Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo

Parte 5: Un futuro más allá de las mercancías

by Bob Avakian

Obrero Revolucionario #1254, 10 de octubre, 2004, posted at http://rwor.org

Nota de la redacción: A continuación publicamos la quinta entrega de una charla que Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, dio hace poco a un grupo de partidarios que están investigando la experiencia histórica del socialismo y la dictadura del proletariado a fin de prepararse para popularizarla mediante discusiones y debates, especialmente en universidades.

La charla está en la internet (en inglés) en rwor.org. Hemos insertado los títulos y pies de página.

Volviendo al principio de que no es bueno usar cualquier medio que se nos ocurra* (no es cierto que el fin justifique los medios), el tipo de dictadura que ayude a barrer las relaciones de explotación y opresión tiene que ser totalmente distinta que toda dictadura previa, que todas las formas de dominio de clase anteriores. Es cierto que, al igual que estas, representa el dominio de una clase y se ejerce con la fuerza armada que representa esa clase, pero tiene que ser muy diferente en cuanto a cómo se ejerza y en lo que haga.

Primero, y lo más elemental, la dictadura del proletariado, el gobierno que representa los intereses del proletariado, tiene que incorporar a las amplias masas en los diversos aspectos de dirigir y transformar la sociedad. Pero eso no se logra en poco tiempo sino a través de un proceso largo y difícil de superar las desigualdades que, mientras existan, socavan el avance hacia un nuevo tipo de sociedad. Constantemente jalan hacia la vieja sociedad y a reestablecer las viejas relaciones de desigualdad, opresión y explotación, y esa es una contradicción muy aguda que hay que manejar bajo la dictadura del proletariado.

Además de extender igualdad y derechos formales a las masas de una forma que jamás se da bajo ninguna forma de gobierno explotador, hay que crear una situación en que las masas en realidad tengan el derecho de hacerse cargo de los asuntos del estado y del rumbo de la sociedad, además de organizarse para hacer todo tipo de actividad política, incluso actividad política independiente del estado y que se oponga a él en algunos aspectos. (Volveré a esto más adelante).

En lo fundamental, a la vez que la dictadura del proletariado se fortalece y lucha por alcanzar sus objetivos, debe guiarse por la meta final de abolirse. Esta es otra contradicción muy aguda. Cuando decimos que bajo la dictadura del proletariado nosotros tenemos que hacer esto y lo otro, ¿a qué nos referimos? ¿Quiénes somos nosotros ? Es una contradicción muy aguda. ¿Acaso "nosotros" es simplemente la dirección política del proletariado en su forma orgánica más concentrada: la vanguardia? ¿O es que "nosotros" tiene que ir cambiando a lo largo del proceso, incorporando más y más a las masas? ¿No es cierto que el papel del partido y su relación con las masas tiene que ir cambiando mientras vayamos avanzando juntos en unidad con la lucha revolucionaria del mundo entero hacia la abolición de clases y desigualdades y divisiones sociales opresoras?

Estos grandes interrogantes plantean contradicciones muy agudas en diversas etapas y se manifiestan profundamente a lo largo del proceso. A lo largo del camino, buscamos transformar al grupo que dirige y transforma la sociedad y toma las decisiones sobre todo eso. Pero el mundo tiende a fortalecer constantemente la división entre el grupo que toma decisiones y las amplias masas que, en última instancia y fundamentalmente, tienen que integrarse a ese grupo.

Bajo la dictadura del proletariado, la democracia es distinta que bajo la dictadura burguesa y está al servicio de otras metas e intereses fundamentales; de igual modo la dictadura en sí es radicalmente distinta en los dos casos y está al servicio de metas e intereses fundamentales totalmente distintos. Pero mientras exista la democracia en una parte de la sociedad, necesariamente tiene que ser parte de la dictadura ejercida por esa parte, aun si "esa parte" representa y va incorporando más y más a la vasta mayoría. Siempre representa una división en la cual algunos son excluidos del gobierno y de la democracia o no tienen los mismos derechos que los demás. Eso se aplica a los explotadores derrotados y contrarrevolucionarios que buscan organizarse, conectarse, formar asociaciones, etc., y no solamente criticar o plantear discrepancias con el rumbo de la sociedad, sino de plano tumbar el gobierno del proletariado.

Para decirlo de manera concisa y concentrada: dondequiera que haya democracia, también habrá dictadura. Pero hay que preguntar: ¿ qué tipo de democracia, qué tipo de dictadura? Para estimular reflexión y plantear una consigna que se opone a toda la adoración y adulación de la democracia en el mundo hoy día, podríamos decir: "Democracia: ¡no es más que una forma de dictadura!". Obviamente, es mucho más complejo. Pero la consigna me parece muy bien porque hace pensar. [risas] Por lo general me gusta estimular reflexión, pero también es necesario elaborar más y entrar de lleno en el tema.

Acabar con la desigualdad y rebasar "el derecho burgués"

Claro, todo esto contradice la maquinaria y proceso de adoctrinamiento de la ideología burguesa en una sociedad como esta. Aquí la tendencia espontánea hacia la democracia burguesa es muy fuerte, sobre todo porque este país domina gran parte del mundo y es como un parásito que chupa la vida de las vastas mayorías y, como consecuencia, debido a esa relación, amplias capas medias tienen una posición de privilegio en comparación con las masas de explotados aquí y, sobre todo, del mundo.

Pero todo esto influye mucho también en el propio proletariado. De una forma u otra, las nociones de democracia se imponen constantemente; por ejemplo, la idea de que el objetivo más elevado al cual debemos apuntar es simplemente la igualdad. Peter Tosh escribió la canción "Equal Rights", que plantea igualdad de derechos. Tiene razón, hasta cierto punto. Pero, como hemos visto, la igualdad formal oculta y encierra desigualdad. ¿Es necesario abolir la desigualdad institucionalizada? ¡Claro que sí! Como parte de nuestra lucha debemos abolir las formas directas y abiertas de desigualdad. Pero eso no es lo máximo ni el objetivo final, ni define fundamentalmente nuestra lucha.

Supongamos que dos personas trabajan juntas. Mientras vivamos en un sistema en que se recibe un salario, hay igualdad formal. O sea, los que hacen el mismo trabajo reciben el mismo salario. Pero eso también encierra desigualdad. En realidad, no todo mundo hace trabajo de la misma calidad. De ahí nace la desigualdad, porque formalmente los dos son iguales y reciben el mismo salario, pero uno produce mejor calidad que otro. Aunque en apariencia los dos hagan el mismo trabajo, en realidad, uno hace más porque trabaja mejor. Además, si uno tiene tres hijos, el salario no le alcanza, y si el otro es soltero, le alcanza para mucho más. Mientras los artículos se produzcan y distribuyan como mercancías que se compran y venden por intermedio del dinero, el soltero puede comprar más cosas y tiene una posición mejor, o sea, hay desigualdad porque puede comprar más que el que tiene que dar de comer a los hijos.

Queremos acabar con la desigualdad social, pero no es el objetivo final. Tenemos que ir más profundo, llegar más lejos y superar el sistema de producción y distribución de mercancías. Tenemos que llegar a una situación en que podamos poner en práctica la consigna del comunismo: "De cada cual, según su capacidad, a cada cual, según sus necesidades". Además de abolir la desigualdad formal, tenemos que rebasar la situación de medir todo de acuerdo a la igualdad formal.

Marx planteó como objetivo de la revolución comunista rebasar, ideológicamente y en la práctica, "el estrecho horizonte del derecho burgués". ¿Qué quiere decir? El "derecho burgués" se refiere a cosas como el derecho al mismo salario por el mismo trabajo. Uno hace cierta cantidad de trabajo y tiene derecho a cierto salario, y cualquiera que lo haga debe recibirlo. El derecho burgués también abarca la igualdad formal ante la ley.

Rebasar las mercancías

Para barrer todas las relaciones de explotación, es necesario rebasar la situación en que los derechos se miden de tal forma, rebasar el horizonte en que nos preocupemos solamente por la igualdad formal. En cuanto a la base material y económica de todo esto, tenemos que rebasar una sociedad en que prevalezca la producción y distribución de mercancías, la compraventa o intercambio de mercancías. Para rebasar los cálculos de que "hice tal cantidad de trabajo y me toca tal ingreso" y todo lo que eso implica, es necesario quitar las trabas de la economía y la sociedad que impone la producción y distribución de mercancías. Porque mientras la economía y la sociedad se organicen de esa forma, no podremos superar las desigualdades que oculta (y encierra) la igualdad formal. En la sociedad capitalista no se puede dar a cada cual según sus necesidades sino solo de acuerdo a lo que gane, por decirlo así.

Es más, mientras esté al mando el principio de la producción y distribución de mercancías, no es posible orientar el desarrollo de la economía hacía las necesidades de la sociedad y el pueblo. Toma tiempo superar esta situación y, aun en las primeras etapas de la sociedad socialista y por un tiempo considerable (y de hecho en los países socialistas que han existido hasta la fecha), ha prevalecido en alto grado la producción de mercancías. Pero se ha luchado constantemente por limitarla más y más.

Por ejemplo, si los servicios de salud se dan gratis, ya no caen dentro de la esfera de la producción e intercambio de mercancías. A medida que es posible ofrecer esos servicios sin costo, la gente no tiene que pagarlos con dinero (del salario). Si se instituye distribución de comida o cafeterías donde se come sin costo, o cosas por el estilo, seso también se seca de la esfera de las mercancías porque no se vende la comida; se le da a cada cual según sus necesidades. A medida que se logre eso, se van sacando esos servicios de la esfera de la producción y distribución de mercancías. Pero además de los artículos de consumo, con el tiempo hay que ir sacando de esa esfera los medios de producción (las cosas que se emplean para producir otras cosas): la maquinaria, la tierra, las fábricas, las computadoras. Hay que llegar a producir e intercambiar todo eso, no por medio del dinero, sino según lo que la sociedad y el trabajo conjunto de la sociedad pueda producir, y lo que decida el pueblo a través de varios mecanismos sobre qué producir y en qué cantidad para lograr qué fines.

Eso lo decide ahora un pequeño grupo que es una expresión del proceso de acumulación de capital. Esa gente tiene cerebro y la capacidad de razonar, pero no puede zafarse completamente ni en lo fundamental de la dinámica de la acumulación capitalista ni tomar decisiones que se opongan fundamentalmente a esa dinámica o irá a la quiebra.

La anarquía de la producción de mercancías

Esto es muy importante y es polémico incluso entre comunistas. Es decir, captar correcta y plenamente que aunque la dinámica de la economía capitalista se basa en la explotación por la burguesía del proletariado (de los que carecen de propiedad y trabajan a cambio de un salario), en lo fundamental la mueve la anarquía de producción propia de la producción de mercancías. Por mucho que el capitalista batalle con cifras y pronósticos, no puede determinar cuánto del producto va a vender en el mercado. Puede hacer cálculos y aproximar lo mejor que pueda, pero al invertir capital en la producción de mercancías y ponerlas en venta, o sea, al entrar en el proceso de producción e intercambio del capitalismo, se sujeta a todo un proceso de competencia en que cada capitalista va intensificando la explotación de los proletarios que trabajan para él a fin de sacar más ganancias a la hora de vender el producto.

Pero fíjense, la riqueza no se produce a la hora de la venta, solo se obtiene en ese momento. Se produce a través de la explotación del pueblo. Cuanto más fuerte sea la explotación, cuanto más trabajo los proletarios hagan a cambio del salario, tanto más potencial hay de acumulación de riqueza por el capitalista. Pero eso es, subrayo, potencial, porque por grande que sea el capitalista, aunque sea Ted Turner u otro pez gordo, se lo puede tragar un tiburón más grande. Al igual que Ted Turner o cualquiera, por grande que sea, para poder expandir, le toca pedir prestado (conseguir crédito) o fusionarse con otro capital. Pero cuando el capitalista más pequeño o más grande invierte en la producción, el capital se transforma y no queda directamente bajo su control. Mucho de esto pasa en otro plano, con instrumentos parasíticos, y no se maneja propiamente por medio de dinero sino con crédito, cuentas bancarias y cosas por el estilo. Pero en todo caso, inevitablemente llega la hora de las cuentas [risas], y si no sale como el capitalista esperaba, se va a pique, por grande que sea, o se lo traga otro.

En este sistema de producción e intercambio de mercancías, el capitalista invierte su dinero y, en ese sentido, se separa de él. Lo suelta y pasa por todo un proceso de explotación a través del cual se produce riqueza que al final tiene que obtenerse a la hora de vender el producto. Pero si en algún momento del proceso algo le va mal u otro capitalista encuentra una forma más "eficiente" de hacerlo, quizá no recupera lo que invirtió.

Ahí está la anarquía. El capitalista no tiene de otra: tiene que competir con los demás y también tiene que encontrar la manera de aumentar la explotación de sus empleados.

Si los escuchamos, los capitalistas lo dirán. Veamos el ejemplo del salario mínimo. Muchos representantes políticos del sistema (especialmente los republicanos, pero no solo ellos) dicen: "Si aumentamos el salario mínimo, el resultado será mayor desempleo", y hasta cierto punto tienen razón. Así es en el sistema capitalista y no simplemente porque son desalmados. Trasladarán la producción a otro país donde pagan mucho menos, como Vietnam (¡qué ironía!) o Indonesia. El capitalista que se quede aquí pagando salarios más altos se chinga. Puede que sean muy desalmados, pero eso no es lo que mueve el sistema. Lo mueve el hecho de que el dinero ha llegado a ser mercancía. El propio dinero es una mercancía que se invierte en medios de producción. Hay que gastar en materia prima. Hay que gastar en la planta, aunque se pague con hipoteca. Hay que gastar en medios de transporte y comunicación; la internet tampoco es gratis. Hay que pagar todo eso y si el capitalista no puede pagarlo, no recupera lo que invirtió, como dicen, y quiebra.

Incluso los capitalistas, en lo fundamental, no pueden zafarse de esa dinámica. En parte por eso necesitan representantes políticos. Tienen representantes que procuran estar por encima de los intereses individuales y tomar en cuenta los intereses de la clase capitalista de conjunto. En los 1930, por ejemplo, cuando el presidente Franklin Roosevelt tomó las riendas, la economía estaba por los suelos. La tasa de desempleo era del 25% o más. El sistema estaba paralizado y empezaba a dar marcha atrás, y las leyes del mercado libre no se servían. ¿Qué hicieron? El gobierno intervino. Inició una serie de programas. Gastó dinero y asignó capital a través de impuestos y otros medios para dar empleo. Impuso restricciones a los capitalistas individuales para beneficiar a la clase capitalista y para que el sistema no se hundiera.

Pero nada de eso los sacó del problema; al final, la II Guerra Mundial los sacó. En ese caso podríamos decir que Roosevelt se pareció a un senador patricio de la antigua Roma: trascendió los intereses estrechos de los capitalistas que competían entre sí e instituyó programas a fin de salvar el sistema. Claro, recibió una gran ayuda del Partido Comunista, que no fue consecuente: no tenía un programa revolucionario ni aprovechó la crisis para hacer la revolución ni avanzar hacia ella.

Desde la perspectiva de la clase dominante, lo que hizo Roosevelt fue muy importante; intervino e hizo ciertos cambios que los capitalistas por su propia cuenta no habrían hecho. Aunque lo respaldaron algunos sectores que reconocieron la necesidad, muchos no lo captaron plenamente. Pero así y todo, no es posible para los politiqueros ni para los propios capitalistas trascender o estar por encima o completamente independientes del proceso de acumulación capitalista.

Mientras exista ese proceso, o mientras queden vestigios importantes incluso en el socialismo, no es posible rebasar completamente el horizonte del derecho burgués. No es posible rebasar completamente las relaciones e ideas correspondientes de este sistema.

Por eso, las falsas ilusiones de la democracia surgen constantemente, una y otra vez, especialmente mientras impere este sistema. O sea, la falsa ilusión de que si todo mundo gozara de la democracia, podríamos acabar con los males de la sociedad surge y se impone constantemente porque la refuerza la propia dinámica del sistema, la propaganda y también la forma en que la gente tiene que vivir.

Las masas compiten por empleo, vivienda y todo tipo de cosas. Les toca encajarse en el sistema para subsistir, ni hablar de "salir adelante". Las necesidades materiales, además de la ofensiva ideológica, el sistema de educación y demás, las jalan y las limitan a los confines del estrecho horizonte del derecho burgués. Las condicionan a pensar de una forma que en última instancia corresponde al intercambio de mercancías, incluso si ese intercambio es intercambio de ideas. Hay una corriente muy fuerte en el mundo intelectual: "el mercado libre de ideas", que se oye a cada rato y que en sí expresa el sistema capitalista de producción e intercambio en que se produce y distribuye todo como mercancía.

El mito del "mercado libre de ideas"

No es que no queramos el libre intercambio de ideas, pero al igual que el mercado libre, el mercado libre de ideas es una falsa ilusión. El mercado libre, hablando propiamente de la dinámica de la economía, no es libre. En realidad es un sistema basado en la explotación del trabajo asalariado. En ese sentido, no hay libertad, pues no hay igualdad entre los explotadores y los explotados, entre los dueños, los que controlan los grandes medios de producción, y los pequeños dueños o los que prácticamente no controlan ninguno. El mercado libre no beneficia a todos. Igual en la esfera de ideas que en la esfera concreta de la economía, unos dominan a otros. En esta sociedad no todo mundo tiene una posición igual ni todas las ideas se divulgan igualmente.

Francamente, en ninguna sociedad, ni siquiera la comunista, es posible divulgar igualmente todas las ideas. No corresponde a la realidad. Fíjense, ¡los bosques no dan para tanto!, y aun si encontramos otras maneras de producir libros o divulgar información, habrá que dedicar recursos a eso. ¡Las computadoras no se hacen de aire! Siempre habrá límites a la difusión de información, independientemente de la etapa de la historia o del tipo de mundo en que vivamos. No es posible divulgar, en igualdad de condiciones, cualquier idea que se nos ocurra. Siempre será necesario elegir las que tengan más prioridad en un momento dado, incluso en la sociedad comunista. Las personas de entonces tomarán esas decisiones por medio de una serie de mecanismos que ellas mismas elaborarán, e incluso en esa sociedad habrá mucha lucha. Los asuntos se resolverán a través de lucha y no por medio de un proceso mágico en una sociedad mítica sin contradicción o lucha.

En el comunismo también habrá tremenda contradicción y lucha sobre todo tipo de cosas. A lo mejor habrá grupos y hasta facciones. Por ejemplo, los que proponen construir parques lucharán contra los que quieren más hospitales. ¿Cómo se resuelve esa contradicción? Por medio de lucha, solo que ocurre en un contexto completamente distinto porque una parte no domina, y esencialmente excluye, al resto de la sociedad.

Siempre habrá lucha sobre asuntos de ese tipo. ¿A poco no? Siempre habrá que lidiar con la necesidad y con las condiciones materiales concretas, con la naturaleza y cómo relacionarse con ella, y siempre habrá diversas ideas de cómo hacerlo. Mientras exista la sociedad dividida en clases, una clase u otra domina el proceso de tomar decisiones. Es así incluso en la sociedad en que domina el proletariado, aunque hace las cosas de una manera radicalmente distinta que las clases explotadoras que han dominado la sociedad hasta entonces.

"El mercado libre de ideas" jamás será libre o igual. ¡Imposible! Aun suponiendo que se diera dinero para divulgar todas las ideas, algunas concuerdan con los prejuicios comunes y otras tienen que luchar contra todo eso. Lenin dijo que se necesitan diez páginas de verdad para contestar una mentira. ¿Por qué? Porque el punto de partida no es igual. Por ejemplo, cuando se dice algo sobre el comunismo que concuerda con todas las tergiversaciones tan comunes hoy, hay que partir desde el principio y explicar muchas cosas para contestarlo.

Aun suponiendo que se diera dinero para divulgar todas las ideas, no son iguales. No existen en un vacío. En ese sentido también "el mercado libre de ideas" es un mito.

Claro, en realidad no es el caso que se dé el mismo dinero y apoyo a todas las ideas. Algunas reciben mucho más. No es difícil encontrar una editorial a la que le interese publicar un libro contra el comunismo. Pero si uno lo defiende... ¡órale, a ver si encuentra editorial! Esa es la realidad.

"El mercado libre de ideas" es un mito, al igual que la economía del mercado libre en la forma en que la presentan. La economía del mercado libre no lleva a la igualdad ni al mayor beneficio de la mayoría. Lleva a una polarización de la sociedad en que algunos controlan y monopolizan la riqueza y el poder, y explotan y dominan a la mayoría que carece de riqueza y poder. A eso lleva. ¡Miren no más el mundo donde vivimos en que domina económica y políticamente el "mercado libre" del sistema capitalista!

¿Adónde lleva? Precisamente a lo que dijo Marx. Si vemos la situación del mundo entero, es muy claro: en un polo, la acumulación de riqueza por unos cuantos; en el otro, la acumulación de terrible trabajo, explotación y sufrimiento de las vastas mayorías. Así es el mundo. ¿No estás de acuerdo? Investígalo y verás. La mitad de la población del mundo vive con $2 al día. En realidad no es necesario saber mucho más que eso. Claro, hay mucho más que debemos aprender, explorar y debatir, pero ese hecho dice algo fundamental sobre el mundo. Nos dice adónde lleva el "sistema del mercado libre" y adónde llevará siempre.

Sin embargo, las falsas ilusiones que corresponden de una forma u otra a los límites del horizonte del sistema burgués y el derecho burgués se impondrán reiteradamente, mientras exista la base en la economía y las relaciones sociales y forma de dominio político correspondientes y, como consecuencia, en la ideología y cultura que domina en esa sociedad.

Rebasar los confines de la democracia

Estas ideas atraen como un imán: "Si pudiéramos poner límites a las corporaciones, no tendríamos estos problemas"; "Las corporaciones tienen demasiado poder". Ralph Nader, por ejemplo, dice que el problema no es la naturaleza del sistema capitalista; es que las corporaciones tienen mucho poder. Washington es "territorio ocupado por las corporaciones", dice Nader. En parte tiene razón pero, ¿por qué es así? ¿Cuál es la causa fundamental? ¿De qué es parte?

Yo le diría a él y a gente como él: dime, ¿en qué momento de la historia de este país no fue dominado políticamente y en todo aspecto por una pequeña minoría de dueños de tierra y otros ricos dueños de los medios de producción? Dime, dame un solo ejemplo. ¿Cuándo? ¿Cuando fundaron el país? ¡No lo creo! ¿A fines del siglo 19, principios del siglo 20 cuando formaron los grandes carteles? ¡Tampoco! No hay ni un solo ejemplo porque siempre ha sido así.

No es un fenómeno nuevo. Es propio del sistema y de hecho ha llegado al punto que un número cada vez más pequeño de capitalistas controla más y más riqueza. Actualmente, no hay dueños de esclavos. La mayoría de la tierra es capital y es de un capitalista; ya no se divide en plantaciones de esclavistas ni prevalecen sistemas feudales como la aparcería. Pero la sigue monopolizando un puñado y ese monopolio es más fuerte que nunca.

Pero, como vemos, todas esas falsas ilusiones surgen constantemente. Si pudiéramos limitar el poder de las corporaciones o si pudiéramos tener democracia auténtica en que, por ejemplo, las campañas electorales no reciban dinero de las corporaciones sino del sector público. Bueno, espérense, ¿quiénes controlan el dinero del sector público? [risas] Da lo mismo, ¿no? Además, aun si el sector público da el dinero, eso no borra la realidad que he venido señalando. Se daría la misma polarización de la sociedad; de lo contrario, dejaría de funcionar... o habría que tumbarla. Digo, en tal caso, habría que elegir entre luchar por conservar esta sociedad o luchar por una completamente distinta. Toda esa realidad se va a imponer, independientemente de los cambios de ese tipo que se hagan.

Viene muy al caso una cita de Marx que incluí en la polémica contra K. Venu, un comunista de India que abandonó el maoísmo y adoptó la democracia burguesa. Terminó postulándose como candidato de un partido burgués. Pero al principio disfrazó su amor por la democracia burguesa con frases comunistas. Planteó la necesidad de adoptar elementos de democracia burguesa bajo la dictadura del proletariado porque, según él, la experiencia de la dictadura del proletariado ha sido un desastre tras otro en que el partido ha oprimido al pueblo. No es un argumento nuevo. Es un argumento viejo, pero le dio nuevos matices.

En la polémica cité El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte , una obra en que Marx examinó lo que ocurría en Francia en la segunda parte del siglo 19. Hizo un comentario muy penetrante: no debemos pensar que los intelectuales democráticos (de quienes hay muchos en esta sociedad, como Amy Goodman y otra gente muy progresista, pero no rebasan los estrechos confines del derecho burgués), no debemos suponer, advirtió, que en la vida diaria esas personas, la intelectualidad democrática, son semejantes a los pequeños comerciantes. Sin embargo, en lo esencial no rebasan en su modo de pensar los confines que limitan a estos en la vida cotidiana.

Está señalando algo muy complejo y profundo. Está diciendo que los pequeños comerciantes como capa social están completamente inmersos en la producción e intercambio de mercancías; no acumulan grandes cantidades de capital, pero tampoco son explotados por otros para generar capital o riqueza. Están en medio, aplastados, buscando constantemente mejorar su posición dentro de los confines del sistema de producción de mercancías, con muy poco éxito. En la vida práctica se centran totalmente en la producción de mercancías con todas sus vicisitudes, altos y bajos, batallando para mejorar su posición, y sus horizontes son muy estrechos, muy limitados por la dinámica de la producción e intercambio de mercancías. Lo que quiere decir Marx es que, en última instancia, los intelectuales democráticos, que buscan perfeccionar la democracia, se parecen mucho a los pequeños comerciantes, aunque sus mundos son muy diferentes. O sea, si le dijéramos a gente como Amy Goodman: "Fíjese, usted es igualita a un pequeño comerciante", replicaría airada (y con razón): "¡No tengo nada de parecido con un comerciante mezquino!".

Tendría razón en cierto sentido. Pero Marx está señalando que, en última instancia, hasta no rebasar los confines de ver la democracia divorciada y por encima de las clases (es decir, reconocer que la propia dinámica de este sistema que tiene una forma democrática necesariamente encierra profundas desigualdades y, en lo fundamental, relaciones de explotación), hasta no rebasar esos confines, uno no rebasará en su manera de conceptualizar una nueva sociedad el mismo mundo que limita al pequeño comerciante en la vida diaria. Objetivamente, sus ideas se limitan por la realidad material de la producción e intercambio de los productos de primera necesidad y todo lo demás en la forma de mercancías. Concibe la igualdad como la eliminación de la distinción política formal entre ricos y pobres, lo cual deja intactas las relaciones y la dinámica de la economía, que causa necesariamente una marcada polarización entre ricos y pobres, los de arriba y los de abajo.

Hasta no rebasar las nociones de mejorar o perfeccionar la democracia dentro de los confines del sistema actual, el modo de pensar necesariamente se limita por los confines de la producción e intercambio de mercancías. No podrá rebasarlos ni romper con esa manera de ver el mundo.

Eso es lo que señala Marx, algo muy profundo, y con el tiempo he visto que se capta más y más a fondo cuanto más se pone uno a examinar las experiencias con eso en mente.

Pero esas falsas ilusiones y esos confines atraen a la gente como un imán y no solo en una sociedad como esta. En la lucha internacional y para gente de muchos países que luchan por zafarse de sistemas de opresión, la seducción de la democracia burguesa, de la meta idealizada e inalcanzable de una sociedad todavía capitalista (en última instancia) en que se eliminen las desigualdades, jala y atrae, una y otra vez.

Veamos el caso de Irán. Acabo de leer el libro Reading Lolita in Tehran (Leyendo Lolita en Teherán) escrito por una profesora. Para mí la novela Lolita (de Nabokov) no es buena. No sé si ustedes la hayan leído, pero no me parece buena. La profesora la presenta mejor de lo que es. Pero en todo caso, se destaca el hecho de que en Irán hoy, bajo el gobierno de los que nuestros camaradas del Partido Comunista de Irán (Marxista-Lennista- Maoísta) llaman los mullahs asquerosos, leerla se considera un acto subversivo. Repito, bajo el gobierno de los mullahs asquerosos, los fundamentalistas religiosos, ¡es subversivo leer un libro como Lolita ! Como se ve en el libro Reading Lolita in Teherán , hay una tendencia muy fuerte "contra el totalitarismo" de parte de gente que ha vivido bajo el dominio teocrático (religioso) de esas autoridades fundamentalistas religiosas y ha sufrido una represión bárbara por desviarse en lo más mínimo de las normas y confines de esa sociedad. Se palpa un sentimiento de: "¡No nos impongan sus ideas!". No quieren ninguna ideología oficial, ni el fundamentalismo religioso ni el marxismo-leninismo- maoísmo. No quieren que nadie diga que sabe la verdad, y con esa perspectiva generalmente no distinguen entre ideologías. A la sociedad de los "mullahs asquerosos" y una sociedad socialista revolucionaria y vibrante las separa un abismo; son dos mundos. Pero hay que decir dos cosas: primero, la gente no capta esto espontáneamente; y segundo, tenemos que luchar para que esta realidad se plasme mucho más plenamente que en el pasado. Volveré a eso más adelante.

Es muy importante bregar por una comprensión científica de estas cuestiones basada en el materialismo y la dialéctica, por captar el papel decisivo de la base económica actual (la dinámica del proceso de producción y distribución, y de la acumulación y distribución de riqueza, y las relaciones en que entra la gente en ese proceso) y por captar las relaciones sociales y políticas y del poder político que se erigen sobre esa base, además de la ideología y cultura, captar eso de una manera dialéctica y no mecanicista.

Por ejemplo, no se puede decir que el cine no es más que un comercial cursi para el capitalismo. Se manifiestan elementos de oposición, de resistencia y críticas del orden establecido. Pero así y todo, la abrumadora mayoría de las expresiones culturales (tanto las que se producen como las que se divulgan) fortalecen y benefician al sistema.

Veamos el caso de la música rap, que todos conocemos. Cuando surgió, tenía muchas cosas tontas con grupos como Sugar Hill Gang, aunque antes tenía cosas mejores. Pero desde el principio fue una mezcla. Hablaba de la situación de las masas y la resistencia popular, pero con un chingo de machismo y otras babosadas. Después surgieron artistas como Melle Mel. No sé si conozcan su canción "World War 3" (III Guerra Mundial). Es muy interesante. La sacó a mediados o finales de los años 80, si mal no recuerdo. Tiene una frase muy buena, muy oportuna hoy, acerca de los que pelean en las guerras del sistema. ¿Para qué pelearon? Por una medalla cagada y un pinche desfile. La verdad, sigue siendo muy oportuna. Surgieron Public Enemy y otros grupos; claro, tenían sus deficiencias, pero proyectaban rebelión. ¿Pero qué se divulgó? ¿A poco divulgaron igualmente todo? ¡Para nada! El grupo NWA sacó la canción "Fuck tha Police" (Chinga la policía), pero no la divulgaron mucho. Las demás canciones del álbum son muy gachas. [risa]

A través de todo el proceso, ¿qué se vende? Todo eso de "bitches and ho's" (putas) y autos de lujo, mucha plata y demás. Todo eso "se vende", y hoy el rap de las grandes disqueras es igual. No porque (divorciado del sistema) otro tipo de rap con otras ideas no tenía acogida. ¡Sí la tenía! Pero no lo respaldaron los meros meros ni las grandes disqueras. Por razones ideológicas, y no solamente económicas, dieron dinero y ayuda a otras chingaderas y esas cosas "se vendieron".

Así funcionan las cosas en esta sociedad. El proceso de elegir qué se va a divulgar en la esfera cultural es dinámico; no es algo simple o mecánico. Sin embargo, a través de esa dinámica, llegan a dominar intereses muy definidos a los cuales el proceso beneficia. En esta sociedad, además del dominio político, la cultura refuerza las relaciones de explotación y sociales prevalecientes y desigualdades de todo tipo: entre hombres y mujeres, nacionalidades, etc. Hay que captar eso y llevarlo a otros.

Continuará.

Leí un comentario interesante de un camarada del movimiento internacional que dijo: "Defiendo firmemente la experiencia de la revolución socialista hasta la fecha, pero no quiero vivir en esos países" [risas]. O sea, tenemos mucho trabajo para hacerlo mejor la próxima vez. Es una actitud muy dialéctica y también materialista: debemos defender esas cosas; históricamente son grandes logros, pero también debemos avanzar sobre esa base, llegar más lejos y hacerlo mejor en ciertos aspectos porque si no, las masas no querrán vivir en esas sociedades y, a lo mejor, nosotros tampoco.

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A la vez que la dictadura del proletariado se fortalece y lucha por alcanzar sus objetivos, debe guiarse por la meta final de abolirse.

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En el comunismo también habrá tremenda contradicción y lucha sobre todo tipo de cosas... solo que ocurre en un contexto completamente distinto porque una parte no domina, y esencialmente excluye, al resto de la sociedad.

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Esto es muy importante y es polémico incluso entre comunistas. Es decir, captar correcta y plenamente que aunque la dinámica de la economía capitalista se basa en la explotación por la burguesía del proletariado (de los que carecen de propiedad y trabajan a cambio de un salario), en lo fundamental la mueve la anarquía de producción propia de la producción de mercancías.


NOTAS:

* Vease el OR No. 1253, " Parte 4: Una analogía histórica: ¿Qué habrá sido necesario para hacer cumplir la promesa de 40 acres y una mula?"

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