Historia extrema

by Toby O'Ryan

Obrero Revolucionario #1249, 15 de agosto, 2004, posted at http://rwor.org

Ya pronto empezarán las clases y los estudiantes abrirán los libros de historia y leerán sobre un jefe de estado que recibió una minoría de los votos, pero un grupo de la clase política lo instaló en el poder. Estudiarán que poco después de tomar el poder, un símbolo nacional bien conocido fue atacado y que la respuesta del jefe de estado fue drástica: detención, cárcel y tortura para miles de personas. Leerán que, con una legislatura amedrentada y cooperadora, anuló antiguas libertades y decretó medidas y leyes contra un grupo minoritario, y declaró que se justificaban por su conducta contra la nación, sus conexiones internacionales y para protegerlos. Leerán que mucha "gente decente" no hizo nada y estudiarán a los intelectuales que protestaron un poquito por unas cuantas cosas, pero que en realidad le hicieron eco al jefe de estado que decía que "hay que tomar medidas".

Estudiarán que ese jefe de estado se inventó amenazas a la nación como justificación para lanzar guerras y que sus paniaguados armaron grandes shows militares para darle un aura de grandeza. Leerán sus discursos, llenos de grandes esperanzas para la ciudadanía y de optimismo por el futuro, y de anuncios velados de represión y agresión.

Cuando llegue la hora de los exámenes, a los estudiantes les preguntarán el nombre de ese jefe de estado y muchos contestarán correctamente: Adolfo Hitler.

Pero a los que contesten George Bush, también deben ponerles buena calificación.

¿Qué pasa?

Hoy los más altos funcionarios del gobierno (como Condoleezza Rice) advierten que puede haber un "ataque terrorista" antes de las elecciones. Una comisión del gobierno examinó la posibilidad de cancelar las elecciones. Se filtró que un partidario muy rico de Bush instaló máquinas de votar computarizadas en estados clave que se pueden adulterar, y que en otros estados han descalificado a docenas de miles de votantes negros. Anuncian repentinas "amenazas terroristas" que suben el volumen de la histeria manufacturada por la prensa y llenan las calles de soldados con armas automáticas. ¿No está requeteclaro que la camarilla de Bush usará medidas extraordinarias para conservar el poder?

Al fin y al cabo, tienen grandes planes. Tienen planes de imponer una Ley Patriota II. Tienen planes de aprovechar las recomendaciones de la comisión que investigó los ataques del 11 de septiembre para aumentar el espionaje. Tienen planes de seguir colocando gente de su base fascista cristiana en posiciones de poder en los tribunales, el ejército, el sistema educativo y la cultura. Y sí, tienen planes de amedrentar, coaccionar e invadir más países. Hace más de dos años Bob Avakian señaló que "los imperialistas han puesto en marcha cosas que no retrocederán, y será difícil controlarlas" y que "Estados Unidos no será igual". Todos los noticieros histéricos, todos los soldados apostados en esquinas, toda foto de un hombre con cables eléctricos en los genitales (justificada por un memo del Departamento de Justicia) confirma las palabras del presidente Avakian. Bienvenidos a la era de George W. Bush.

¿Qué aprender?

No queremos dar a entender que la trayectoria de los próximos años será parecida a la de Alemania en 1937 pues obviamente hay grandes diferencias. Sin embargo, hay enormes parecidos. En ambos casos se trata de una potencia imperialista ante una situación sumamente inestable, con dificultades nacionales e internacionales sin precedentes. En ambos casos, el sector más dinámico de la clase dominante (el que ha cambiado las condiciones y desplegado la convicción para mantener el poder) escoge un programa arriesgado de agresión internacional con un componente interno de represión y chovinismo. En ambos casos se rompe el "contrato social": las normas aceptadas por décadas. Los parecidos de Hitler y Bush son más que coincidencias: son lo que sucede cuando un gobierno se embarca en un curso como este.

En una situación así, lo peor que uno puede hacer es esperar que llegue alguien más cuerdo y lo arregle todo. Hemos visto adónde llevó eso en el pasado y ya se ve adónde nos ha llevado hoy y adónde se encamina. Si no queremos seguir ese camino, tenemos que poner manos a la obra. El futuro no está escrito; sí, está en marcha una dinámica atroz, con mucho impulso, pero es una dinámica arriesgada que necesita nuestro sometimiento.

¿Qué hacer?

Lo primero es hablar con toda claridad y firmeza sobre lo que pasa. En los últimos dos años han criticado a columnistas, estrellas de rock, organizaciones políticas y políticos por señalar la analogía con Hitler. Los "periodistas responsables" y los voceros de la Casa Blanca los han llamado "histéricos" y los han acusado de "sembrar odio". Todo lo contrario. Es muy cuerdo señalar una y otra vez, desde distintos ángulos, la dirección fascista del equipo de Bush; es como hacer que el organismo reconozca una nueva cepa de un viejo virus mortal. El primer paso es dar un diagnóstico tan claro que todos se den cuenta de la gravedad de la enfermedad.

Lo segundo se deriva de lo primero: RESISTENCIA. Un punto clave de esta resistencia será la Convención Republicana en Nueva York y el llamamiento a que un millón de personas digan NO. Pero eso no es todo. También hay que apoyar a los que rechazan las nuevas reglas fascistas y darles el beneficio de la duda a todos los que son víctimas de calumnias, ataques y represión: una lista bastante larga ya y que puede alargarse mucho más en los próximos meses. Hay que recordar quién lanza la represión y cuál es su historial de mentiras. Insert for History article

Para mí, ese diagnóstico y esa resistencia parten de una profunda convicción de que este sistema no se puede reformar y de que solo la revolución puede arrebatarle el poder a la clase que sigue generando tal locura. pero lo que es más, parte de una visión de un futuro comunista, de la necesidad y posibilidad de que la humanidad se quite de encima el peso muerto del pasado, y rompa radicalmente con las relaciones de propiedad y las ideas signadas por la opresión de clase. Los que compartimos ese punto de vista creemos que forjar unidad con millones de personas para oponer resistencia es parte del camino que conduce a ese futuro.

También implica crear comunidades de resistencia: clubes de lectura, grupos de discusión de películas o simplemente cafés y bares donde se reúne gente de ideas afines a platicar y, por ejemplo, a estudiar las lecciones de la Alemania nazi y las formas de resistencia, a ver qué se aplica aquí y a hacer algo.

Implica revivir la orientación, las tradiciones y el conocimiento del movimiento de santuario de los años 80, y quizá del movimiento de libertad de esclavos. Implica declarar que tenemos el derecho de soñar con un mundo mejor, de hablar de él y de organizarnos para alcanzarlo: que tenemos el derecho de hablar de la revolución sin que nos demonicen, amenacen, metan a la cárcel ni nos maten. Implica crear un terreno en que no, una persona no es "culpable" solo porque el gobierno diga que es "de los malos"; y no, una persona no debe ser un paria solo porque un periodista de derecha la ataque; y no, las organizaciones supuestamente liberales NO cooperan con las listas negras del gobierno; y sí, la gente defiende a los que reciben ataques por sus ideas políticas; y sí, apoya a los que se rebelan contra las medidas represivas; y sí, se organiza de millones de formas sin que el gobierno se entere porque sabe que el gobierno aplastará toda resistencia seria.

¿Pero dónde comenzar? ¿Qué tal con el tipo que vimos en Fahrenheit 911? ¿O el chavo que tiene una playera de "The Roots"? ¿O la chava que oye música de las Dixie Chicks? ¿O la señora de la lavandería que puso cara de "ay, no" cuando salió Ashcroft por televisión? ¿O el señor de la tienda que movió la cabeza de un lado para otro cuando vio los titulares del periódico?

Habla con ellos. Es tarde. Habla con ellos. Ahora.