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Revolución #119, 10 de febrero de 2008

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La pura verdad, verdad liberadora

Primera parte: La esclavitud y el capitalismo

Con motivo del Mes de la Historia de los Negros, Revolución está publicando una serie de tres partes de La pura verdad, verdad liberadora: Cómo este sistema siempre ha oprimido al pueblo negro, cómo se puede acabar finalmente con toda la opresión. Este folleto se publicó como serie en el Obrero Revolucionario (que ahora es Revolución) en 1989. Se han cambiado algunas estadísticas, pero en general el análisis sigue siendo muy pertinente hoy.

Racismo: Abierto y solapado

Una de las formas más comunes y solapadas del chovinismo blanco (racismo) hoy es admitir, con un poco de presión o incluso voluntariamente, que la situación de los negros es mucho peor que la de los blancos, pero echarle la culpa a los propios negros. Desde el punto de vista de la experiencia del pueblo negro en Estados Unidos, es una cochinada admitir que en el pasado sufrieron opresión y discriminación pero que ahora ya no es así. “Se les ha dado la oportunidad de superarse y han fracasado, así que debe ser culpa de ellos y eso demuestra que son inferiores”. Así dice el cuento racista.

Durante toda la historia de Estados Unidos se ha usado ese argumento para agredir a los negros, encima de la esclavitud y otras formas de opresión que han sufrido. En cualquier momento de la historia los opresores y sus lacayos han negado que su tratamiento de los negros sea injusto, aunque admitan que pudo haber, en el pasado, ciertas injusticias.

Siempre le echan la culpa a los propios negros de su situación. Esto es una mentira para disculpar al sistema económico y político de Estados Unidos y sus gobernantes, o sea, los verdaderos culpables.

Hagamos trizas su latosa y mentirosa “historia” y veamos los verdaderos hechos. Descubriremos que aunque en diferentes períodos de la historia de este país haya cambiado la forma de discriminar y oprimir, lo que hasta hoy día no ha cambiado es que bajo este sistema el pueblo negro ha sufrido discriminación y opresión. Veremos más claramente el problema y comprenderemos mejor la solución.

Esclavitud y capitalismo

Todo mundo sabe que los negros no “vinieron a este país en busca de una vida mejor”. Fueron raptados de sus tierras nativas en África, encadenados y apiñados en barcos; tratados como objetos y no como seres humanos, como mercancías para comprar y vender, y enriquecerse. Docenas de millones de africanos murieron en la travesía, así de horrible era el viaje. Los que sobrevivieron fueron vendidos a los dueños de plantaciones como herramientas. Los esclavistas acostumbraban llamar a los esclavos “herramientas que hablan”. Así trataron a los negros en sus primeros 250 años en Estados Unidos.

El presidente de nuestro partido, Bob Avakian, ha señalado que la realidad en Estados Unidos es que el gobierno siempre protege más la propiedad de los blancos, especialmente de los blancos ricos, que los derechos de los negros. Dice:

“Jamás debe olvidarse que a lo largo de la mayoría de su historia en lo que hoy es los Estados Unidos de América, los negros fueron propiedad de los blancos, especialmente de los dueños de plantaciones”.

Los líderes políticos de ese entonces, los “padres de la patria”, defendieron la esclavitud y los intereses de los esclavistas contra los esclavos. Así es el caso del “padre de la nación” George Washington, un esclavista, como lo fueron también los hombres que escribieron la Declaración de independencia y la Constitución de los Estados Unidos, hombres como Thomas Jefferson y James Madison. Por más que lo callen, la Declaración de independencia condena al rey de Inglaterra por animar revueltas de esclavos y de “indios salvajes”. Eso en sí muestra la calaña de gente como Jefferson, que tuvo el descaro de escribir en esa Declaración que “todos los hombres son creados iguales”, ¡la misma gente que escribió en su Constitución que los negros solo valían tres quintas partes de ser humano!

Para muchos de los amos blancos la esclavitud e incluso el exterminio de seres humanos no europeos era tan “natural” que ni siquiera se preocupaban de disimularlo. Por ejemplo, el filósofo político francés Montesquieu, quien ejerció enorme influencia sobre los autores de la Constitución de los Estados Unidos, además de lo que escribió sobre política y derecho, dijo lo siguiente:

“Si yo tuviera que defender el derecho que hemos tenido los blancos para hacer esclavos a los negros, he aquí todo lo que diría.

“Exterminados los pueblos [indígenas] de América por los de Europa, éstos últimos necesitaron, para desmontar las tierras, llevar esclavos de África.

“El azúcar sería demasiado caro si no se obligase a los negros a cultivar la caña…

“No se concibe que Dios, un ser tan sapientísimo, haya puesto un alma en un cuerpo tan negro, y un alma buena…

“Es imposible suponer que tales seres sean hombres, porque si lo supusiéramos, deberíamos creer que nosotros no somos cristianos”.

De nuevo vemos que a los pueblos africanos y los indígenas de Norteamérica los trataban como menos que seres humanos, como si fueran “bestias” o “animales” que jamás habían alcanzado y serían incapaces de alcanzar los “altos niveles de civilización” de los europeos. El hecho de que tanto en África como en Norteamérica existían sociedades y culturas altamente desarrolladas mucho antes de que vinieran a dominar los europeos lo negaron y lo “borraron de la historia” los conquistadores y esclavizadores europeos.

En el próximo número: Nuevas formas de opresión bajo el capitalismo

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