Revolución #148, 23 de noviembre de 2008


Carta de un lector

“Burning Man” 2008: El mito y la realidad del “sueño americano”

Todos los años, en lo alto del desierto de Nevada, se crea una ciudad de 50.000 habitantes, y luego desaparece, dentro de 8 días.

Es la Ciudad de Piedra Negra, sede de “Burning Man” (Hombre ardiente), una celebración anual de arte y comunidad que atrae a participantes de todo el mundo hasta la inhóspita cuenca de un lago antiguo. Durante la mayoría del año el desierto de Piedra Negra es un lugar desolado sin población —sin árboles, zacate, agua ni ninguna señal de vida— durante la fiesta de Burning Man se reverdece con cultura, fuego, música y luces de neón en un reventón gigantesco la semana antes del Día del Trabajo en septiembre, ante tormentonas de viento y un insoportable caloronón (o lluvia y frío). Desde su comienzo en los años ochentas en una playa de San Francisco, el concepto de los fundadores originales era: “Construir una estatua y quemarla”. Desde ese entonces, todos los años, la fiesta se intensifica cada día hasta el punto culminante del ritual de quemar la estatua de madera, de 10 metros de altura, del “hombre ardiente”.

Desde 1990, Burning Man ha sido un experimento en crear una cultura que desdeña el dinero y el culto a las mercancías. Si bien se venden boletos para la fiesta, sirve principalmente para pagar los altos precios que cobra el gobierno federal para el uso del terreno y el pago obligatorio a los invasores agentes de la ley (que quedan boquiabiertos). Pero, muy diferente a otras fiestas, no hay nada de venta, aparte del café y el hielo en la cafetería. Es una economía de lo regalado, que alienta a la gente traer lo que necesita y compartir con los demás, abrazar la diversidad y no ser espectador sino participante.

¡Y el arte! Cientos de instalaciones artísticas que rompen con el convencionalismo por su construcción colectiva, el tamaño abrumador, la interactividad y la irreverencia, animan a los participantes a ver lo cotidiano con ojos nuevos. El arte no se considera la competencia solamente del artista de carrera.

Cada año, el fundador de Burning Man, Larry Harvey, establece el tema para el arte, por ejemplo “El futuro, temor y esperanzas”, “Psiquis”, “Más allá de lo creíble”, “La bóveda celeste”, siendo la idea central que los participantes desarrollan e interpretan libremente, muchas veces en direcciones artísticas y filosóficas muy sorprendentes.

Aunque las personas que asisten Burning Man son de un sector atípico de la sociedad, les afectan la dinámica general de este sistema, su funcionamiento y rumbo actual. En los últimos años, particularmente a partir del 11 de septiembre, el predominio de la “guerra contra el terror” y la mentalidad del estado policial, yo y muchos otros hemos notado que si bien no se ha desaparecido el radicalismo de Burning Man, por una parte se ha constreñido a las “nuevas normas” sociales y a “lo posible”. Este año, también lo afectó la actualidad de las elecciones, el “fin” del régimen de Bush y la campaña de Obama con sus promesas del “cambio”.

Cuando se anunció el tema artístico de este año, “El sueño americano”, la respuesta fue como: “¿Qué chingaos? ¿De dónde salió eso?”. Para mí que el concepto del tema era de una democracia pura, que nunca ha existido ni existirá, como el ideal más elevado al que podríamos aspirar. Según lo entiendo, odian las infamias y excesos de este gobierno que pisotea los derechos del individuo pero siguen atados al “patriotismo progresista”.

Inmediatamente se armó una oposición. Una campaña de petición en línea pidió a los organizadores escoger otro tema. No lo hicieron, aunque modificaron la descripción del tema para quitarle lo patriótico abierto y ciego, y tender más hacia una visión de Estados Unidos como un gigante torpe con una historia manchada que no ha estado a la altura de su promesa de democracia y liderazgo mundial. El diseño del “Hombre” abarcaba las banderas de todas las naciones.

Si bien hubo mucha oposición al régimen de Bush con todo sus ultrajes, al mismo tiempo hubo un intento de unirse con el bueno supuestamente inherente a Estados Unidos y su gente y subrayarlo, sin captar que el país tiene su origen en la esclavitud del pueblo negro y el genocidio contra los pueblos indígenas y que hoy día se ceba de un sistema internacional de explotación, en el cual mil millones de personas viven de menos de $2 al día, apuntalado por un enorme ejército, guerras y invasiones.

Algunos de los que originalmente objetaron al tema después lo apoyaron diciendo que sería un reto a los artistas a presentar sus propios puntos de vista sobre Estados Unidos y que provocaría pensamiento más profundo y arte que representaba el pensamiento de oposición. Aunque francamente, tenía mis dudas acerca de esa noción, resultó ser cierta.

* * * * *

Durante el largo camino de la carretera hasta la ciudad desierta, hubo una serie de letreros con citas famosas (y no tan famosas) sobre la democracia y el “sueño americano”, la mayoría de las cuales cuadraban bien en un marco de la democracia burguesa. La primera era con mucho la mejor, una cita del recién difunto cómico George Carlin: “¡Lo llaman el sueño americano porque uno tiene que estar dormido para creerlo!”

Un individuo solamente podría visitar durante los pocos días a una pequeñísima parte de las aproximadamente 200 instalaciones de arte (para no mencionar todos los campamentos) en la enorme urbe extendida, incluso por bicicleta. Obviamente no alcancé a ver mucho en ese ambiente constantemente cambiante.

No vi instalaciones que celebraban Estados Unidos sin ningún reparo, aunque varias alentaban a la gente a votar, escribir a sus representantes, o meditar por la paz. Otras alentaban a “soñar tu propio sueño”.

Hubo muchas obras realmente increíbles, de tamaño grande y chiquito, hermosas y asombrosas. Entre ellas eran: Basura Sagrada, un templo masivo construido de basura inflamable, materiales reciclados y los desechos de la sociedad estadounidense; la “Depre”, un enorme Jeep como parodia de la obsesión estadounidense con trocononas; “Águila Extendida”, alas cinéticas construidas de acero, secoya y objetos encontrados; y Estado Alterado, de la artista neoyorquina Kate Raudenbush, un capitolio tallado de manera exquisita de acero blanco al estilo gráfico de los pueblos indígenas norteamericanos, en su memoria y honor.

Otras piezas significativas desafiaron directamente el “sueño americano”, entre las cuales destacaron:

Un grupo de los Países Bajos construyó una prisión muy impresionante e intimidante, con una fachada de calavera, con flores y estampado, casi cómica. Pero una vez que el “detenido” entra el “Retén Sueña-Tu-Utopía”, cautivo detrás de sus altos muros grises, alambre y torres, lo obligan a llenar completamente un largo formulario antes de pasar a la sala de interrogatorios. Una experiencia visceral y aleccionadora; se puede ver en video, con un comentario del artista, en http://current.com/items/89252184_checkpoint_dreamyourtopia#comments.

Otra obra presentaba la figura del prisionero encapuchado de Abu Ghraib, con cables eléctricos colgados de las manos. Un letrero decía al público que pedaleara una bicicleta que generaba corriente para darle toques al prisionero. Lo acompañaban fotos de tortura y asesinatos horripilantes de iraquíes cometidos por las tropas estadounidenses, y el mensaje: “Tus impuestos van para torturar a iraquíes inocentes. Algo va terriblemente mal en Estados Unidos. ¿Por qué no nos estamos rebelando? Nos toca componer a Estados Unidos”.

Varios artistas expresaron de diferentes perspectivas su oposición a las guerras que está librando Estados Unidos para “traer la democracia”. Por ejemplo, una escuela acribillada a balazos, con muñecas y juguetes tirados en el piso; y una bomba casi enterrada titulada “¿Tienes democracia?”

Algunas obras hablaron de los ataques contra los migrantes. Una estructura de 15 pies de alto, muy bien hecha, parecía cartón de leche, y en el lado para datos del “niño perdido” hablaba de los asesinatos de 450 trabajadoras jóvenes y la desaparición de 400 más en la frontera méxico-estadounidense, y denunciaba al papel del TLCAN y la cruel explotación en las maquiladoras que exportan productos a Estados Unidos.

Otra presentaba un puente a la Isla Ellis (por la cual entraban los inmigrantes europeos a Estados Unidos); al cruzarlo uno ve letreros que le preguntan sobre su estado médico, político, jurídico y migratorio.

Un artista desplegó una gran red de carga, como la que se ocupa para capturar a animales o esclavos, que traía escritas las famosas palabras en la Estatua de la Libertad: “Dame tus agotados, tus pobres, tus multitudes hacinadas, ansiosas de libertad”.

En los campamentos colocaban al revés cientos de banderas estadounidenses, y enarbolaban muchas banderas de la tierra. Me dijeron que asistieron muchos veteranos de la guerra de Irak y muchos soldados activos. No se promovía generalmente la idea de “Apoyar a la tropa”, aunque un campamento armó una pared para que la gente apuntara mensajes de “agradecimiento” a las tropas. Al fin de la semana, quedó sin llenarse, y muchos de los mensajes claramente expresaban oposición a la guerra.

Durante toda la semana, un grupo distribuyó al estilo “guerrilla” a miles de banderitas estadounidenses al revés, con el logotipo de Burning Man y las palabras: “Prenderle fuego al sueño americano”.

* * * * *

Hay mucho que abrazar en Burning Man. Desde su comienzo ha sido una concurrencia de gente radical y de contracultura. A los que promueven valores tradicionales y creencias fundamentalistas los sacaría de onda este ambiente tan blasfemo en el cual se ridiculizan las vacas sagradas y se abren espacios para pensar, y actuar, de manera contradictoria a la política, la religión, la sexualidad y la ideología dictadas (establecidas).

Al mismo tiempo, esos espacios son constreñidos por las relaciones sociales y productivas dominantes y las ideas con que la sociedad impone esas relaciones. La ideología que la gente trae y a la cual regresará constriñe su capacidad de soñar de una manera verdaderamente liberadora.

Urge que las personas que anhelan un mundo diferente y mejor conozcan a Bob Avakian y su visión revolucionaria de la ruptura más radical con las relaciones de propiedad y las ideas tradicionales, y de un mundo comunista efervescente y estimulante en el cual la gente se desenvolvería plenamente: arte y ciencia sin trabas, asombro y curiosidad, efervescencia e imaginación en dimensiones alucinantes. En un intento de contribuir a eso, distribuí ejemplares del periódico Revolución y a los con quien platiqué les “regalé” los “7 Charlas de Bob Avakian” y una “edición especial para Burning Man” del ensayo de Avakian “Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?” y la nueva Constitución del PCR.

Una de mis experiencias más emocionantes fue una discusión con dos profesores de Inglaterra, un cineasta premiado, un estudiante posgrado de sociología encargado de primeros auxilios para Burning Man, y dos activistas contra la guerra. Hablamos de la naturaleza y la historia de la democracia en Estados Unidos, el arte, la libertad y la filosofía. Escuchaban muy atentos a lo que yo contribuía a la conversación y se interesaban por saber más sobre el PCR y la obra de Bob Avakian. En especial consideraban refrescante su punto epistemológico de que todas las verdades son buenas para el proletariado, y todo lo que sea verdad puede ayudarnos a llegar al comunismo, hasta las verdades que nos duelen o las que descubren personas que están en nuestra contra, a diferencia al método de la “verdad política” que ha caracterizado mucho del movimiento revolucionario, hasta el comunista. Les sorprendió mucho el aprecio que tiene Avakian por el arte, la ciencia y los empeños culturales humanos en general, y su declaración de que: “Si no se tiene un espíritu poético —o por lo menos un aspecto poético— es muy peligroso dirigir un movimiento marxista o ser líder de un estado socialista”.

El muchacho de los primeros auxilios, con quien yo había platicado hace dos años, terció que —si bien tiene cierta oposición a Avakian (y a mi promoción  continuada de él)— opina que lo que dice Avakian hace pensar más y es lo más perspicaz en un sentido amplio comparado con cualquier otro líder revolucionario, y que la gente debe ponerle atención.

Todos estuvimos de acuerdo en que se necesitan más discusiones sobre temas muy variados en Burning Man, y que había que invitar a más personas a entrarle a la discusión. Hablamos en manera inicial de hacer un plan para convocar a los muchos académicos, artistas, científicos y gente pensante que asisten a Burning Man a unirse y a entrarle a discusiones vivas sobre el arte y la cultura, la ciencia y la filosofía, con el fin de entender el mundo en todas sus texturas para transformarlo. El tema del año que viene, La Evolución (en celebración del 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin) caerá como anillo al dedo.

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