Revolución #172, 9 de agosto de 2009


Apuntes de un reportero

“Todo lo que ha estado oculto”

La ignorancia y las aspiraciones reducidas son dos elementos omnipresentes de la situación objetiva que nosotros, como comunistas revolucionarios, tenemos que transformar profundamente. Esto ha sido muy claro durante mis experiencias recientes en propagar y hablar con las masas acerca de la necesidad de la revolución y el comunismo y de la importancia de la dirección de Bob Avakian.

Al revisar los apuntes de mis conversaciones durante las últimas dos o tres semanas, salta a la vista que se ha impedido sistemáticamente que la gente de orígenes y capas diferentes tenga un entendimiento básico de lo que significa la revolución, el socialismo y el comunismo; de la naturaleza de Estados Unidos y el rol que tiene alrededor del mundo; y del hecho que vivimos bajo un sistema capitalista imperialista y de las implicaciones de eso para la humanidad. En relación con eso, las cuestiones al centro de la nueva declaración del PCR, “La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos” —por qué el mundo es como es y qué hacer para cambiarlo radicalmente— son cuestiones acerca de las cuales mucha gente nunca ha pensado; al menos de ninguna manera profunda y consciente. En pocas palabras, mucha gente ha aceptado el veredicto de la burguesía sobre la primera ola del socialismo y comunismo, sin siquiera darse cuenta.

A la vez, en algunas de estas mismas conversaciones, había una sensación de descontento y angustia con el mundo tal como es. Así que quizás podríamos decir: mucha gente añora el socialismo y el comunismo, sin siquiera darse cuenta.

Lo que he escrito abajo son escenas, más que una imagen completa, tomadas de conversaciones con las masas de varias capas durante las últimas dos o tres semanas. Espero que estas escenas contribuyan a darle vida a lo que estoy señalando…

*****

“Tenemos que hacer un cambio”, me dice un hombre negro mayor, mientras que está parado en una esquina en un barrio predominantemente negro. “Cómo eso va a ocurrir, no lo sé”.

Mientras que hablamos, un revolucionario joven hace agitación desde un camión de plataforma, en frente de una manta que dice: “La humanidad necesita la revolución y el comunismo”.

Le pregunto al hombre qué piensa de ese mensaje, y él responde que no está muy seguro de lo que queremos decir por el comunismo. Planteo nuestra visión de eso, y él me pregunta: “¿Quién tomaría el poder?”

Le explicó eso también. “Me parece bueno”, responde. Pero un momento después en el curso de la conversación, añade: “He perdido las esperanzas de una revolución seria en Estados Unidos”.

Esa noche, un grupo de revolucionarios está haciendo mucha bulla en una plaza pública, con banderas rojas, mantas y el periódico y agitación con un megáfono. Le pregunto a un hombre joven que está mirando qué piensa de nuestra presencia. Me dice: “Estoy totalmente de acuerdo con lo que están haciendo ustedes”.

Pero, cuando le pregunto específicamente acerca del comunismo, me responde con la cantinela de siempre: “Es una buena idea que nunca funcionará”.

Le pregunto cómo definiría el comunismo. Dice: “Básicamente, poner a todos al mismo nivel. Darles a todos un trato de iguales”.

El problema, comenta este hombre joven, es que bajo el comunismo, habría demasiadas personas que querrían más. Al menos un poco paradójicamente, también opina que bajo el comunismo la gente se volvería perezosa, porque no habría motivos de trabajar más duro y “mejorarse”. Hacia el fin de la conversación, me dice que trabaja de tiempo completo como supervisor de ventas a fin de pagar la matrícula universitaria; explica que esto es un ejemplo de cómo el capitalismo motiva a la gente a trabajar duro “para mejorarnos”.

Un poco más tarde esa noche, hablo con Jonathan, un hombre de Guatemala. Jonathan nos dice que si queremos difundir en serio la revolución y el comunismo, deberíamos ir a Miami; si Estados Unidos es en verdad tan malo, y el comunismo es tan bueno, nos pregunta, ¿por qué tantas personas están huyendo desde Cuba hacia Estados Unidos? En el curso de nuestra discusión, también menciona a Corea del Norte, China y Rusia como ejemplos de estados comunistas. Dice que bajo el comunismo, uno no tiene el derecho de decir nada malo acerca del gobierno. En un momento, mientras hablamos de la historia de China bajo Mao, menciono que la expectativa de vida subió al doble entre 1949 y 1976, de 32 a 64. “Eso es una mentira descarada”, responde.

Avancemos rápidamente al siguiente fin de semana. “La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos” salió de la imprenta hace unos días, y un grupo de nosotros la estamos distribuyendo en un barrio predominantemente latino. Los revolucionarios están pasando por las calles en un camión con altoparlante, con la manta y ejemplares de la nueva declaración. Les sigo a fin de recabar las impresiones de la gente.

“Mira, yo pienso que es buena onda”, me dice Kathleen, una estudiante de color de 19 años. Me dice que está muy molesta con nuestro gobierno, y menciona haber leído un número reciente de Revolución sobre la decisión de Obama de censurar las fotos de la tortura.

“Si vivimos bajo una democracia”, pregunta, “¿no deberíamos saber lo que está pasando?”

Le pregunto lo que se le viene a la mente cuando oye las palabras “socialismo” y “comunismo”.

“Cuando oigo esas palabras, pienso en un sistema de gobierno. Pienso en…”. Hace una pausa. “Pienso en ideales, diría teorías”, continuó. “No sé cuál es el sistema perfecto. No sé qué es un buen sistema”.

Damien, un cineasta negro de 37 años, reacciona de manera parecida a Kathleen al ver un equipo de comunistas revolucionarios recorriendo las calles. Dice: “Fue muy buena onda. No se ve eso a menudo. No es una ideología muy popular”.

No obstante, como otras personas con quien hablo, su visión de la revolución y el comunismo es muy limitada e imprecisa. “Pienso en Cuba, el Che Guevara, en cosas que he leído”, dice.

También tiene pesimismo acerca de la posibilidad de una revolución comunista en Estados Unidos. “Eso significaría muchos cambios que la gente no estaría dispuesta a hacer”, dice. “Especialmente en esta sociedad. No pienso que esta sociedad lo aceptaría”.

Cuando le pregunto si piensa que necesitemos un nuevo sistema, dice: “Necesitamos algo de en medio”, explicando que quiere decir entre el socialismo y el “mercado libre”.

Le muestro las fotos de la declaración. Responde: “No estoy a favor del sistema capitalista. Nos lleva a todo esto”.

La última conversación del día es con Basilio, de 36 años, el gerente de una tienda de móviles. Reacciona de manera muy diferente a Sherry al ver la foto del joven negro en Martinsburg, Virginia del Oeste con la cara contra el suelo.

“Probablemente hizo algo que se supone que no se debiera haber hecho”, dice Basilio.

Basilio tiene una opinión igualmente reaccionaria acerca de las guerras estadounidenses por imperio; si Estados Unidos no tuviera tropas en el Medio Oriente, dice, la gente de allá mataría a estadounidenses. Le pregunto por qué piensa que Estados Unidos mantiene tantas basas militares y tiene tropas estacionadas por todo el mundo.

“Solamente están controlando la situación para que otros países no hagan lo que no deben hacer”, dice.

En referencia a la foto de la niña de 8 años que trabaja en una fábrica de baterías en Bangla Desh, dice que es “triste”.

Pero, incluso en relación con esa foto, expresa individualismo y chovinismo estadounidense. Dice: “Antes de pensar de la pobreza en otro lugar, pienso en la pobreza de aquí. Donde vivo”.

Cuando argumento que todas las cosas en las fotos surgen de un sistema común que en su afán de ganancias subyuga con la violencia a la gente, Basilio dice: “Eso es cierto”.

Le digo que lo que está representado en las fotos no es solamente “triste”, sino completamente innecesario. Sería fácil satisfacer las necesidades básicas de la gente, le digo, si la sociedad fuera organizada de otra manera.

“Eso es cierto”, responde. “Pero desafortunadamente, las cosas no funcionan así”.

Hacia el fin de la conversación, le pregunto qué piensa cuando digo “socialismo” y “comunismo”.

Dice: “No pienso en nada. Yo solo vivo. Ni hago caso a esas cosas. Yo solo trato de sobrevivir”.

*****

De nuevo, estos son solamente cortos pasajes de muchas conversaciones que he tenido con las masas durante las últimas semanas. Algo que quiero recalcar es que, desde el punto de vista de forjar este movimiento revolucionario en torno a la dirección que tenemos, es crítico recordar que se ha ocultado tanto a la gente de todas capas sociales acerca la experiencia liberadora de las revoluciones y de las sociedades socialistas del pasado. Además de que se impide sistemáticamente que decenas de millones de oprimidos en este país tengan el acceso a la educación y a la verdad, la ignorancia con que me topé es también un reflejo del hecho de que la burguesía y sus instituciones, sobre todo sus medios de comunicación y su sistema de educación, han hecho todo lo posible para ideologizar la revolución y el comunismo para que no tenga un lugar en el escenario. Y en una medida importante a corto plazo, lo han logrado.

Además, si bien muchas personas con que hablé tenían algún sentido de las injusticias e indignaciones que este sistema produce y estaban molestas o enfurecidas genuinamente por estas indignaciones, no entendían de manera profunda por qué sucedieron estas cosas ni cómo estaban entrelazadas. Esto es un reflejo de las maneras en que también se han ocultado a la gente la naturaleza y el funcionamiento de este sistema.

Las aspiraciones reducidas (“Necesitamos algo de en medio”; “No pienso en nada”) son, por su parte, un fenómeno que surge muy naturalmente de no entender que el mundo no tiene que ser así y que de hecho ha estado radicalmente diferente antes.

No basta que simplemente estemos conscientes de estos hechos; más bien, se debe incorporar este entendimiento enérgicamente en todo el trabajo revolucionario que hacemos. Al propagar la necesidad de la revolución y la dirección que tenemos en Bob Avakian, tenemos que recordarnos constantemente todo lo que se ha ocultado a las masas y todo lo que se ha tergiversado. Y, a partir de este reconocimiento, tenemos que explicar de la manera más específica y más sustantiva que sea posible exactamente qué clase de revolución estamos hablando, qué significan el socialismo y el comunismo, cuáles fueron los enormes logros de las sociedades socialistas anteriores y qué contenido e importancia vital tiene la dirección de Bob Avakian.

En este proceso, debemos aprender y tomar inspiración de la declaración de Bob Avakian sobre la vida y la muerte de Willie “Mobile” Shaw y de las cualidades distintivas de Shaw. En esta conexión, sobresale esta frase en particular: “Willie nunca les dio la espalda a los que aún no llegaban a entender el mundo como él lo entendía: como es en realidad; nunca perdió la esperanza de acercarlos a la lucha para crear un mundo radicalmente diferente y mucho mejor”.

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