediados de julio el presidente Bush se sacó un veto de la manga (el primero de su presidencia) y mandó a la basura un proyecto de ley para ampliar el apoyo federal a las investigaciones científicas con células tronco (o células madre). El proyecto de ley proponía asignar más fondos federales para utilizar los embriones congelados que sobran de la fertilización in vitro, que ahora se tiran a la basura.

Actualmente solo se pueden usar fondos federales (que son la principal fuente de dinero para la investigación científica) con 20 líneas de células tronco embrionarias producidas antes del 2001 de embriones que, en palabras de Bush, ya “se habían destruido”.

Esto limita la cantidad y la calidad de las líneas de células tronco que se necesitan para desarrollar el conocimiento científico en este campo, a pesar de que ofrece muchas posibilidades de explicar y tratar enfermedades que afligen a centenares de millones de seres humanos por todo el mundo.

Al anunciar el veto, Bush dijo que su meta es “mantener un equilibrio entre las necesidades de la ciencia y las exigencias de la conciencia”. Agregó: “Podemos cumplir nuestras responsabilidades éticas sin sacrificar el progreso científico”.

Bush y los bebés de la fertilización in vitro

Bush defendió el veto en una rueda de prensa rodeado de padres de bebés nacidos de embriones congelados.

Habló en medio de la guerra contra Líbano, mientras el bombardeo israelí (con bombas y apoyo de Estados Unidos,) mataba a centenares de personas y desplazaba a un millón. Con las manos manchadas de sangre, tuvo el descaro de condenar un proyecto de ley que hubiera destinado unos pocos fondos más a la investigación médica; dijo que “contribuirá a la matanza de inocentes con la esperanza de producir beneficios médicos para otros”.

El comandante en jefe de las tropas que llevaron a cabo las atrocidades de Haditha y Mahmudiya (Irak), que espía sin orden judicial y que ahora presiona para eximir a los agentes de la CIA de los Convenios de Ginebra sobre la tortura, dijo que permitir esas investigaciones podría “cruzar un límite moral que nuestra sociedad decente tiene que respetar”.

El muro entre la iglesia y el estado se está desmoronando

Poco antes del veto, un nuevo grupo cibernético llamado DefCon (Campaña en Defensa de la Constitución) publicó un desplegado en el New York Times titulado: “Debido a un puñado de extremistas religiosos, las investigaciones con las células tronco no tienen la más mínima posibilidad”. (www.defconamerica.org)

Dice: “La derecha religiosa, que tiene una influencia política excesiva, impone su voluntad a todos los americanos, por medio de límites al derecho de la mujer a la privacidad, de un ataque constante a los derechos de los gays y las lesbianas, de una campaña para enseñar el creacionismo como ciencia, y ahora de un cruel veto que defrauda las esperanzas de millones de ciudadanos. El fuerte ruido que oyen es el desmoronamiento del muro entre la iglesia y el estado”.

DefCon señala que los límites al financiamiento de investigaciones con células tronco son parte del “ataque de la derecha religiosa contra la ciencia y el progreso médico… Una minoría fundamentalista busca tumbar el muro que separa la religión y el estado, y hacer que los preceptos bíblicos, en vez del derecho constitucional, sean la máxima autoridad que rige la vida del país.

“Con la ayuda de un poder ejecutivo y de congresistas dispuestos, la derecha religiosa ha adquirido un extraordinario nivel de poder e influencia. Sus voces dominan los medios, y ha buscado y obtenido poder político con tenacidad y destreza, y ha ahogado a los expertos y las voces de la razón”.

El portal de DefCon informa que tiene docenas de miles de integrantes, y que Bush y el Congreso han recibido docenas de miles de correos electrónicos y llamadas telefónicas a favor de las investigaciones de las células tronco y en oposición al veto.

La ciencia y el debate ético

Es inquietante que la lógica y la posición política de Bush y la derecha religiosa hayan influenciado inclusive la actitud de la ciencia hacia la investigación de células tronco. Hace poco se descubrió un método de extraer células y desarrollar líneas de células tronco con el embrión vivo. Un artículo de la revista Nature (una de las más importantes revistas científicas mundiales) comentó que el descubrimiento “podría permitir generar líneas de células tronco sin la destrucción tan polémica de los embriones humanos, pero quedan algunas objeciones éticas”.

De hecho, parece que un elemento importante de esas investigaciones es encontrar un método de esquivar las “objeciones éticas” de Bush y todo el movimiento teocrático, y de obtener células tronco sin destruir “la vida humana”. Robert Lanza, director del equipo de Advanced Cell Technology que ideó el nuevo método, le dijo al New York Times: “No queda ninguna razón racional para oponerse a estas investigaciones”.

Pero Emily Lawrimore, vocera de la Casa Blanca, respondió en un dos por tres que el nuevo descubrimiento no satisface las objeciones de Bush y que “todo uso de embriones humanos en investigaciones plantea serios problemas éticos”. Los grupos fundamentalistas como Focus on the Family y el Discovery Institute también atacaron esas investigaciones.

Lo que algunos científicos no captan es que a Bush, a poderosas fuerzas de la cúpula del poder, a sus instituciones y a sus soldados de base por toda la sociedad, no les interesan las “razones racionales” ni las pruebas. Al contrario, creen que el pensamiento racional y el método científico son parte del problema que hay que erradicar. Por eso niegan la evolución, ocultan la realidad del calentamiento global y bloquean la promesa de la investigación con células tronco embrionarias.

La ética de los teócratas

Examinemos más a fondo la ética que Bush y su camarilla imponen como norma gubernamental.

Una carta que 80 ganadores del Premio Nobel en ciencia le enviaron a Bush en el 2001 informa que en las dos décadas de investigaciones con células tronco en animales, se han producido células cardíacas que han reparado el músculo cardíaco dañado de un ratón, neuronas que han frenado la esclerosis múltiple en ratones, neuronas que han restaurado la función de las patas de ratas paralizadas, y más.

Hay mucha esperanza de que por medio de más investigaciones, difíciles pero posibles, las células tronco produzcan tratamientos de muchas enfermedades, como la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Alzheimer, la diabetes, el cáncer, las enfermedades cardíacas y las lesiones de la médula espinal.

Impidiendo esas investigaciones, la “ética” y la moral de Bush y los fundamentalistas pisotean con suma arrogancia las necesidades médicas de millones de personas por todo el mundo.

Esa “ética” pone bolitas de células no diferenciadas más pequeñas que un grano de arena por encima de la vida de docenas de millones de seres humanos. Además, ¡los embriones que Bush defendió “éticamente” con su veto se tiran a la basura de todos modos!

Pero esto no es simplemente una locura.

Hay una congruencia entre la política de los fundamentalistas religiosos sobre el aborto y las células tronco: primero el feto y ahora el embrión (incluso antes de implantarse) se pinta como un regalo de dios con el que ningún ser humano debe meterse.

Estos puntos de vista no tienen nada que ver con el mundo tal como es (para empezar, dios no existe) ni como cambia. No entienden (y en realidad rechazan) todo el proceso por el cual un embrión pasa de ser una bolita de células con el potencial de vida humana al nacimiento de un bebé.

Para que eso pase, primero el embrión tiene que implantarse en el útero de una mujer, crecer y pasar nueve meses de desarrollo como parte integrante del cuerpo de la mujer. También niegan que lo que define al ser humano es la existencia social independiente (¡lo que implica haber nacido!).

Bush y la Biblia no se oponen a la muerte. La Biblia está llena de matanzas y masacres, inclusive de niños de las tribus que han “ofendido a Dios”. Bush se deleita en la guerra y la muerte con la “misión otorgada por Dios” a Estados Unidos.

Esa clase de ética defiende la moral tradicional bíblica y las cadenas de la tradición. Quiere negarle a la mujer el derecho de controlar su reproducción porque la Biblia dicta que la mujer sea en esencia la propiedad del hombre y la incubadora de sus hijos. Esa ética fundamentalista considera que los esfuerzos del ser humano de investigar el mundo por medio de la ciencia, y de cambiarlo, son abominaciones y contrarios a la voluntad de dios.

La posición del gobierno de Bush sobre las células tronco embrionarias se basa en los dictados religiosos absolutistas y no en la verdad. Esto es parte de una batalla mucho mayor que se avecina en esta sociedad sobre la imposición de una teocracia y la supresión del método científico, por lo menos para la gran mayoría de la gente común y corriente.

Nada de esto beneficiará a la gran mayoría de la humanidad y no se puede permitir que prevalezca. En vez, la humanidad necesita una ética y una moral basadas en el conocimiento de cómo funciona el mundo y cómo podemos transformarlo para que la humanidad verdaderamente florezca.

¿Qué significará si logran impedir estos avances prometedores? ¿Cómo afectará ahora y en el futuro a los que sufren o mueren de enfermedades que podría curar la investigación con células tronco?

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