Revolución #158, 8 de marzo de 2009


Harlem

Condenando el asesinato policial de Oscar Grant

Harlem, 6 de febrero de 2009. La temperatura bajaba hasta los 30° Fahrenheit en tanto que la gente se congregaba a las afueras del edificio estatal de Harlem (Harlem State Building) situado en la esquina de la calle 125 y la séptima avenida, para unirse así con las protestas contra la brutalidad policial en Oakland, California. La esquina se encendió cuando personas de distintas nacionalidades expresaron la profunda rabia contra la policía que días antes había asesinado a Oscar Grant, un muchacho de tan solo 22 años. También se pronunciaron en contra de la opresión del pueblo negro y los crímenes de este sistema. Hablaron de sus incidentes amargos, leyeron poemas, sostenían pancartas y afiches; hubo mucho debate, se distribuyeron más de 100 ejemplares del periódico Revolución, y armaron estrategias.

Muchas personas han visto el video en YouTube o han oído hablar del asesinato de Oscar Grant. Aún así no muchos saben del nivel de resistencia al que ha llegado en la región de San Francisco. Recibieron la noticia con entusiasmo.

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Jóvenes negros estudiantes de secundaria aun sin haber oído nada de Oscar se unieron a cargar pancartas por la 125.

Algunos lectores del periódico Revolución en español escribieron y cargaron pancartas que decían: “Justicia para Oscar Grant — ¡Todo el maldito sistema es culpable!”

Una joven francesa se quedó a escuchar los testimonios de la gente; tampoco había oído nada acerca de Oscar, pero minutos después estaba sosteniendo un extremo de la manta hecha por el Club Revolución neoyorquino que decía: “Justicia para Oscar Grant — Democracia estadounidense = Brutalidad policial – La humanidad necesita la revolución y el comunismo”. El otro extremo lo estaba sosteniendo un joven que al principio dijo que no tenía tiempo pero luego cambió de idea cuando leyó las páginas centrales del periódico Revolución.

Un anciano que vive en la calle miraba desde la otra acera silenciosamente pero cuando le propusieron unirse a la manifestación, dijo: “Mírenme. No estoy en condiciones de cargar ningún afiche”. Entonces se le dijo: “Tú puedes y debes hacerlo”. Cuando una hora después dejó el afiche que decía “Este sistema no ofrece ningún futuro para la juventud negra, pero la revolución si”, se sintió tan entusiasmado que le dijo a uno de los colaboradores del Club Revolución: “Eso estuvo a todo dar. ¡Que no se rindan!”. Se fue con un buen paquete de periódicos debajo del brazo.

Una estudiante y actriz de una universidad de Vermont hizo un conmovedor monólogo de dos minutos en que le daba voz a una víctima de la brutalidad policial en los últimos segundos de vida.

Tres mujeres del Barnard College querían saber quién había organizado la marcha y cómo se podían poner en contacto para participar.

Después de que Carl Dix leyó un poema que se publicó en el periódico Revolución #155, la gente comenzó a aplaudir muy entusiasmada:

“Este sistema no ve nada en los millones de jóvenes salvo un ‘problema social’, jóvenes a que faltarles el respeto, degradar, menospreciar.

“Este sistema no le ofrece a la juventud ningún futuro, ni vida de valor, ni nada por lo cual vivir.

“Pero la revolución sí”.

El momento más emotivo fue cuando la señora Dale Batiste tomó el altavoz, reinó el silencio en la esquina donde estaba congregada la gente, envió su solidaridad y simpatía a la familia de Oscar Grant y a la gente de Oakland que está resistiendo. Dijo que sabía del dolor que sentía la familia de Oscar pues una tarde de octubre del año pasado la policía de Nueva York disparó y mató por la espalda a Dwayne Davis y a Kayshawn Forde. Ellos eran hermanos, eran sus hijos.

Un hombre por el altavoz decía el racismo y los asesinatos por la policía no tienen cabida en estos Estados Unidos nuevos representados por la elección de Barack Obama, que tenemos que luchar por esos Estados Unidos nuevos. Al oír esto otro hombre que estaba presente se paró en frente de él y argumentó apasionadamente que realmente los Estados Unidos que representa Obama son los que ocasionan la muerte de personas por todo el mundo. Después de los íres y venires de la discusión el mismo hombre dijo que la revolución solamente sería posible si tuviéramos más que un poco de ayuda divina.

Una lectora de Revolución y inquilina de un proyecto multifamiliar de vivienda en Harlem iba de un lado para otro vendiendo el periódico sin aceptar tan fácilmente un “no” como respuesta. Luchaba con los transeúntes cuando se dirigió a la multitud: “Tengo hijos y ustedes también tienen hijos; este sistema racista los encierra como animales y los mata como si nada; podría ser mi hijo o el suyo el muerto por esos asesinos; ¡le puede pasar a cualquiera! Esto tiene que acabar y tenemos que luchar juntos para conseguirlo. ¡Si tú no te llevas este periódico y miras lo que realmente está pasando y lo que podemos hacer al respecto, entonces ¡qué vergüenza!

Otra mujer habló del papel que tiene la policía de entrampar, encerrar y asesinar a los presos políticos.

Un señor habló de su sobrino Clifford Glover, de 10 años, asesinado por la policía en 1973. Una señora que sostenía un pancarta que decía “Todos somos Oscar Grant — Todo el maldito sistema es culpable”, dijo que el día anterior el esposo de su hermana fue golpeado y arrestado por la policía y no lo han podido encontrar. Otro hombre que por casualidad llegaba a la manifestación contó que su hijo había sido asesinado a manos de policías.

Un hombre negro de unos 70 años se dirigió al lugar y nos retó duramente: “¿Cuándo vamos a hacer algo más que marchar?” “¿Cuándo?” Se desarrolló una lucha acerca de la clase de revolución que necesitamos y cómo son los preparativos a conciencia para esa revolución.

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Ese viernes la manifestación y los discursos lograron darle voz a la vasta experiencia del pueblo negro y su profunda odio por los asesinatos que hacen parte de la estrategia asesina de la policía exaltada en “la buena vida en Estados Unidos”. Le dio voz al deseo de un auténtico cambio revolucionario. Fue una declaración de corazón y solidaridad con el Club Revolución del Área de la Bahía de San Francisco y con todos los que luchan contra los crímenes de este sistema. Nos unimos con ustedes diciendo: ¡BASTA YA!

¡NO MÁS VIDAS ROBADAS!

 

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