Revolución #158, 8 de marzo de 2009


Reflexiones suscitadas por los comentarios de los pastores en el entierro de Oscar Grant

En el entierro de Oscar Grant un pastor se paró y dijo: “Pensé que Oscar iba a ser un pastor pero dios tuvo otros planes”. Piensen en eso: “…pero dios tuvo otros planes”.

Otro pastor se paró y dijo: “Debemos responder con prudencia. Entiendo que los jóvenes están alterados, no obstante tenemos que confiar en dios. Esta pelea no es tuya”.
Piénsenlo: “…con prudencia… confiar en dios…esta pelea no es tuya”.

En otras palabras, que “pensemos de manera responsable y razonable”... que no seamos aventados.

¿Por qué se atribuyen cosas escandalosas como la ejecución policial pública de Oscar Grant, otros asesinatos policiales de hombres negros y la opresión y sufrimiento general de las masas de acá y de todo el mundo, al “plan de dios”, a “confiar”, cuando conocemos o se puede conocer por qué ocurren estas cosas y por qué siguen ocurriendo, y de más importancia, cuando es posible luchar por cambiar y eliminar el sistema que es la causa de todo eso?

¿Por qué se permite que estos pastores y su religión se salgan con la suya regando e imponiendo estos grilletes mentales sobre la mente del pueblo? ¿Y tachar de avenados a los que empiecen a tomar acción contra las verdaderas causas de su opresión?

¿A quién y qué sirven al hacer todo eso?

Veamos “la neta”, en el lenguaje popular. Los predicadores y la religión en general sirven para mantener a la gente en la esclavitud mental. Creer en cosas que no existen y racionalizar, pretextar y justificar el daño que le hacen a la gente las “cosas reales” todos los días bajo este sistema. Pretenden mantener intacta una sociedad, un sistema que no puede existir sin la brutalidad y discriminación brutal y asesina en sus cimientos.

Veamos más de cerca la mentalidad esclavista de la religión.

Hace poco asistí al entierro de un amigo. También era un muchacho negro de 22 años. Le gustaba que le llamaran Dred.

Dred se encontró en una situación en que se rebotaba entre empleos del salario mínimo y la venta de drogas. Estas son las opciones que tenía ante sí, no a causa de algún dios inexistente sino al funcionamiento concreto del sistema y las medidas conscientes de lo que lo dominan.

No obstante, así se mantenía vivo por un tiempo, así se mantenía a flote y sobrevivía.

Tenía esperanzas de complementar los ingresos de su mamá que trabajaba en dos trabajos, a veces tres a la vez. Dred tenía seis hermanos y hermanas que vivían con su mamá.

Quería la revolución y andaba en la onda del PCR un tiempo. Era un soñador y luchador, pero como tantos millones en este país y miles de millones en el mundo, el sistema le prensaba la vida en sus brazos grandes, poderosos y mortíferos antes de que tuviera chance de tomar conciencia en serio de todo esto, pues esos brazos lo prensaron tan fuerte que le segaron la vida a una edad muy temprana.

En este caso lo mataron a balazos otras personas atrapadas en la misma situación, unos vendedores de droga del rumbo en rivalidad por la calle donde su mamá vivía. Los paramédicos tardaron en llegar y murió desangrado mientras gritaba: “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!”

Después de su muerte su mamá me dijo a mí y a otros que quería que el ataúd se quedara cerrado. No quería que la gente mirara con desprecio el cadáver. Toda la vida la gente los veía con desprecio y no quería otro recuerdo insultante.

En su entierro la pastora se paró y dijo: “Dios ha llamado a Dred a casa...” y otras ridiculeces al estilo de la superstición y esclavitud mental.

Inmediatamente después de la pastora fui al frente para decir algunas cosas:

Si fuera justo el orden social, el sistema en que vivimos, si fuera un sistema revolucionario, Dred aún estaría entre nosotros.

Era un artista asombroso, autodidacto. Podía observar un paisaje por unos minutos para luego reproducir toda la belleza y también las cosas que no eran tan bellas en sus dibujos y bosquejos. Captaba más de lo que percibía un lego en lo artístico.

Hay decenas de millones de personas como él en este país y miles de millones más por todo el mundo a quienes este sistema les sofoca el potencial o les da una muerte prematura.

Cuando nacen personas como Dred, son como la letra de esa canción antigüita de Earth, Wind, and Fire:

Lucero radiante, tu origen no es importante, se vislumbra por tu brillar, lo que tu vida podría lograr.

En un sistema revolucionario (y diría bajo la dictadura del proletariado en oposición a la dictadura de la clase capitalista imperialista bajo la que vivimos hoy), las personas como Dred nos asombrarían a nosotros y a los chiquillos con su arte y de muchas otras maneras, que ni siquiera nos imaginamos todavía.

Necesitamos un nuevo orden social. Un nuevo sistema. Una revolución. Un orden social revolucionario, en transición a un mundo nuevo en que no habrá gente que mire “con desdén”, porque no habría ningún sistema que defendiera a algunos mientras mantuviera abajo a la mayoría, en que todos los individuos son verdaderos ciudadanos del planeta con su gran diversidad cultural y de idiomas, en que todos recibirían de la sociedad lo que necesitan para darle a continuo a la sociedad lo que son capaces de dar en los frentes material e intelectual.

En este sistema, los jóvenes como Dred chocan con la realidad de que ellos y su vida no valen nada en el actual arreglo económico-social.

Pues este es un orden social injusto, un sistema que vive de la brutalidad y de oprimir y explotar a la abrumadora mayoría, en que jamás se conocerá el potencial de miles de millones de personas. Nos quitan ese potencial de manera fría, brutal, distorsionada, perversa y despiadada todos los días, minuto tras minuto.

Bueno, ya cuando yo había expresado todo lo anterior, hablaron otras personas, entre ellas la pastora. Pero ya no repetían más esa cháchara de esclavitud mental de que “Dios lo llamó a casa” ni del “plan de Dios”. Hablaban de Dred, del dolor que sentían, su pena, su pérdida.

Pero se les elevó el espíritu al saber que esa pérdida no se debe a algún “plan misterioso” de un dios que no existe, sino a cosas reales que podemos conocer y sí, ¡luchar contra ellas y cambiarlas!

Irónicamente en cuanto se terminó el entierro, la pastora se puso a buscarme y decirme que lo que yo dije tenía más sentido que lo que ella había dicho.

Volviendo a lo que dijeron los pastores en el entierro de Oscar Grant, les digo: Quítense de en medio y al carajo su religión y sus intentos de dejar que las masas sean esclavos mentales sin poder, sin esperanzas, creyentes en la superstición.

Al pueblo le digo: si ellos no se quitan de en medio, pues quítenlos a empujones a ellos y su religión con un conocimiento revolucionario de la realidad, “la neta”. Hagan que ellos se pasen al asiento trasero. Sigan haciéndolo de maneras cada vez más profundas mientras que construyamos un movimiento revolucionario para arrancar de raíz y barrer este sistema.

¿Cuántas más Dred habrá? ¿Cuántas más madres como la suya? ¿Cuántos más Oscar Grant y Sean Bell? Todos los días en este país y en todo el mundo la gente clama de formas indirectas y directas: “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!”

Y las figuras religiosas los están insultando y lesionando diciéndoles que todo es parte del “plan de Dios”.

¿Cuántas personas y niños pequeños más de la Gaza tendrán que vivir los bombardeos con armas químicas del sicario israelí de los Estados Unidos? ¿O de parte de Estados Unidos en Afganistán e Irak? ¿Cuántos más tendrán que clamar “¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!” antes de que dejes de lado TODOS los grilletes mentales de la religión y te pongas en la onda de la revolución?

Nada de eso es el “plan de Dios”. Todo se debe a las necesidades, el funcionamiento y las medidas conscientes de este sistema global de imperialismo, encabezado por Estados Unidos de América.

Estas son cosas concretas de las cuales la humanidad EXIGE su emancipación y de las cuales SE PUEDE emancipar con un enfoque basado en un conocimiento científico, revolucionario y serio de las cosas y no un enfoque basado en la superstición y religión.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond