Revolución #141, 24 de agosto de 2008


La VERDADERA historia de Mao Tsetung y la revolución comunista de China

PARTE 2

En los años 60 y 70, Mao Tsetung fue una de las más famosas personas en el mundo. Había dirigido al pueblo chino, en contra de todas las predicciones, a hacer una revolución. Para muchos millones que en esos días lucharon apasionadamente por la justicia y la liberación, la revolución china fue un faro. Y el propio Mao tiene fama en particular por negarse con impaciencia a parar la revolución a mitad del camino, por nunca contentarse, nunca dejar de luchar por un mundo sin divisiones en clases, en países, entre opresor y oprimido. Mucha gente —maestros, obreros, médicos, científicos, estudiantes y revolucionarios— de muchos países fueron a China para presenciar la sociedad socialista que se estaba construyendo bajo la dirección de Mao. Y muchos volvieron a casa, inspirados y esperanzados sobre la posibilidad de una sociedad verdaderamente liberadora.

En la propia China, las masas estimaron mucho a Mao, pues como líder de la vanguardia revolucionaria de China, el Partido Comunista de China, había dirigido a la victoria en una guerra de liberación de 22 años contra invasores extranjeros y reaccionarios chinos. Tras esa épica lucha, dirigió al pueblo a construir una nueva sociedad y una nueva vida en la China socialista y a avanzar más allá en la defensa de la revolución y la transformación de la sociedad durante la Gran Revolución Cultural Proletaria. Pero había aquellos que se opusieron a Mao, justamente en la dirección del Partido Comunista de China. Como Mao, se habían alistado en la revolución, y en el Partido Comunista, con una ardiente ira contra el tratamiento de China por el imperialismo. Como Mao, pelearon en la revolución por la liberación. Pero a diferencia de Mao, no tenían una visión que alcanzara el comunismo; sus objetivos no fueron más allá de construir una nación poderosa. So pretexto de construir una China fuerte y moderna, adoptaron programas y políticas que en lo esencial reforzaron las relaciones y las ideas capitalistas. Después de la muerte de Mao en 1976, estos “seguidores del camino capitalista” en el Partido Comunista tomaron el poder y derrocaron al socialismo y restauraron el capitalismo, un proceso en que arrestaron a cientos de miles y mataron a miles. Aunque el gobierno ha seguido llamándose socialista y comunista, desde entonces China ha sido un país capitalista. Han destripado los principios de Mao, lo que él representó, y los nuevos gobernantes de China han convertido a Mao en un icono nacionalista.

Hoy, hay dos generaciones de la población que han crecido en Estados Unidos que, en gran parte, no saben nada de Mao y China salvo el cuento oficial de la clase dominante y de los medios grandes. Lo que saben, en gran parte, NO ES CIERTO DE CABO A RABO. Dicen que Mao fue un despiadado “dictador ávido de poder” que cometió grandes crímenes contra el pueblo. Pera la VERDAD es que Mao Tsetung fue un gran comunista revolucionario que dirigió a un cuarto de la población del planeta a liberar a China desde debajo de la bota de los opresores imperialistas, y que luego pasó a construir una sociedad socialista liberadora durante más de 25 años. Conocer la verdad sobre Mao es importante para todos: la revolución que dirigió fue un hito importante en la historia universal y todo mundo debe saber la verdad de tal revolución y tal personaje. Para aquellos que arden por cambiar el mundo, hay aún más en juego, porque las ideas y la práctica revolucionarias de Mao forman una parte crucial de los cimientos y el punto de partida para reconstruir un movimiento revolucionario hoy.

Esta es la VERDADERA historia de Mao Tsetung y la revolución histórico-mundial que dirigió en China.

El 1º de octubre de 1949, Mao, de pie en la Plaza Tienanmen de Beijing, anunció la formación de la República Popular de China. Habló ante una multitud de millones y declaró: “¡El pueblo chino se ha puesto en pie!”

Mao había dirigido al pueblo chino en 20 años de lucha armada para derrocar a sus opresores y expulsar al imperialismo extranjero. Ahora, el pueblo tenía el poder para construir el socialismo, como una sociedad de transición con el objetivo de un mundo comunista libre de clases y de todas las relaciones e ideas opresivas que acompañan una sociedad de clases.

En ese día histórico, Mao compartió la alegría y celebración del pueblo, pero también entendía, como ha señalado, que: “La revolución china es grandiosa, pero después de su victoria, el camino será aún largo y nuestra tarea más grandiosa y ardua”.

Una nueva China socialista

Las masas chinas, especialmente en el campo, habían padecido tantas cosas horribles —pobreza y hambre sin fin, terratenientes tiránicos, mujeres degradadas y oprimidas en toda esfera de la vida, adicción a la droga, analfabetismo y falta de servicios médicos. No había ninguna manera para que las masas pudieran cambiar esto. Habían estado a la merced de un opresivo sistema económico y social, y una clase dominante que hacía cumplir todo esto.

La nueva China socialista heredó todas las cicatrices de la vieja sociedad. Pero ahora, el poder estatal estaba en las manos de las masas. Ahora el aparato del estado y el partido apuntalarían los esfuerzos del pueblo para quitar todos los vestigios de la vieja sociedad opresiva. El pueblo ahora pudiera abordar problemas de una manera completamente distinta.

El nuevo gobierno tomó medidas de inmediato para confiscar las empresas de los imperialistas extranjeros y los grandes capitalistas chinos, y confiscó la propiedad de los grandes terratenientes y la repartió a los campesinos.

Se aprobaron nuevas leyes para prohibir los matrimonios arreglados y para darles a las mujeres, así como a los hombres, el derecho al divorcio. Se prohibieron la venta de niños, una práctica cotidiana por la pobreza, además del trabajo infantil. Se redujo la jornada laboral de 12-16 horas a 8 horas.

Se realizaron muchas cosas inmediata y dramáticamente que mejoraron la vida del pueblo. Al mismo tiempo, se incorporó a las masas en el proceso de resolver los problemas de la sociedad. Por ejemplo, las drogas, el juego y la prostitución habían sido un problema enorme. Arrestaron a los grandes gángsteres, proxenetas y vendedores de opio, con nexos con la policía secreta del viejo gobierno reaccionario. Mientras tanto, dieron educación, vivienda, servicios médicos y trabajos a los adictos de drogas, las ex-prostitutas y los delincuentes de poca monta, y la oportunidad de ser parte del proceso de rehacer la sociedad.

Se transformó la vida social y política del pueblo, y millones se alistaron en las asociaciones de campesinos, sindicatos de trabajadores, organizaciones de mujeres, grupos de jóvenes, y asociaciones culturales, científicas, educativas y de otros profesionales intelectuales. Con tales organizaciones de las masas, el pueblo tuvo una manera de llevar a cabo decisiones importantes para transformar las varias esferas de la sociedad. En las ciudades, por ejemplo, “comités de gente residente en las ciudades”, que representaban a cientos de hogares, ayudaron a resolver disputas de familias y vecindades, combatieron las actividades criminales y se encargaron de los servicios sanitarios, prevención de incendios, ayuda para familias necesitadas, y programas de cultura y recreo. En las aldeas, fábricas y barrios pobres, se organizaron campañas de alfabetización.

Las asociaciones de campesinos basadas en los campesinos pobres y sin tierra tuvieron la encomienda de llevar a cabo la reforma agraria. Este fue un cambio radical económico así como social. Por ejemplo, por primera vez las mujeres recibieron tierras. En 1952, se había repartido casi la mitad de las tierras de cultivo, y 300 millones de campesinos pobres y sin tierra habían recibido tierras.

Nuevos avances en la economía socialista

Cuando la revolución llegó al poder, de inmediato confrontó la cuestión de cómo transformar la sociedad. Algunos dirigentes del partido —personas que habían marchado al lado de Mao en la revolución contra los terratenientes feudales, los capitalistas ligados a los intereses imperialistas y la dominación extranjera— ahora insistieron en promover el capitalismo sin restricciones. Dijeron que la agricultura no podía avanzar hasta que la industria pesada se desarrollara. Propusieron depender de la tecnología y préstamos extranjeros, y mantener la agricultura privada en el campo. Aceptaron el punto de vista dominante en el movimiento comunista internacional en cuanto al desarrollo económico socialista, que primero se tenía que construir fuerzas productivas modernas —fábricas grandes, maquinaria pesada, tecnología nueva, etc.— y solamente en ese momento se podían transformar de veras las relaciones entre las personas.

Pero Mao argumentó que era importante revolucionar las formas de propiedad y distribución y todas las maneras en que la población trabajaba en común para producir cosas —y sobre esa base promover el desarrollo de las fuerzas productivas más avanzadas. De esta manera, al llevar a cabo cambios y transformaciones revolucionarios en la población — primero con el reparto de la tierra, pero también esfuerzos para promover formas colectivas de trabajar, así como criticar y combatir a las ideas retrógradas de los siglos del feudalismo— se podían estimular cosas como técnicas agrícolas científicas, abrir nuevas tierras al cultivo y mejorar la conservación del agua.

Este es un ejemplo del análisis en desarrollo de Mao de que revolucionar el modo de pensar de la gente es fundamental para el proceso global de cambiar la sociedad. Poner el desarrollo de la industria moderna antes de la transformación de las relaciones económicas y sociales en la población daría origen a mayor desigualdad porque significaría darle prioridad al desarrollo de las fábricas más avanzadas, en otras palabras, aquellas que estaban en las ciudades más grandes. Eso aumentaría las diferencias y las desigualdades entre el campo y las ciudades y entre las zonas pobres y las más acomodadas, en lugar de restringirlas. Al contrario, Mao propuso una relación mucho más dinámica entre saltos en la conciencia y saltos en la producción — lo que más adelante sintetizó en su famoso lema: “Empeñarse en la revolución, promover la producción”. De manera crucial, Mao logró ganar en la lucha al interior del partido en ese entonces sobre qué línea y qué enfoque asumir ante estos asuntos fundamentales.

La dirección de Mao

La manera en que Mao abordó y resolvió este problema nos da una idea de cómo era Mao y cómo dirigió. Este enfoque pionero de construir una nueva economía socialista vino de un profundo estudio y una nueva conceptualización de las experiencias positivas y negativas de la construcción del socialismo en la Unión Soviética hasta ese momento; de investigar y hablar profundamente con las masas; y de aplicar los principios y el método comunistas a la situación concreta de China; y sobre esa base, de desarrollar un nuevo análisis de cómo avanzar.

En 1951, Mao viajó por el campo, hablando con campesinos y viendo de primera mano lo que pasaba. La revolución había confiscado la tierra de los más grandes terratenientes y la repartió a los campesinos más pobres con poca tierra o sin tierra. Pero solamente al desarrollar formas colectivas de trabajar la tierra, los campesinos podían aumentar la producción, así como radicalmente transformar las formas en que las personas se relacionaban entre sí.

Se formaron equipos de ayuda mutua en que los campesinos compartían los animales y herramientas y se ayudaban los unos a los otros a trabajar las parcelas individuales. En 1952, más del 40% de los campesinos estaban en tales equipos. Pero aún no eran suficientemente grandes como para combatir sequías o inundaciones. No podían llevar a cabo mejoras técnicas mayores, y en muchos casos, los campesinos ricos dominaban los equipos.

Los campesinos hacían experimentos y desarrollaban formas creativas de revolucionar la producción, lo que requería una revolución en las ideas y transformaciones del pueblo, tal como combatir las ideas confucianas atrasadas sobre el papel subordinado de la mujer y reemplazar a las ideas de “yo primero” y el egoísmo con la actitud de “servir al pueblo”.

Por su cuenta, algunos campesinos empezaron a formar cooperativas más grandes y Mao siguió de manera detenida el proceso, lo alentó y dirigió al partido a movilizar a los soldados del Ejército Popular de Liberación a ayudar a dirigirlo. A mediados de 1956, más del 90% de los hogares campesinos estaban en tales cooperativas.

Así fue Mao: dirigió y libró la lucha de clases en el contexto de desarrollar una nueva economía socialista. Esta fue la dinámica entre la energía creativa del pueblo bajo el socialismo y el papel de la dirección comunista.

El Gran Salto Adelante

La visión de Mao del socialismo fue más allá de darle al pueblo comida, ropa y derechos básicos. Su objetivo fue una revolución que eliminaría las viejas relaciones opresivas económicas y sociales y que cuestionaría las ideas y los valores atrasados que se basaban en las relaciones opresivas y que las sustentaban. Una revolución en el modo de pensar y de actuar de la gente.

Con estos objetivos en mente, Mao, en 1958, lanzó un nuevo y audaz plan para el desarrollo económico socialista: El Gran Salto Adelante. Como elemento importante, se desencadenó un movimiento a nivel nacional para formar comunas de campesinos: colectivos grandes de personas en el campo que combinaban las actividades económicas, sociales, culturales, administrativas y milicianas.

Hoy, se vilipendia al Gran Salto Adelante de Mao como un experimento utópico irracional. Pero la verdad es que fue un avance real por lo que se refiere al desarrollo de las relaciones económicas y sociales más liberadoras.

Con las comunas, de 15.000 a 25.000 personas, fue posible llevar a cabo grandes proyectos de control de inundaciones y de reforestación, construir carreteras por todo el país o plantas de luz en pequeña escala, establecer escuelas secundarias, etc. Se establecieron centros de investigación para desarrollar nuevas variedades de trigo, arroz y otros cultivos con mayor rendimiento. Excavaron terrazas en las laderas de las colinas para abrir nuevas tierras de cultivo.

Las comunas tenían una nueva vida política, social y cultural y liberadora para el pueblo. Al encontrar soluciones colectivas para necesidades sociales, en lugar de dejar que cada hogar se las arreglara solito, fue posible que las mujeres participaran más plenamente en la causa común de crear una nueva sociedad. Por ejemplo, las comunas organizaban reparaciones colectivas de casas, comedores y guarderías comunitarios, y grupos de aficionados de obras de teatro.

En el curso de estas grandes transformaciones económicas y sociales, cuestionaban los viejos hábitos y valores, supersticiones, perjuicios y costumbres feudales. Se redujo la brecha entre la ciudad y el campo, y entre los trabajadores y los campesinos.

Hoy, se oye que el Gran Salto Adelante fue un desastre, que la gente pasó hambre por las medidas de Mao, que las comunas fueron una forma de esclavitud. Pero eso también es mentira.

Efectivamente había una gran hambruna en ese entonces y muchos murieron. Pero las dificultades de esos años fueron un fenómeno complejo: en 1959 China padeció los peores desastres climáticos en un siglo, de inundaciones y sequías, los cuales tuvieron un importante impacto en la producción alimentaria. La Unión Soviética, que había restaurado el capitalismo a mediados de los años 50, retiró a sus asesores técnicos y su ayuda de China.

Además, el gobierno de Mao cometió algunos errores. Por ejemplo, se dedicó demasiado tiempo en las zonas rurales a proyectos no agrícolas, lo que perjudicó la producción de alimentos. Los funcionarios locales exageraron los informes sobre la producción, por lo que fue difícil saber cuánto grano había en verdad y hacer planes con precisión. Pero Mao, con la dirección revolucionaria del partido, intentó abordar estos problemas con nuevas medidas. Por ejemplo, se disminuyó la cantidad de grano entregada al estado, se redujeron algunos proyectos no agrícolas a fin de poder producir más alimentos, se racionaron los cereales y se enviaron cereales de emergencia a las regiones necesitadas.

En los hechos y en la historia, los cambios verdaderamente radicales y transformadores de una sociedad pueden causar dislocaciones y dificultades iniciales, pero a la larga, pueden constituir verdaderos avances. Tales cambios encierran la ruptura con las viejas costumbres y los experimentos con lo nuevo, y cuestionar la tradición y lo convencional. Eso ocurrió con el Gran Salto Adelante. La verdad es que en 1970, por primera vez en la historia, China pudo darle a una población de 600 millones de personas una dieta mínima y seguridad alimentaria, un hecho que se debió a los avances económicos, sociales y políticos del Gran Salto Adelante.

Tener claridad sobre la naturaleza del socialismo

Cuando el socialismo fue derrocado en la Unión Soviética a mediados de los años 50, fue una desgarradora pérdida para todos aquellos que soñaban con un mundo mejor: el primer lugar que estableció una nueva sociedad socialista y realizó muchas cosas grandiosas en esta primera experiencia importante y precursora del socialismo. (Una documentación de estos logros se halla en Pongamos las cosas en claro, thisiscommunism.org.) Bien, ¿qué quería decir que se podía revocar la revolución y que se podía restaurar el capitalismo?

Mao emprendió un estudio muy profundo de la experiencia de la sociedad soviética, aprendiendo de las hazañas positivas pero a la vez señalando y criticando fuertemente los errores en la concepción y la práctica que habían mantenido o aun reforzado las desigualdades en la sociedad y se habían alejado del objetivo de un mundo comunista sin clases. Analizó críticamente la experiencia de China hasta ese momento.

Desde luego, construir el socialismo supuso ponerse a eliminar todas las “cicatrices” que quedaban de la vieja sociedad opresiva, un proceso que no podía darse de la noche a la mañana. Construir el socialismo quería decir desbrozar continuamente y transformar las viejas maneras de hacer las cosas en la economía y la sociedad, así como las viejas y opresivas maneras de pensar que acompañaban todo ello.

Pero Mao bregaba con algo mucho más allá de eso y llegaba a entenderlo. Luchaba por un análisis nuevo y más profundo de la propia naturaleza de la transición socialista al comunismo. Lo que iba llegando a entender —lo cual, hasta ese momento, el movimiento comunista internacional no había entendido a fondo— es que la victoria de la revolución y el comienzo del desarrollo del socialismo no significan el fin de las clases y la lucha de clases. Como Mao explicara posteriormente:

“La sociedad socialista cubre una etapa histórica bastante larga. Durante la etapa histórica del socialismo, aún existen clases, contradicciones de clase y lucha de clases; existe la lucha entre el camino socialista y el capitalista, y existe el peligro de restauración capitalista. Es preciso comprender lo larga y complicada que es esta lucha”.

Mao estudió el hecho de que la gente que organizó y dirigió el derrocamiento del socialismo en la Unión Soviética fue justamente de los altos dirigentes del propio partido comunista. Miró por su alrededor y vio ecos del mismo problema. Vio a altos dirigentes del Partido Comunista de China que querían restaurar el capitalismo, tal como se había hecho en la Unión Soviética.

Sin cesar Mao buscó una manera de resolver este problema. De su análisis de la Unión Soviética, vio que una purga de tales dirigentes del partido no resolvería el problema. Aun si ciertos individuos no volvieran a la escena, si no se identifican correctamente los problemas fundamentales y no se lucha en su contra, otros individuos aparecerían en representación de la misma línea, para tomar su lugar. Mao buscó cómo movilizar a las amplias masas del pueblo para asumir de manera mucho más profunda y consciente la lucha sobre el rumbo general de la sociedad, para distinguir entre el camino capitalista y el camino socialista, para criticar a los dirigentes del partido que seguían el camino capitalista, y para tratar de llevarlos de regreso al camino revolucionario. Intentó muchas cosas para desencadenar el cuestionamiento y el espíritu rebelde de la gente, pero como posteriormente resumió, hasta ese momento, él y la dirección revolucionaria “no habían encontrado una forma, un medio de movilizar a las masas de manera abierta, en todos los terrenos y de abajo arriba para exponer nuestro lado oscuro”.

Se agudiza la lucha de clases en China

Las fuerzas conservadoras en el partido querían que el criterio de las ganancias decidiera las prioridades para las inversiones. Promovieron un sistema de educación que produjera élites privilegiadas profesionales y del partido. Promovieron obras culturales aún dominadas por viejos temas y personajes feudales. En esencia, su enfoque en cuanto a los trabajadores y campesinos fue “batir el yunque, ni pensar en abordar los grandes asuntos de cómo dirigir y transformar toda la sociedad y contribuir a la revolución en el mundo entero”.

En el contexto de todo eso, Mao hizo lo que es su más grande contribución: la teoría y la práctica de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado.

Para luchar contra las fuerzas de clase burguesas y derrotarlas en la sociedad socialista, se necesita la dictadura del proletariado. Aunque se revoluciona constantemente la sociedad socialista, las desigualdades y las diferencias que quedan en la sociedad seguirán siendo la base para relaciones e ideas burguesas y capitalistas, y la base para que el sistema capitalista vuelva. Mao llegó a entender que el mayor peligro no eran los explotadores y los opresores de la vieja sociedad, sino una nueva clase burguesa, nacida de las contradicciones de la propia sociedad socialista y concentrada en los niveles más altos del partido.

Los dirigentes del partido, a causa de sus posiciones de poder, controlaban recursos, tomaban decisiones y desarrollaban medidas que determinaran la dirección de la sociedad. Pues, cómo ejercieron el poder, y con qué objetivos, afectaría en gran medida si la sociedad avanzara al comunismo o regresara al capitalismo. Por ejemplo, ¿los dirigentes del partido apoyaban las medidas ir reduciendo y eliminando las desigualdades, o las reforzaban? ¿Alentaban la iniciativa consciente del pueblo en la lucha para transformar la sociedad? Todo eso concentró la lucha de clases en el socialismo. La superestructura de la sociedad socialista —las leyes, el arte, la cultura, el deporte, la ciencia y las instituciones políticas— no solamente reflejaba estas contradicciones de clase, sino podría afectarlas y sí las afectaría de manera significativa de una forma u otra.

Mao tenía que encontrar una manera de sacudir toda la sociedad; una manera de revolucionar el partido y toda institución de la sociedad; una manera de transformar cómo la gente pensaba y analizaba el mundo, e integrar a las amplias masas en la lucha de clases para mantener a China en el camino socialista.

La lucha por seguir en el camino socialista

En el verano de 1965, Mao viajó a las montañas Chingkang, donde en 1927 había dirigido a 800 soldados del Ejército Rojo a establecer la primera base de apoyo roja e iniciar la guerra popular. 1965 fue un momento peligroso. Los enemigos de Mao que querían restaurar el capitalismo acumulaban fuerzas y se preparaban para una lucha frontal para tomar el poder. En el poema, “Retorno a las montañas Chingkang”, Mao escribió:

“Hace tiempo que abrigo el ideal de sobrepasar las nubes,
y heme de nuevo subiendo las montañas de Chingkang
Desde lejos vengo a la vieja querencia:
El paisaje se ha tornado nuevo…

Podemos asir la Luna en el Noveno Cielo,
podemos atrapar tortugas en lo hondo de los Cinco Mares:
Regresaremos entre risas y cantos triunfales
Nada es imposible en el mundo
si uno se atreve a escalar las alturas
.

En mayo de 1966, Mao lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria, llamando a la gente a “cañonear el cuartel general”. Llamó a los cientos de millones de las masas a levantarse y a derrocar a los altos dirigentes del partido y del gobierno que trataban de restaurar el capitalismo. Esta fue una revolución dentro de la revolución.

Mao estaba desencadenando a cientos de millones de individuos a fin de discutir y debatir la dirección de la sociedad y de responsabilizarse del futuro de la sociedad. Mao y la dirección revolucionaria del partido lucharon por ayudar al pueblo en general a reconocer, criticar y, cuando fuera necesario, derrocar a los altos dirigentes seguidores del camino capitalista, y retomar las partes del poder estatal en que los seguidores del camino capitalista ejecutaban líneas y medidas que se apartaran del objetivo del comunismo. Fue un proceso de revolucionar más la sociedad y de darle poder al pueblo mismo.

La Revolución Cultural y la dirección de Mao en ella probablemente constituyen el período más ampliamente tergiversado y mal interpretado de la historia de China. Los defensores del capitalismo llevan décadas promoviendo una sarta de mentiras que vilipendian a Mao y tachan a la Revolución Cultural de pesadilla. (Una discusión y refutación de las mentiras comunes en torno a la Revolución Cultural se hallan en: “La verdad sobre la Revolución Cultural” en revcom.us.)

“Nuevas cosas socialistas” y la mayor transformación de la sociedad

Como explicó Mao posteriormente, el blanco de la Revolución Cultural fueron “aquellos dirigentes seguidores del camino capitalista”. Pero el objetivo estratégico de la lucha fue ayudar a las masas a transformar su concepción del mundo, y por medio de ello, a transformar la sociedad hacia un mundo comunista.

Por ejemplo, los servicios médicos. En 1949, China tenía 12.000 médicos con formación en la medicina occidental en un país de 500 millones de habitantes. En 1965, había 200.000. Pero la mayoría de los servicios médicos aún estaban en las ciudades. Los nuevos médicos recibieron incentivos para trabajar en los hospitales de nivel de las ciudades y a dedicarse a su propia carrera. Mientras tanto, la mayoría de los campesinos, o sea, la inmensa mayoría de la población de China, tenían poco o ningún acceso a servicios médicos modernos. Esta orientación en los servicios médicos solamente contribuiría a ampliar las disparidades en la sociedad y a fortalecer la influencia de las tendencias capitalistas.

Mao y aquellos que se unieron en torno a su línea criticaron fuertemente la dirección que tomaba el Ministerio de Salud, y pidieron transformaciones radicales. Con su dirección, dedicaron mayores recursos a los servicios médicos en el campo, aunque a la vez los mejoraron en las ciudades. Un logro muy inspirador de la Revolución Cultural fue el movimiento de los “médicos descalzos”. Los jóvenes del campo y las ciudades fueron al campo y recibieron capacitación en servicios médicos básicos con el objetivo de satisfacer las necesidades de las localidades y tratar las enfermedades más comunes. Los médicos fueron a las zonas rurales; en cualquier momento determinado, la tercera parte de los médicos de las ciudades estaban en el campo. La expectativa de vida durante los años de la dirección de Mao pasó de 32 años en 1949 a 65 años en 1976.

En la educación, los dirigentes seguidores del camino capitalista sostenían que China necesitaba dedicar sus recursos principalmente a las “mejores” escuelas y a los estudiantes “más inteligentes” a fin de construir una China moderna. Proponían poner fin a las prácticas del Gran Salto Adelante cuando los estudiantes pasaron parte de su tiempo sembrando cultivos para la cafetería de la escuela o trabajando en pequeñas fábricas anexas a las escuelas. Los revolucionarios criticaron fuertemente esos argumentos, señalando que fue imposible seguir avanzando al comunismo a no ser que siguieran combatiendo y reduciendo las diferencias entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre los expertos y las masas de gente común.

Un resultado del llamado de Mao a transformar la educación fue que millones de estudiantes libraron una lucha contra el elitismo en la educación superior. Antes de la Revolución Cultural, las universidades fueron el coto de los hijos e hijas de los miembros del partido y otras fuerzas privilegiadas. Los jóvenes se competían entre sí en los exámenes para entrar en una jerarquía de escuelas cada vez más selectas. Por siglos, el sistema educativo feudal-confuciano de China había engendrado una pequeña élite privilegiada, divorciada de la gente común y del trabajo productivo de la sociedad. La Revolución Cultural abolió ese sistema de discriminación elitista y exámenes competitivos. Después de la escuela secundaria, los estudiantes fueron a vivir y trabajar en el campo o a trabajar en las fábricas. Después de dos o tres años, los estudiantes de cualquier origen o clase podían solicitar su admisión a la universidad; una parte de este proceso fueron las evaluaciones de sus compañeros de trabajo y de sus comunidades.

Nacieron semejantes “nuevas cosas socialistas” en cada sector de la sociedad a medida que las masas respondían al llamado de Mao a revolucionar la sociedad y a revolucionarse a sí mismas en el proceso.

Como elemento crucial de este proceso, el propio partido empezó a revolucionarse. Un gran sector del partido asumió la línea revolucionaria, profundizaron su conocimiento del objeto comunista y el período de transición socialista, y dirigieron las transformaciones en toda esfera. De entre las masas salieron nuevos líderes revolucionarios en medio de esta efervescencia y tumulto, y muchos de ellos ingresaron al partido. Las relaciones entre los cuadros del partido y las masas experimentaron olas de revitalización y transformación, elevando la conciencia, desencadenando la iniciativa de las masas y alentando un espíritu de aceptar críticas e impulsando el cuestionamiento mutuo entre los cuadros.

La pérdida de la China socialista y las lecciones para el futuro

A pesar de esas transformaciones, Mao advirtió que el triunfo final estaba lejos de amarrado. Señaló que “sería muy fácil montar un sistema capitalista”, debido a las presiones del imperialismo, los “vestigios” del capitalismo que aún quedaban (por ejemplo, las desigualdades entre ciudad y campo, las diferencias entre el trabajo intelectual y el manual, etc.) y que algunas poderosas fuerzas que aún estaban en la dirección del partido todavía no habían asumido plenamente la línea encarnada en la Revolución Cultural y que en muchos casos albergaban una profunda oposición a ella.

Cuando murió Mao en 1976, los seguidores del camino capitalista en el Partido Comunista de China, dirigidos por Deng Xiaoping, aprehendieron el momento para dar un golpe de estado. Arrestaron a cientos de miles, entre ellos los camaradas más cercanos de Mao, la llamada “banda de los cuatro” que incluyó a su esposa, Jiang Qing. Asesinaron a miles más. Mientras que Mao había dicho “servir al pueblo”, Deng se jactó de que “enriquecerse es glorioso”. El golpe de estado y la destrucción del socialismo convirtieron a China en el infierno que es hoy para la inmensa mayoría del pueblo, de nuevo dominada por el imperialismo, la explotación capitalista y la opresión feudal atrasada, con la acompañante extrema polarización económica y social.

Las causas del triunfo de los seguidores del camino capitalista son complejas: los grandes factores y sucesos internacionales y cómo estos se entrelazaron con la lucha de clases en China. Además, Mao y los revolucionarios alrededor de él cometieron ciertos errores que debilitaron su capacidad de resistir los embates de los seguidores del camino capitalista, en particular después de la muerte de Mao.

Pero la lección que hay que sacar no es que el socialismo es imposible. La revolución no fracasó, más bien fue derrotada. El hecho de que los seguidores del camino capitalista habían tomado el poder no fue obvio entonces, sobre todo porque se disfrazaban a sí mismos con las palabras del socialismo y el maoísmo. Ante esa coyuntura histórica en el movimiento comunista internacional, Bob Avakian sintetizó profundamente las contribuciones que Mao Tsetung había hecho a la ciencia y a la práctica de la revolución comunista. Analizó el carácter de clase de la nueva dirección de China y explicó en mucho detalle que se había dado una contrarrevolución contra Mao y el socialismo. Al mismo tiempo señaló las tareas y los retos ante los auténticos comunistas por todo el mundo: de sintetizar correctamente la experiencia histórico-mundial y sin precedentes de la revolución china y la teoría que desarrolló Mao en el curso de dirigirla, a fin de aprender lo más que se pueda de ella, y avanzar más en el proceso revolucionario mundial.

Hoy no hay países socialistas en el mundo. La pérdida de la China socialista en 1976 signó el fin de una etapa, de la primera ola de la revolución proletaria en el mundo.

Mao Tsetung fue un gran comunista revolucionario que dirigió a la cuarta parte de los habitantes del planeta a liberar a China desde debajo de la bota de los opresores imperialistas, y de ahí a construir una sociedad liberadora y socialista durante más de 25 años. Mao dirigió al pueblo chino a “hacer saltar la sociedad”, a transformar radicalmente sus condiciones de vida y a transformarse a sí mismo en el proceso. Buscó sin cesar cómo impedir que una nueva clase capitalista tomara el poder y dirigió al pueblo en esta lucha hasta su último suspiro. Con su dirección, esta fue la experiencia revolucionaria más avanzada en la transformación de la sociedad y de la gente, lo más lejos a que haya llegado la humanidad en la gestación de un mundo libre de explotación y opresión.

Conocer la verdad sobre Mao les importa a todos, pues la revolución que dirigió fue un hito muy importante de la historia universal y todo mundo ha de saber la verdad de tal revolución y de tal figura. Para aquellos que verdaderamente quieran cambiar el mundo, hay aún más en juego, porque las ideas y la práctica revolucionarias de Mao forman una parte fundamental de la base y un punto de partida para reconstruir un movimiento revolucionario hoy.

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