Revolución #137, 27 de julio de 2008


El sur y el oeste de Chicago: Zonas de desastre económico

Chicago es un ejemplo vívido de las mayores disparidades y condiciones desestabilizadoras que acompañan los grandes cambios de la economía mundial. Durante décadas, Chicago fue la primera escala y en muchos casos la última para miles de negros expulsados de los algodonales y linchamientos del Sur hacia las fábricas del Norte. Tras la II Guerra Mundial, y de manera más dramática en los últimos 40 años, estos trabajos se han mudado a otros lugares en busca de sangre fresca, a gente a que se puede explotar con mayor vileza.

De 1967 a 1990, disminuyeron bruscamente los trabajos industriales de Chicago, de 546.500 a 216.190. Los fabricantes que permanecen en la región tienden a automatizar las plantas y reestructurarlas con una fuerza de trabajo mucho más reducida que en muchos casos requiere una mayor capacitación la cual se le ha negado a los negros y latinos1 . A menudo los nuevos trabajos están en las afueras lejos de la ciudad en que los negros se han visto obligados a vivir, sin acceso al transporte público y con un ambiente hostil a los negros que intenten mudarse ahí. Lo que queda está el desempleo en masa o trabajos de servicios de salario mínimo que no pagan suficiente para subsistir.

Desde 1970, la brecha salarial entre blancos, y negros y latinos, ha aumentado fuertemente. En la zona metropolitana, el salario promedio de los negros de todos los oficios cayó de 66% del salario correspondiente de los blancos en 1970, a 56% en 1990. O sea, a fines de los años 60, los afroamericanos de esta región percibían dos tercios de lo que ganaban los blancos, y ahora sólo 56% de cada dólar que perciben los blancos. En promedio, los latinos recibían el 64% del salario de los blancos en 1970 y en 1990, había caído a 50%2 .

Estos cambios de la base económica de la sociedad han convertido a cientos de miles de jóvenes latinos y negros de Chicago, y de ciudades en todo el país, en una reserva para los trabajos de muy baja paga y en muchos casos, en trabajadores “superfluos” del sistema, el que los descarta o los meten al bote (en que el sistema busca mecanismos para explotarlos en condiciones casi esclavistas). Y en las últimas décadas, se han importado enormes cantidades de estupefacientes a los barrios y guetos urbanos con al menos el conocimiento y venia de dependencias oficiales como la CIA y mediante redes bajo el imperialismo que traen estas sustancias desde el Afganistán bajo ocupación yanqui o el más íntimo aliado sudamericano yanqui, el régimen narco de Colombia. En los peldaños inferiores de este tinglado, los jóvenes de las ciudades sin opciones quedan atrapados en el narcotráfico.

Así, el funcionamiento del sistema capitalista imperialista de explotación apuntalado en el mundo y el frente interno por el enorme poderío militar y policial de Estados Unidos ha colocado a cientos de miles de individuos solamente en Chicago en condiciones desesperadas. Para muchos, sobre todo los jóvenes, el crimen es, como dijo un economista burgués, “una elección lógica”.

Notas

1. Moberg, 1997. [back]

2. Betancur y Gills, 2000a, p. 28.[back]

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond