Revolución #158, 8 de marzo de 2009
Recaudar dinero para Revolución:
Dar la bienvenida a las preguntas peliagudas, ¡efectivamente!
Estimado Revolución:
Yo quisieracomunicarles algo de mis experiencias de plantear a la gente contribuir a la audaz iniciativa de masas para transformar de maneras importantes el alcance, el papel y el contenido del periódico Revolución.
Varias de las personas con quienes hice contacto se habían apuntado en una reunión en Libros Revolución. En vez de dejar pasar tanto tiempo que se les olvidaría lo que les había inspirado a apuntar sus números de teléfono, dividimos la lista de nombres entre varios y les echamos una llamada al día siguiente. Logré comunicarme con varias personas e hice cita con muchas. Algunas no habían oído del periódico Revolución ni del PCR [Partido Comunista Revolucionario] antes de la reunión, sin embargo se habían apuntado para participar. Les pregunté qué impresión tenían de la reunión, y cité la primera parte del editorial titulado “Una audaz iniciativa” (Revolución #147) para explicar el motivo de mi llamada. Ya para cuando se terminó la llamada, cada persona ya tenía una idea básica de que se trataba de un periódico comunista revolucionario y por qué le urgía apoyarlo en este momento.
No donaron todas las personas que se reunieron conmigo, pero así debe ser en mi opinión: si donara cada persona a quien se lo hayamos pedido, significaría que no estamos echando la red muy ampliamente. Pero un número de personas sí donaron, y un par decidieron ser cuotizantes y donar regularmente a Revolución. Más allá de donar, algunos aceptaron ayudar la campaña de recaudar fondos, y lo han hecho, incluso alentando a otros a donar también.
Cuando me reunía con los contactos, realmente trataba de aprender del método y enfoque concentrados en el titular del artículo en Revolución #153, “Entrevista sobre recaudar fondos entre profesores: Dar la bienvenida a las preguntas peliagudas” y de aplicar los mismos. Está en línea, y recomiendo en serio a los lectores que lo lean de nuevo. Tras mis experiencias, cobró vida para mí el punto sobre dar la bienvenida a las preguntas peliagudas, no esquivarlas ni eludirlas ni tratar de “hacer un arreglo” con las personas basado en su nivel de acuerdo actual. A partir de discutir y luchar sobre las discrepancias, realmente se prendían las pláticas con ellas e incluso quedó más contundente y convincente lo que la propia gente le gusta... y le encanta... de este periódico, desde su propia perspectiva. Creo que es importante tender los brazos alrededor de la gente en sentido amplio, ubicar la discusión en el mayor contexto que podamos y emprenderla con profundidad y sustancia, y luego invitarles a aportar todas sus propias perspectivas y observaciones al movimiento revolucionario. En estas discusiones, sentía como si fuéramos, con las personas con que me reuní, un equipo de científicos que buscaban entender lo que le hace falta al mundo, el camino para remediarlo, y el papel de este periódico en hacerlo.
Me reuní con una amplia gama de personas de diferentes sectores sociales y distintas perspectivas políticas. Una cosa que encontré es que el análisis y el desenmascaramiento de Obama en Revolución son atractivos para un sector de personas (alineadas con fuerzas como el Partido Verde, el movimiento de Verdad sobre el 11 de septiembre y otras). Algunas están, como decía Mao, indignadas por los “funcionarios corruptos” pero no están dispuestas aún a rebelarse contra el “emperador”. Es decir, creen que Obama se está cediendo ante las corporaciones o se está vendiendo, no captan de lleno que él es el comandante-en-jefe de un sistema imperialista. Sin embargo no encuentran en ningún otro medio de comunicación la crítica sustancial de lo que Obama representa que Revolución imparta semana tras semana. También les inspiran cosas como el afiche “El Tío ‘Bam te quiere... ¡NO lo hagas!” (Revolución #153) y nuestro trabajo político en Washington, D.C., durante la toma de posesión que desenmascaraba el papel verdadero de Obama y su programa y retó a la gente a dejar de beber la Obamanada.
Con todas las personas, presenté la audaz iniciativa en torno al periódico en el contexto de EL COMUNISMO: EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA: Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. Lo hice más o menos formalmente, enseñándoles cada sección y leyéndoles los subtítulos. Todos, donaran o no, compraron el Manifiesto, lo que es en sí importante, y ayudó mucho a ubicar nuestras conversaciones dentro del marco del estado del mundo, la revolución comunista mundial y adónde necesita ir ahora. Indiqué cada sección del Manifiesto y les alenté a estudiarlo, y de ahí presenté los puntos principales de la audaz iniciativa y el presupuesto de fondos que se necesitan.
Una pregunta “peliaguda” con algunas personas trataba Israel. Una persona que había aceptado reunirse conmigo sobre la recaudación de fondos decidió no contribuir porque yo insistí en que el estado de Israel surgió de la limpieza étnica del pueblo palestino, es una avanzada violenta del imperialismo y que Estados Unidos no lo apuntala porque el cabildo pro-israelí controle el gobierno estadounidense sino porque los gobernantes estadounidenses lo consideran un factor crítico para preservar y expandir su dominación del mundo. Y por ende no hay ningún “derecho legítimo de defensa propia” para tal estado. Esa persona apoya a fuerzas liberales en Israel y también está influenciada por la política del falso comunismo (el revisionismo). A un amigo que milita en un partido “comunista” revisionista en Europa, le mandó el artículo de Revolución, “No se trata del cabildo pro-israelí ni tampoco de ‘los judíos...’, Israel es un sicario de los intereses IMPERIALISTAS de Estados Unidos” (Revolución #154). El amigo le escribió una carta larga para disuadirlo de contribuir a Revolución, formulando un argumento pseudo-“izquierdista” de que el autor del artículo en Revolución no se dio cuenta de lo mucho que los grupos influyentes de intereses especiales han corrompido el gobierno de Obama. Tras esta discusión, por lo menos se nos aclaró a los dos que una diferencia crítica entre los comunistas revolucionarios y aquel amigo “comunista” (revisionista) es que los revolucionarios consideran el sistema como el problema y la revolución como la solución, mientras los revisionistas buscan solucionar el sistema perfeccionándolo. Esa persona no donó, pero sí compró cinco números pasados de Revolución y empezó a leer el Manifiesto, y después de esa discusión me ha mandado varios mensajes electrónicos y hemos entablado varias conversaciones telefónicas.
Posiblemente la conversación más estimulante que tuve fue con un activista respetado que lee el periódico; al final hizo una donación sustancial y está alentando a otros a hacerlo, por lo cual probablemente será duramente criticado por otros en el movimiento que insisten que la revolución no está “a la orden del día”. Esa persona expresó un enorme respeto por el papel que ha desempeñado el PCR a través de los años y le encantó el trabajo que hizo el Partido en la capital en turno a la toma de posesión. Dijo que coincidimos en que se necesitan la revolución y el comunismo y que éstos penden de un hilo, pero cree que la revolución debe ganarse más influencia enganchándose con los movimientos de masas. Tras una discusión sobre el Partido, el Manifiesto y la nueva síntesis de Bob Avakian, esa persona dijo que no considera a Bob Avakian como “otro Mao”. Basándome en lo que yo conocía de su trabajo y punto de vista políticos, sugerí que nos ahondáramos en los escritos de Bob Avakian sobre la religión para aclarar sus discrepancias con Avakian, discutirlas y examinarlas juntos para trazar el camino hacia dónde tiene que dirigirse la revolución. La persona argumentó que las masas hacen la revolución y solo después llegan a entender que la religión es un impedimento pero que por ahora, incluso las fuerzas islámicas fundamentalistas pueden desempeñar una especie de papel positivo. Al entrarle a eso, lo que surgió y lo que discutimos eran temas en el Manifiesto que contrastaban lo que se necesita para la liberación de la humanidad con conceptos que han influido mucho en el movimiento comunista y han trabado incluso los mejores de ese movimiento a cierto grado, el concepto de que basten los esfuerzos espontáneos de los oprimidos para liberarse a sí mismas y a toda la humanidad. También que la obra de Bob Avakian subraya la necesidad de poner mucho más énfasis en el trabajo ideológico, y como parte de ello luchar sobre cuestiones de la moral, incluyendo luchar con la gente sobre temas como la religión. Y le señalé que muchas de las cosas que más le gustan de Revolución —su reto a los lectores sobre Obama, el impacto que tiene entre los presos y especialmente las citas sucintas del mismo Bob Avakian que tanto hacen reflexionar y tanto gusto le dan— son expresiones de un método y un enfoque que Avakian ha profundizado y por los cuales ha luchado. Aceptó leer de nuevo su ejemplar de Fuera con todos los dioses, sobre el cual le echaré una llamada pronto.
Como mencioné, surgió con varias personas en diferentes formas la cuestión de lo arriesgado de ser parte del movimiento revolucionario, incluido lo de dar una donación mensual al periódico Revolución. Eso destacó la importancia de que el movimiento revolucionario defienda a los que han sido atacados, y la extrema importancia de luchar por el derecho de leer el periódico Revolución, distribuirlo y apoyarlo. Pero aún más fundamentalmente, cuando las personas planteaban la cuestión de los riesgos (y los sacrificios financieros), era una oportunidad para plantearles de nuevo las “preguntas peliagudas” de qué es realmente lo que la humanidad requiere de nosotros.
Desde los principios de cada discusión, presenté la situación concreta del periódico y el presupuesto para la primera fase de esta audaz iniciativa de expandir su contenido y su alcance. En casi todos los casos sugerí una cantidad sustancial que la persona con quien estaba reunido podría y debería donar. Si me respondían con que “estoy jodido”, traté de recordarle del marco de lo que la humanidad necesita ahora mismo y el papel del periódico en eso. Entre más nos ahondábamos en las “preguntas peliagudas”, más lográbamos encontrar una forma en que podrían contribuir para hacerlo realidad.
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