Revolución #148, 23 de noviembre de 2008


El matrimonio entre gays:

¡Un derecho básico! ¡Una demanda justa!

“Sé lo que puede pasar cuando no existan oportunidades iguales de casarse para los gays bajo la ley y que estos no se beneficien de muchos de los derechos que se otorgan a los heterosexuales solamente porque estos están casados. Sé lo que puede pasarle a una persona en un hospital, por ejemplo, cuando agonice mi pareja y yo no pueda entrar a la habitación, o cuando mi segundo primo, que no he visto en 20 años, llegue y se apropie de la casa que nosotros construimos con nuestros propios esfuerzos. No está bien, no es justo, no es correcto e incluso diría que es amoral”. — una lesbiana negra a Revolución en una protesta frente el templo mormón, Oakland, California

El 4 de noviembre, después de que las organizaciones cristianas derechistas encabezaron una vil campaña multimillonaria, se aprobó la Proposición 8, lo que cambia la constitución del estado de California de modo que estipule: “Se le dará validez y reconocimiento únicamente al matrimonio entre un hombre y una mujer”, y elimina el derecho de casarse para los gays y las lesbianas. Se arrebató un derecho humano fundamental a millones de personas en este estado.

También se aprobaron prohibiciones constitucionales similares en Florida y Arizona. Arkansas aprobó una ley cuyo propósito es impedir que las parejas gays adopten niños. En 41 estados, hay estatutos y/o estipulaciones constitucionales que prohíben el matrimonio entre personas del mismo género.

Protestas: “No nos quedaremos callados”

Al día siguiente, el estupor y las lágrimas se transformaron en furia e indignación. En West Hollywood, diez mil personas se tomaron las calles. El 7 de noviembre, decenas de miles marcharon en San Francisco, bloquearon cruces y corearon: “¡No nos quedaremos callados!” Muchas personas han protestado con razón frente a templos mormones, por ejemplo, tres mil en Salt Lake City. Las protestas y las marchas en ciudades grandes y pequeñas se extendieron por California y todo el país, propagadas mediante Facebook y MySpace, diarios digitales, portales electrónicos y mensajes de texto.

Se ha convocado a protestas el 15 de noviembre y al cierre de esta edición, se están desarrollando marchas y mítines en más de 300 ciudades de todos los estados del país y en otros países. El grupo “Join the Impact!” llamó a la “comunidad LGBTQ, amigos y familia” y lanzó un llamamiento a protestar: “¡No retrocederemos, no nos dejaremos callar y no cederemos nuestros derechos!”.

El gobierno municipal de San Francisco, aunado a la ciudad de Los Ángeles y los condados de Santa Clara y Los Ángeles, han pedido que la Suprema Corte del estado anule la proposición, y los grupos de defensa de los derechos de los gays están entablando demandas. Esta batalla en los tribunales puede contribuir a inspirar y generar más oportunidades para la lucha en la calle. A su vez, esa lucha en la calle será decisiva para hacer retroceder este ataque.

Da mucha inspiración que en estos momentos se está gestando un movimiento en las calles que no está “esperando a ver” qué haga Obama (él ya ha dejado en claro que se opone al matrimonio de gays, y el vergonzoso silencio de su campaña tuvo mucho que ver con la aprobación de esta proposición).

¡Esta situación es precisamente lo que se necesita! La Proposición 8 representa un ataque a un derecho fundamental y básico, y todos, gays o bugas (heteros), de todas las nacionalidades, a quienes les importan la justicia y la humanidad tienen que unirse a las protestas. Ya.

Un atropello

En junio de 2008 la Suprema Corte de California falló a favor de los matrimonios de gays. Desde entonces, 18 mil parejas se han casado, entre ellas, parejas que llevan 30 años o más en unión, que han padecido el desprecio a su amor, constantes amenazas de violencia y hasta el encarcelamiento, incluso por expresar su cariño en público. Se realizaron grandes celebraciones y desconocidos les trajeron flores.

Ahora se ha arrebatado el derecho a casarse mediante una votación. Se está sentando un precedente escandaloso: que ahora se puede “poner a la consideración de los electores” cualquier derecho de cualquier grupo de personas… a la merced de fanáticos religiosos y gente subyugada en las fauces de la ignorancia y los manipuladores fascistas. ¡No lo aceptaremos!

La aprobación de esta proposición va más allá del derecho a casarse. Es parte de una agenda fascista general la que están azuzando poderosas fuerzas de la clase dominante. “No solo van sobre los derechos de los gays sino sobre el derecho de las mujeres al aborto. Quieren enseñar el creacionismo en las escuelas. ¡Hay que parar todo eso!”, le dijo a Revolución un hombre ex mormón en una protesta. Una lesbiana latina le dijo a Revolución: “Somos seres humanos, no somos un terrón de lodo y nos merecemos el derecho del matrimonio. Aquí estamos y no nos vamos a ninguna parte”.

Un profesor de derecho de la Universidad Lake Forest escribió: “Imagínense que denigren sistemáticamente a un sector de la población y luego crean que eso no tendrá consecuencias más allá de la ley, que no tendrá repercusiones en el mundo real”. ¿Cómo es que eso no vaya a dar una luz verde a más violencia contra los hombres gays y las lesbianas?

Toda esta situación envía el mensaje de que los gays y las lesbianas son menos que seres humanos, un mensaje que mucha gente se interioriza y a partir del cual luego actúan, con horribles resultados. En este país, los jóvenes gays se suicidan a una tasa oficial de uno cada seis horas debido al implacable hostigamiento que viven. Mucha gente sabe del brutal asesinato de Matthew Shepard, un estudiante gay de la Universidad de Wyoming, en 1998, a quien robaron, balearon con una pistola, torturaron, amarraron a una cerca en un lugar remoto del campo y lo dejaron morir. Ese no fue un incidente asilado. En 2004, los asesinos de Scotty Joe Weaver, un adolescente gay del campo de Alabama, lo amarraron, lo torturaron y lo decapitaron parcialmente antes de prenderle fuego a su cuerpo. En Virginia un asaltante mató a Danny Overstreet, un hombre gay, y baleó a seis más, supuestamente porque padecía el ridículo por tener el apellido “Gay”.

Una vil campaña

Después de que la Suprema Corte falló que era inconstitucional la prohibición del casamiento de personas del mismo género, los grupos religiosos derechistas se desbocaron y organizaron un referendo para cambiar la constitución del estado. Los grupos de derechos de los gays entablaron una demanda para bloquear la Proposición 8 en las urnas, pero la Suprema Corte la denegó sin dar argumento alguno, lo que abrió la cancha para la campaña de vileza, odio y mentiras. Una colección de iglesias y organizaciones cristianas derechistas no escamitaron esfuerzo alguno para hacer que no se otorgara en absoluto el derecho de casarse a los gays. Los mormones, los católicos y los evangélicos protestantes invirtieron millones de dólares, lo que hizo que la campaña por la Proposición 8 quedara en segundo lugar en costo a las campañas a la presidencia federal.

La iglesia mormona les dijo a sus rebaños por todo el país que era su deber ante “Dios” apoyar la proposición y recolectar 20 millones de dólares para ella, y movilizó a 25 mil tropas de choque mormonas de todo el país para visitar los hogares de la población de los distritos electorales y pararse en la calle con letreros. Ahora, después de costear esta enorme campaña para arrebatarle los derechos a un sector de la población, las autoridades mormonas están chillando que las protestas frente a las iglesias y las oficinas de los mormones “no son acciones dignas de los ideales democráticos de nuestra nación”. El que los mormones —que solo eliminaron tan recientemente como en 1978 las secciones oficiales de su dogma religioso que estipulaban que los hombres negros no podían ser sacerdotes en su iglesia— revelaran algo sin querer o no sobre lo que los “ideales democráticos de nuestra nación” representan en los hechos, la hipocresía de sus quejas por las protestas es tan absurda como lo es perversa.

Los evangélicos cristianos aceleraron sus labores para llegar a los reaccionarios elementos de la iglesia negra y para movilizarlos en apoyo a la Proposición 8.

La Campaña Sí por 8 sacó comerciales sin cesar en la televisión con música de terror y el bombo y platillos típicos de una película de propaganda nazi. Presentaron el matrimonio entre personas del mismo género como un horror que se trataba de imponer sobre la ciudadanía, dijeron que las personas serían objeto de demandas por sus propias creencias personales, que las iglesias perderían sus exenciones del sistema tributario y que en contra de los deseos de los padres de familia, los alumnos de primer año de primaria aprenderían acerca de los matrimonios entre personas del mismo género.

La campaña puso la realidad de cabeza. Son las lesbianas y los gays quienes han sido las víctimas de la sistemática discriminación, persecución y represión violenta durante siglos, impuestas por la policía del sexo, el estado, la iglesia y la violencia al estilo de los linchamientos. La Proposición 8 no tenía que ver con la protección de los niños escolares, sino con el uso del estado para imponer una cruel y reaccionaria moral sobre todos los miembros de la sociedad.

Esta campaña contó con el respaldo de poderosas fuerzas a nivel nacional. En 2006, George Bush pidió una enmienda constitucional que “definiera el matrimonio en Estados Unidos como la unión de un hombre y una mujer”. La candidata a la vicepresidencia Sarah Palin también es un exponente de una enmienda a la constitución federal para prohibir el matrimonio de gays.

¿De dónde vino la Proposición 8?

Tony Perkins, del Consejo de Investigación acerca de la Familia, dice respecto a la Proposición 8: “Es más importante que las elecciones presidenciales. Antes elegimos a presidentes malos y hemos sobrevivido como nación, pero no sobreviviremos si perdiéramos la institución del matrimonio”. Charles W. Colson, ex conspirador de Watergate y fundador de los Ministerios de Comunión de los Penales, dijo: “Esta votación para detener la cruzada del matrimonio de gays en California es el Apocalipsis”.

¿Por qué la “derecha religiosa”, tal como se llaman cortésmente, identificó la Proposición 8 como una batalla de vida o muerte?

La respuesta se halla en las profundidades del tinglado opresivo en que vivimos. Bajo el capitalismo, la familia dominada por el hombre es una unidad social y económica por medio de la cual las personas crían hijos y, en general, subsisten. La familia tradicional con el “padre que más sabe” tiene un papel fundamental en la imposición de los papeles sociales opresivos y desiguales, en que, por ejemplo, los “muchachos aprenden a ser muchachos” y las “muchachas aprenden a ser muchachas”.

Pero los enormes cambios operados en el mundo por el capitalismo y el imperialismo y los profundos cambios de la sociedad estadounidenses de las últimas décadas han socavado la base de esta familia tradicional. En la fuerza de trabajo hay una gran cantidad de mujeres (aunque todavía se espera que sean “amas de casa” en la familia). En una sociedad abrumadoramente urbana, hay más libertad para que las lesbianas y los gays “salgan del ropero” y formen relaciones de pareja. Estos cambios han dado origen a mucha lucha política, la que a su vez ha arrancado algunas concesiones. La rebelión de Stonewall, un levantamiento de gays en la ciudad de Nueva York en 1969 contra el maltrato y la discriminación bajo la ley, exigió igualdad para las lesbianas y los gays, y contribuyó a iniciar los años del orgullo gay.

Para los oprimidos y los explotados, ¡no hay nada en absoluto que temer ni de tener resentimiento en todo esto! No hay nada que defender en la familia tradicional y en el pensamiento que esta impone y refuerza. Tienen que apoyar la lucha por los derechos de los gays todas las personas que se oponen a la opresión y la discriminación. Pero la estructura de poder ve en estos cambios un desafío al tejido social que mantiene intactas las relaciones sociales opresivas y tradicionales.

En el contexto de estas, y otras fuertes tensiones y presiones sobre el tejido social de la sociedad estadounidense, los fascistas cristianos, durante un largo tiempo y con el apoyo y respaldo de poderosas fuerzas de la clase dominante, han llegado a estar empotradas en los más altos niveles del gobierno y la estructura de mando de las fuerzas armadas. Han acumulado una base social de personas a las que literalmente les da miedo pensar y a las cuales les están enseñando a no pensar. Estas fuerzas no van a desaparecer ni bajar su agresividad. Estos fascistas cristianos han surgido como una corriente poderosa y “legítima” en la sociedad y están procurando imponer una moral y valores bíblicos tradicionales sobre la sociedad, y de aglutinarla sobre esa base. En esta conexión, el apuntalamiento del patriarcado, de la subordinación de las mujeres a los hombres, es un elemento fundamental. Es una forma de organización estricta de la sociedad que de mil maneras mantiene a las mujeres en una posición de degradación y opresión. Es una manera de mantener a las mujeres y a la familia bajo el control de los hombres. Incorpora a los hombres al proceso de imponer esta opresión y les inculca con la idea de su “merecido papel” como “jefe de familia”, de modo que puedan portarse como el “burgués” en el hogar. Estos fascistas cristianos predican que todo esto es literalmente la palabra de “Dios”.

En este contexto, estas fuerzas reaccionarias consideran como intolerable dejar que los gays y las lesbianas se casen. Eso abre la puerta a que las personas se salgan de esos confines absolutistas estrechos, y cuando se niegan a permanecer en ese marco rígido y estrecho, cuando cuestionan cómo son las cosas, cuando empiezan a ver que el matrimonio es una institución hecha por los hombres y no es un mandato de dios, eso socava y amenaza al patriarcado, y todo el tinglado.

Estas fuerzas fascistas cristianas también ven en el atraso y la confusión sobre la homosexualidad en importantes sectores sociales, tales como los negros y los latinos, algo del que pueden sacar provecho y algo que pueden manipular a fin de incorporar a estos sectores de la población, a las mismas personas que están oprimidas, a la persecución y la satanización de los gays y en general a la política conservadora y reaccionaria, si bien en lo fundamental este fenómeno no está impulsando sus agresivos ataques contra las leyes que legalizan el matrimonio de gays.

El que se permitiera poner a voto la Proposición 8 y el que la campaña de Obama en esencia se mantuviera un silencio vergonzoso al respecto, indica cuánto espacio incluso las fuerzas “mayoritarias” de la clase dominante les están dando a estos fascistas cristianos. Si bien se oponen a algunos aspectos de la agenda de los fascistas cristianos, estas otras fuerzas de la clase dominante también tienen mucho en común con ellos (véase el recuadro, “Obama, el sistema y la Proposición 8”.) Estos también temen que se desbarate la sociedad y temen que trastornar el orden social dominado por los hombres abra paso a mayores trastornos de su tinglado. También consideran que la religión, y el fortalecimiento de la familia tradicional y del derecho masculino, es un pegamento importante con que aglutinar la sociedad.

* * * * *

Desde que la sociedad humana haya estado dividida entre las clases de explotadores y explotados, la familia dominada por el hombre ha sido una unidad económica, social y política de los sistemas explotadores. El patriarcado, es decir, la dominación masculina, y el pensamiento que lo acompaña, mantienen subyugada a la mitad femenina de la humanidad, y mantienen a toda la humanidad encadenada al pensamiento y a las relaciones atrasados. Si bien las relaciones entre las personas del mismo género y su legitimación mediante el matrimonio en lo fundamental no desafían ni echan por tierra estos arreglos, la clase dominante las ha considerado un “desafío” inaceptable a la familia patriarcal tradicional de larga trayectoria comprobada.

Pero el mundo no tiene que ser así. No tiene que existir un mundo en que las personas padezcan persecución, discriminación, degradación y asesinato por sus preferencias sexuales. En el mundo actual, es crucial que todo el mundo luche por la “igualdad en materia de matrimonios”. En este proceso, aquellos que en serio quieren dejar atrás la subyugación de las mujeres y de los gays en la sociedad tienen que vincular esa lucha a un movimiento revolucionario y a una revolución que permite que la humanidad, por vez primera, conciba y geste nuevas formas de relaciones e intimidad libres de todas las formas de la fea opresión tradicional de las mujeres.

La actual batalla sobre el matrimonio entre las personas del mismo género es una parte de una batalla más amplia sobre el rumbo general de la sociedad estadounidense. Ahora mismo lo que encierra unas apuestas muy altas es la unificación de mucho más personas para que se integren a la lucha por hacer retroceder y derrotar los reaccionarios ataques contra el derecho al matrimonio entre gays en California y por todo el país.  

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