Revolución en línea,2 de noviembre de 2008


En vista de los informes de complots de masacre de supremacistas blancos

28/X/08

Estimado Revolución:

Estoy muy de acuerdo con la carta de un lector recién publicado en revcom.us, “Las elecciones, y estar preparado para lo que sea”. Esa carta plantea retos importantes (y buenas sugerencias) a partir de lo que salió en el editorial de Revolución, “El día después de las elecciones... y el cambio que de veras necesitamos... ¿Y AHORA QUÉ HARÁS TÚ?".

En vista de lo que tratan el editorial de Revolución y esa carta, estoy muy convencido de que es necesario tomar muy en serio los informes noticiosos (tal como un artículo del New York Times, 27/X/08) de que dependencias del gobierno federal como el ATF (Buró de Control de Bebidas Alcohólicas, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) y el Servicio Secreto están acusando a dos supremacistas blancos de Tennessee por conspirar para masacrar a escolares negros y asesinar a Barack Obama. Las autoridades dicen que la conspiración proponía masacrar a 88 personas en una escuela de alumnos predominantemente afroamericanos y decapitar a 14 personas. Según informes de los medios, los números 88 y 14 son símbolos de Adolfo Hitler y un lema supremacista blanco.

Cabe decir que no se puede confiar en la “información” de los organismos “a cargo de ejecutar la ley” como el ATF y el Servicio Secreto. Estos organismos tienen una larga historia de mentir acerca de los movimientos revolucionarios y progresistas, entramparlos y aplastarlos, aunque también trabajan el interior de los grupos fascistas y supremacistas e incluso los orquestan. Durante los años 60, se documentó y desenmascaró ampliamente este hecho. Por ejemplo, el FBI, por medio de un “tira”, tuvo que ver con el asesinato de la activista de derechos cívicos Viola Liuzzo, y después de matarla, tuvo un papel importante en una campaña de calumnias en su contra.

Pese a todo eso, este arresto y los informes periodísticos acompañantes, son muy ominosos.

Hace poco, el congresista John Lewis, a quien apalearon los supremacistas blancos y la policía durante el movimiento de derechos cívicos, al señalar el ambiente que se está fomentando en los mítines de McCain y Palin, advirtió: “Durante otro período del pasado no muy lejano, había un gobernador del estado de Alabama llamado George Wallace quien también llegó a ser un candidato presidencial. George Wallace nunca lanzó una bomba. Nunca disparó un arma, pero creó el ambiente y las condiciones que alentaban ataques atroces contra norteamericanos inocentes quienes simplemente intentaban ejercer sus derechos constitucionales. Debido a ese ambiente de odio, cuatro niñas resultaron muertas una mañana de domingo cuando una bomba estalló en una iglesia de Birmingham, Alabama”.

Lo que ha resultado del arresto de estos supremacistas blancos confirma los temores y preocupaciones de Lewis.

La manera en que los medios y las autoridades del orden público han manejado la situación es un sable de doble filo. Primero, los medios de comunicación grandes tratan las acusaciones contra los rapados racistas como si no fueran gran cosa. Piensen, por ejemplo, en qué respuesta darían si hubiera una situación distinta, como si las autoridades alegaran que dos jóvenes negros se preparaban para masacrar a 88 escolares blancos, decapitar a 14 personas blancas y asesinar a un candidato presidencial. En contraste, las autoridades ahora están diciendo que estos rapados no tenían un plan bien pensado para llevar a cabo esta masacre y asesinato.

Además, los medios están “popularizando” a estos rapados fascistas y su complot. Por ejemplo, el New York Times sacó una foto de uno de ellos en una pose con rifle de alto calibre y tatuaje de esvástica, que servía como especie de cartel de reclutamiento para estos fascistas.

Para colmo, los medios no están mencionando lo que debe de ser una conexión obvia: lo que señaló Lewis de que la retórica y guiños provenientes de los mítines de McCain y Palin constituyen una señal a las fuerzas de este tipo a que lleven a cabo cosas así. Cabe señalar que McCain y Palin han seguido atacando a Obama por supuestamente “andar de amigo con los terroristas”.

Revolución ha señalado el gran descaro e hipocresía de John McCain —de acusar a alguien de terrorismo— pues por su cuenta participó de manera entusiasta y desvergonzada en la genocida guerra yanqui contra Vietnam. Pero la acusación de asociar a Obama con los “terroristas” concuerda con la forma en que durante los últimos años los republicanos han criticado una y otra vez de “traidores” a los demócratas.

Obama no representa un desafío serio al sistema ni a la supremacía blanca; Revolución ha presentado argumentos convincentes al respecto en muchos artículos. No obstante, cualquier tentativa de asesinarlo sería un vil crimen de este sistema. Cuando asesinaron a Martin Luther King, eso representó un ataque a la lucha del pueblo negro por su liberación, si bien King no era ningún revolucionario y se oponía a la revolución en un momento en que millones de personas consideraban la revolución como una solución. Aunque en la actualidad Obama no representa de hecho las aspiraciones del pueblo negro a liberarse de la opresión y el racismo, si se diera una tentativa de asesinarlo, muchas personas la considerarían, y esta representaría, un ataque al pueblo negro. Sería un eslabón más de la larga cadena de esclavización, ejecuciones, linchamientos, encarcelamiento en masa, asesinatos policiales generalizados y los demás incidentes de la sórdida historia supremacista blanca de este país.

Si algo semejante sucediera, representaría un salto de la fascistización de la sociedad y cuestionaría fuertemente la legitimidad del sistema en general. El objetivo de los revolucionarios definitivamente NO es defender la democracia burguesa, o sea, la “forma democrática” de la dictadura capitalista. Pero sería muy erróneo y no sería revolucionario en absoluto ignorar lo que proponen hacer estos fascistas con los ataques tales como aquellos que el gobierno dice que hayan cometido estos supremacistas blancos arrestados.

Hay que oponerse con una resistencia política de masas a cualquier acto semejante. Los revolucionarios, sobre la base de la necesidad de dejar atrás este sistema opresivo de gobierno de la forma que sea y al plantear esta necesidad, tienen una responsabilidad de unirse con el pueblo y dirigirlo a tomar conciencia de la manera en que se mueve el sistema en esta situación, y la posibilidad de otro futuro mejor mediante la revolución, a la vez que se responsabilizan de unirse con millones de personas y de dirigir la resistencia política a los ataques de este tipo.

* * * * *

Los revolucionarios tienen que estar preparados para situaciones que no se pueden anticipar. Es muy importante tener una profunda estimación del hecho de que la realidad no es simple, sino compleja. Existen contradicciones entre el pueblo y la clase dominante, y existen contradicciones al interior de la clase dominante que podrían surgir de formas más agudas, pero estos fenómenos se interactúan y se sobreponen, y se influyen entre sí de manera constante. Lo que se manifiesta como fuertes conflictos en los corredores del poder pueden desplazarse a las calles, y estos conflictos puede servir de “grietas” por las cuales el descontento del pueblo pueda expresarse y salir a la superficie. Pueden transformarse de un conflicto entre los gobernantes en un conflicto que llegue cada vez más a manifestarse entre el pueblo y los gobernantes en general, en el grado en que el pueblo aprenda del desarrollo de la situación y por medio del trabajo de los revolucionarios.

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