La policía vs. los rebeldes de Miami

Revolutionary Worker #1223, 21 de diciembre, 2003, posted at rwor.org

Antes de la reunión del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que comenzó el 17 de noviembre, el consejo municipal de Miami aprobó una ordenanza contra manifestaciones. Prohibió portar ciertos objetos comunes (pero útiles en las protestas) como palos, globos sin aire, tijeras, envases de vidrio, pistolas de agua y objetos puntiagudos. En general, quedó prohibida "cualquier cosa dura que se pueda tirar y que se lleve con la intención de usarla ilegalmente".

También se prohibió el "movimiento coordinado" de siete personas o más con el fin de llamar la atención o parar el tránsito vehicular. Boca Ratón, una ciudad al norte de Miami, prohibió bailar en la calle.

La policía no recibió permiso explícito de husmear mochilas, carros, envases o personas, pero tuvo nuevos pretextos para hacerlo. En un incidente que salió en la tele, el jefe de la policía, John Timoney, detuvo a un chavo y le arrebató el bolso porque "le pareció" que contenía piedras. En la tele se vio claramente que el chavo no portaba nada "ilegal", pero si tuviera tijeras u otra cosa "prohibida" por el consejo municipal de Miami. al bote.

Aquí se ven los nuevos niveles de represión contra dichas protestas. (Vea el artículo "Resistencia en Miami" del OR no. 1221 o en rwor.org/a/1221/Miami.htm).

El "modelo de Miami"

Esas medidas policiales ahora se conocen como el "modelo de Miami" y son un nuevo prototipo para la "seguridad de la patria" en todas partes. El modelo se basa en medidas represivas del pasado, pero las combina para crear un ambiente donde las protestas y el disentimiento son "sospechosos" y "criminales".

El Equipo de Defensa Legal de Miami afirmó: "Antes de las protestas masivas, la policía lanzó una campaña de intimidación y hostigamiento". Se realizaron detenciones, arrestos e incautaciones ilegales; la policía interrogó al azar y mantuvo una presencia imponente por todo el centro de Miami.

El centro de la ciudad se convirtió en una zona militarizada desierta a raíz del miedo provocado, la intimidación y la violencia. Con la ayuda de los medios de comunicación, la policía asustó a los comerciantes y residentes con imágenes de las protestas de Seattle contra la OMC en 1999. Como resultado, muchos negocios cerraron toda la semana. La policía hostigó a los que abrieron o demostraron interés o solidaridad con las protestas, como poner volantes.

"Dar caza" a los manifestantes

"Una cosa está clara. No le gustan los manifestantes radicales; los llama `descarados' y `pendejos'. Les da caza como un halcón a ratones en el campo".

Un reportero del Miami Herald , "acoplado" con la policía, describe al jefe Timoney

El mismo John Timoney sentó los precedentes represivos. Por ejemplo, fue comisionado de policía de Filadelfia en 2000 cuando la policía realizó arrestos preventivos y otros ataques contra las protestas en la Convención Nacional Republicana. Y el año pasado, asesoró a la policía de Nueva York durante las protestas contra el Foro Mundial Económico. Tiene fama de ser un "policía de mano dura" que dirige las operaciones en persona y usa tácticas paramilitares para mantener el orden. En Miami como en Filadelfia, andaba en bicicleta, asestando golpes contra los manifestantes.

Entre las primeras medidas de preparación para las protestas contra el ALCA, Timoney decidió "acoplar" los medios de comunicación con las operaciones policiales... algo parecido a los reporteros "acoplados" con las tropas yanquis en Irak. Les dieron chalecos antibalas y cascos antimotín, lo que contribuyó a crear un ambiente de "zona de guerra". De esa manera, la policía podía también controlar más a los reporteros para que presentaran la versión "correcta" de los hechos.

En el "modelo de Miami", hay también una escalada de violencia policial. La policía usó una amplia gama de armas contra los manifestantes, como tanques, cañones móviles de agua, gas lacrimógeno y pimienta, granadas de concusión, táseres y escudos electrificados. Hirió a más de 100 manifestantes; 12 quedaron en el hospital. El 20 de noviembre, la policía arrestó a ocho de los 60 observadores del Gremio Nacional de Abogados, quienes llevaban cachuchas verdes distintivas. Los observadores dicen que eran un blanco especial de ataque.

La policía estrenó nuevas tácticas contra los reporteros independientes (o sea, los no "acoplados"). El periódico St. Petersburg Times escribió: "A Celeste Fraser Delgado, una reportera de 36 años que trabaja para el Miami New Times , la arrestaron cuando entrevistaba a unos manifestantes. La agencia Associated Press informó que ella oyó a los agentes debatir las acusaciones que le iban a imputar. Esas acusaciones -no acatar una orden oficial y resistencia a la autoridad sin violencia-- las retiraron al día siguiente". Por otra parte, varios camarógrafos del Centro Independiente de Medios dijeron que unos tipos armados les robaron las cámaras y film; unos tenían la misma clase de táser que la policía.

A los grandes grupos de manifestantes los dispersaron con gas lacrimógeno y pimienta, balas de goma y otros proyectiles. Cuando pequeños grupos de manifestantes trataron de salir de las protestas, la policía los hostigó, los arrestó y los golpeó. El St. Petersburg Times describió este incidente: un chota tiró un plátano en la dirección de una señora y cuando ella se agachó para recogerlo, él le dio en la espalda con una bala de goma. Le disparó dos veces más cuando trató de huir, y a su amiga le dispararon siete veces por ir a ayudarla.

Los medios de comunicación destacaron mucho el contraste entre los manifestantes "buenos" -los que acataron las reglas del sistema --y los "malos". Sin embargo, la policía atacó con igual saña a trabajadores jubilados (de la marcha sindical) que a chavos rebeldes. Bentley Killmon, un jubilado de 71 años, le dijo al Miami Herald que la policía rodeó a su grupo cuando regresaba al bus y los obligó a ponerse de rodillas en la vía férrea. A sus compañeros, los arrestó y los dejó esposados por más de 11 horas, sin darles comida ni permitirles hacer una llamada.

Días después, el New York Times sacó un memorando del FBI que ordenaba a la policía de Nueva York espiar los movimientos antibélicos y de justicia global, e informar de cualquier "actividad que podría llegar a ser ilegal". En Miami, la policía espió, infiltró las protestas y provocó confrontaciones. Jeremy Scahill, productor y corresponsal del programa de radio y televisión "Democracy Now!", informó: "Durante el enfrentamiento, se armó una bronca entre los manifestantes y llegaron otros a separarlos; dos camorristas sacaron táseres eléctricos y los apuntaron a los manifestantes; luego escaparon detrás de las líneas policiales. Claramente eran infiltrados, pero se vestían como cualquier otro manifestante. La mochila de uno tenía una calcomanía que decía: `¿ALCA? ¡Para nada!'. Más tarde, el Centro Independiente de Medios publicó fotos de unos individuos vestidos como los del Bloque Negro -con todo y pasamontañas-- pero iban caminando con los uniformados detrás de las líneas policiales".

Frente a la brutalidad policial y represión, miles de personas protestaron con valentía contra la globalización capitalista. El contraste entre los agentes del sistema y la bella resistencia popular se vio nítidamente el 20 de noviembre. Mientras de todos lados avanzaban policías antimotín con la amenaza de arrestos masivos, cantidades de chavos sin miedo -muchos de ellos heridos en ataques policiales-- lo arriesgaban todo, tomándose del brazo para proteger a los demás. El sistema no logró aplastar el espíritu de los chavos, que luchaban contra viento y marea para decir que otro mundo es posible.