Issue and Date


Revolución #129, 18 de mayo de 2008

Número actual  |   Números Anteriores  |   Bob Avakian  |   PCR  |   Temas  |   Comunícate

En las calles de Nueva York contra la decisión de que los asesinos de Sean Bell no son culpables

¡TODOS SOMOS SEAN BELL — TODO EL MALDITO SISTEMA ES CULPABLE!

Cientos de miles de personas se han lanzado a las calles de Nueva York, indignados y resueltos a no permitir que se mantenga vigente la decisión de que los policías que mataron a Sean Bell no son culpables. Ya varias veces se ha visto hermosas manifestaciones de cientos de jóvenes de secundaria y universitarios cerca de donde Sean vivió y murió, en el concurrido sector comercial de Jamaica, Queens, donde han parado el tráfico e incorporado a transeúntes a que se unieran a su protesta. Se han careado con policías con uniformes para motín frente a la odiada delegación de policía en la calle 103 y han denunciado el asesinato de Sean y la manera que la policía los hostiga, maltrata, detiene por tonterías, agrede y hasta mata todo el tiempo, sin que nada cambie. Algunos, pero no todos, los activistas y otros de todas las edades y partes de la ciudad, se han unido a los jóvenes que protestan en Queens.

El viernes 2 de mayo, docenas de jóvenes se pasearon por Jamaica, Queens en un camión con plataforma y decorado con anuncios para la marcha de más tarde ese día, distribuyendo volantes, haciendo protestas en diferentes esquinas y frente a prepas, retando a la gente a que se movilice ya para parar esto. Uno de los jóvenes que se subió al camión abandonó su trabajo en ese instante que arrancaba el camión. El camión se detuvo frente a una mezquita y cientos de inmigrantes sudasiáticos, al principio inseguros, poco a poco se acercaron al camión y empezaron a leer el volante y a escuchar lo que los jóvenes estaban diciendo sobre el asesinato de Sean Bell y de la manera que la policías les trata todos los días. Para las 3 de la tarde, docenas de jóvenes, mujeres en su mayoría, marchaban desde una prepa al punto de concentración.

La marcha creció y ya eran cientos después de pasar por un centro comercial concurrido. Muchos se habían enterado el día antes a través de la radio, mensajes por teléfono o volantes. Los manifestantes llamaban a sus parientes y amigos para decirles que se pongan las pilas y se hagan presentes. Muchos se unieron a la marcha. El tráfico se paralizó, los choferes tocaron la bocina y se bajaron para conseguir volantes y ver la marcha. Desde la banqueta se veía puños en alto, se escuchaba las bocinas y coros que hacían un eco que se escuchaba por varias cuadras. La gente coreaba: “Al diablo la NYPD—Justicia para Sean Bell”, “Todos somos Sean Bell—Al diablo el NYPD” y “Cincuenta balazos—Que se chingue la policía”. También contaron hasta 50. Muchos en la marcha y en otras partes de la ciudad han levantado las pancartas del Club Revolución de Harlem que dice: “¡Todos somos Sean Bell—Todo el maldito sistema es culpable!”

El 7 de mayo, cientos de personas de todas las edades y nacionalidades pararon el tráfico en cinco entradas a los puentes y túneles de Manhattan y Brooklyn. Acusaron de desobediencia civil a más de 200 personas. El reverendo Al Sharpton, Nicole Paultre, que se iba a casar con Sean Bell, los amigos de este, que por poco no murieron esa misma noche, Joseph Guzman y Trent Benefield, también fueron arrestados en una protesta cerca a la delegación de la policía y el puente Brooklyn. Hazel Dukes de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP—sus siglas en inglés), el concejal Charles Barron y el reverendo Herbert Daughtry también fueron arrestados.

Por toda la ciudad la gente se organizó en grupos de docenas y se tomaron las calles. De una iglesia, 50 personas bloquearon el tráfico frente al Madison Square Garden y unos días después marcharon por Jamaica, Queens, y 20 artistas marcharon desde el lugar donde se reúnen hacia una la delegación de policía cercana. Varias docenas de personas marcharon en Washington Heights, un barrio dominicano, y están planeando más acciones.

La ira popular es profunda. Mucho, pero muchos no aceptan como normal que los tribunales han autorizado a los policías a que disparen a matar a jóvenes negros y latinos de la ciudad, por ninguna razón o aunque no tengan razón. Como dijo una joven antillana durante la protesta frente a One Police Plaza el miércoles, la policía siempre “le ponía” una pistola a la persona que mataban para decir que se vieron amenazados. Ahora el juez en el caso de Sean Bell ha dicho que solo tienen que decir que “pensaron” que estaban en peligro.

Muchos esperaban una migaja de justicia de parte del juez después de haber escuchado el testimonio sobre la madrugada en la que se iba a casar Sean. Michael Hardy, el abogado de Nicole Paultre, dijo: “Ahora está claro para esta familia lo que vale la vida de una persona inocente de nuestra comunidad”.

Ha quedado claramente evidente una realidad sobre cómo se hace cumplir en Estados Unidos la añeja opresión y explotación. La gente está hablando de cómo acabar con un sistema que mata a nuestra juventud y aplasta la vida de gente por todo el mundo. Como dice un volante del Club Revolución de Harlem: “Eso de que la policía se salga con la suya una y otra vez, cada vez que mata a jóvenes negros y latinos, tiene que parar. Lo que tiene que empezar a florecer es que el sistema es el problema, y que hay que acabarlo con la revolución, desarrollando un movimiento revolucionario y forjando un pueblo revolucionario, gente que sabe que necesitamos una revolución y está resuelta a luchar por ella. Tenemos que seguir luchando para que se haga justicia para Sean Bell, lanzándonos a las calles y quedándonos en las calles. Mucha más gente, de diferentes sectores sociales, de diferentes razas y nacionalidades, tiene que unirse a esta lucha. Tenemos que organizarnos mejor y fortalecernos. El mundo entero está mirando”.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond