Por qué oponerse a la guerra requiere oponerse al imperialismo

Mumia Abu-Jamal

Obrero Revolucionario #1219, 16 de noviembre, 2003, posted at rwor.org

Miércoles, 22 de octubre de 2003: Tras las manifestaciones que sacudieron tantas ciudades de todo el mundo hace un año, ahora todo mundo sabe que al gobierno estadounidense no le importa un comino la protesta popular.

No le importa porque no está al servicio del pueblo sino de un puñado de privilegiados: Wall Street, las empresas petroleras, Haarken Oil y Halliburton. En sus adentros, opinan que la "democracia" es una maldición.

Tampoco les importa la última ola de oposición a la guerra; tienen el poder en las manos y no quieren soltarlo. Para lanzarse a esta guerra innecesaria le mintieron a la ciudadanía, y ahora no les importa que millones se opongan a ella. Por eso decidieron sembrar miedo con el espectro del "terrorismo" para atacar a Irak, a pesar de que ahora todo alumno de primaria sabe que el gobierno de Bagdad no tuvo nada que ver con el 11 de septiembre.

Pero el gobierno de Bush aprovechó ese miedo y esa ansiedad, ese temor de ser blanco de ataque, para echarle leña al fuego de la guerra, y ahora Estados Unidos está construyendo y defendiendo una colonia en el Medio Oriente. Por eso no basta decir: "Que vuelvan las tropas", como se suele oír. Eso solo quiere decir "que vuelvan hoy para desatarlas mañana contra otro pueblo inocente".

Es una fórmula para aplazar la guerra, no para terminarla.

Sin lugar a dudas la guerra es un gran negocio, pero es más: es una herramienta social por medio de la cual los gobiernos movilizan fuerzas sociales en aras de sus metas políticas. Su objetivo, como siempre, es el poder.

¿Por qué otra razón han desencadenado los bushistas a John Ashcroft, figura sombría, contra la ciudadanía? Un hombre que perdió una elección al Senado cuando el otro candidato estaba muerto es hoy el máximo árbitro de derechos civiles en esta "nueva era". A los estudiantes los expulsan de las escuelas porque se ponen camisetas de protesta. Tienen a miles de presos en Guantánamo, Cuba; no les permiten hablar con abogados; los tienen aislados y los torturan. A los que entablan demandas contra esas violaciones fundamentales de los derechos humanos, les dicen que, como se trata de Cuba, Estados Unidos no tiene "jurisdicción". ¡Es el absurdo legalizado!

Si Estados Unidos no tiene jurisdicción, ¿quién la tiene? ¿Cuba? ¿La ONU? No cabe duda de que la solución a estas atroces violaciones de los derechos humanos en Guantánamo no se hallará en los tribunales estadounidenses, igual que la solución a estas guerras imperiales no se hallará en las marchas antibélicas.

Son solo un comienzo, un primer paso.

Oponerse de verdad al imperialismo requiere oponerse al imperialismo "blando" de los demócratas tanto como al imperialismo "duro" de los republicanos. Ambos son fundamentalmente malos, porque parten de la falsa premisa de que Estados Unidos debe dictar cómo deben vivir y organizarse los demás países.

No se puede creer en la autodeterminación y el imperialismo; son dos puntos de vista incompatibles.

Oponerse de verdad al imperialismo no solo requiere organizar manifestaciones; además requiere forjar movimientos populares que plantean una alternativa al statu quo.

Requiere creer que otro mundo es posible y luchar para alcanzarlo.

Requiere ver a los pueblos del mundo como "nosotros", no como "ellos".

Requiere renunciar a la supremacía blanca. Requiere crear una política exterior fundamentada en la humildad, no la dominación.

Requiere una auténtica transformación aquí, un auténtico cambio, una revolución. Requiere esto... o no significa nada.

Si no se dan esos pasos, a las generaciones futuras las arrastrarán a guerras sangrientas e innecesarias, al servicio de la avaricia de las élites ricas que las azuzarán con mentiras y miedo.

Nuestros hijos y nietos se sacrificarán en guerras de ignorancia. ¡Habrá guerras sin fin!

¡No a la guerra imperial!

Derechos reservados, 2003, Mumia Abu-Jamal

(Traducción del OR).