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Revolución #134, 29 de junio de 2008

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Entrevista al escritor Douglas A. Blackmon

La esclavitud con otro nombre -
La re-esclavización de los negros norteamericanos, de la guerra de Secesión a la II Guerra Mundial

Parte 2

INTRODUCCIÓN:

El nuevo libro de Douglas A. Blackmon, Slavery by Another Name — The Re-Enslavement of Black Americans from the Civil War to World War II (La esclavitud con otro nombre — La re-esclavización de los negros norteamericanos, de la guerra de Secesión a la II Guerra Mundial (Doubleday, 2008) desentierra los feos capítulos de la historia estadounidense que han estado enterrados por décadas. Con detalles gráficos y verídicos, este poderoso libro ilumina cómo se usó de manera generalizada los trabajos forzados después de la guerra de Secesión, y cómo representó una nueva forma de esclavitud que incorporó muchas de las mismas condiciones infrahumanas de confinamiento brutal tales como grilletes, latigazos, atar de pies y manos, y tortura con agua.

Blackmon, el encargado de la oficina de Atlanta del Wall Street Journal, ha escrito sobre la raza y especialmente la interpenetración de la riqueza, las conductas de las corporaciones y la segregación. En 2000, la Asociación Nacional de Periodistas Negros reconoció las historias de Blackmon que revelan el papel secreto de la J. P. Morgan & Co. durante los años 60, de canalizar fondos entre los acaudalados supremacistas blancos del Norte y los segregacionistas que combatían al movimiento de derechos civiles del Sur.

El 6 de mayo, Michael Slate entrevistó a Blackmon en el programa “Beneath the Surface”, de la emisora KPFK de Los Ángeles, 90.7 (que se transmite todos los martes de 5 a 6 pm hora del Pacífico en kpfk.org). Se publica la trascripción de la entrevista en dos partes en nuestra versión impresa. La primera parte, sobre la Reconstrucción y sus secuelas, salió en Revolución #133 (22 de junio de 2008) y se halla en revcom.us. A continuación presentamos la segunda parte.

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Una nota sobre la entrevista:

A continuación publicamos la entrevista cortesía del programa radial “Beneath the Surface” de Michael Slate, KPFK, Los Ángeles. El autor expresa sus propias opiniones, naturalmente, y no es responsable de las ideas que aparecen en otras partes de este periódico.

 

MICHAEL SLATE: Cuando hablabas de la guerra de Secesión (o guerra civil), mencionaste algo que es realmente importante tener en mente, y eso es el que la guerra de Secesión fue realmente una guerra entre el sistema de esclavitud y el capitalismo. Y que había un componente moral que consistía en que la gente tomaba la posición de que la esclavitud era incorrecta y no debería existir, pero entre muchas otras cosas en la superestructura, ocurrió un replanteamiento de la guerra de Secesión que acompañó el nacimiento y la realización de la neo-esclavitud. Cuando la esclavitud fue derrotada como el sistema económico dominante en el Sur, emergió la necesidad de industrializar el Sur, a fin de implantar el sistema capitalista en plenitud. Igualmente surgió la necesidad de expandir el capitalismo en todo el país, y una buena parte de todo eso estaba ligada a la existencia de esta neo-esclavitud en el Sur. Lo pensé cuando mencionaste el caso de U.S. Steel.

DOUGLAS A. BLACKMON: Eso es verdad en diferentes frentes. Una de las cosas interesantes para mí, cuando trataba de examinar esos fenómenos en el curso de los siete anos de investigación de este tema, mientras hacía otras cosas al mismo tiempo, es que dediqué bastante tiempo a entender ¿por qué ocurrió eso como una secuela de la esclavitud, de la guerra de Secesión, y sobre todo después de un período de tiempo en el que hubo una buena cantidad de exitosas interacciones políticas entre blancos y negros en el Sur, como de hecho ocurrió en varios lugares después de la guerra de Secesión, y por qué, a pesar de todo esto, a pesar de la rectitud moral relativamente evidente que representaba el haber acabado con la esclavitud, por qué, me preguntaba, había todavía tanta animosidad y veneno entre los sureños blancos, y tal insistencia de retornar a alguna forma de esclavitud forzada?

Una de la cosas que apareció con claridad en mi mente, cuando estudiaba lo que había ocurrido en las haciendas de algodón y otros lugares en el Sur, fue en primer lugar, que la economía del Sur, y en cierta medida la economía nacional, estaban adictas a la esclavitud forzada. Los sureños blancos no tenían la menor idea de cómo cultivar algodón sin la mano de obra de ejércitos de trabajadores negros forzados con que llevar a cabo ese trabajo, tanto en términos de la necesidad de trabajadores manuales como del conocimiento intelectual que se necesitaba para utilizar a esos trabajadores en el ambiente de las haciendas de algodón y aun en la industria. Esta adicción al trabajo forzado era tan grande que había toda una enorme presión de retornar a él.

Pero en retrospectiva quizás no era tan sorprendente que los blancos sureños se comportaran en la manera en que lo hicieron en términos de su capacidad de desplegar tal grado de violencia y depravación, contra los afroamericanos; quizás eso no era sorprendente en realidad. Pero lo que me choca, cuando empecé a entender esto mejor, fue el grado con el cual los blancos fuera del Sur, es decir los blancos por todo el país, empezaron a revalorar la guerra de Secesión, la mitología de que esta era una guerra de liberación y emancipación, y empezaron a reflexionar que la integración de los esclavos y sus hijos y nietos en la sociedad norteamericana tradicional era simplemente demasiado difícil y no valía la pena hacer tal esfuerzo. Inclusive Ulises Grant, el gran general de la Unión, durante su presidencia en los años 1880, confió a uno de los miembros de su gabinete, que se había dado cuenta que la enmienda 15, que había concedido ciudadanía plena a los esclavos libertos había sido un error. Hacia los finales del siglo 19, el presidente McKinley fue asesinado; este fue el último oficial de la Unión que ocupara la presidencia. La generación que había formado el ejército de la Unión y ese ejército de liberación había llegado a ser una generación geriátrica que iba dejando el escenario nacional. Cuando Teddy Roosevelt llegó a la presidencia después del asesinato de McKinley en 1901, entra la Casa Blanca como un idealista muy comprometido con los derechos de los negros, pero al final de su presidencia, él, junto con una amplia mayoría de norteamericanos blancos en cada región del país, se había volteado completamente contra la idea de que a los negros sureños se les debería garantizar participación plena en la vida norteamericana y la ciudadanía norteamericana.

Para mí esa fue uno de los aspectos más llamativos en mi entendimiento de la secuencia de los sucesos descritos. Existió una traición de gran envergadura contra los negros de parte de sus previos aliados fuera del Sur.

SLATE: La otra parte de esa pregunta trata la expansión, la acumulación del capital y la rentabilidad aportada por la neo-esclavitud en el crecimiento del sistema

BLACKMON: Particularmente al final del siglo 19, cuando ocurrió este auge en el Sur, como en Alabama, el norte de Georgia y las áreas costeñas del Sur, donde existen esos inmensos bosques de pino, madera virgen mayormente, millones de acres de bosques de pino donde había una inmensa industria de extracción de resinas de los árboles y con la que se fabricaba trementina. En cierta forma ese fue un artículo de consumo tan importante en la economía de los Estados Unidos en la década de 1900 como lo es la gasolina en nuestros días. Esto es una pequeña exageración, pero no tanto. Fue un negocio increíblemente lucrativo que involucró miles y miles y miles de personas y millones de dólares. Y todas esas empresas e industrias, particularmente en el Sur eran abrumadoramente dependientes, como lo eran la industria de construcción del ferrocarril, otra de las principales, de la mano de obra forzada y del sistema de trabajos forzados, a fin de deprimir los salarios de los trabajadores libres. Esos son fenómenos increíblemente importantes en la revitalización económica y de la industrialización del Sur. Muchas de las fortunas amasadas en esa época, particularmente en ciudades como Atlanta, donde yo vivo, algunas de las familias más prominentes y las corporaciones más importantes que hoy en día se cotizan en la bolsa de valores, tienen sus raíces ya sea explícitamente en esta clase de trabajos forzados o en las ganancias que generó esa forma de explotación de la mano de obra que se dedicaron a crear la compañía Coca-Cola y muchas otras.

SLATE: Te referías a la participación de las cortes en el proceso de esclavización. Pero existían las enmiendas 13, 14, 15. Es dable suponer que existían los instrumentos legales federales para remediar esto. ¿Qué ocurrió en los hechos en las cortes que permitió que este tipo de cosas ocurriera de todas maneras?

BLACKMON: La verdadera historia fue que mientras que la esclavitud era inconstitucional, en base a la 13 enmienda, y claramente fue explícito el caso de que ningún estado podía aprobar leyes para implantar de nuevo un sistema formal de esclavitud, ninguna persona podía poseer una escritura que estipulara que era poseedora de un esclavo ni podía poner esa escritura en el registro civil en la corte. Obviamente eso no podía suceder. Eso era inconstitucional. Pero el congreso nunca dio el siguiente paso, el único paso lógico, el de promulgar un estatuto criminal por el cual se declarara explícitamente como criminal el esclavizar a otras personas. Han existido leyes que se hubieran podido utilizar para procesar a alguien por poseer un esclavo, como la ley de secuestros y leyes similares, pero en esos días todas estas eran ofensas estatales que solamente las podían procesar autoridades estatales como un alguacil del condado o el procurador general de un estado del Sur.

Pero la realidad fue que en el Sur, ningún estado jamás acusaría ni procesaría a ningún hombre blanco, y ningún jurado de gente blanca, bajo casi ninguna circunstancia, condenaría a un blanco de eso. De manera que había un limbo legal en el cual, siendo la esclavitud inconstitucional, no había un estatuto federal que declara la esclavitud como un crimen. Con el paso del tiempo, miles y miles de quejas inundaron la Casa Blanca, y el Departamento de Justicia en Washington, con ejemplos a lo largo de todo el Sur; hay documentación contenida en 30.000 cuartillas en el Archivo Nacional. Con las miles de quejas acumuladas a lo largo de los años, la política del gobierno federal era la de que no existía un estatuto que estipulara que un fiscal del gobierno pudiera acusar y procesar a ninguna persona por posesión de esclavos, excepto en rarísimas circunstancias. De manera que la política del gobierno federal fue la de no ocuparse de investigaciones o procesos contra individuos que aún poseían esclavos en el Sur.

Esa fue la política del gobierno federal hasta el 11 de diciembre de 1941.

SLATE: Terminemos con esa aseveración porque es abrumador, descarado y patente el cinismo el que por fin puso fin a esta legitimación semi-oficial de la esclavitud.

BLACKMON: Es cínica sin duda. Lo que finalmente le puso fin fue que el 7 de diciembre de 1941 los japoneses atacaron al Pearl Harbor. Mientras el futuro presidente Roosevelt está comprometiendo al gobierno para una movilización bélica masiva, convoca a su gabinete y le pide un reporte de los asuntos críticos que enfrenta esta movilización masiva. Un tópico que emerge es la propaganda, y ¿cuáles son los puntos vulnerables de los Estados Unidos en materia de propaganda? Alguien en el salón (de quién no hay registro) expresa que los Estados Unidos va a tener dificultades en el manejo del tratamiento de los afroamericanos del Sur, y que presumiblemente Japón argumentara en su propaganda (tal como ocurrió luego luego), que Estados Unidos no es un país que lucha por la libertad, y que la mejor prueba estaba en la manera en que trataba a los negros en el Sur. De manera que Roosevelt dio órdenes inmediatas para que se redactara una ley contra el linchamiento y que se presentara ante el congreso. En realidad pasaron muchos años para que una ley similar fuera aprobada en el congreso.

Pero después de esa reunión, el procurador general federal de esa época, Francis Biddle, regresó a su oficina, hizo las mismas preguntas a sus asesores inmediatos, y uno de ellos dice, sí, el linchamiento es un tema muy controvertido, pero es también un problema, y a usted le va a costar trabajo creer, señor procurador general, que existen lugares en el Sur donde todavía hay esclavos, y ha sido la política de nuestro departamento la de no iniciar procesos para defender a esos esclavos. El procurador se sacudió al principio, pero pide un memorando sobre cómo procesar tales casos bajo las leyes existentes. Cuatro días más tarde, el 11 de diciembre, distribuye un memorando a todos los procuradores federales, en el que básicamente dice que se le ha informado de esta situación y da instrucciones de esas fecha en adelante de que deberán iniciar procesos en tales casos y les adjuntó una especie de hoja de artimañas de cómo hacerlo. En 1942, unos meses más tarde, las autoridades arrestan y levantan cargos contra una familia, o sea, un hombre y su hija adulta, cerca de Corpus Christi, Texas, bajo la nueva política y los procesaron en 1942 y se les declaran culpables y les dictan sentencia en 1943. Fueron enviados a prisión por haber mantenido a un hombre llamado Alfred Irving como esclavo por más de cinco anos. Yo considero esto como el final técnico de la etapa de la neo-esclavitud.

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