Revolución #162, 19 de abril de 2009


La Suprema Corte rechaza la apelación de Mumia

El 6 de abril de 2009, la Suprema Corte de Estados Unidos se negó a ver la apelación del preso condenado a muerte Mumia Abu-Jamal. No hubo un fallo en su caso, simplemente se incluyó en una lista de los casos que la Suprema Corte se negó siquiera ver. Es un mal augurio que la lista de casos rechazados no incluye una apelación del Estado de Pensilvania que pide que la sentencia original de Mumia a la pena de muerte sea reinstaurada.

Esto aumenta mucho el peligro de que Mumia sea ejecutado.

En 1982, Mumia fue declarado culpable de homicidio por la muerte de un policía de Filadelfia tras un juicio completamente injusto. Ya hace casi 27 años que está en aislamiento en el corredor de la muerte.

Un poco antes del amanecer del 9 de diciembre de 1981, Mumia conducía su taxi en el centro de Filadelfia. Vio a un policía golpeando brutalmente a su hermano, William Cook, con una linterna de metal. Mumia se apuró a ayudar a su hermano. Cayó al suelo con un tiro en el pecho; se le encontró sentado en la acera en un charco de su propia sangre. Un policía estaba tendido en la calle, muriendo de balazos. La policía acusó a Mumia, quien les era bien conocido como un periodista revolucionario y ex-Pantera Negra, de matar al oficial.

En el juicio de 1982, se le negó a Mumia el derecho de ser su propio abogado y se le excluyó de la sala del tribunal durante la mitad del juicio. La fiscalía afirmó que Mumia había confesado, una confesión que los oficiales solamente “recordaron” meses después del incidente. Coaccionaron a testigos para que dieran testimonio falso. El jurado nunca vio evidencia clave. Un taquígrafo de la corte oyó al juez del juicio decir que iba a ayudar a la policía a “freír al n****r”. Se le declaró culpable a Mumia y se le condenó a muerte.

Un creciente movimiento de masas impidió la ejecución de Mumia en 1995, pero aún se le negó la justicia y se quedó en el corredor de la muerte. Ya en 2000, el caso de Mumia había llegado a ser un asunto internacional. El Parlamento Europeo, Amnistía Internacional y otros pedían un nuevo juicio. En 2001 un juez de la corte del distrito federal confirmó la condena de Mumia pero anuló la sentencia de muerte debido a instrucciones inconstitucionales al jurado.

El eje de la apelación de Mumia en los tribunales federales ha sido la exclusión por el fiscal de 10 ó 11 candidatos afroamericanos al jurado. El mayoriteo racista de los jurados en Filadelfia era tan común en ese entonces que la fiscalía hasta produjo una película sobre cómo llevar a cabo esta práctica para capacitar a los nuevos fiscales adjuntos.

Todo esto fue declarado inconstitucional por la Suprema Corte en su fallo de 1986 en Batson v. Kentucky. De hecho, cuando el actual juez de la Suprema Corte Samuel Alito era juez del Tribunal de Apelaciones del Tercer Circuito, escribió en un caso similar al de Mumia que aunque se excluya a solamente un posible miembro de un jurado por motivos de raza o religión, el veredicto del juicio tiene una falla fundamental y debe ser anulado.

Pero el caso de Mumia Abu-Jamal demuestra que las necesidades políticas de la clase dominante triunfan sistemáticamente sobre los pormenores legales. Linn Washington, Jr., columnista del Philadelphia Tribune y profesor de periodismo de la Universidad Temple escribió: “Este fallo de la Suprema Corte de nuevo subraya la ‘Excepción Mumia’ en la cual las cortes hacen caso omiso de precedentes actuales o los cambian radicalmente para poder rechazar el otorgamiento a este preso el desagravio jurídico otorgado a otros presos que planteen los mismos argumentos jurídicos”.

Mumia jamás ha retrocedido en las narices de todo esto, y el sistema ha continuado resuelto a quebrar su posición revolucionaria impenitente. En 2008, el Tercero Circuito rechazó la apelación de Mumia por voto de 2-1. El juez del tribunal de apelaciones Thomas Ambro criticó a los jueces de la mayoría, preguntando por qué, a este peticionario en particular, suben el estándar de la evidencia requerida para probar que el fiscal aplicó criterios de sesgo racial.

La Ley de la Pena de Muerte Efectiva de 1996, firmada por Bill Clinton, limita a cada acusado a una y solamente una apelación federal. Por lo tanto la decisión de la Suprema Corte de ni siquiera ver el caso de Mumia señala el fin de sus apelaciones en las cortes federales.

Las cortes federales inferiores ya anularon la sentencia de Mumia a la muerte debido a las instrucciones inconstitucionales al jurado original. Pero la Suprema Corte aún podría reinstaurar la pena de muerte como resultado de la apelación de Pensilvania, la que aún está pendiente. Aunque la corte alta no reinstaure la pena de muerte original, Pensilvania aún tiene la opción de formar un nuevo jurado y repetir la fase de determinar el castigo en el juicio original de Mumia, de pedir que un nuevo jurado escoja entre la vida en prisión y la ejecución.

Este sistema criminal bajo el cual vivimos ya ha sometido a Mumia a más de un cuarto de siglo de tortura sistemática. Está encerrado en una celda pequeña las 23 horas al día y solamente se le permite ver a familiares y abogados por una ventana de plexiglás. Fuera de la celda siempre está en grilletes y cadenas.

En el número del 30 de marzo de la revista The New Yorker, el profesor Atul Gawande de la Facultad de Medicina de Harvard señala que mantener a presos en confinamiento solitario a largo plazo es un mecanismo de tortura. “No fue siempre así”, escribe Gawande. “El uso general del aislamiento es, casi exclusivamente, un fenómeno de los últimos veinte años... Estados Unidos ya tiene a cuando menos 25.000 presos en aislamiento en prisiones de máxima seguridad”.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond