Revolución #146,26 de octubre de 2008


Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar

La muerte desde arriba: Estados Unidos dirige la máquina asesina en Afganistán

8 de septiembre de 2008. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. El 22 de agosto las fuerzas de la coalición que dirigen los Estados Unidos anunciaron que en una operación la noche anterior asesinaron de 30 a 35 talibanes en los pueblos de Azizabad-Nawabad, distrito de Shindand, al noroeste de la provincia de Herat, cerca a la frontera de Irán. De acuerdo a este anuncio, el enfrentamiento empezó cuando tropas de la coalición que se acercaban a arrestar un comandante talibán llamado Mullah Saddiq fueron emboscadas. Según las autoridades del ejército norteamericano, sus tropas respondieron con armas ligeras y granadas propulsadas por cohete (RPG) y que luego mandaron llamar “apoyo aéreo cercano” en defensa propia. La llamaron una “operación exitosa”, y 24 horas más tarde declararon “seguir confiados” de no tener víctimas civiles. (BBC, 27 de agosto)

Pero esta historia no tardó mucho para que se comprobara falsa, como los familiares encontraran entre los escombros al día siguiente los cuerpos de los muertos y heridos. Había muchos niños. Los pobladores furiosos expresaron su indignación, gritando “muerte a Estados Unidos” y otros lemas y lanzaron piedras a los soldados de Afganistán al mando de los Estados Unidos y la OTAN estacionados en el área. Las tropas del ejército afgano dispararon y asesinaron al menos un manifestante. Después los pobladores mostraron a los periodistas los edificios demolidos y las pertenencias de las víctimas, la mayoría eran juguetes, ositos de peluche, ropa de niños y otras cosas. A medida se corría la noticia de muchos muertos y heridos, la furia del pueblo creció y sentimientos en contra de la ocupación empezaron a incendiar todo el país.

En otras ocasiones del pasado, Hamid Karzai, el presidente del gobierno títere instalado por occidente, criticó las fuerzas de la coalición y organizó una comisión para investigar el asunto, sin ningún resultado. Por ejemplo, los norteamericanos bombardearon el 6 de julio la celebración de una boda en la provincia de Nangarhar al este, asesinando 47 personas. Pasaron dos meses y la comisión no ha presentado un reporte público ni dicho cuando lo hará. Como la cobertura de esta nueva masacre domina los medios, no puede simplemente repetir esta maniobra. Pretendiendo ser más serio, despide a dos altos comandantes del llamado Ejército Nacional de Afganistán que tomaron parte en la operación con las fuerzas de la coalición. También nombró una comisión de investigación del asunto y la mandó indagarlo rápidamente, y también lo hizo esta vez.

Esta comisión de Kabul dijo que el ataque aéreo de los Estados Unidos causó la muerte de al menos 96 personas, entre estas “60 niños entre 3 y 16 años de edad, asesinados mientras dormían”. (International Herald Tribune, 27 de agosto)

Las autoridades de Estados Unidos aún no admiten los hechos y sin vergüenza reconocen que indirectamente aprovecharon el descrédito que ellas mismas han traído para Karzai –como su lacayo– para impugnar este reporte, mientras Karzai por su parte trató de usarlo para distanciarse de esta operación y de los ocupantes.

El reto más fuerte para los Estados Unidos en su intento de negar todo este asunto, viene de las Naciones Unidas, al menos en la medida en que a los medios occidentales y la opinión pública les importe. El 16 de agosto, el enviado especial de la ONU para Afganistán Kai Eide emitió un comunicado sobre una investigación de una misión de la ONU en el lugar de los hechos. Citando evidencia material, minuciosas entrevistas a testigos oculares y videos de celulares, el enviado, un diplomático de carrera noruego reconocido internacionalmente, concluyó que al menos 60 niños, 15 mujeres y 15 hombres fueron asesinados por fuego aéreo durante una operación en que soldados de la coalición y del ejército afgano entraron al pueblo. (Reuters, 26 de agosto)

Los Estados Unidos aún se rehúsan a aceptar este reporte. Por fin las autoridades militares norteamericanas dijeron que condujeron una investigación y admitieron que “cinco-siete” civiles murieron. En las siguientes dos semanas continuaron insistiendo que los pobladores estaban “difundiendo propaganda de los talibanes”: que han fabricado evidencias y “embaucado” a los investigadores de la ONU. (The New York Times, 8 de septiembre)

Finalmente, en medio de una seria turbulencia política en Afganistán y mayor descrédito, al menos en algunos círculos del occidente, debido a la circulación de los videos y el trabajo de los reporteros que fueron al lugar de los hechos después de la divulgación del reporte de la ONU, los Estados Unidos respondió. El 7 de septiembre, el comandante superior de Estados Unidos en Afganistán, David McKiernan, pidió que se reabriera la investigación norteamericana.

Lo que dicen las fuentes afganas

En realidad las masas y las fuerzas revolucionarias en Afganistán creen que el número de personas asesinadas es mucho mayor que el reportado por el gobierno afgano o la ONU. Un comunicado emitido por el Movimiento de la Juventud Revolucionaria de Afganistán el 28 de agosto describe lo que pasó en el área de Shindand, donde está localizado el pueblo:

“El bombardeo empezó a las 2 AM en la mañana del viernes 22 de agosto y continuó hasta las 7 AM. El resultado fue un enorme desastre. Como a eso de las 10 AM ese día, 120 cadáveres fueron sacados de las casas en ruinas y esto continuó hasta las 3 PM ese día. La dimensión de la destrucción era tan inmensa que dificultó los esfuerzos de rescate de la gente sin el apoyo de buldózeres y otros equipos mecánicos pertenecientes a la constructora del aeropuerto regional. Soldados del Ejército Nacional del régimen títere y los invasores imperialistas completamente sitiaron toda la región. El ejército cerró todas las entradas al área. La OTAN y las fuerzas especiales de los Estados Unidos bloquearon los caminos al aeropuerto de Shindand.

“En una entrevista, los aldeanos que incansablemente ayudaban a sus vecinos dicen estar completamente asombrados por el número de pobladores muertos. De acuerdo a las cifras recogidas del sitio, los muertos reconocidos incluyen 168 personas, principalmente niños y mujeres, y 240 estaban heridos… Sin embargo, el régimen títere desvergonzadamente anunció el número de muertos como 96”.

Contradiciendo lo dicho de las fuerzas de la coalición dirigida por Estados Unidos de que el incidente ocurrió mientras trataban de capturar a un líder taliban, este volante describe las circunstancias así: “Era el primer aniversario de la muerte de un influyente comandante llamado Taimoor. Desde la noche anterior, su hermano se preparaba ese viernes para su entierro. Cuando el cocinero y otros ayudantes y sirvientes preparaban la conmemoración, aviones norteamericanos llegaron y demolieron las casas vecinas”.

El recuento dado más tarde por la reportera del New York Times Carlotta Gall, que fue al pueblo, a grandes rasgos dice lo mismo acerca de las circunstancias de los asesinatos. (8 de septiembre). Un poblador le dijo que un civil afganistaní que acompañaba a los soldados norteamericanos buscó y asesinó a su hermano. Un hombre que se decía Mullah Sadiq, el presunto blanco de las redadas dirigidas por Estados Unidos, llamó a una estación de radio después del ataque y dijo que no había estado en el pueblo. Como muchos familiares del hermano, “la familia más prominente del pueblo”, trabajan para una compañía privada de seguridad norteamericana y la policía afgana, queda implícita esta posible explicación: que los Estados Unidos en la lucha entre los señores de la guerra tomó el lado contrario de la familia. Su artículo concuerda que casi todos los muertos dormían sobre los tejados o debajo de los mosquiteros en los patios cuando fueron golpeados por varias ráfagas de fuego aéreo.

El rol de Karzai

Mucha gente ha sido asesinada en tantas redadas aéreas norteamericanas que muy pocos en Afganistán creen en las afirmaciones de Estados Unidos y la OTAN de que fueron solamente “errores”, tal como desafortunadamente lo puso un informe de Human Rights Watch, cometidos durante la persecución a los combatientes talibanes. Karzai sabe que el número creciente de personas que han perdido la paciencia con la brutalidad de los invasores, no solamente en las áreas pashtas al sur y al este donde surgió el Talibán, sino también en otras regiones étnicas donde los Estados Unidos y sus aliados contaban con algún apoyo popular o cierta tolerancia por la ocupación.

Por eso Karzai y otros funcionarios del gobierno afgano han criticado las redadas aéreas norteamericanas y prometido varias clases de medidas para reducir los asesinatos. Por ejemplo, el gobierno afgano anunció que sostendría conversaciones para negociar los términos de la presencia internacional en el país.

“La presencia de la comunidad internacional en Afganistán debe tener nuevas reglas basadas en acuerdos bilaterales”, dice un comunicado, y agrega que se deben poner límites sobre las fuerzas militares, “los ataques aéreos sobre los objetivos civiles, registros unilaterales de hogares y detenciones ilegales deben ser detenidos inmediatamente”. (BBC, 27 de agosto)

Pero como la posición de Karzai depende de las armas de los Estados Unidos y sus aliados, es probable que esto dé pocos resultados. Su gobierno tiene muy poca autoridad real: “La comisión del gobierno se reunió con el comandante de las fuerzas de los Estados Unidos en la provincia de Herat pero se rehúsa a responder sus preguntas, diciendo que el ejército de los Estados Unidos conduce su propia investigación”. (Internacional Herald Tribune, 27 de agosto)

Hay más de 70.000 soldados extranjeros en Afganistán de 40 países. Pero si un soldado u oficial hace algo erróneo, incluso de acuerdo a los criterios de los invasores, ni hablar de violar el derecho internacional (como la convención de Ginebra), será juzgado de acuerdo a las leyes de su país de origen. La apabullante mayoría de los casos nunca ha llegado a la etapa de un juicio de ninguna clase. Esta es la verdadera ley de la ocupación: los invasores son la ley. Así que Karzai es solo un perro que ladra.

Algunas razones para el aumento de masacres

Los Estados Unidos y sus aliados en Afganistán están asesinando cantidades horrorosas de civiles a un ritmo increíble. Las muertes civiles de los ataques aéreos de los Estados Unidos y la OTAN se triplicaron en 2007 por encima del año anterior, de acuerdo a un reporte de Human Rights Watch del 8 de septiembre, con 321 civiles afganos asesinados en 22 bombardeos, “mientras cientos más fueron heridos”. Al menos 119 civiles fueron asesinados en 12 ataques aéreos durante los primeros siete meses de este año, dijo el grupo, con otros 54 civiles asesinados por las tropas de tierra de los Estados Unidos y la OTAN. (hrw.org)

En julio de 2007, después de matanzas similares aunque de menor escala por bombardeos, el gobierno de Karzai levantó una queja y los Estados Unidos prometió cambiar sus “reglas de combate” acerca de sus operaciones para evitar tales incidentes. Sin embargo, los asesinatos están incrementando. El reporte de Human Rights Watch vincula el incremento de las muertes de civiles a la estrategia militar que los Estados Unidos está aplicando, llamada “economía de fuerzas”, en la que unidades terrestres relativamente pequeñas merodean por el campo del país pidiendo ataques aéreos lo cual es la forma principal en que los invasores cometen sus asesinatos, tanto de los presuntos talibanes como civiles. En realidad, este enfoque hace inevitable los números grandes de muertes civiles. Como los Estados Unidos y sus aliados anunciaron sus planes para escalar la guerra, se puede esperar muchas más muertes civiles, aunque los invasores prefieran limitar las víctimas civiles para evitar la furia del pueblo en su contra.

Hay muchos factores que pesan en esa dirección. Ante una crítica situación en Afganistán, donde los invasores están perdiendo el control sobre diferentes regiones al Talibán quienes anteriormente eran tan odiados por la población, los Estados Unidos y sus aliados no están en posición para retroceder. Además, alguna inestabilidad en Afganistán les sirve de excusa a los invasores para permanecer allá por más años, pero quieren tener esta inestabilidad bajo control y no permitir que se extienda a Pakistán, por ejemplo. Ninguno de los países imperialistas o facciones del gobierno están hablando acerca de reducir sus fuerzas allá; la mayoría de las charlas tratan la manera de aumentarlas. En los Estados Unidos, los dos candidatos presidenciales se acusan mutuamente de no querer suficiente la guerra en Afganistán, y las cabezas de los gobiernos europeos están generalmente enfatizando también la necesidad de más guerra. Esta tendencia solo puede lograr impulso mientras aumente la tensión entre occidente y Rusia. Esta región históricamente ha sido un campo de batalla entre los colonialistas occidentales (notablemente el imperio británico) y sus sucesores imperialistas modernos, y la vieja y ahora nueva Rusia.

En general esta es la clase de paz y prosperidad que los imperialistas han traído al pueblo de Afganistán: más guerra, más asesinatos, más pobreza, más miseria, etc. Y la única forma en que la población de Afganistán puede terminar todo esto es expulsando a todos los imperialistas invasores.

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

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