Revolución #142, 7 de septiembre de 2008


La ilusión “sí se puede” de Obama… y la asesina realidad para el pueblo negro

En esta temporada de las elecciones presidenciales está pasando algo diferente. Hace tres años, decenas de miles de negros fueron abandonados a morir mientras las crecidas de Katrina surgieron en Nueva Orleáns. El año pasado, se colgaron dogales de linchamiento en todo el país, desde Jena, Luisiana, hasta la ciudad de Nueva York. Pero ahora, uno de los dos grandes partidos ha nominado a un afroamericano, Barack Obama, a ser presidente de Estados Unidos. Es algo importante.

Este país ha propagado la mentira de que los negros fueran inferiores desde el día que los primeros africanos fueron arrastrados encadenados a estas tierras como esclavos. Eso fue parte de la justificación para esclavizar a los negros e imponer un siglo de linchamiento y segregación tipo Jim Crow al fin de la esclavitud. También hasta hoy les dicen a los negros que padecen una vil discriminación y condiciones degradantes en Estados Unidos porque no son buenos y que hay una supuesta falta de calificaciones, y no el racismo típicamente estadounidense.

Si hubieras preguntado hace cuatro años, o aún un año, si fuera posible elegir a un presidente negro en Estados Unidos, la mayoría de la gente te habrá dicho que no, o al menos no dentro de poco. Pero en unos pocos meses, un negro podría estar en la Casa Blanca. No es de extrañar que tantos negros tengan muchas esperanzas cuando piensan en la posibilidad de un presidente Obama. O que tantas personas de todas las nacionalidades piensen que podría significar que Estados Unidos, si bien no perfecto, quizás esté volviendo la página de su legado del racismo.

Discuto acerca de esto constantemente con la gente. Señalo que la esencia de la campaña de Obama es que él es el mejor hombre para ser el comandante en jefe del imperio mundial de Estados Unidos y para conducirlo de en medio los desafíos que tiene alrededor del mundo y en el frente interno. Al corazón de todo esto es que Obama está dando una audición para ser el capo de un sistema capitalista que ha mantenido a la supremacía blanca como un pilar clave, un pilar que él no eliminará y no puede eliminar dentro de poco. Algunos están de acuerdo con un poco o mucho de lo que digo pero todavía se dejan llevar por la obamamanía.

Lo que muchos de ellos dicen es que: Si el mantra de Obama, “Sí se puede”, cambiará el modo de pensar de solo un niño negro y le dará la idea de que pueda vencer los obstáculos y superarse por su cuenta, pues tenemos que echarle muchas ganas para meter a Obama en la Casa Blanca.

Echemos un vistazo a este niño negro, a muchos niños negros, cuyos modos de pensar van a cambiar si Obama gana la elección. Muchos de ellos van a salir pensando: “Quizás Estados Unidos esté cambiando de base. Obama lo hizo, y quizás yo también”.

Pero van a salir en un país donde la juventud negra recibe una educación desigual y de calidad inferior. En su libro de 2005, Shame of a Nation [Vergüenza de una nación], Jonathan Kozol dijo: “El diferencial medio [de gastos anuales por cada niño entre distritos escolares con los porcentajes más altos de estudiantes de minorías y aquellos con los porcentajes más bajos] es $1.100. En algunos estados—como Nueva York, Texas, Illinois, y Kansas, por ejemplo—el diferencial es considerablemente más grande”. También muestra que en los años 70, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó las demandas para lograr financiación igual para distritos escolares de minorías. Encima de eso, en 2007 la Corte Suprema de Estados Unidos dio una decisión que efectivamente anuló la decisión de 1954 de Brown vs. Board of Education. Según esta decisión, ahora es inconstitucional usar la raza para asignar estudiantes a escuelas, ¡aún si el propósito era eliminar la segregación racial de las escuelas!

Tendrán un país donde la juventud negra tiene índices de desempleo altísimos. Las fábricas que los capitalistas han trasladado hace décadas hasta las afueras u otras partes del mundo en busca de márgenes de ganancia más grandes no van a regresar a las zonas urbanas deprimidas. Estudios documentan que hay más probabilidad que los empleadores contraten a aspirantes blancos con antecedentes penales que negros sin antecedentes penales. Los solicitantes con nombres que suenan a Afroamérica como Jamal tienen una probabilidad de ser llamado a una entrevista de 50 por ciento menos que aquellos llamados George o Joseph. Esta discriminación no va a parar.

En los primeros tres meses de este año, la policía de la ciudad de Nueva York detuvo y cacheó a más de 150.000 personas. Más del 85 por ciento eran negros o latinos, y ¡más del 90 por ciento fueron inocentes! Este perfil racial no va a parar. Uno de cada nueve hombres negros veintitañeros está preso. Durante tres semanas este verano en Chicago, la policía tiroteó a 12 personas negras y latinas y dejó a 6 muertos. ¿Piensas que Obama va a hacer algo al respecto? ¿El mismo Obama quien mandó a todo mundo respetar el veredicto cuando los policías que mataron a Sean Bell fueron absueltos?

La verdad es que toda la inspiración que la elección de Obama pudiera dar a la juventud negra va a chocar con la realidad en marcha de Estados Unidos. Puede que Estados Unidos esté listo a poner a un negro en la Casa Blanca, pero no va a dejar de disparar a los hombres negros en las calles de las ciudades de Estados Unidos o de almacenar a personas negras en prisiones en todo el país. No va a dejar de discriminar contra los negros en la educación o el empleo. Pueden pensar, “Sí se puede”, pero el sistema sigue diciéndoles, “No se puede”. Seguirá poniendo obstáculos para mantenerlos amarrados en condiciones de pobreza y degradación.

Unos van a lograr torear la carrera de obstáculos que el capitalismo les pone. Pero el que unos pocos negros más salgan adelante o incluso que una importante cantidad de negros lo logren no va a solucionar el problema concreto ante los negros en este país, que es que padecen opresión como pueblo. Miren un poco de historia al respecto. Entre 1960 y 1984, el número de funcionarios elegidos negros en Estados Unidos saltó desde casi nada hasta más de 6.000. En el mismo período, la clase media de negros creció rápidamente. Pero tener mucho más personas negros exitosos no hizo nada para romper la opresión general que padecen los negros.

A causa de esta opresión, hasta los negros exitosos pueden padecer el escozor de la discriminación racial, bajo vigilancia en tiendas o que nadie les haga caso cuando busquen un taxi en la ciudad de Nueva York, y la situación mortífera de ser Negro Al Volante. Es mortífera porque la policía acosa, brutaliza y asesina a negros por poco o por nada. Tener un buen trabajo o conducir un carro fino no garantiza que no te vaya a pasar a ti.

La historia de Jonathan Pinkerton, de 17 años, viene al caso. Jonathan planeaba recorrer las universidades este verano, entre el penúltimo y el último año de colegio. No tenía antecedentes penales y había hecho todo que se debe hacer para vencer en la vida. El 11 de junio, mientras que Jonathan relajaba con amigos en un multifamiliar en Chicago, unos policías le dieron caza y le dispararon por la espalda. Testigos dicen que los policías lo sujetaron con la rodilla por la espalda y le dieron patadas a la cabeza mientras él yacía herido y esposado en el suelo. Ahora Jonathan está en una cama en el hospital, paralizado.

Al mismo tiempo, el sistema utilizará a esos negros que logran salir adelante para sembrar confusión acerca de por qué el pueblo negro padece estas condiciones. Mienten: “Estas personas lo lograron. Así que si tú no lo logras, no debes echar la culpa a nosotros ni al sistema. La maldita culpa es tuya”.

Pregonar constantemente que los problemas en que está envuelta la gente negra son su propia culpa es muy dañino. Es dañino porque la propaganda de los gobernantes —de que los negros que no salen adelante ahora no tienen excusa y solo pueden echar la culpa a sí mismos por sus condiciones miserables—impide que ellos y otros vean la fuente de los problemas y lo que se tiene que hacer para resolverlos. Aquellos que se dejan tragar este argumento pueden terminar echando la culpa al pueblo y a sí mismos por las cosas que les están haciendo el sistema. Con este argumento, las autoridades tienen más libertad para seguir intensificando la represión contra el pueblo negro. Una vez aceptada su lógica de echar la culpa al pueblo, es fácil que te convenzan de la necesidad de imponer la represión contra la gente a la que el sistema ha criminalizado; y que te hagan tragar la mentira de que los jóvenes baleados por la policía o metidos en las prisiones en cantidades cada vez mayores se lo buscaron por las cosas en que están involucrados.

La lógica de promover la candidatura de Obama porque inspirará a más jóvenes negros a salir adelante lleva aparejada un análisis básico equivocado de qué es el problema y qué es la solución. Los negros que se tragan eso van en el camino de dejar de luchar contra el sistema que tiene la culpa por su opresión. Los blancos y las personas de otras nacionalidades quienes se tragan eso pueden acabar sin ver ninguna necesidad de unirse con la lucha contra esta opresión. Además, le da a la clase dominante estadounidense más justificación para la vil represión que está desatando contra las masas.

La verdadera forma de resolver la opresión del pueblo negro es, primero, echar la culpa directamente al sistema capitalista, y alentar al pueblo a forjar resistencia a esa opresión. Tenemos que: Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución. Esta consigna guía a la gente en la dirección de eliminar la opresión del pueblo negro y todas las otras porquerías que impone este sistema contra la gente alrededor del mundo. Promover la campaña de Obama solo puede llevar a la gente de nuevo hacia el asesino abrazo de este sistema podrido.

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