A la calle...

Para decirle NO: a Bush y a todo lo que representa

Mary Lou Greenberg

Obrero Revolucionario #1233, 21 de marzo, 2004, posted at rwor.org

Las agresiones, mentiras y crueldades de los últimos años son escandalosas.

Las fuerzas que detentan el poder en Estados Unidos están llevando a cabo una enorme ofensiva global cuya franca meta es la dominación mundial.

Dicen sin pelos en la lengua que van a transformar regiones enteras con la fuerza de las armas. y empezaron con el golfo Pérsico. Invadieron y ocuparon dos países, Afganistán e Irak, amenazan a una media docena de países y despachan comandos a atacar a más. Declaran que tienen el derecho de iniciar guerras de prevención y a tumbar gobiernos hostiles a gusto.

En la "patria" desencadenan nuevos ejércitos de espías y soplones policiales; azuzan a los fundamentalistas a librar "guerras culturales", como prohibir los matrimonios gays; mandan a confiscar los archivos de las clínicas de aborto; promueven dogmas religiosos retrógrados, tales como "los valores tradicionales"; arrestan a inmigrantes; militarizan las fronteras; amenazan a los disidentes; y meten a la cárcel sin derecho de hablar con un abogado.

Por un lado, aplauden la riqueza, el capitalismo y la explotación; por el otro, ignoran la pobreza y le echan la culpa a los mismos pobres.

¿Y cabe duda de que esto es apenas el comienzo?

Seguirán adelante en muchos niveles y frentes, como si tuvieran el derecho de disponer de los pueblos y del futuro. Quieren atrincherarse en los centros de poder, transformar la cultura, las normas jurídicas y los derechos, y crear un alineamiento político nacional que dure por muchas generaciones.

Van en serio, están en el poder y los apoya un gran sector de la estructura de poder y de la clase dominante.

Están aprovechando los ataques del 11 de septiembre de 2001 como fuente de legitimidad; dicen que sus acciones son parte de la "guerra contra el terrorismo". Pero 2004 es un año de elecciones y por eso tienen otra meta: conseguir un mandato popular.Quieren decir que la ciudadanía aprueba lo que están haciendo.

¡NO! ¡Eso no se puede permitir!

Aquí en Estados Unidos se necesita un claro e inconfundible repudio de todo lo que representa la camarilla de Bush y todos sus planes.

Tenemos que impedirles decir que actúan y hablan en nombre de los que vivimos en Estados Unidos. Tenemos que oponerle resistencia a esa ofensiva, socavar el apoyo que han ganado y preparar el terreno para lograr un futuro radicalmente diferente.

Todos los que anhelan otro camino, otro futuro, otra manera de relacionarnos con los pueblos del mundo y entre nosotros tienen que tomar partido. Cuando haya concluido este circo electoral, no debe caber duda de que millones de personas rechazan la ofensiva de guerra y represión. No podemos permitirles librarla, justificarla o taparla en nombre del pueblo.

Y debe haber un movimiento de resistencia resuelto, con profundas raíces y capaz de plantearles serios obstáculos.

Hay que plasmar en realidad la visión de más de un millón de personas en las calles de Nueva York este verano para decirle "NO" a Bush y a todo lo que representa durante la Convención Nacional del Partido Republicano, como exhorta la convocatoria de No en Nuestro Nombre.

Sabemos que mucha gente y muchas fuerzas políticas comparten esa visión de hacer una fuerte declaración durante la convención. Urge movilizarnos con una clara concepción común de lo que queremos lograr.

La pregunta que se nos presenta es: ¿CÓMO se puede lograrlo?

¿Cómo nos movilizaremos en los meses que vienen?

¿Cómo alcanzaremos e influenciaremos a millones de personas?

¿Cuáles son nuestras metas?

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Hace un año millones de personas manifestaban oposición a la guerra contra Irak. Repudiaron a los políticos demócratas, que apoyaban la guerra con unas pocas leves objeciones.

El movimiento realizó acciones audaces e independientes: marchamos por las calles, nos salimos de clases, celebramos foros y acciones de desobediencia civil, y los artistas e intelectuales hicieron una Declaración de Conciencia. El movimiento hizo una declaración, oída por todo el mundo, de que millones de personas en este país se oponían a esa guerra de agresión.

Todo eso inspiró y fortaleció las acciones de resistencia por todo el mundo. No paró la guerra pero les quitó a los belicistas el mandato popular que tanto querían.

Hoy, en 2004, se puede ver cuánto preocupa a los de arriba el hecho de que millones de personas desprecian a Bush y todo lo que representa. Millones creen que todo el futuro está en juego y que la campaña de guerra y represión puede perjudicarlo irreparablemente si no la paramos. Tienen razón.

Pero unos dicen --incluso en el movimiento antibélico-- que la única estrategia que puede cambiar la dirección del país es decir "cualquiera menos Bush".

¡Es una trampa!

Es esencial captar que no se les puede quitar el mandato popular que buscan participando en el proceso electoral.

Puede que a primera vista no parezca lógico, pero es cierto.

Nuestra posición parte de un análisis revolucionario del papel de las elecciones en la defensa de esta sociedad capitalista de explotación y opresión, y de la historia de cómo se efectúan los cambios.

Sabemos que millones de personas van a votar por los demócratas, incluso muchos que saben que estos no van a cambiar nada.

Pero es esencial captar lo que sí puede cambiar el rumbo: que millones de personas se unan y manifiesten su oposición y su odio por lo que está pasando de una manera que no se pueda ignorar ni tapar.

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Ya se ve que el proceso electoral no ofrece una alternativa a Bush.

La estructura de poder ya ha hecho grandes esfuerzos para impedir que las elecciones desafíen la guerra contra Irak o la ofensiva global yanqui. Todo lo contrario: las manipula para que den un mandato popular a la "guerra contra el terrorismo", sin siquiera permitir que se debata el tema.

Día tras día controlan el proceso para confinar el debate. No se permite cuestionar las medidas de seguridad, la guerra contra el terrorismo, la campaña para impedir que otros países adquieran armas, las guerras de prevención, etc.

Al comienzo, durante la campaña de Howard Dean, unos pensaban que podrían oponerse a la guerra dentro del proceso electoral. Pero ahora les dicen que hay que votar por John Kerry, un candidato que votó a favor de la guerra contra Irak, a favor de la Ley Patriota y que ahora apoya la ocupación y subyugación de Irak.

Todo este proceso demuestra lo que escribió Bob Avakian en el libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?:

"Para decirlo en una oración: las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante --dándoles la fachada de un `mandato popular'-- y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares".

Esto nos lleva a una conclusión: que se necesita una revolución comunista, un sistema social y un proceso político totalmente diferentes y una época de transformaciones radicales para deshacernos de todas las relaciones sociales, políticas y económicas opresivas y todas las ideologías opresivas.

Pero incluso si no compartes nuestra conclusión revolucionaria, es esencial captar que el proceso electoral no ofrece una manera de oponerse al proyecto de Bush.

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También urge captar que actualmente el "proyecto de Bush" de agresión internacional y represión interna está avalado por el consenso de la clase dominante. Un ejemplo de eso es que el Partido Demócrata se ha unificado en torno a un candidato que apoya la ocupación de Irak y la ofensiva imperialista. Saben (y dijeron) que cualquier candidato que no apoye la esencia del proyecto de Bush no es "presidenciable", o sea, no será aceptable a su clase.

¿Por qué existe tal consenso?

Primero, porque la clase dominante cree que ha llegado "su hora" y que nadie puede bloquear el paso al establecimiento de una dominación global permanente. Son una bola de criminales imperiales y expansionistas sedientos de ganancias, y han colocado al mando una camarilla de mentirosos y asesinos.

Segundo, tras tres años de "guerra contra el terrorismo", están muy comprometidos con la ofensiva global de Bush. Ya han arriesgado mucho y, obedeciendo la lógica imperialista, captan que si se permiten el lujo de abandonarla, podría poner en peligro todas las ambiciones políticas, militares y económicas.

Así que, ¿es realista pensar que votando a favor de este o aquel candidato todo esto desaparecerá?

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En vista de todo esto, vale la pena examinar varias elecciones "cruciales" de la época de Vietnam, y lo que realmente le puso obstáculos a esa guerra.

En 1964 el conservador Barry Goldwater se jactó de que iba a bombardear a Vietnam hasta dejarlo en la Edad de Piedra y Lyndon Johnson se pintó de moderado. A Johnson lo eligieron porque mucha gente se oponía a una guerra, pero unos pocos meses después puso en marcha el plan de Goldwater con una invasión de gran envergadura de Vietnam del Sur. Votar a favor de los demócratas "liberales" no impidió la agresión imperialista.

En 1968 y otra vez en 1972, Richard Nixon fue el candidato derechista de más renombre. Pero también fue el presidente que se vio obligado a retirar las fuerzas yanquis de Vietnam. No porque se oponía a la guerra, sino porque la resistencia de los vietnamitas tenía en jaque a la invasión y porque el enorme movimiento antibélico en Estados Unidos y en las mismas fuerzas armadas impedía intensificar la guerra. Ese movimiento creó un clima de resistencia por toda la sociedad y debilitó a los belicistas; le quitó al gobierno un mandato popular para librar la guerra.

Desde el comienzo, toda la clase dominante (tanto republicanos como demócratas) estaba resuelta a triunfar en Vietnam. Estaban en juego el prestigio y el poder. Pero a fin de cuentas, tras años de ardua lucha, se vio obligada a batirse en retirada. No la "derrotaron en las urnas", sino en el campo de Vietnam y en las calles, universidades y ghettos de Estados Unidos y de todo el mundo.

Las valientes y resueltas acciones en las calles de Chicago durante la Convención Nacional del Partido Demócrata hicieron mil veces más para parar la guerra de Vietnam que la promoción de "candidatos pro paz" en el sistema electoral arreglado.

Es decir, la estructura de poder no cambiará a menos que se vea en la necesidad de hacerlo. Su posición global y su naturaleza de clase mandan que no abandonen todo lo que han iniciado. sin una enorme ola de oposición.

Tenemos que organizar tal lucha, de una manera que denuncie, rechace y se oponga al actual proyecto del gobierno. Eso solo se puede hacer fuera del proceso electoral.

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Desde la primera elección primaria, se ha oído un consejo una y otra vez: no alboroten mucho.

Dentro y fuera del Partido Demócrata se dice: no se "alteren mucho"; no se opongan con demasiada fuerza a la actual manía de seguridad, defensa y patriotismo; no socaven la "presidencia de la guerra"; no critiquen muy duro lo que están haciendo "nuestras tropas"; tengan en mente que la ciudadanía está paralizada por el miedo y que no quiere oír la verdad.

A fin de cuentas nos dicen que "para derrotar a Bush hay que asumir grandes partes del proyecto de Bush".

O sea, nos dicen que nuestras acciones políticas no deben romper el consenso a favor de la guerra del sistema político oficial.

Se dice que si uno quiere influenciar a los millones de personas que no entienden lo que está pasando, hay que apoyar a un candidato "que pueda ganar". Pero esa lógica es una trampa. Si no hay una enorme ola de oposición que pueda cambiar la atmósfera de toda la sociedad, a esos millones de personas las manipularán los medios de comunicación para que le den un mandato a Bush, al lado de su base social leal.

Así que es puro veneno decir que no hay que romper con los confines del Partido Demócrata. ¡Romper con eso es precisamente lo que hay que hacer!

No debemos permitir que canalicen y agoten nuestros recursos y nuestra energía en el agujero negro del proceso electoral.

Hay que denunciar, rechazar y oponer resistencia a todo el proyecto imperialista. Eso NO se logrará en las elecciones, donde ya han prohibido esa posición política.

Hay que forjar algo más, algo independiente, algo resuelto, algo que no se pueda tapar, ignorar o tergiversar. en las calles y por toda la sociedad.

En agosto y septiembre, Nueva York debe ser una declaración de rechazo y resistencia. Más de un millón de personas deben salir a la calle para denunciarlos y desafiarlos.

Nosotros, los comunistas revolucionarios, creemos que es importante que todos debatamos, seria y sistemáticamente, lo que será necesario para poner fin a la dominación del mundo y la explotación de los pueblos por estos imperialistas, sus corporaciones y sus fuerzas armadas.

El PCR cree que se necesitará una revolución de millones de personas, aquí en Estados Unidos y por todo el mundo, y toda una época de cambios radicales para tumbar a las clases dominantes y sus partidarios, arrancar de raíz el capitalismo, transformar la sociedad y liberar a la humanidad. El PCR se dedica a construir un sólido movimiento revolucionario que pueda dirigir tal cambio.

Sabemos que mucha gente también cree que "otro mundo es posible", y que todos estamos de acuerdo en una cosa: la resistencia que forjamos hoy tendrá un gran impacto en todo lo que va a pasar. Este es un momento de peligros y posibilidades.

Tenemos que luchar para cambiar el rumbo de hoy, a sabiendas de que estamos preparando nuevas fuerzas para las luchas que se vislumbran mañana.