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Revolución #115, 13 de enero de 2008

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Huelga de guionistas del cine, la televisión y la radio: Por qué importa

Últimamente, si prende la tele para ver su show preferido, solo verá reposiciones de programas. Las personas creativas que escriben los programas y su sindicato, el Writer’s Guild of America (Sindicato de Guionistas—WGA), han estado en huelga desde el 5 de noviembre de 2007.

El WGA se declaró en huelga porque le pareció que la Alliance of Motion Picture and Television Producers (Alianza de Productores de Cine y Televisión—AMPTP) no les ofreció un buen contrato. La AMPTP representa a seis de los mayores estudios: Disney, Fox, Paramount, Sony, Universal y Warner Brothers, que a su vez son propiedad de mayores corporaciones.

La manzana de la discordia son las regalías, o el pago que reciben los guionistas además del salario por sus guiones, por las películas y programas que se pasan en reposición en la tele o se venden, ya sea por VHS o DVD. Actualmente, los guionistas reciben cuatro centavos por cada DVD y están pidiendo el doble.

Aun más importante, el WGA está pidiendo regalías por su trabajo si se transmite por “nuevos medios”, o sea por la internet, o se descarga a computadoras o iPods. Actualmente, no reciben nada por eso.

Algunos guionistas del WGA ganan bastante dinero, pero la mayoría no. Muchos son de clase media, pero no es inusual que pasen todo un año sin trabajo. El WGA dice que el 46% de los guionistas no trabajaron el año pasado y que el único ingreso que recibieron fue de regalías.

Erich Hoeber, guionista de películas (Montana, Whiteout), nos dijo en la línea de piquete frente a Fox Studio: “La mayoría trabajamos por cuenta propia en un negocio muy complicado en el cual siempre estamos buscando trabajo, y las pequeñas cosas como las regalías y las prestaciones médicas son lo que hace posible estar de la clase media”.

Según el WGA, de los que trabajan, un cuarto gana menos de $37,700 al año y el 50% gana menos de $105,000 al año. En un período de cinco años, entre períodos de empleo y desempleo, un guionista gana en promedio $62,000 al año.

Los “nuevos medios” y la misma vieja estafa

El argumento de la AMPTP contra pagar regalías por transmisiones de los nuevos medios es que la tecnología es demasiado nueva y está cambiando rápidamente, así que no se puede determinar todavía la cantidad de los ingresos que se puede compartir con los guionistas.

No está del todo claro hasta qué punto la internet reemplazará a la tele y cómo eso afectará la industria. Pero lo que se sabe es que los directores de unos estudios y los presidentes de algunas corporaciones que son dueños de esos estudios les han dado a entender a sus inversionistas —y en ciertos casos con mucho alarde— que en el futuro no muy lejano generarán enormes ganancias.

En el programa Charlie Rose Show, Rupert Murdoch, presidente de la News Corporation, dijo que la revolución digital será una época de “oportunidades millonarias”. En el canal CNBC, Bob Iger, presidente de Disney, dijo que ya tienen un ingreso de $1.5 mil millones al año de transmisiones digitales, y Sumer Redstone, presidente de Viacom, ha dicho que este año su compañía duplicará sus ganancias como resultado de transmisiones digitales.

La AMPTP usó ese mismo pretexto para no pagarles a los guionistas regalías en los años 80, cuando la tecnología VHS (los videos) fue algo nueva.

En esos años el WGA también se declaró en huelga, pero los guionistas regresaron a trabajar después de cinco meses con un acuerdo que les dio poquito en regalías. El mercado de los videos creció enormemente y fue la corriente principal que más ingreso tuvo en la industria. El año pasado, la industria de cine recibió $9.5 mil millones de la venta de los boletos, pero $16.3 mil millones de la venta de los DVD y $7.4 mil millones de la renta de los DVD, o sea casi el triple de la venta de boletos. (Datos de “Digital media won’t be a sideshow in the future” [El medio digital no será secundario en el futuro], de Joseph Menn, periodista del Los Angeles Times, 19 de noviembre de 2007). Según el WGA, como consecuencia los guionistas han perdido unos $2 mil millones.

La tecnología cambiante y la anarquía de la producción

En un video que salió en youtube.com, Phil Robinson del WGA señaló que con regularidad los avances tecnológicos conducen a grandes cambios en la industria del entretenimiento. Cuando se podía hacer películas con sonido, ya no era posible escribir un guión esquelético “en una servilleta”. Se requería guiones escritos por profesionales. Hollywood tuvo que contratar guionistas acostumbrados a que los pagaran por su trabajo y que les atribuyeran el guión. Asombrados por la manera que los trataban, los guionistas formaron un sindicato tras nueve años de lucha.

Luego vino la televisión. Ahora era más fácil reponer los programas. Inicialmente, no les pagaban nada a los guionistas por esos programas y películas. El WGA negoció un acuerdo en que renunció las regalías para los programas o películas producidos antes de 1960 a cambio de una pensión de jubilación.

Luego en los años 80 vino la tecnología de los videos y la próxima huelga, y para muchos de los huelguistas del WGA el acuerdo fue un fracaso. (En un video del WGA, un huelguista dice: “En el 88 nos dieron duro, y no queremos que eso vuelva a suceder”).

Esto demuestra algo que señaló Carlos Marx: la anarquía de la producción capitalista (la competencia entre diversas concentraciones de capital) engendra constantemente avances en la tecnología. A la vez, las nuevas tecnologías generan nuevas necesidades de reajustes y reestructuración, y no solo de ciertas compañías sino de industrias enteras, que afectan las relaciones de producción de esas industrias.

Ahora tenemos los “nuevos medios” de comunicación, y las compañías esperan recibir ganancias imprevistas de miles de millones de dólares al año, no solo del aumento de ventas sino también de la disminución de los gastos. Y no quieren compartir nada de eso con los guionistas, lo cual sería un golpe devastador contra los guionistas en vista de que muchos piensan que dentro de cinco años casi todos los programas de la tele se transmitirán por la internet.

Joss Whedon, creador de Buffy the Vampire Slayer, le dijo a Revolución: “El hecho es que con lo que han ofrecido con respecto a las regalías de la internet, mucha más gente no solo pasará a la clase media inferior sino que será pobre. Como carrera, ser guionista dejará de ser una empresa sostenible”.

A la vez, un analista de Wall Street dice que aun si el WGA obtiene todo lo que pide en el contrato, tendría un impacto “insignificante” con respecto a los ingresos de las compañías. El blog de escritores Hollywood United señala: “El impacto financiero potencialmente pequeño sugiere que lo que más les preocupa a los estudios (AMPTP) es establecer un precedente con respecto a compartir las ganancias”.

Las industrias cinematográfica y televisiva se encuentran ante una incertidumbre de cómo los cambios tecnológicos las afectarán, y al mismo tiempo se ven impulsadas por la necesidad de aumentar constantemente las ganancias. Miran a lo que está pasando con la música, que ha sido estremecida por la descarga digital, y no quieren que lo mismo les pase.

Cada nuevo desarrollo tecnológico en las industrias cinematográfica y televisiva engendró nuevas posibilidades creativas, y en cada instante ese potencial ha sido sojuzgado por las necesidades del capital. Y si el WGA sufre una derrota en esta huelga, se apretarán más las cadenas y la sociedad entera sufrirá.

Lo que está en juego

El WGA dice que la huelga es principalmente sobre lo que es “justo”, sobre la justa compensación de los guionistas por su trabajo. Y muchos de los guionistas están de acuerdo. Un guionista negro dijo que está en huelga por “cuarenta acres y una regalía”. Otros dicen que es importante hacer algo hoy y están dispuestos a sacrificarse por el bien de los futuros guionistas, para que tengan prestaciones médicas, una pensión de jubilación, etc.

Al mismo tiempo, otros dicen que la huelga refleja y está ligada a otros asuntos mayores, como el papel del artista en la sociedad, la manera que restringen, manipulan y le imponen condiciones a su trabajo, todo por las necesidades del capital en cada momento.

Con frecuencia los guionistas dicen que el sistema los irrita. Ben Endlund (el creador de The Tick, y guionista de Firefly) le dijo a Revolución: “De donde somos, en realidad no hacemos nada revolucionario en la tele—de vez en cuando logramos meter algo a hurtadillas”. Dijo que los estudios tienen una “agenda infrahumana” y: “Las corporaciones no son seres humanos. Nuestro país los trata como seres humanos, como ciudadanos humanos. Pero son de otro planeta, son una especie de medusa que devora a la gente y el planeta. Es como si unos extraterrestres se hayan apoderado del planeta”.

Joss Whedon lo dijo con palabras más punzantes en un blog al decir que la huelga es un asunto “que afectará no solo a los artistas sino a todo miembro de la sociedad que podría encontrarse a la merced de una máquina que destruiría absolutamente y sin vacilar todos los sindicatos, quitaría todas las prestaciones y convertiría a todo trabajador en un esclavo asalariado sumiso, todo por el afán de ganancias. (Existe una máquina. Su programa es ‘ganancias’. No es un mito)”.

Para unos guionistas la huelga es parte de la batalla contra la clase de mundo que el gobierno de Bush está forjando. En un comentario publicado en el Los Angeles Times, Jay A. Fernández escribió: “En entrevistas en los últimos meses, los productores, guionistas y gerentes han estado reflexionando que la batalla debilitante entre los guionistas y sus jefes corporativistas refleja la frustración de la ciudadanía liberal con lo que percibe como el paternalismo condescendiente del gobierno de Bush. En este modelo, de lo que se quejan los guionistas es la cultura política y empresarial que busca privarlos de toda influencia sobre importantes decisiones del futuro de su industria y, por tanto, sobre su identidad profesional y manera de ganarse la vida. ‘Confíen en nosotros’ es lo que parece que están diciendo las compañías, haciéndole eco a la política de Bush de ‘nosotros sabemos lo que hacemos’”.

Fernández cita a un ejecutivo no identificado que hace poco dijo en la revista Variety: “Para ellos [los guionistas], esta no es una huelga de guionistas. Tiene que ver con cambiar la sociedad... Estamos muy frustrados. A ellos no les interesa la comunidad. Ellos [los guionistas] solo quieren cambiar el país”.

En Hollywood trabajan muchos progresistas y radicales. A pesar de que muchas películas y programas reproducen lo peor de la sociedad o el mínimo común denominador solo para hacer dinero, también hacen programas que son un reto a las ideas dominantes y las relaciones opresivas, incluso unas que critican abiertamente al gobierno, como las películas que se oponen a la guerra de Irak (In the Valley of Elah, Rendition y Redacted). Esas obras tienen un impacto en la sociedad; juegan un papel importante en cambiar el ambiente social y son un reto a la dirección y rumbo de la sociedad y el mundo.

Piensen en algunos de los programas o películas que han visto, que son un reto a cómo se ve a sí mismo y al resto del mundo y provocan a pensar de una manera nueva. Piensen en aquellos programas o películas que hablaron de una manera conmovedora sobre su vida y experiencia. O los que le abrieron las puertas a un mundo muy diferente, a conocer a nuevas personas, a un mundo diferente. Piensen en los que los confundieron, que retaron suposiciones arraigadas y enfrascaron en debates emocionantes. Piensen en escenas que los hicieron llorar o que los hacen reír aun hoy al recordarlas. Piensen en las que vieron con amigos y que los hicieron compartir una experiencia agradable. Piensen en las películas a las que llevaron a los hijos y que los emocionaron y de las que no dejan de hablar.

Piensen en todo esto y de cómo tiene mucho que ver con lo que significa ser un ser humano. Piensen en la locura de que toda esa creatividad e imaginación está completamente encadenada al capital y la necesidad de sacar ganancias. En un sentido muy real, a los guionistas les están vigilando en todo momento el capital y sus representantes. Y no solo vigilando; estriban sobre ellos, controla todo y en muchas ocasiones hasta censuran lo que escriben. (Para un ejemplo de eso ver el artículo, “Redactado... y censurado” en Revolución #111, 9 de diciembre de 2007).

La sociedad del futuro y la imaginación libre de trabas

No tiene que ser así. Hay que quitarle las trabas a la creatividad e imaginación humanas, y se lo puede hacer en una nueva sociedad socialista bajo la dictadura del proletariado.

La futura sociedad abrirá, al máximo grado posible, espacios para que creen y produzcan su arte los intelectuales y artistas y, al mismo tiempo, incorporará cada vez más a las masas a la esfera del arte y la cultura para que contribuyan al proceso y sean parte de él: bregando, aprendiendo, criticando y creando.

En el capitalismo, existe una enorme brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Excluye a sectores enteros de la sociedad de la esfera de “trabajar con las ideas”. Esas divisiones suministran la base material para el elitismo intelectual, el privilegio y el concepto de las ideas como propiedad privada. A la vez, esa manera de pensar fortalece la brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Una meta importante del socialismo es transformar esto y restringir cada vez más esa brecha, por ejemplo por medio de crear una situación en la que las masas puedan trabajar con las ideas y participar en las actividades intelectuales, científicas y artísticas, y contribuir a ellas. Al mismo tiempo, los intelectuales y la efervescencia intelectual, en la esfera del arte y la cultura, pueden contribuir de veras al forcejeo dinámico que debe caracterizar a la sociedad socialista en general.

La sociedad socialista, incluso en la esfera del arte y la cultura, tiene que tener un ambiente de disentimiento, efervescencia, pensamiento crítico y el choque de ideas. Piensen en el papel del arte en la sociedad cuando hay la tendencia a ver las cosas con nuevos ojos, a cuestionar la situación tal como es, a abordar los problemas de una manera desenfrenada, creativa y refrescante. Eso es algo que el socialismo debe abrazar, algo a lo que hay que darle rienda suelta y desarrollar como parte del debate y forcejeo sobre cómo forjar una nueva sociedad. Y no solo hay que permitir sino financiar películas y otras expresiones artísticas que critican, hacen preguntas y se oponen a la revolución y su dirección. En las artes y la cultura, como en la sociedad en general, tiene que haber una atmósfera en la que las masas participan cada vez más y cada vez más plenamente en todo el proceso de entender y transformar al mundo. Esto abarca debatir y resolver los problemas de la dirección en que está encaminada la sociedad en todas las esferas de la vida, entre ellas la cultura. En la sociedad socialista, las obras artísticas, como las películas y los programas de televisión, deben afrontar y criticar los aspectos de la sociedad –incluso en cuanto al estado, el partido y la dirección— que obstaculizan el avance hacia la meta de emancipar a la humanidad. Además, se debe crear obras artísticas que defienden, ensalzan y popularizan los aspectos que de hecho representan el camino adelante, como los avances importantes y las nuevas cosas en la sociedad socialista.

Jamás habrá una utopía cultural en la que se pueda producir toda película y show. En el socialismo e incluso el comunismo, habrá cierta necesidad que restringe qué películas y shows se produzcan. Pero existe una manera de abordar esa contradicción que es infinitamente mejor a lo que tenemos hoy, que sea libre de las trabas sofocantes del capital.

Las películas y los shows (y otras formas de arte) juegan un papel muy importante hoy en la sociedad, así que no hay razón alguna para pensar que no desempeñarán un papel crucial en la construcción de la nueva sociedad revolucionaria. Conocer y cambiar el mundo, y resolver el problema de cómo emancipar a la humanidad, abarca la necesidad de soñar, imaginar, dejarse asombrar y sorprender, y de hacer o ver las cosas como una forma de entretenimiento.

Piensen en todas las películas que han visto que exploran el amor y la amistad, que los hacen reír o llorar, que los asombran y los hacen sentirse bien aunque confundido cuando salen del teatro. Ahora imagínense a guionistas que puedan crear tales obras en una situación totalmente nueva, en que las ganancias capitalistas no lo determinen todo, y fundamentalmente en que tales actividades artísticas se vean como parte de un proceso por toda la sociedad de una dialéctica recíproca en que la gente transforma su cosmovisión mientras cambia el mundo.

Imagínense a gente creativa que atrae cada vez más a las masas a esta esfera para que participen, aprendan, critiquen y contribuyan al proceso y sean parte de él. Al mismo tiempo, que la gente creativa con ideas interesantes haga lo suyo, sola o con otros, para producir sus ideas. El tremendo recurso para la sociedad de la creatividad humana —trabada y sofocada por el capitalismo— se desencadenaría para jugar un papel crucial en el proceso emocionante de avanzar hacia el comunismo.

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