Revolución #87, 6 de mayo de 2007


Washington, D.C.

25 de abril: Que la demanda por un juicio de destitución se ponga en el tapete

50 voces de conciencia prominentes se reúnen en la capital para pedir un juicio de destitución de Bush y Cheney, 25 de abril. Daniel Ellsberg está en el podio. [Foto: El Mundo no Puede Esperar]

Martes, 24 de abril: El representante Dennis Kucinich propuso una resolución para realizar un juicio de destitución al vicepresidente Dick Cheney.

Miércoles, 25 de abril: Frente al Capitolio del país, 50 destacadas voces de conciencia pidieron juicios de destitución a Cheney y al presidente George W. Bush.

Jueves, 26 de abril: Mientras el Senado votaba sobre el proyecto de ley de gastos militares para Irak, de lo más alto del edificio de oficinas del Senado colgaron dos mantas de 20 pies por 30 pies; una citaba la sección de la Constitución que habla del juicio de destitución y la otra decía: “Tu silencio, tu legado”.

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Al iniciar la rueda de prensa del 25 de abril en pro de un juicio de destitución, John Nichols, de la revista The Nation, pronunció: “Estamos aquí para decirle al Congreso: pongan el juicio de destitución sobre el tapete donde debe estar, como primer tema de la agenda del día”.

El ambiente de Washington era electrizante la semana pasada, cuando escritores, actores, activistas, ex funcionarios y funcionarios actuales del gobierno y otros se reunieron frente al Capitolio. Fue el momento propicio para anunciar la existencia de un movimiento en pro de un juicio de destitución a Bush y Cheney. El espectro de una confrontación entre la Casa Blanca y el Congreso rodeaba la ciudad porque los demócratas sumaron un calendario para la retirada de tropas de Irak en el proyecto de ley de gastos militares, y Bush amenazó con vetarlo. Día tras día iban aumentando las revelaciones, las acusaciones y los citatorios al gobierno de Bush. Bush y Cheney, belicosos como siempre, dejaron en claro que están resueltos a seguir adelante con la escalada de guerra, las amenazas contra Irán, los cambios de trámites judiciales que restringen aún más el contacto entre los detenidos de Guantánamo y sus abogados, los elogios al fallo teocrático y misógino de la Suprema Corte que limita más el derecho al aborto… todo eso mientras defienden al mentiroso arquitecto judicial de la tortura, el secretario de Justicia Alberto Gonzales.

Todo eso (y la muerte de más de 650,000 iraquíes y 3,333 soldados estadounidenses) era el fondo de la presentación de la demanda de un juicio de destitución. La complicidad y la responsabilidad, el estado de derecho y la necesidad de actuar antes de que haya más muerte y destrucción: esos eran los temas que resonaban en las declaraciones a los medios de comunicación.

El periodista galardonado del premio Pultizer y autor del libro American Fascists, Chris Hedges, pintó la gravedad de la situación: “En fin, este presidente es culpable de lo que en círculos judiciales se llama un ‘crimen de agresión’. Si nosotros como ciudadanos no demandamos que responda ante esos crímenes, si no empezamos el proceso de un juicio de destitución, seremos cómplices en la codificación de una nueva orden mundial que tendrá consecuencias espantosas”.

En las semanas antes del 25 de abril, las cartas electrónicas iban volando. Prominentes voces de conciencia escribieron declaraciones y se comprometieron a ir a la capital. El 19 de abril, la actriz Olympia Dukakis anunció el evento ante un público de millones de personas en el programa televisivo "The View", y en respuesta Rosie O’Donnell, una de las anfitrionas, saltó de la silla con los puños en alto. Se han recibido endosos y declaraciones de Ed Asner, Russell Banks, Jackson Brown, Ariel Dorfman, Eve Ensler, Graham Nash, Gore Vidal, Alice Walker y muchos más. El representante Kucinich se preparó para presentar los artículos de destitución contra Cheney la víspera.

Cuando Kucinich hizo el anuncio, los medios de comunicación ridiculizaron su postura solitaria, pero no dijeron nada sobre el contenido de las acusaciones. Al comienzo del evento del 25, Kucinich subió las escalinatas del Capitolio y, mirando a la gente reunida, dijo: “Ayer me preguntaron: ‘¿quiénes están contigo?’. Nadie está conmigo en esto, solo el pueblo. Y ¡hay que escucharlo!”

La mayoría de los presentes ese día han hablado en otras ocasiones contra la guerra y contra Bush, y hasta a favor de un juicio de destitución, pero jamás se habían reunido tantas voces de conciencia tan destacadas y diversas para decir que un juicio de destitución debe empezar ya. Entre los principales oradores estaban: el alcalde de Salt Lake City, Rocky Anderson; Kucinich; Chris Hedges; Daniel Ellsberg; Cindy Sheehan; y Eric Oemig, el legislador estatal que presentó una resolución de destitución en la legislatura del estado de Washington. Junto a ellos estaban el primer poeta laureado del estado de Nueva Jersey, Gerald Stern; los actores de Broadway Kathleen Chalfont y Frank Woods; la poetisa Anne Marie Macari; el ex agente de inteligencia David MacMichael; la ex militar Ann Wright; y una veintena de otros artistas, activistas, familiares de soldados y personas destacadas por sus actos de resistencia. Fue una reunión de gente de distintas esferas que ha estado en las primeras filas de la oposición a Bush y a la guerra. Su postura conjunta y la demanda de un juicio de destitución a Bush y Cheney empezó a romper la “realpolitik” de que lo único posible es lo que ya se está haciendo, y la actitud cínica y criminal de los líderes demócratas que dicen que un juicio de destitución minará sus campañas para la presidencia.

Cindy Sheehan expresó muy bien por qué esa actitud es inmoral y el precio que conlleva. Dijo: “La única solución a esta guerra es un juicio de destitución a los mentirosos, a los asesinos, y que las tropas regresen a casa”.

Muchos expresaron su profunda preocupación de que Bush ha socavado seriamente el estado de derecho. Rocky Anderson dijo que al principio pensaba que un juicio de destitución sería demasiado extremo, pero hoy piensa que “quizás sea lo más crucial para nosotros como nación y para los que nos siguen en el futuro, para decir que no permitiremos jamás esas atrocidades, esas violaciones, ese desacato a la ley en nuestro nombre”.

En 1971, Daniel Ellsberg arriesgó una sentencia de cadena perpetua cuando filtró documentos secretos en oposición a la guerra de Vietnam. El 25 de abril dijo: “No hacerles un juicio de destitución, no identificar esos crímenes como merecedores de un juicio de destitución, sería hacernos totalmente cómplices del ataque a la Constitución y la democracia. Esto se aplica a todos los ciudadanos y no solamente a los miembros del Congreso”.

En las discusiones que siguieron la rueda de prensa, los participantes describieron esta semana como un comienzo que tal vez marque un cambio. Hay gran revuelo en la cúpula del poder en Washington, D.C., y ese acto de parte de conocidas voces de conciencia fue un nuevo paso hacia abrir cancha para un movimiento desde abajo que demanda un juicio de destitución.

Debra Sweet, directora nacional de El Mundo no Puede Esperar–Fuera Bush y su Gobierno, lanzó un reto en sus comentarios al abrir la rueda de prensa: “A los que dicen que es muy temprano para hablar de un juicio de destitución, les preguntamos esto: ¿qué tan tolerable es la situación en Irak para ustedes, que continúe dos años más? ¿Qué tan tolerables son los preparativos para una guerra contra Irán? ¿Por cuánto tiempo quieren vivir con Guantánamo y con la tortura que se realiza en su nombre? Si no es el momento ahora, entonces ¿cuándo? Si no demandamos un juicio de destitución y no actuamos para parar el programa de Bush, entonces ¿quiénes lo harán?”.

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