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Revolución #75, 7 de enero de 2007

El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor

[Este artículo salió por primera vez en Revolución Revolución #025, 5 de deciembre de 2005 y Revolución #026, 12 de deciembre de 2005.]

Primera parte: Introducción

Cada vez más personas se preocupan por el estado del mundo y la suerte del planeta. ¿Tiene que ser así el mundo? No; hay una alternativa mundial concreta: el socialismo y el comunismo. Pero constantemente nos remachan que el socialismo fracasó y que el capitalismo es lo máximo. Toda una generación no ha oído más que el socialismo es una pesadilla. Esa “revisión de la historia” también ha afectado a muchos intelectuales progresistas. El proyecto Pongamos las Cosas en Claro se propone convertir este ataque ideológico contra el comunismo en un debate enérgico en las universidades sobre el pasado del comunismo y el futuro del comunismo. En el 2005 y el 2006, el economista político maoísta Raymond Lotta dio una serie de conferencias por todo el país con ese fin. La conferencia “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor” confronta las mentiras sobre el socialismo, analiza la experiencia y los logros de la revolución bolchevique de 1917 a 1956 y de la revolución china de 1949 a 1976, y plantea la nueva visión de Bob Avakian sobre el proyecto comunista. Esta semana empezamos a publicar la conferencia por entregas. Salió por primera vez en Revolución a finales del 2005 y a comienzos del 2006. El website del proyecto Pongamos las Cosas en Claro es www.thisiscommunism.org. Estas son las primeras dos partes.

El título de esta conferencia es: “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor”. El tema es que el mundo, como es, no tiene que ser así.

Hoy está aquí mucha gente que ansía una alternativa a este sistema; que quiere dedicar la vida a hacer algo por el bien de la humanidad. La humanidad puede superar la explotación y la división social. Puede avanzar hacia una sociedad sin clases y a una comunidad mundial de seres humanos libremente asociados: el comunismo. Esa es la meta de la revolución proletaria. Los primeros pasos históricos hacia la construcción de tal sociedad y mundo fueron las revoluciones rusa y china del siglo 20. Esas revoluciones sufrieron derrotas, pero están llenas de lecciones y son fuentes de inspiración. Quiero hablar de por qué el comunismo hoy es más válido que nunca.

Claro, esto es polémico. Vivimos en tiempos en que pregonan a bombo y platillo la permanencia del capitalismo. Nos dicen que ya está escrito el veredicto sobre el siglo 20: el experimento socialista ha fracasado, y tenía que fracasar. Nos bombardean con la idea de que no hay alternativa, que el capitalismo es el orden natural del mundo. Nos dicen que por más que el capitalismo tenga problemas, todo intento de deshacerse de él llevará a algo mucho peor.

Es como si le hubieran pegado una etiqueta de advertencia a la discusión sobre las posibilidades humanas. Peligro: todo lo que desafía en un sentido fundamental al capitalismo es una fantasía, en el mejor de los casos y, en el peor de los casos, una utopía inútil impuesta desde arriba que terminará siendo una pesadilla. Advertencia: el proyecto de la revolución y de una economía y una sociedad que promuevan el bien común va contra la naturaleza humana, la lógica económica y el curso de la historia. Recordatorio: hemos llegado al fin de la historia. La sociedad occidental representa la cumbre y el punto final del desarrollo humano.

De mil y una maneras, crasas y sofisticadas, nos dicen que la historia del siglo 20 es la historia del desastre y el horror de la revolución socialista, y del triunfo del capitalismo y de la democracia burguesa. Los medios de comunicación lo dicen. Lo recalcan muy publicitadas autobiografías. Lo enseñan en la escuela. Está arraigado en el discurso intelectual.

Pero hay un problema: esta “opinión tradicional” sobre el comunismo no es cierta. Se basa en la tergiversación total de la historia de la revolución socialista. Repiten tanto mentiras y calumnias que se llegan a aceptar como hechos. Es increíble lo que se considera rigor intelectual y, tristemente, es asombroso lo que embauca a personas que se enorgullecen de su rigor y honestidad intelectual: especulación cruda; aproximaciones estadísticas y métodos de evaluación que nadie tomaría en serio si se aplicaran en su propio campo; informes de autobiografías sumamente subjetivas de individuos que tienen agendas políticas. Todo eso es aceptable cuando se trata del comunismo.

Veamos, por ejemplo, una nueva biografía que ha recibido mucha publicidad: Mao: The Unknown Story (Mao: La historia desconocida) de Jung Chang y Jon Halliday. Es patentemente anticomunista. Contiene declaraciones como esta: “No quedó escuela donde no se cometieran atrocidades”. ¿La fuente? No dicen. Simplemente lo dan por sentado. Esto no se aceptaría si se tratara de otros temas, pero como se trata de la Revolución Cultural, se abandona el pensamiento crítico.

Cuántas veces han oído decir que Mao se oponía a la educación. Pero la verdad es que la China maoísta elevó el nivel de alfabetización de 15% en 1949 a cerca de 80% en 1976. Tales hechos se ignoran cómodamente o se esconden debajo de montañas de calumnias. ¡Cuando la revolución conquistó el poder en China en 1949, la expectativa de vida era 32 años! En 1975 era el doble: 65 años.

Tenemos que poner las cosas en claro. Voy a confrontar y refutar las distorsiones sobre la “primera ola” de revoluciones socialistas. Cuando me refiero a la “primera ola” de revoluciones socialistas, me refiero a las experiencias de las masas populares de la Unión Soviética cuando era una sociedad socialista, entre 1917 y 1956. Y me refiero también a las experiencias de China, cuando era socialista, entre 1949 y 1976. Estos fueron los primeros esfuerzos ejemplares de la historia moderna por construir sociedades sin explotación y opresión.

Hablaré sobre por qué se dieron esas revoluciones. Hablaré de lo que se propusieron y de las dificultades que encararon. Hablaré de los increíbles y trascendentales logros que alcanzaron. También quiero hablar de la “curva de aprendizaje” de la revolución comunista: de que Mao aprendió de la revolución bolchevique, hizo un balance de sus deficiencias y errores, y abrió nuevos caminos para el avance de la revolución. Ahora nos encontramos en los umbrales de una nueva etapa de la revolución proletaria. Hablaré de eso y explicaré que Bob Avakian está elevando el conocimiento de la naturaleza de la revolución comunista en el mundo de hoy.

Los comunistas no tienen ningún problema con la verdad. Podemos confrontar y comprender la realidad. Esa es la base para plantear una visión de relaciones mucho mejores entre los seres humanos de este planeta: la base de lo que es posible y necesario en esta etapa de la historia humana.

La “primera ola” de revoluciones socialistas del siglo 20 tuvo problemas. Nosotros no tememos encararlos. Lo que queremos es conocer la verdad, e incluso las verdades dolorosas pueden ser un acicate para superarlas. Por el contrario, los que tienen al mundo por la nuca… ELLOS sí tienen por qué mentir, trátese de armas de destrucción masiva o del comunismo.

¿Por qué es importante saber la verdad sobre las revoluciones rusa y china? Porque la médula de esta discusión es el futuro de la humanidad.

Lo pregunta es: ¿tenemos que vivir así? ¿Se puede transformar la situación radicalmente? Hace falta un vigoroso debate sobre todo eso. Hay mucho en juego.

Pero es problemático formarse opiniones sobre la conveniencia y la viabilidad del comunismo cuando en realidad no se sabe casi nada al respecto. Para comprender y decidir si el comunismo es válido, o si es una idea cuyo tiempo pasó al olvido, primero hay que saber qué es: sus objetivos y sus fundamentos.

Segunda parte: El comunismo y el socialismo

Quiero definir primero el comunismo porque es la meta a la cual el socialismo apunta.

Imaginen una sociedad en que la gente conozca el mundo y lo transforme conscientemente… donde se haya zafado de las cadenas de la tradición y la ignorancia… donde trabaje colectivamente para producir los artículos básicos y también para explorar el arte, la cultura y la ciencia, ¡y se divierta haciéndolo!… donde el punto de vista científico y la imaginación se refuercen uno a otro… donde haya unidad y diversidad, y se dé amplio debate y lucha ideológica sobre el rumbo y el desarrollo de la sociedad, pero sin antagonismos de clase… donde las relaciones humanas se basen en respeto mutuo, amor a la humanidad y un verdadero interés por su bienestar. Un mundo que cuide el ambiente. Eso es el comunismo.

El comunismo es una sociedad mundial (todavía no alcanzada) que ha superado todas las clases y distinciones de clase; abolido todos los sistemas y relaciones de explotación; acabado con todas las instituciones sociales de opresión y las relaciones de desigualdad social (como la discriminación racial y la dominación de la mujer por el hombre); y dejado atrás todos los valores e ideas retrógrados y opresivos. Es un mundo de abundancia donde la gente administra colectivamente los recursos de la sociedad.

El comunismo también se refiere a la ideología comunista. Bueno, muchos piensan que la palabra "ideología" quiere decir ver el mundo por el prisma de unas creencias políticas que lo sesgan todo. No, en este caso me refiero a la cosmovisión global y el método científico del proletariado para conocer las fuerzas de la naturaleza y la sociedad. La ideología comunista abre el camino para un avance histórico de la capacidad de la humanidad de comprender y transformar tales fuerzas. También es la fuente de la moral que corresponde al gran paso que la humanidad ya ha emprendido.

No es una fantasía ni una utopía. Lo que pasa es que el desarrollo de la sociedad ha llevado a la humanidad a un umbral histórico.

Las fuerzas productivas de la sociedad (los equipos, las máquinas y las tecnologías, y también la gente y los conocimientos) se han desarrollado a tal punto que permiten superar la escasez y producir, además de artículos básicos, un excedente sustancial que se puede dedicar al desarrollo balanceado y futuro de la sociedad.

Las fuerzas productivas de la sociedad están altamente socializadas. Miles y, en última instancia, millones de personas trabajan colectivamente y producen en masa ropa o computadoras, por dar un ejemplo, que se distribuyen por toda la sociedad. Tales fuerzas productivas también están altamente interconectadas en el plano internacional; los recursos naturales, las máquinas herramientas y los transistores producidos en una parte del mundo entran en el proceso de producción de otras partes. Las fuerzas productivas son socializadas, pero son controladas privadamente, y la clase de dueños capitalistas se apropia los frutos de la producción como propiedad privada capitalista.

Ese es el problema fundamental del mundo, que la revolución proletaria resuelve.

El proletariado es la clase que surge de las fuerzas productivas socializadas de la sociedad capitalista. Representa el trabajo y los esfuerzos colectivos que corresponden al carácter socializado de las fuerzas productivas; tiene la base material y ocupa la posición material para reorganizar radicalmente la producción y toda la sociedad.

Ahora, ¿qué es el socialismo? No es una gran burocracia dedicada al bienestar social. No es simplemente que el estado se apodere de la vieja economía capitalista. Al contrario, el socialismo es una transición del capitalismo al comunismo, a la sociedad sin clases. En el socialismo el proletariado y sus aliados (que son la gran mayoría de la sociedad) transforman conscientemente las estructuras económicas, las relaciones sociales y las ideas que perpetúan las divisiones sociales y de clase. Se desata la creatividad e iniciativa de los que han estado en el fondo de la sociedad.

La revolución socialista establece un nuevo sistema de gobierno: la dictadura del proletariado, que frena y controla a las viejas clases explotadoras y a los que buscan tumbar el nuevo sistema. Tal sistema les da a las masas el derecho y la capacidad de cambiar el mundo, de participar en todo aspecto de la sociedad y de ser amos de la sociedad. Hoy, en Estados Unidos y en todo el mundo, vivimos bajo la dictadura de la burguesía, que en este país tiene la estructura de la democracia. Esta dictadura impone un sistema al servicio de los capitalistas y gobierna al pueblo para que tal sistema florezca.

La revolución socialista establece una nueva economía basada en la propiedad social de los medios de producción y la planificación social; la cooperación para solucionar problemas y atender necesidades sociales; y un conjunto de prioridades económicas y sociales completamente nuevas.

La dictadura del proletariado ejerce una dictadura sobre los capitalistas y apoya un sistema que permite liberarse del capitalismo. Las masas y el núcleo de dirección tienen que defender el poder, pero eso no puede ser un fin en sí mismo. Es preciso emplear el poder para el beneficio de la humanidad y para crear las condiciones para la extinción de la dictadura del proletariado en la futura sociedad comunista.

Estos principios básicos guiaron a Lenin, el líder de la primera revolución proletaria, cuando se lanzó a la batalla en octubre de 1917.

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