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Revolución #121, 24 de febrero de 2008

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Lectores debaten las elecciones del 2008 y Obama

Respuesta de la Redacción: Como era de esperar, nuestros editoriales recientes sobre las elecciones, “Elecciones 2008: Les están engatusando para que apoyen al imperio” (#120) y “Andrew Sullivan sobre Barack Obama: Un argumento a favor de darle la ‘mejor cara’ al imperialismo” (#118) fueron polémicos, y se debaten por medio de cartas a Revolución y en grupos de discusión y portales de la internet. A continuación compartimos unos ejemplos y exhortamos a nuestros lectores a colocar nuestros informes en una gran variedad de foros. Envíanos tu propia respuesta y escríbenos sobre tus experiencias al hablar con otros.

Una pregunta que no se plantea explícitamente pero que es evidente en todas las cartas es: ¿Vamos a acomodar nuestras aspiraciones y lo que aceptamos a los confines de escoger a un candidato que, como dice una de las cartas que presenta un caso a favor de Obama, no tiene las manos cubiertas de sangre… todavía? ¿No importa las intenciones, vamos a terminar definiendo “oportuno” como oportuno a un proceso de apuntalar y fortalecer la explotación y opresión imperialistas de una u otra forma? ¿Dejaremos que agoten nuestras energías especulando sobre cuál candidato matará a unos pocos miles menos, como uno de nuestros lectores describe la decisión que le cuesta muchísimo tomar? ¿Vamos a aceptar la “opción” de decidir cuál candidato evitará la tortura “legal” pero continuará la tortura “extraoficial” que siempre ha sido parte de la dominación imperialista? Encauzar nuestras energías a elegir a un demócrata, no importa la intención, nos dejará paralizados políticamente o peor que paralizados. El marco de la política de lo “posible” significa acomodarnos a la política de los horrores. En vez tenemos que forjar un movimiento fuera del marco de lo “aceptable” y seguir bregando sobre qué clase de mundo mejor es posible.


No pienso que votar por Obama y decirle alto a la tortura son divergentes

No pienso que votar por Obama y decirle alto a la tortura son divergentes. Ambos son acciones, son diferentes y únicas. Decirle sí a una no significa decirle no a la otra.

Lo que pasa es que la gente no le presta atención a su organización y están tristes, así que están atacando al candidato que ha captado el interés de sus antiguos partidarios.

Está bien; es cierto que este tipo dice algunas cosas dudosas. Pero tiene, relativamente, las manos limpias: todavía no tiene las manos ensangrentadas.

¿Así que por qué no darle una oportunidad y seguir trabajando al lado en cuanto a estos temas? No hay que parar de pedir que pongan fin a la tortura justo porque Obama gana las elecciones.

Su periódico comienza a aburrirme porque habla más de los individuos que de los objetivos sociales. Antes hablaba de lo esencial del cambio social, pero ahora en vez desprestigia el carácter de los individuos como si eso fuera pertinente a realizar el cambio social.

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¿Por qué no gritaron conspiración?

¿Por qué apoyar a un republicano o un demócrata (con un punto de vista conservador)? Esa gente nos ha mostrado cuáles son sus principios… guerra, guerra y más guerra por todos los medios necesarios. Han engañado a los estadounidenses desde hace mucho tiempo. Tienen su propio programa, siempre lo han tenido y siempre lo tendrán. Necesitamos un cambio, un cambio positivo, mucho mejor que la estupidez que nos han obligado a soportar durante ocho años. Solo un puñado se ha beneficiado de este gobierno. Durante los últimos 200 años. Es chistoso que nos han inundado tanto con tanta basura que cuando hay alguien con ideas nuevas y espirituales, gritamos que es una conspiración. ¿Por qué no gritaron conspiración cuando Bush llegó a la presidencia por la fuerza, no una vez sino dos veces. Le declaró la guerra a un país que no tenía nada que ver con el 11 de septiembre. No contaron los votos con imparcialidad. ¿Dónde estaban ustedes y el resto del campo revolucionario?

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Las consecuencias son enormes

Nota de la Redacción: Lo siguiente es de una discusión en línea. Es una respuesta a otra carta que critica el artículo “Andrew Sullivan sobre Barack Obama: Un argumento a favor de darle la ‘mejor cara’ al imperialismo” y dice que tiene errores de hecho y que es un ataque “ad hominem” (personal) a Obama:

…No leí el periódico maoísta hasta que hablaron pestes del artículo. Para ver lo malo que fue, lo leí. Fuera de una breve discusión de la experiencia del periodista (que sin duda guarda relación con el contexto del artículo) y de la experiencia de Obama (otra vez, un tema pertinente), no encontré ningún ataque ad hominem, como afirman. Por supuesto no endosan a Obama; de hecho es una crítica de un artículo que lo endosó, y en general es un análisis estructural de Obama y el Partido Demócrata.

Tampoco encontré errores de hecho. Sin embargo, encontré muchos hechos verídicos que normalmente no se encuentran en los medios corporativos, como la discusión (exacta) de Ronald Reagan como architerrorista. Las acciones de Reagan —la guerra, el terrorismo y la subversión de la democracia— son muy pertinentes para los que buscan cambiar la política exterior de Estados Unidos.

De hecho, pienso que el artículo es muy interesante y perspicaz. No soy maoísta y a algunos nos cuesta trabajo leer artículos con jerga marxista, pero si se hace unas sustituciones mentales al leerlo (“imperialismo”  = “política exterior en violación del derecho internacional y subvertir la independencia de otras naciones”; “clase dominante” = “comentaristas, medios de corriente mayoritaria, intereses corporativos”, etc.), creo que tiene mucho sentido y sin duda es una perspectiva a la que vale la pena escuchar y que no se debe descartar con una frase. Exhorto a leerlo. De hecho, la respuesta se parece mucho a lo que hacen los medios corporativos con la política exterior en la medida en que es terrorista y subversivo de la democracia… tanto como otra información importante y casi ilícita. La historia de la política exterior antidemocrática, y de la manera en que la pinta la prensa, es larga, pero es una historia que todos deben conocer.

De hecho, uno de los capítulos más sórdidos de este historia terminó hace un par de días, cuando murió Suharto, el ex dictador de Indonesia apoyado por Estados Unidos. Tomó las riendas en 1965 como culminación de una década de esfuerzos estadounidenses de tumbar al presidente Sukarno con sus políticas independientes. Esto ocurrió durante el gobierno demócrata de Lyndon Johnson. Tras el golpe de estado, masacraron a la oposición política. Se calcula que murieron de centenares de miles a millones de personas; los diplomáticos estadounidense dieron listas de los opositores políticos al gobierno de Suharto, cuya máquina de muerte los masacró de manera eficiente. El gobierno estadounidense dio enormes cantidades de ayuda militar a Suharto; la prensa informó con alegría que Indonesia estaba abierto. Las corporaciones transnacionales inundaron el país y Suharto les dio control diligentemente de los recursos naturales de importancia estratégica y así socavó la posibilidad de la independencia económica. Suharto invadió a Timor Oriental en 1975, y en las masacras que siguieron la invasión murió casi un tercio de la población, o sea unas 200,000 personas. Ford y Kissinger estaban en Indonesia la víspera de la invasión para darle rienda suelta a Suharto; la aplazó un día, hasta que se fueron. En respuesta a la invasión, Estados Unidos envió más ayuda. Hasta Jimmy Carter, el supuesto santo de los derechos humanos, continuó la ayuda militar a esos asesinos. (Mi país natal de Australia ha contribuido adiestrando a los soldados de Kopassus [el ejército indonesio]). Los informes de la prensa estadounidense estaban en relación inversamente proporcional a la muerte. De hecho, en un lapso de varios meses en 1978, cuando ocurrieron las peores masacres, los medios de corriente mayoritaria no dijeron ni mu. En los años 80, Reagan visitó Indonesia como parte de una gira con el nombre orwelliano de “alas de libertad”. Clinton dijo que Suharto es su tipo de hombre. En 1991 ocurrió una masacre en Dili de centenares de timoreses; golpearon dos a periodistas independientes estadounidenses. En respuesta, Estados Unidos le vendió aviones de combate a Indonesia.

Esto es importante hoy, porque Suharto murió hace un par de días. ¿Cuántas de las mentiras y crímenes de Suharto se encuentran en los informes de la prensa de corriente mayoritaria? De la política de Estados Unidos no cabe duda y fue una política de ambos partidos. Es importante para la actual discusión, no solo como ejemplo de la barbaridad de la política exterior de Estados Unidos, sino también como ejemplo de la barbaridad de la política exterior de los presidentes demócratas—y hoy, no hay diferencia entre los partidos, ni entre los candidatos, sobre muchas de las infamias de esa política. Todos seguirán apoyando a Arabia Saudita, Egipto, Israel y Pakistán, bombardeando a Somalia y Afganistán, y así sucesivamente—aparte de las catástrofes en Irak y Palestina. En vista de que mencionan muy poco la política exterior en los debates presidenciales, pero que es tan importante, quizás la mejor medida de las posiciones de los candidatos son sus asesores. Bueno, Hillary tiene a su esposo como asesor, y es un criminal de guerra bien conocido: Haití, Sudán, Afganistán, Bosnia, Serbia, y así sucesivamente.

¿Pero quiénes son los asesores de política exterior de Obama? Bueno, primero tenemos a Zbigniew Brzezinski, arquitecto de gran parte del horror ya mencionado, y en particular de adiestrar a los yijadistas en Afganistán. Y de enviar los aviones de combate a Indonesia en 1991. El funcionario que dirigió esa operación, el general Merrill McPeak, es otro de los principales asesores de política exterior de Obama.
Así que las decisiones que toman los candidatos demócratas, y luego los presidentes, son importantes a los estadounidenses—y a los que van a ser víctimas de esa política exterior también. En cuanto a estos, puede ser caso de vida o muerte. Incluso si todos los candidatos probablemente o sin duda alguna son criminales de guerra, si hay una pequeña diferencia, puede significar miles de vidas. Así que la clase de decisión ante la población estadounidense no es una decisión civilizada ni agradable, no es una decisión que deben tener que tolerar los ciudadanos de una nación democrática. Pero un sistema en que esta clase de políticas son la norma y se esperan es una infamia indescriptible, pero es un sistema al que tenemos que hacer frente y tratar de cambiar tanto como sea posible. Las consecuencias son enormes.

 

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