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Revolución #73, 17 de diciembre de 2006

Oaxaca: El estado mexicano busca aplastar la resistencia, el pueblo sigue desafiante

El estado mexicano ha desatado una ola de terror y de castigo colectivo contra los rebeldes de Oaxaca. Desde junio, un movimiento que se inició con una huelga de maestros se tomó el Zócalo de la capital del estado, cerró carreteras, bloqueó edificios del gobierno, y tomó emisoras y canales de televisión. Con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) a la cabeza, el movimiento demanda un salario justo y la salida del odiado gobernador Ulises Ruiz Ortiz.

Ahora, el estado mexicano está tratando de aplastar la rebelión con el pretexto de “acabar la impunidad” y “restaurar el estado de derecho”. Las fuerzas del orden desalojaron los campamentos y las barricadas de la APPO, y ahora las calles están llenas de camiones de la policía estatal y la Policía Federal Preventiva (PFP) con rifles de grueso calibre. Circulan camionetas sin placas, de cristales oscuros, llenas de sicarios y porros que disparan indistintamente y se llevan a militantes y transeúntes. Radio Ciudadana, una emisora a favor del gobernador, los incita a atacar a los rebeldes, y a quemar residencias y oficinas de los partidos burgueses de oposición.

Los empleados municipales de Santa Lucía que mataron a Brad Will (periodista de Indymedia) salieron en libertad, aunque el periódico Universal sacó en primera plana una foto de ellos en el momento de dispararle el 27 de octubre.

El gobernador proclama sangrienta y violenta “normalidad”

Desde la megamarcha del 25 de noviembre, el gobierno ha realizado por lo menos 200 arrestos, cinco asesinatos, docenas (que pueden llegar a cientos) de desapariciones y ha dejado montones de heridos. A la mayoría de los detenidos los trasladaron a penales de alta seguridad en tres estados lejanos y les pusieron una fianza altísima (4 millones de pesos, o sea, unos 400,000 dólares). El 26, Ulises Ruiz se paró en el Zócalo y declaró triunfal el retorno de la normalidad.

En los seis meses del conflicto, el gobierno ha expedido órdenes de aprehensión contra cientos de maestros y activistas, y ahora los está deteniendo. Cazadores de recompensas recorren el estado buscándolos con fotos. El periódico Noticias de Oaxaca describió la detención de unos maestros: “Asustados y con lágrimas en los ojos, los alumnos de la Escuela Primaria '5 de Mayo' de este municipio vieron como efectivos policiacos detuvieron a sus maestros". En respuesta, los maestros han declarado huelgas por todo el estado.

El 25 de noviembre, miles de todo Oaxaca se sumaron a una megamarcha a pedir la salida de Ulises Ruiz, la retirada de la PFP y la libertad de los presos políticos. Formaron una cadena humana alrededor de la PFP con la intención de continuar esa protesta pacífica 48 horas. Esto sucedía pocos días antes de la toma de posesión de Felipe Calderón y el estado tomó la decisión de aplastar el movimiento de resistencia. La PFP lanzó un gran ataque con gas lacrimógeno, balas de goma y tanques. Los porros del gobernador abrieron fuego contra los manifestantes. Estos se defendieron con piedras y armas improvisadas. En el curso de la batalla se quemaron oficinas y carros del gobierno. Noticias de Oaxaca describe que se formaron líneas de batalla y barricadas contra los tanques y la policía: “La gente de edad repartía refresco de cola para mitigar los ojos irritados por los gases químicos. Las mujeres sacaban piedras de las piedras. Otros fabricaban bombas molotov para abastecer a la línea de tiradores”. Los chavos portaban escudos de la PFP con la consigna “Y la resistencia continúa”.

Calderón y sus patrocinadores imperialistas

El 1º de diciembre, en una de sus primeras actividades como presidente, Calderón invitó a Ulises Ruiz a una comida de gobernadores en Los Pinos, la residencia presidencial.

Calderón se ha ganado la confianza de altos políticos e inversionistas de Estados Unidos, y ha prometido que hará de México un paraíso para la inversión extranjera. Un aspecto importante de esto es proteger a Ulises Ruiz. Naturalmente, dice que la ola de represión que vive Oaxaca es la restauración del “estado de derecho”. El gobierno de Calderón desatará mucha más represión contra el pueblo para abrir más las puertas del país a la explotación imperialista. Desde su punto de vista, no se puede permitir que la rebelión de Oaxaca se extienda por el país.

George Grayson (un reaccionario “experto” en México, asesor del Departamento de Estado, invitado frecuente a programas, que escribe en la revista FrontPage del fascista David Horowitz) explicó lo que se espera de Calderón para defender los intereses imperialistas. El 9 de noviembre salió en el programa de CNN de Lou Dobbs y dijo que la víspera se reunió con Calderón en Washington: “Hablamos de lo que yo llamo ‘el tabú de Tlatelolco’, o sea, la renuencia del gobierno mexicano a usar fuerza contra los infractores de la ley…”. Calderón le aseguró que él sí va a superar ese “tabú”, que recuerda la masacre de estudiantes en la plaza de Tlatelolco antes de las Olimpiadas de 1968.

Calderón se ha esforzado por cumplir las expectativas de Estados Unidos y la “comunidad de inversión” internacional. El día de la toma de posesión anunció que estaba dispuesto al diálogo con la oposición. Flavio Sosa, uno de los líderes de la APPO (y miembro del Partido de la Revolución Democrática, PRD, un partido de oposición burgués), le creyó y fue a la capital a reunirse con representantes de la Secretaría de Gobernación. Pero en vez de diálogo, la policía rodeó el centro donde la APPO organizó una rueda de prensa para anunciar la reunión y a la salida arrestó a Sosa.

Continúan las protestas

El 3 de diciembre, los familiares de los detenidos recorrieron las calles de Oaxaca y rodearon el Zócalo pidiendo la liberación de los detenidos. Se pararon en las narices de la PFP, a pesar del clima de temor que ha impuesto. Unos se pintaron la cara, se vendaron los ojos y se pusieron cadenas en las manos para dramatizar la tortura de sus seres queridos. Dijeron que la PFP actuó “en complicidad con la Policía Ministerial del estado, trasladaron a los detenidos la noche del 25 de noviembre a mazmorras clandestinas, donde los torturaron. A las prisioneras las 'pudieron manosear y golpear' y sometieron a golpes a los hombres durante varias horas. 'A todas y todos les infligieron humillantes vejaciones de lesa humanidad'". Contaron que pasaron días buscando a sus familiares hasta que se enteraron que estaban en un penal de Nayarit, un estado del norte del país.

El estado está tratando de aplastar la lucha popular, pero el pueblo de Oaxaca, heroico y desafiante, no se ha dejado. En la prensa mexicana se comenta una y otra vez que los oaxaqueños le han perdido el miedo al estado. Declaran que la lucha continuará hasta que se largue Ulises Ruiz. Esto marca una tónica de lucha en un país en que millones se han manifestado contra el gobierno en los últimos meses. El conocido artista oaxaqueño Francisco Toledo formó un comité de artistas, intelectuales, abogados y representantes de la iglesia católica (Coalición 25 de Noviembre) por la liberación de los detenidos y el regreso, con vida, de los desaparecidos. Está programada otra megamarcha para el domingo 10 en Oaxaca.

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