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Revolución #119, 10 de febrero de 2008

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HACER LA REVOLUCIÓN Y EMANCIPAR A LA HUMANIDAD
SEGUNDA PARTE: TODO LO QUE HACEMOS TIENE QUE VER CON LA REVOLUCIÓN (CONTINÚA)

El lío en Irak, la amenaza de una guerra contra Irán y los retos que esto plantea

De la Redacción: Lo que sigue es el séptimo pasaje de la segunda parte de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, el año pasado (2007). La charla ha sido revisada en preparación para su publicación y se han incluido notas al pie de página. Estos pasajes se publican en dos partes. La primera parte (en español e inglés) está en línea en revcom.us, tanto como la segunda parte en inglés. La primera parte ha salido en español como una serie de pasajes en la edición impresa del periódico Revolución (ver los números 105, 21 de octubre; 106, 28 de octubre; 107, 4 de noviembre; 108, 11 de noviembre; 109, 18 de noviembre; 110, 25 de noviembre; 111, 9 de diciembre; y 112, 16 de diciembre de 2007). Los pasajes de la segunda parte también se publicarán como serie en Revolución

El lío en Irak, la amenaza de una guerra contra Irán y los retos que esto plantea

En otras charlas, como “Forjar otro camino”,1 he hablado de que la guerra en Irak ha resultado ser una debacle para la clase dominante de Estados Unidos. Es importante que más de una persona que ve la situación desde la perspectiva de la clase dominante ha dicho que la invasión y ocupación de Irak representa la peor decisión de política en la historia de este país. ¡Qué declaración! Esto es lo que ha dicho gente como Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional de la administración Carter y uno de los principales arquitectos de la política estadounidense de respaldar a los fundamentalistas islámicos de la mujahadin en Afganistán en la lucha contra la ocupación soviética de los años 80. Por otro lado, para ver los hechos tal cual son (yo no lo vi pero me lo contaron), Brzezinski estaba en el programa de Charlie Rose, con Henry Kissinger y Brent Scowcroft (ex altos funcionarios de las administraciones de Nixon y Ford, y Bush primero, respectivamente) y, por lo visto, después de hablar de la debacle en Irak y decir que una guerra contra Irán sería un desastre, Brzezinski dijo que si se presentara una situación como la que resultó cuando Irán capturó a unos soldados de la marina inglesa, casi seguramente Bush tendría que iniciar una guerra contra Irán—y, dijo Brzezinski, yo lo apoyaría.

Así que eso debería hacernos ver las cosas tal cual son y aprender de ellas, con respecto a cómo la clase dominante ve sus intereses, aun en medio de estas contradicciones sumamente intensas. Pero eso no quiere decir que tenga una solución fácil. Sin explicar esto en más detalle, solo quiero mencionar lo que se ha dicho antes y el análisis de nuestro periódico, así como en “Forjar otro camino” y otras partes, acerca de lo que esta debacle en Irak representa para la clase dominante.

Irán: La perspectiva de cambiar el gobierno y la posibilidad de la guerra

También tenemos la posibilidad de que se vislumbra una guerra contra Irán. El libro más reciente de Scott Ritter, Target Irán: The Truth About the White House’s Plans for Regime Change (Blanco Irán: La verdad sobre los planes de la Casa Blanca para cambiar el gobierno), es muy interesante. Tiene sus propias particularidades, y en última instancia refleja el punto de vista de este sistema y de un sector que se identifica con este sistema. Tiene análisis particulares con respecto a Israel sobre los cuales no tengo tiempo para analizar a fondo aquí, pero que son de cierta manera muy llamativos: se puede ver que empieza a vislumbrarse el espectro de la posición de que Israel quizás no sea tan buen amigo de Estados Unidos, y específicamente de que podría arrastrar a Estados Unidos a la guerra contra Irán, que desde el punto de vista de Ritter sería muy perjudicial para los intereses de Estados Unidos. Ritter incluso casi dice que quienes exhortan a atacar a Irán, más por lealtad a Israel que a Estados Unidos, son traidores a Estados Unidos. Eso es algo que se perfila en este libro. Repito, esto lo dice una persona que se considera un estadounidense muy patriótico. Sin adentrarme en todo esto aquí, tengo que decir que tiene un análisis muy interesante de las muchas vueltas y revueltas con respecto a las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica en Irán, y de cómo Estados Unidos y el gobierno de Bush en particular han intentado manipular las inspecciones (o los resultados) para establecer un pretexto para lanzar una guerra contra Irán —o en todo caso, para efectuar un “cambio de gobierno” en Irán, posiblemente a través de la guerra— y de cómo Estados Unidos, en ocasiones, se ha visto frustrado pero jamás ha abandonado el objetivo esencial de “cambiar el gobierno”, por uno u otro medio.

Ahora bien, tampoco debemos caer en el pensamiento estereotípico o lineal. Unas personas con conocimientos extensos de la dinámica interna de Irán, así como de Estados Unidos y su papel en el mundo, piensan que un ataque militar estadounidense contra Irán es una posibilidad, pero que otra posibilidad es que Estados Unidos trate de trabajar por medio de varias fuerzas de la élite dominante de Irán —las fuerzas que están dispuestas a tomar un camino más aceptable a Estados Unidos— para efectuar una especie de cambio de gobierno en Irán sin tener que recurrir a la guerra. También existe la posibilidad de que Israel ataque a Irán y que luego unas fuerzas iraníes pro estadounidenses se presenten como una “alternativa razonable”, desde el punto de vista de Estados Unidos, para negociar un acuerdo con Estados Unidos para evitar una guerra mayor.

Lo que parece claro es que las dos son posibilidades —el cambio de gobierno y la guerra— y ciertamente no sería nada aconsejable pensar que, como Irak ha sido una debacle para Estados Unidos, se debe descartar la posibilidad de un ataque contra Irán por el gobierno de Bush antes de que termine su turno (si es que termina). Muchos factores operan aquí y no digo que este o aquél análisis es correcto necesariamente; pero quiero recalcar que no debemos caer en el pensamiento estereotípico, o “unidireccional”, sino más bien seguir investigando y analizando la situación científicamente.

De lo que no cabe duda, sin embargo, es que es una seria contradicción para la clase dominante estadounidense que Irán, tenga o no armas nucleares, adquiera cada vez más influencia en el Medio Oriente. Una vez más (como dice “Forjar otro camino”), es irónico que Irán adquiera más influencia, en Irak y en la región en general, aprovechándose del lío que Estados Unidos ha creado en Irak. A veces da ganas de reírse, sardónicamente, cuando se oye decir en la prensa grande burgués: “¡Los periodistas de investigación han establecido que las fuerzas iraníes operan en Irak!”. Pensaba en que se podría hacer una parodia más o menos así: “¡Los periodistas de investigación han realizado un estudio de más de un año, han entrevistado a miles de testigos y han examinado pruebas de muchas fuentes, y han llegado a la conclusión de que las fuerzas estadounidenses operan en Irak!”. [Risas] Háganme el favor, los imperialistas estadounidenses han invadido y ocupado a Irak, con una fuerza destructiva masiva, y ponen a sus voceros a hacer bulla de que han “descubierto” que otro país tiene unas cuantas fuerzas ahí. (Irán por lo menos “vive en el vecindario”—y no fue miles de kilómetros para invadir y ocupar a otro país).

Sin embargo, a pesar de sus mentiras y distorsiones, Irán es un serio problema para los imperialistas estadounidenses y de ninguna manera han descartado la posibilidad de la guerra contra Irán. Hace poco el Guardian de Londres informó que más o menos un mes antes estalló una especie de batalla en el gobierno de Bush sobre si tener una posición más belicosa o menos belicosa hacia Irán, y como resultado Bush se inclina a apoyar la posición de Cheney de ser más belicoso. Pero esta situación encierra varias contradicciones importantes. No se trata solo de los caprichos o deseos de este o aquél político —ni incluso de los objetivos y ambiciones de los del gobierno de Bush que están ahora en el núcleo de la clase dominante de Estados Unidos—, sino de contradicciones más profundas que operan y que conllevan el potencial de crear un “lío” mucho mayor—sí, para las masas de Estados Unidos, el Medio Oriente y, en última instancia, el mundo entero, pero también, estratégicamente, para la clase dominante imperialista estadounidense.

La pirámide del poder—y la parálisis

Todo esto establece cierto marco. Hemos hablado de la parálisis en la cumbre de la pirámide —o específicamente en un lado (el “lado del Partido Demócrata”) de la pirámide— del poder en Estados Unidos. Pero como materialistas dialécticos, una cosa que tenemos que reconocer —y que estamos descubriendo en términos muy vivos— es que esto no conduce inmediatamente a que las masas populares se zafen y se movilicen en acción política independiente en oposición a lo que su gobierno —encarnado por hoy en el gobierno de Bush— está haciendo. En gran medida, a corto plazo esto más bien contribuye a la parálisis de la gente progresista, especialmente (pero no únicamente) los de la capa intermedia que miran hacia ese sector de la clase dominante representado en un sentido general por el Partido Demócrata y se esfuerzan desesperadamente a “cobijarse bajo el ala” de ese sector de la clase dominante, pero que se encuentran ante la contradicción —en mayor medida que durante el período de preparativos para la guerra contra Irak, a fines del 2002 y principios del 2003— de que ese sector de la clase dominante no quiere hacer lo que ellos quieren que haga. No es que no lo quiere hacer solo por alguna razón superficial (o subjetiva), sino porque los líderes del Partido Demócrata reconocen que los intereses que representa —y fundamentalmente los intereses del sistema al que sirve— no corresponden con hacer lo que muchos (aun la mayoría) de la población que constituye su “base” (o que, en todo caso, repetidamente se ve atraído a votar por el Partido Demócrata) quieren que haga.

Así que esa tendencia a “cobijarse bajo el ala” de ese sector de la burguesía (que por lo general representa el Partido Demócrata) se ve frustrada en buena medida. Pero, repito, a corto plazo eso tiene resultados sumamente contradictorios, en el pensamiento y en lo que se hace —y no se hace— políticamente. Plantea de manera muy aguda —y agrega otra dimensión— el reto de la repolarización política (y aquí estoy hablando de la repolarización en varios niveles—a nivel de El Mundo no Puede Esperar y sus objetivos y base de unidad, por un lado, así como más fundamental y estratégicamente de la repolarización para la revolución).

Continúa la urgente necesidad de la resistencia política masiva

En esa situación y en ese marco, quisiera hablar brevemente sobre El Mundo no Puede Esperar. Primero, es importante examinar científicamente lo que se ha logrado y no se ha logrado. Lo que no se ha logrado es sumamente obvio: el despliegue masivo que tiene que surgir en torno a la demanda de ¡sacar al gobierno de Bush! y rechazar todo su programa. En los últimos dos años, El Mundo no Puede Esperar ha tratado varias veces de dar lugar a este despliegue de oposición y resistencia política —sus acciones han alcanzado centenares de miles de personas y ha movilizado a muchos miles, en manifestaciones relativamente grandes y más pequeñas en ciudades por todo el país—, pero desafortunadamente ni siquiera se ha acercado al nivel masivo que se requiere. No digo —y no creo que sea cierto— que El Mundo no Puede Esperar se equivocó cuando convocó y se comprometió a movilizar este gran despliegue popular, y cuando pintó, como lo hace tan poderosamente su “convocatoria”,2 una visión de cómo sería y qué significaría tener tal despliegue popular. Pero la realidad es que esto no ha surgido—debido a las razones que he mencionado en esta charla (y que hemos examinado en otros lugares) relacionadas con la situación objetiva ante la cual se encuentran y cómo la ven y cómo responden a ella (o no responden de la manera urgente que se necesita). Así que sigue siendo un reto —para nuestro partido; para otros, de diferentes puntos de vista, que trabajan con El Mundo no Puede Esperar; y para quienes en general se sienten compelidos a oponerse enérgicamente a los horrores que comete su gobierno— a suscitar la resistencia política masiva que se necesita con tanta urgencia, y luchar por resolver los problemas políticos e ideológicos, y desarrollar los medios y las formas concretos, para plasmar esto en la realidad.

Por otro lado, aunque eso sea, desafortunadamente, una parte secundaria de la situación en este momento, es importante reconocer que algunas cosas han pasado a consecuencia de la presencia de El Mundo no Puede Esperar en el terreno político. Se lo puede ver al plantear la pregunta: ¿cómo sería el terreno político sin la presencia de El Mundo no Puede Esperar durante los últimos dos años? ¿Se hubiera planteado el problema de la oposición masiva a los crímenes del gobierno de Bush —que capta tan poderosamente el comienzo de la “convocatoria” de El Mundo no Puede Esperar  (las acusaciones de “tu gobierno”) y que han amontonado, y que se han destacado aún más, desde que se escribió esa “convocatoria”— a un nivel que se acerca a lo que vemos hoy, sin El Mundo no Puede Esperar (por limitado que todavía es ese nivel, con relación a lo que tiene que pasar)? Creo que no cabe duda de que la respuesta es no. ¿Se hubiera planteado el problema de sacar al gobierno de Bush, ya sea por medio de un juicio de destitución u otro medio político —impelido por la oposición y resistencia política independiente de las masas—, en la medida que se ha planteado, sin El Mundo no Puede Esperar? Una vez más, creo que no cabe duda de que la respuesta es no. No digo esto para pasar por alto el papel y el efecto que han tenido otras fuerzas políticas, o para que nosotros y otros no nos desanimemos porque no alcanzamos nuestro objetivo. Es parte de hacer un análisis y evaluación científicos—está relacionado dialécticamente con reconocer lo que han sido las deficiencias y captar cada vez más profundamente por qué, pero también con lo que hay que aprovechar, en cuanto a la situación objetiva general (de que he estado hablando en parte aquí) y en cuanto a lo que ha planteado El Mundo no Puede Esperar en particular y los retos que ha planteado, los cuales han tenido un impacto e influencia políticos, a pesar de que hasta la fecha no han alcanzado sus objetivos en cuanto a suscitar la clase de despliegue masivo que se necesita con tanta urgencia.

Además, hay nuevos rasgos en el terreno político que, a mi parecer, son producto de lo que ha hecho El Mundo no Puede Esperar, tanto como de otras formas de oposición política. Por ejemplo, creo que hasta el actual circo de la campaña electoral —y, en particular, el hecho de que empezó tan temprano, casi dos años antes de las elecciones presidenciales del 2008— se relaciona por lo menos indirectamente con lo que han suscitado los esfuerzos de El Mundo no Puede Esperar (y otras fuerzas). Todo mundo ha notado que este circo electoral empezó muchos meses antes de las elecciones. Hace poco vi en CNN “La cuenta atrás al debate de YouTube”. [Risas] ¡La cuenta atrás al pinche debate de YouTube—estamos a un año y medio de las elecciones y tenemos “La cuenta atrás al debate de YouTube”!

Creo que este circo —una versión del cual empezó temprano la última vez, en el 2004, pero que ha empezado esta vez con aun mayor anticipación de las elecciones— es una parte muy consciente de los esfuerzos de fuerzas importantes de la clase dominante de promover la idea de que “Bush es atroz, lo que ha hecho es atroz, es el peor presidente que hemos tenido, y la situación es intolerable… pero tiene los días contados y, después de todo, su mandato terminará pronto”. Esa idea, y la parálisis que engendra —su capacidad de desviar en un sentido negativo, fuera de la clase de resistencia política masiva que se debe librar y hacia el callejón sin salida del proceso electoral burgués— cobra fuerza si la campaña ya ha comenzado. La campaña contribuye a dar la impresión —o, más bien, la falsa ilusión— de que Bush ya se va, y que ahora se debe prestarle atención a quién será el próximo presidente y comandante en jefe.

A mi modo de ver, este circo ya ha entrado en acción en parte porque unos sectores conscientes de la clase dominante se han dado cuenta de que tienen que hacer algo —algo para desviar en una dirección que no haga daño y para “anestesiar” políticamente— en respuesta a la amplia repugnancia e indignación hacia el gobierno de Bush y todo lo que representa—todo lo que ha hecho y está haciendo, y también todo lo que representa a un nivel básico. Existe el peligro, desde el punto de vista de la clase dominante, de que se podría impulsar esto hacia una erupción política masiva que salga de los confines de la política burguesa de costumbre y el marco electoral que refuerza y da expresión concentrada a esa clase de política.

Sí, tenemos lo que llamo la “falsa ilusión —o idea delirante— de Frank Rich” (para parafrasear): “Bush ya se acabó; los fundamentalistas cristianos ya no son un fenómeno serio, todo eso ya pasó, se acabó”. Cada de vez en cuando, los que tienen este punto de vista regresan a la realidad y reconocen que esto no es lo que está pasando, pero se promueve toda una falsa ilusión—y con toda probabilidad la cree gente como Frank Rich, pero de todos modos se promueve: “Bueno, cálmense todos. Sí, Bush es terrible, sí, lo que está pasando es terrible. Pero cálmense todos. Casi se ha ido. A estas fuerzas se les ha quitado los colmillos. Ya no tienen mucha influencia”. No importa los nuevos magistrados y los fallos reaccionarios de la Suprema Corte. No importa la tortura que continúa (que ni siquiera tapan y casi no niegan, y con clara hipocresía). No importa los esfuerzos de tratar el hecho científico de la evolución de la misma manera que el derecho al aborto—es decir, como una especie de “delito” y escándalo moral (un delito y escándalo contra el cristianismo y la decencia) cometidos por varios “istas” (“abortistas”… “evolucionistas”… y así sucesivamente). No importa el hecho de que Bush todavía es comandante en jefe de las fuerzas armadas, y nada de lo que han hecho —o de lo que han dicho— los demócratas ha cambiado esto. Sin embargo, ante todo esto, todavía oímos decir: “Ya se han acabado, se les ha quitado los colmillos, no hay que preocuparse”. Incluso cuando esto toma la forma del “triunfalismo liberal”, como mucho es autoengaño.

Y en el 2008 las elecciones pasarán a toda velocidad. Las elecciones preliminares se celebrarán al comienzo del año, y en términos básicos se determinará el marco de la política (de la clase dominante) para la primavera.

Al Gore y la falsa ilusión, el engaño y el mal encauzamiento

Y luego tenemos el papel de Al Gore. Además de lo que señalé antes acerca de Gore y su papel actual,3 vale la pena examinar lo que dice —y lo que no dice— su nuevo libro The Assault on Reason (El ataque contra la razón). El título del libro es una alusión directa a lo que está haciendo el gobierno de Bush (y sus aliados). Bueno, lo primero que hice cuando recibí el libro, antes de leerlo, fue examinar el índice. ¿Se encuentra la palabra “evolución” en el índice? Noooo. ¿Se encuentra la frase “diseño inteligente”? Noooo. Luego leí el libro y no encontré —quizás esté y lo pasé por alto, pero no lo creo—, no encontré nada sobre la evolución en un libro de Al Gore que critica el ataque contra la razón por el gobierno de Bush.

Otra cosa que es interesante y significativa: varias veces Gore usa la palabra delitos cuando habla del gobierno de Bush y lo que ha hecho—repetidas veces lo acusa de violar la ley. ¿Por lo tanto, en el último capítulo, exhorta a someterlo a un juicio de destitución? Noooo. Nunca lo menciona. Aquí tenemos un político burgués que habla de los “fundadores” de Estados Unidos y “nuestra gran Constitución”, y de que la están pisoteando y manipulando—pero parece que hay alguna especie de laguna en que el “remedio” que provee la Constitución  cuando un presidente comete un delito y viola la ley—este remedio, un juicio de destitución, no se menciona en este libro (y no lo propone Gore en general).

En vez, los esfuerzos de Gore y otros encauzan hacia acciones que son ineficaces y nada peligrosas —o a lo mínimo parecen ser ineficaces y nada peligrosas—, cosas que ofrecen el espejismo de hacer algo para cambiar la situación mundial y el futuro de la humanidad, pero que no corren riesgo—y no afectan la situación mundial o el futuro de la humanidad de una manera significativa y positiva. A mucha gente le hacen notar el medio ambiente o la situación en Darfur —y aunque son temas importantes, serios y trágicos, la manera en que los tratan, y lo que dicen que haga para tratarlos, Gore y otros de la calaña de Gore, son remedios sin sentido o hasta sumamente nocivos. Implican acciones (o inacción) que no conducen de ninguna manera a las causas de los problemas, y no ofrecen ninguna solución auténtica, o propugnan soluciones, como la intervención militar estadounidense (o de fuerzas dirigidas por Estados Unidos o en deuda con él) en varios países—cuyas consecuencias, con el tiempo, solo serían empeorar la situación mundial. Incluso si, a corto plazo, a consecuencia de tal intervención la violencia disminuye un poco, a largo plazo contribuirá a más sufrimiento de las masas, y más violencia contra ellas de varias formas.

Transformar el terreno político

Todo esto —el funcionamiento del sistema imperialista en general, a consecuencia de su dinámica subyacente, la particularidad del gobierno de Bush y lo exhaustivo de lo que está haciendo y planea hacer, con sus repercusiones e impacto duraderos— todavía se entiende y se opone muy poco. Esto ha impuesto y está imponiendo una necesidad muy real y muy profunda, tanto para varios sectores de la gente como para la clase dominante y el sistema de conjunto—en Estados Unidos tanto como en la dimensión internacional. Por ejemplo, la enorme deuda que se ha acumulado; los recortes de los programas gubernamentales, junto con los enormes recortes de impuestos; los nuevos magistrados y los fallos de la Suprema Corte—todas estas medidas tendrán consecuencias e implicaciones duraderas que no se van a dar marcha atrás fácilmente.

Todo el fenómeno del que habla la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar, las medidas para cambiar la sociedad en una dirección fascista y por generaciones por venir —con la tortura y la destrucción del derecho de hábeas corpus y el derecho a un juicio, los ataques contra el disentimiento y el pensamiento crítico, el ataque en diversos planos contra la ciencia y el método científico, y contra el pensamiento racional mismo, y el fomento de la ignorancia y la intolerancia—, ya han ido muy lejos y han puesto en movimiento cosas que no son fáciles de dar marcha atrás, incluso desde el punto de vista de la clase dominante y el mantenimiento y promoción de los intereses de su sistema. Incluso si otros sectores de la clase dominante toman el mando, e incluso si quieren cambiar el rumbo, por lo menos de alguna manera significativa, les costaría mucho trabajo hacerlo. Crear una situación en la que sería muy difícil reparar lo que han puesto en movimiento—esto ha sido, por supuesto, una meta consciente de las fuerzas agrupadas en torno a Bush, y también ha sido la consecuencia de sus medidas.

De todos modos, en este momento (o en el futuro cercano), si un movimiento de masas surge en respuesta a la demanda de ¡sacar al gobierno de Bush!, tendría un impacto sumamente positivo en el terreno político en general—rompería con el actual curso e iniciaría un curso totalmente diferente, o a lo mínimo plantearía una poderosa demanda popular de romper con el actual curso e iniciar un curso totalmente diferente, y crearía un marco político mucho más favorable, en este país y de hecho por todo el mundo—y crearía una situación mucho más favorable para más resistencia contra los crímenes del sistema y, fundamentalmente desde nuestro punto de vista, más favorable para la repolarización para la revolución. ¿Sería una situación sumamente contradictoria, incluso si surge un despliegue masivo así? Si, por supuesto. ¿Fortalecería muchas falsas ilusiones burguesas-democráticas? Sí. Pero una vez más, esto es parte de la realidad material con que tenemos que trabajar—y sacar al gobierno de Bush como resultado de una oposición y resistencia política masiva crearía un conjunto de contradicciones mucho mejores, por así decirlo, que no tener tal despliegue masivo, incluso con todas las tendencias y efectos contradictorios que conlleva. Y en todo caso, queda la gran necesidad de rechazar, y parar en seco, todo este programa y causar un cambio profundo en el terreno político, por medio de oposición y resistencia política masiva; y este es un reto con que nosotros, junto con otros, tenemos que lidiar y ante el cual tenemos que abrirnos paso.

Esta serie continuará en el próximo número de Revolución.

1 “Forjar otro camino” es una charla que dio Bob Avakian en el otoño del 2006. Revolución publicó una versión editada de la charla, que está en revcom.us, en los números 83, 25 de marzo; 85, 22 de abril; 86, 29 de abril; 87, 6 de mayo; 88, 13 de mayo; 89, 20 de mayo; 90, 27 de mayo; 91, 10 de junio; 92, 17 de junio; 93, 24 de junio; 94, 1º de julio; 95, 15 de julio; 96, 22 de julio; 97, 29 de julio; 98, 19 de agosto; 99, 26 de agosto; y 100, 9 de septiembre de 2007.[regresa]

2 La "convocatoria" de El Mundo no Puede Esperar, y otra información sobre esa organización, están en el portal www.worldcantwait.org.[regresa]

3 Se habla de Al Gore en el primer pasaje de esta serie (la segunda parte de la charla), “El qué hacerismo enriquecido”, en el número 113, 23 de diciembre de 2007. [regresa]


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