Revolución #167, 7 de junio de 2009


Al cierre de esta edición:

Sobre el asesinato del valiente y bondadoso proveedor de abortos, Dr. George Tiller

Al cierre de esta edición, salió la noticia de que el Dr. Tiller, uno de los pocos doctores en el país que abierta y públicamente practicaba abortos tardíos, fue asesinado mientras asistía a la iglesia el domingo en Wichita, Kansas. Su esposa, Jeanne Tiller, estaba en el coro al momento del asesinato.

El Dr. Tiller era un doctor valiente, humanitario que arriesgaba la vida todos los días para que una mujer tuviera un aborto tardío. Sabía de los riesgos que esto implicaba. Sobrevivió a un previo intento de asesinato en 1993, cuando le disparó a los brazos Shelly Shannon, una llamada activista “pro vida”. El Dr. Tiller regresó a trabajar al día siguiente. Durante más de tres décadas de practicar abortos, salieron piquetes antiaborto frente a su iglesia y fue hostigado en su casa. Bombardearon su clínica. Fue perseguido por un gran jurado de investigación y estuvo sometido a un proceso en la corte. En marzo de 2009, un jurado tardó solo 45 minutos en anular las acusaciones de que hubiera practicado 19 abortos tardíos ilegales en 2003.

Frente a todo esto, el Dr. Tiller nunca se dobló en su compromiso con el derecho de cualquier mujer, en cualquier circunstancia, para elegir si tener un aborto o no. En 1993, el Dr. Tiller dijo en una declaración: “No es un embarazo no planeado sino la maternidad no deseada la que naufrague la vida de la gente. Qué no se equivoque: esta batalla tiene que ver con la autodeterminación de las mujeres acerca de la dirección y el rumbo de su vida y la de su familia. El aborto tiene que ver con las esperanzas y los sueños de las mujeres. El aborto es un asunto de supervivencia para las mujeres”.

Debra Sweet, directora de El Mundo No Puede Esperar, le dijo a Revolución que el Dr. Tiller “era alguien a quien las mujeres podían acudir en circunstancias muy difíciles sin ser juzgadas por él”. Agregó: “Este es un fuerte golpe. Nadie hace lo que él hacía. He conocido a gente de todo el país que ha acudido a él, y los doctores de todo el país que envían sus pacientes a él porque no había nadie más. Este era el lugar donde las mujeres podían ir, como su último recurso incluso en el tercer trimestre. Este es el más importante doctor que practicaba abortos en el país. Su opinión era que estaba salvando la vida de las mujeres haciendo esto y continúo haciéndolo muy consciente de que ponía en riesgo su propia vida”.

En un mitin pro derecho a decidir en Wichita en 2001, Emily Lyons, una enfermera que fue seriamente herida en un bombardeo antiaborto a una clínica en Birmingham en 1998, habló de la inspiración que causó el Dr. Tiller: “No solamente he estado en una guerra, sino que he ido y vuelto del infierno”, dijo ella ante el mitin. “Hay héroes en toda guerra”, continuó, “y el Dr. Tiller es mi héroe. Muchas personas no tendrían el valor para hacer lo que él ha logrado”.

Cuando Mary Lou Greenberg, del Partido Revolucionario Comunista, ayudó a organizar protestas en Wichita para defender la clínica del Dr. Tiller y el derecho al aborto en 1995 y de nuevo en 2001, lo conoció. Lo describe como “una persona muy tierna que estaba decidida a ayudar a las mujeres en su manera muy cálida”. Le dijo a Revolución sobre el impacto al ver los muros de su clínica cubiertos de cartas de aprecio enmarcadas, de mujeres de todas las edades y condiciones. Recuerda una, que lee: “Gracias por devolverme la vida”.

El espíritu humanitario y desafiante del Dr. Tiller, su compromiso con el derecho de las mujeres al aborto y su sacrificio deben de servir como un reto para todos aquellos que no quieren que las mujeres sean reducidas a la esclavización de la procreación forzada de hijos. Revolución tendrá más que decir sobre el asesinato del Dr. Tiller y la batalla por el derecho al aborto en ediciones futuras. Pero hoy, lamentamos con indignación la pérdida de este heroico y compasivo doctor.

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