Perú: Ola de paros y barricadas

Obrero Revolucionario #1203, 15 de junio, 2003, posted at rwor.org

En mayo, una enorme oleada de luchas del pueblo peruano aisló al gobierno corrupto y sacudió al podrido sistema que lo hunde en la pobreza.

El presidente, Alejandro Toledo, contestó con represión sangrienta, la imposición de un "estado de emergencia" y mandó dispararle al pueblo.

Al cierre de esta edición grandes manifestaciones siguen sacudiendo al país.

El siguiente artículo toma información de la prensa grande. Las citas son nuestra traducción.

Se rompen las compuertas

Este repunte de la lucha de clases empezó el 12 de mayo cuando 300,000 maestros, que apenas ganan 175 dólares al mes, iniciaron una huelga nacional contra sus pésimas condiciones de trabajo.

El gobierno les ofreció un aumento de 30 dólares mensuales y dijo que no podía dar más. El ministro de Educación, Gerardo Ayzanoa, dijo: "No podemos convertir a Perú en un país más arriesgado" para los inversionistas extranjeros pagándoles más a los maestros.

Después de las marchas y negociaciones los maestros cerraron las 52,000 escuelas.

Su valiente decisión se ganó amplio apoyo y cada día más sectores sociales se unieron a la lucha. Cientos de organizaciones de estudiantes y padres apoyaron a los maestros. Otros empleados también se declararon en huelga por un mejor salario.

A fines de mayo, miles de agricultores y campesinos bloquearon carreteras por todo el país e impidieron que los alimentos llegaran a la capital, Lima.

Millones de personas lucharon contra el gobierno.

¡Hartos!

Las razones de la explosión social son obvias.

El pueblo peruano vive en profunda pobreza. El gobierno le miente, y ayuda a los capitalistas internacionales a saquear el país.

Alejandro Toledo asumió la presidencia hace dos años con promesas de acabar con la brutalidad y la corrupción del presidente Alberto Fujimori y de crear millones de empleos cada año para elevar el nivel de vida.

Pero el resultado ha sido "fujimorismo sin Fujimori", especialmente con respecto a las medidas económicas que favorecen a los imperialistas y con la venta del patrimonio nacional a corporaciones, lo que llaman "privatización". Por ejemplo, van a privatizar el sistema de riego, lo que dejará a los agricultores a la merced de capitalistas particulares.

Por otro lado, las medidas de "libre comercio" están bajando el precio de los cultivos y hundiendo en la quiebra a muchas familias.

Toledo, un asesor del Banco Mundial educado en Estados Unidos, le hace venias al capitalismo internacional y hace todo lo que le pide el Fondo Monetario Internacional. El pueblo demanda mejores salarios para alimentarse, pero el gobierno dice que hay que pagar la deuda externa.

La prensa internacional capitalista dice que Perú es "un éxito", pero el pueblo se rebela ante la pobreza y el descarado engaño de las campañas electorales.

Más de la mitad de la población vive con menos de 9 dólares a la semana; la falta de vivienda, el desempleo y el hambre son comunes y corrientes.

Las huelgas por mejores salarios también son una rebelión contra los mandatos del FMI. Un dirigente de los maestros dijo que el arreglo actual "favorece el pago de la deuda externa a corporaciones trasnacionales mientras la población vive en la pobreza".

Estado de emergencia y balas

A fines de mayo, la policía intentó desmantelar las barricadas y abrir la carretera principal de los Andes centrales, pero se lo impidieron indignados agricultores lanzándoles piedras.

Al mismo tiempo, miles de médicos y enfermeros abandonaron hospitales y clínicas para unirse a los huelguistas. Hubo paros estudiantiles y de trabajadores judiciales.

El gobierno de Toledo despachó al ejército contra el pueblo.

El 27 de mayo el gobierno decretó estado de emergencia para "restablecer el orden", declaró ilegal la huelga y ordenó a todos los huelguistas regresar al trabajo.

El decreto le da al ejército y a la policía pleno derecho de usar fuerza. Suspende las libertades civiles y autoriza a la policía a detener líderes gremiales y allanar sus hogares sin autorización judicial. También prohíbe viajes internos y todas las manifestaciones.

El ejército tiene plenos poderes en 12 de los 24 departamentos del país. En la capital, Lima, se veían soldados en las calles y carros blindados.

La clase dominante aprobó las medidas represivas, y el capitalista Samuel Gleiser dijo: "Toledo nunca había lucido mejor, ha tomado al toro por los cachos". Dentro del amplio movimiento popular surgieron voces que urgían obedecer al gobierno y regresar al trabajo.

El día siguiente del decreto el ejército intentó abrir carreteras en 60 puntos, especialmente a lo largo de la carretera Panamericana. Los enfrentamientos fueron intensos.

En Lima, la policía de motín atacó a los trabajadores judiciales. En Barranco, los empleados de hospitales y agricultores se enfrentaron al ejército y más de 20 resultaron heridos.

Hubo cientos de detenciones en todo el país.

Ese mismo día, en Puno, el ejército abrió fuego contra miles de estudiantes de la Universidad Nacional del Altiplano y mató a Eddy Quilca Cruz, de 22 años. Se informa que otros heridos murieron en los hospitales. Muchos recibieron disparos por la espalda.

El ministro de Defensa, Loret de Mola, defendió el comportamiento del ejército en una sesión "a puertas cerradas" del Congreso. Su discurso "secreto" hizo noticia porque dijo que los partidarios del Partido Comunista del Perú (PCP) eran "un fuerte componente e influencia" en el movimiento de resistencia.

El PCP, que la prensa llama "Sendero Luminoso", libra una guerra popular para derrotar al ejército, tumbar el viejo estado y liberar al pueblo de las condiciones semifeudales y el yugo imperialista. La heroica guerra popular ha continuado a pesar de serios reveses como la captura del Presidente Gonzalo y otros altos líderes del PCP hace una década.

El enfrentamiento

A pesar de las amenazas de terror militar y de voces que urgen retroceder, la lucha continúa por todo el país.

En Puno hubo un día de luto por el estudiante muerto y miles acompañaron el féretro en desafío al estado de emergencia. La crisis política sigue.

El 3 de junio hubo un día de protestas y marchas para apoyar a los huelguistas y para denunciar el fascista "estado de emergencia".

De repente la clase dominante empezó a hablar de compromisos, de "cambios" al gabinete, de "encontrar" dinero para los maestros, de suspender el estado de emergencia y hasta de remplazar a Toledo para estabilizar el país. Pero como reconoce el ex embajador estadounidense a Perú, Dennis Jett, tales medidas no resolverían la crisis: "La idea de reacomodar el gabinete es como reacomodar las sillas del Titanic".

El 3 de junio hubo marchas de cientos de miles de personas por todo el país y en el centro de Lima hubo una manifestación de miles. Maestros, estudiantes, agricultores y trabajadores de muchos sectores desafiaron el estado de emergencia. La policía atacó a los manifestantes en algunas ciudades. En Arequipa hubo una huelga general.

Para parar el movimiento popular el gobierno sacó a monseñor Luis Bambarén para hacer de "mediador"; también ofreció incrementar el salario de los maestros.

Al cierre de esta edición, los maestros no han aceptado la oferta, y no se sabe si eso va a parar la lucha popular.

Pase lo que pase, la lucha de las últimas semanas ha aclarado ciertas cosas:

La condena contra el cruel yugo del capital internacional en Perú, el servilismo del gobierno y las huecas promesas de "reformas" se ha hecho escuchar en todos los rincones de la sociedad.

Lo que el pueblo requiere va mucho más allá de aumentos salariales. La liberación del pueblo requiere profundos cambios sociales que pongan fin al dominio imperialista del país y al dominio de las masas trabajadoras por las clases explotadoras.

Una vez más el gobierno ha demostrado que se sustenta en su salvaje ejército. Por más que hable de "reformas" y ponga ante el pueblo un surtido de politiqueros, impone la pobreza a sangre y fuego. Para acabar con la pobreza se tendrá que derrotar a ese ejército y al estado que obedece.

Más que nada, el poderoso movimiento popular ha demostrado que hay un profundo descontento popular, y grandes posibilidades para la lucha revolucionaria y el sacrificio revolucionario.


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