Revolución #169, 28 de junio de 2009


Pasajes de:

Una declaración:
Por la
liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad

El 8 de marzo de 2009, el Día Internacional de la Mujer, Revolución publicó “Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad”. El cobarde asesinato del Dr. George Tiller por un fanático fascista cristiano odiamujer ha puesto de relieve de nuevo la naturaleza extremadamente seria del ataque contra las mujeres y de los esfuerzos de zamparlas aún más profundamente en su situación oprimida en la sociedad. Los siguientes pasajes de esta Declaración son muy pertinentes en este momento. Lea (y distribuya) la declaración completa; consígala en forma electrónica en revcom.us, o en forma impresa en la librería Libros Revolución donde usted vive o pidiéndola a RCP Publications, Box 3486, Merchandise Mart, Chicago, IL 60654-0486.

 

En este momento en que muchos proclaman que es necesario, o además deseable, encontrar “puntos en común” con los fundamentalistas religiosos, esta declaración no acepta la esclavización de la mujer y no le hará concesiones. No les tiene paciencia a los que nos aconsejan ser “realistas” conformándose con hacer pequeños ajustes a los horribles confines del mundo como es. Esta declaración desenmascara la bancarrota moral e ideológica de los que se adjudican el estandarte del avance de la mujer, pero cuya única intención es “sacar una tajada” del mundo como es — de librar una batalla perversa y perdida por el “derecho” de la mujer de conseguir una parte igual en el manejo del imperio, la explotación de los demás o hasta el nivel humillante de hacer promoción y venta de sus propios cuerpos como mercancía sexual.

En un momento en que tan pocos se atreverán a hacerlo, esta declaración clama por algo que no se ha visto en generaciones: una resistencia masiva consecuente de mujeres y hombres por todo el mundo que no permiten que se oprima a la mujer, que la golpeen, la encarcelen, la insulten, la violen, abusen de ella, la acosen, la exploten, la asesinen, que le escupen o que le echen ácido, que la manoseen, la avergüencen y la subvaloren sistemáticamente.

Esta declaración clama por una revolución, de la cual una piedra angular será la plena emancipación de la mujer. Una revolución que desencadena la furia de la mujer como una fuerza poderosa y que capta lo central que es esta cuestión para arrancar de raíz y abolir toda la explotación, opresión y relaciones sociales degradantes y las ideas acompañantes, en toda la humanidad a través del mundo.

Es una declaración comunista, que convoca a un movimiento revolucionario de emancipadores de la humanidad.

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Ya no existe la necesidad de que la función biológica de la mujer de dar a luz dicte su papel en la sociedad. Ya no existe la necesidad para que la humanidad se encuentre limitada por las tradiciones patriarcales y la opresiva moral religiosa. Hoy, esta situación es tan descabellada como es cruel, como absolutamente innecesaria.

Por primera vez en la historia humana, no solamente es posible soñar sino hacer realidad un mundo que ya no se caracteriza por la subyugación de la mitad de la humanidad. Hoy es posible romper las cadenas que sujetan a las mujeres así como arrancar de raíz y dejar atrás la división de clases y las tradiciones correspondientes que afianzan e imponen la opresión de la mujer.

El capitalismo con su desarrollo tecnológico, transporte, comunicaciones y medios masivos de producción socializada ha creado la base material para que toda la humanidad viva en una abundancia colectiva — siempre y cuando se arrebaten esos medios de producción a las manos de la clase dominante capitalista y se pongan al servicio de la humanidad y siempre y cuando se transformen radicalmente todas las relaciones entre las personas y todas las ideas tradicionales.

Para lograr todo eso se requiere de la revolución. Es decir, derrocar este sistema y la clase imperialista capitalista que lo encarna y lo dirige — y establecer un nuevo poder estatal revolucionario.

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En un momento en que pende de un hilo el derecho fundamental de una mujer para decidir cuándo y si quiere tener hijos, cuando el aborto y hasta la contracepción están bajo ataque, el movimiento “feminista” raras veces está en posibilidades de pronunciar siquiera la palabra “aborto”, aceptando incorrecta y vergonzosamente que tenga algo que es moralmente incorrecto. Tales “feministas” han olvidado o se han alejado de la verdad imprescindible de que a las mujeres a que les han negado el derecho y la capacidad de decidir por sí mismas cuándo y si quiere tener hijos y que ni siquiera tienen ese grado de control sobre el propio cuerpo, las han reducido a una posición equivalente a la esclavitud.

* * * * *

La declaración también analiza con mucha profundidad el ascenso del movimiento de liberación de la mujer de los años 60 e inicios de los 70, sus grandes puntos fuertes y logros así como sus debilidades. Y analiza lo que ha pasado desde ese entonces:

Contra todo lo positivo que se había logrado se desató muy rápidamente un contragolpe, lo que en verdad se consolidó bajo la presidencia de Ronald Reagan en los años 1980. Muchos de los que antes habían aspirado a rehacer el mundo entero comenzaron a rebajar los sueños. A través de la sociedad y en todo el mundo se revirtió la iniciativa. Para los gobernantes de los Estados Unidos, la reafirmación de la “familia tradicional” y de los “valores de la familia” se convirtió en una parte imprescindible no solo de reafirmar el patriarcado sino también de volver a unificar el tejido reaccionario de la sociedad que se había desgastado de manera importante.

Unas fuerzas de la clase dominante dieron poderosos apoyos a los fascistas cristianos y los desataron bajo el estandarte de los “valores de la familia” para que persiguieran y acosaran a las mujeres que pretendían hacerse un aborto. Han alcanzado el extremo de volar clínicas con bombas e incluso asesinar a médicos. Han pregonado la vergüenza y la ignorancia de la “abstinencia” en las escuelas públicas y han atacado la enseñanza del hecho científico de la evolución. Han trabajado por eliminar los derechos ganados por los gays y por legitimar de nuevo la homofobia intolerante. Además, de manera perversa, esta afirmación de la religión y del patriarcado llegó a ser una manera de atraer a muchos de los que estaban profundamente descontentos y todavía duramente oprimidos a su redil reaccionario.

Ante este contragolpe, junto con la decaída de los movimientos revolucionarios y de la orientación de luchar por el cambio mediante la acción política masiva independiente por parte de la gente, la corriente de feminismo burgués viene a identificarse como la única salida para quienes se preocupen por la condición desigual y oprimida de la mujer, aun cuando este feminismo burgués esté cada vez más atado a la clase dominante y al Partido Demócrata en particular y que se haya subordinado cada vez más a los mismos.

La absorción del “movimiento oficial de la mujer” al interior del Partido Demócrata y su subordinación absoluta a los confines de la política electoral ha hecho un enorme daño. Desde hace más de dos décadas este “movimiento feminista” ha influenciado y alentado a la gente progresista a que se acomode a la dinámica donde la atrocidad de ayer se vuelve “la posición de acomodación” de hoy y mañana los límites de lo que se puede imaginar. La posición defensiva y de cobardía de este “movimiento” ante los fascistas cristianos en particular —para tomar un ejemplo concentrado, su negativa a darles una batalla en serio sobre la moral del aborto— ha contribuido a la desorientación de dos generaciones de mujeres jóvenes, y hombres también.

Esta marcha de los acontecimientos en los años 1980 —y en particular este contragolpe reaccionario contra la mujer a nivel mundial— llevó a la situación descrita hace 20 años por el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, Bob Avakian, el cual en muchas maneras resuena aún más fuerte hoy:

“La cuestión general de la posición y el papel de la mujer en la sociedad se presenta cada día más agudamente en las extremas circunstancias de hoy... No se puede concebir la resolución de todo esto salvo de la manera más radical… La cuestión que pende es: ¿será una resolución radical reaccionaria o una resolución radical revolucionaria, implicará reforzar las cadenas de la esclavitud o destruir los eslabones más decisivos de esas cadenas y abrir la posibilidad de realizar la eliminación completa de todas las formas de dicha esclavitud?” (Balas, de los escritos, discursos y entrevistas de Bob Avakian, RCP Publications, 1985, p. 202).  

 

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