Revolución #179, 11 de octubre de 2009


Confrontación nuclear entre Estados Unidos e Irán: Propaganda, tergiversación y mentira, y necesidades concretas

El viernes 25 de septiembre, el presidente Barack Obama y los dirigentes de Francia e Inglaterra interrumpieron la cumbre del G20 en Pittsburg con una “revelación dramática” para el mundo: Irán está construyendo una nueva planta subterránea secreta para procesar combustible nuclear. De hecho, no hubo ninguna revelación, pues cuatro días antes Irán, por sus propias razones, divulgó la existencia de la planta ante la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). No obstante, Obama, el presidente francés Sarkozy y el primer ministro británico Brown afirmaron que esta situación era un ejemplo más de las mentiras y el encubrimiento de parte del gobierno iraní en torno a la verdadera naturaleza y alcance de su programa nuclear.

Obama dijo que las acciones de Irán “no concordaban con un programa pacífico”, que “éste representa un desafío directo a la base fundamental de un régimen de no proliferación de armas nucleares” y dijo que Irán “rompía las reglas que todos los países tienen que observar”. Obama puso “sobre aviso” a Irán de que “revelara todo” y se sometiera a las demandas de Estados Unidos. Si no, advirtió, Irán iba “por el camino que condujera a la confrontación”. Ninguna opción, repitió, estaba fuera de consideración, o sea, un ataque militar (The New York Times, 26 de septiembre de 2009).

Estas afirmaciones provocadoras “impelían la confrontación con Teherán a un nivel nuevo y volátil”, comentó el New York Times (26 de septiembre de 2009). Todo esto ocurre después del anuncio de Obama el 17 de septiembre del plan de reorientar la “arquitectura de sus defensas misilísticas” (misiles estadounidenses) hacia Irán, una maniobra que en lo principal cubrieron los medios estadounidenses desde el ángulo de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, pero la que representaba una amenaza agresiva contra Irán.

Al cierre de esta edición, han salido nuevas “revelaciones” en los medios informativos estadounidenses de que Irán tiene los “conocimientos” para fabricar armas nucleares. Tampoco debemos confiar en estas revelaciones.

Ni las nuevas “revelaciones” ni la oposición a las armas nucleares o a la proliferación de armas nucleares explican por qué Obama impelía la confrontación de su gobierno con Irán a “un nivel nuevo y volátil”. Las acusaciones de Obama contra Irán son débiles y su gobierno sigue resuelto a mantener su propio arsenal nuclear enorme y no le cuesta trabajo impulsar la proliferación de armas nucleares siempre y cuando eso beneficie a sus propios intereses.

Lo que “impele” el conflicto entre Estados Unidos e Irán sobre el programa nuclear de éste es un choque más amplio entre dos sistemas sociales reaccionarios y anticuados, cada uno sujeto a su propio conjunto de necesidades profundas, en que Estados Unidos representa la parte mucho más agresiva y peligrosa de la ecuación.

Advertencias sobre Irán, cortesía de los mentirosos que invadieron a Irak

Tan pronto que estas palabras salieron de la boca de Obama, los medios se pusieron a propagandizarlas y amplificarlas, azuzando un ambiente de crisis y peligro, fomentando especulaciones y exigencias de acciones agresivas e incluso la guerra.

Al día siguiente de la conferencia de prensa de Obama, el Wall Street Journal sacó un reportaje de dos páginas, “El plan de ataque contra Irán”, que analiza las opciones militares israelíes y estadounidenses (26 y 27 de septiembre de 2009). En cosa de unos pocos días, el Washington Post sacó cuatro artículos diferentes en su sección de Opinión que apoyaban acciones militares contra Irán. (Vea Glenn Greenwald, 29 de septiembre de 2009, salon.com). El noticiero Fox se desbocó y después de unos días de su “cobertura”, hizo una encuesta de su público sobre si creía que Obama respondía con suficiente fuerza y eficacia contra las acciones de Irán. Solamente un por ciento dijo que sí. Pocos comentaristas establecidos, si es que hubiera uno, pidieron pruebas concluyentes en apoyo a las acusaciones estadounidenses.

¿Cómo ver estas acusaciones y amenazas?

Como dijo Lenin: “Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas, religiones, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase” (V. I. Lenin, “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo”, en Marx Engels marxismo, Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1980, p. 80, cursivas en el original).

Así que primero, recuerda quién está levantando las acusaciones y su larga historia de crear pretextos para maniobrar y atacar a aquellos que desafiaron su dominación mundial.

Veamos un ejemplo reciente y enorme… Este es el mismo sistema, la misma clase dominante, las mismas instituciones, los mismos medios imperialistas y muchas de las mismas personas que inventaron la avalancha de mentiras y fabricaciones usadas para justificar la invasión de Irak.

Piensa en la atmósfera antes de la invasión en marzo de 2003. Altos funcionarios norteamericanos desde el presidente hacia abajo estaban haciendo alegaciones dramáticas de que Irak tuviera reservas enormes de armas de destrucción masiva. Sus alegaciones fueron muy específicas, con tablas y fotos, que Irak tuviera toneladas de esto y toneladas de aquello, laboratorios de armas acá y lanzacohetes móviles allá. Bush y compañía decían que Irak estaba mintiendo al mundo, engañando a los inspectores de armas y violando sus acuerdos con la ONU.

Los medios propagaron este cuento, tratándolo como si fuera una verdad bien establecida que ninguna persona sensata pudiera cuestionar. Iban más allá de las mentiras para hacer “tertulias” acerca de qué tenía que hacer Estados Unidos acerca del “peligro” de Saddam Husein: ¿sanciones, una invasión, bombardeos? Esta presión en toda la cancha por la maquinaria del estado y los medios procedió casi sin palabras críticas, aunque los expertos como el ex inspector de armas en Irak, Scott Ritter, dijeron públicamente que Irak había estado desarmado, a la vez que los inspectores de la ONU, en suelo iraquí, no descubrieron ninguna arma de destrucción masiva.

¿Qué encontró Estados Unidos después de invadir a Irak y peinar todo el país en busca de armas de destrucción masiva? Absolutamente nada. Ni siquiera una alegación yanqui acerca de las armas de destrucción masiva era cierta.

Irán no es Irak, y la situación hoy no es la misma que antes de la guerra de Irak. Pero ya hay muchísima evidencia de que los gobernantes yanquis están propagandizando, mintiendo y tergiversando y que nadie debería confiar en lo que dicen.

Para empezar, el momento en que Obama hizo la declaración del 25 de septiembre se determinó por la estrategia estadounidense contra Irán y no el descubrimiento de nueva información. Lo que pasa es que Estados Unidos ya sabía de la planta mucho antes del anuncio del 25 de septiembre. En julio Obama, según los informes, ordenó que su personal elaborara un memorando detallado sobre el sitio, que podría ser “desplegado” en el caso de que Irán rechazara negociaciones, el que la información saliera o el que Irán la revelara. La fecha exacta tenía la intención de maximizar el poder de apalancamiento norteamericano en su confrontación con Irán y orillar a otros países a apoyar la posición yanqui. “Todo el mundo ha estado preguntando: ‘¿Dónde está nuestro apalancamiento?’, dijo un funcionario de la administración. ‘Pues, ahora tenemos ese apalancamiento’” (New York Times, 26 de septiembre de 2009).

Obama no dio ninguna prueba de su alegación de que la nueva planta de enriquecimiento de material nuclear de Irán “no se conforma con un programa pacífico”, o sea, que Irán está desarrollando armas nucleares. De hecho, su alegación contradice las conclusiones de los organismos de inteligencia estadounidenses de que Irán abandonó su programa de armas en 2003, una conclusión reafirmada el mes pasado (Newsweek, 16 de septiembre de 2009). (Y no existe ninguna duda de que Irán no tiene armas nucleares.)

Obama alegó que Irán “rompía las reglas que todos los países tienen que observar”, es decir, que viola sus acuerdos con la AIEA al no divulgar la presencia de este sitio. En realidad, es muy posible que con la revelación del 21 de septiembre Irán cumplió sus obligaciones.

Y hay mucho más evidencia, acerca de ésta y un número de otras cuestiones relacionadas, que muestran un patrón de mentiras y tergiversaciones norteamericanas acerca de la historia, el programa y las ambiciones nucleares de Irán. (Vea, por ejemplo, Scott Ritter, “Keeping Iran Honest”, The Guardian, 25 de septiembre de 2009; Gareth Porter, “New Doubt Cast on US Claim Qom Plant is Illicit”, Antiwar.com, 2 de octubre de 2009; y Glenn Greenwald, “How similar are the cases against Iran and Iraq?”, Salon.com, 30 de septiembre de 2009).

Lo importante no es que se debería confiar en las declaraciones de la República Islámica acerca de su programa nuclear (o sea, que simplemente persigue su derecho legal bajo el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares [TNPN] de enriquecer el uranio para fines de generar energía nuclear y que no haya ningún componente militar). Ni sería bueno para los habitantes del Medio Oriente y del mundo si la República Islámica de Irán (RII) obtuviera armas nucleares.

Lo importante es que los gobernantes yanquis, sea Obama o Bush, tienen un historial de distorsionar, tergiversar y atropellar la verdad y fomentar el miedo y el odio, en busca de sus objetivos imperialistas. De nuevo, es importante pensar de manera crítica cuando salgan semejantes revelaciones y amenazas y se fomente tal miedo.

¿Quién es el mayor peligro y proliferador de armas nucleares del mundo?

Estados Unidos es el único país que haya usado jamás las armas nucleares (dos veces) y todavía mantiene uno de los dos arsenales más grandes y letales del mundo (junto con Rusia): unas 9.960 ojivas nucleares, unas 5.735 de las cuales son operacionales y 3.696 son estratégicas (de largo alcance). (Estas son armas de destrucción masiva, miles de ojivas nucleares que aún podrían causar estragos inimaginables en el planeta.)

Además, Estados Unidos sigue mejorando y modernizando sus armas nucleares. Democracy Now! (25 de septiembre de 2009) informa que la administración de Obama “continúa un programa de la administración de Bush para aumentar la producción de armas nucleares… La administración propone construir nuevos detonadores de plutonio en el laboratorio de Los Alamos en Nuevo México y expandir el procesamiento de uranio enriquecido en la planta Y-12 en Oak Ridge, Tennessee”. (Y no se oyen reclamaciones en los medios para una inspección internacional de estas plantas.)

En cuanto a la proliferación de armas nucleares a otros países, Estados Unidos ha ayudado a facilitar o ha mirado para otro lado mientras sus aliados como Israel, Pakistán e India construyeron armas nucleares.

Manejan como un asunto que no se puede tocar el arsenal nuclear de Israel, que se estima tiene de 150 a 250 ojivas nucleares, aunque Israel ha amenazado repetidamente con atacar a Irán (y a otros países). No se oyen declaraciones de figuras del orden político estadounidense, ni de demócratas ni de republicanos, para que Israel firme el TNPN ni que se someta a las inspecciones internacionales. Al contrario, Estados Unidos condenó una resolución reciente de la ONU que pide que Israel se suscriba el TNPN además de que hace poco Obama “reafirmó” un acuerdo secreto de no divulgar la existencia del arsenal nuclear de Israel ni presionar para que Israel firme el TNPN (Washington Times, 2 de octubre de 2009; Reuters, 18 de septiembre de 2009, Antiwar.com, 2 de octubre y 18 de septiembre de 2009).

La verdadera dinámica del choque yanqui con Irán

¿Por qué Estados Unidos y otras potencias se oponen con tanto ahínco a que Irán tenga un programa nuclear e incluso que tenga la capacidad de enriquecer el uranio para poder producir energía nuclear?

El problema no es que la República Islámica de Irán sea una teocracia represora y medieval. Estados Unidos apoya a una teocracia medieval en Arabia Saudita, justo al otro lado del Golfo Pérsico, y Estados Unidos ayudó a poner en el poder a las fuerzas religiosas chiítas en Irak que reforzaron el control de las reglas restrictivas religiosas sofocantes y, para las mujeres, mortíferas. (Piénsalo: Obama no interrumpió la cumbre G-20 para decirle a la prensa mundial que había descubierto nueva evidencia acerca de la opresión de las mujeres iraníes o la violación y la tortura de los presos iraníes.)

La República Islámica de Irán representa un gran obstáculo para los objetivos y la dominación estadounidense en la región de importancia estratégica del Medio Oriente y Asia central. Se considera que el control de esta región, un punto decisivo militar y estratégico y “eje” entre Asia, Europa y África, con el 80% de las reservas de energéticos del mundo, es esencial para continuar la supremacía mundial de Estados Unidos y es crucial para el mero funcionamiento del capitalismo-imperialismo norteamericano.

Irán es un país grande que tiene una ubicación estratégica y la tercera reserva de petróleo y la segunda reserva de gas natural en el mundo. En 1979, teócratas islámicos tomaron el poder y formaron la RII. Ésta ha sido un estado relativamente cohesionado, una teocracia fundamentalista islámica y un polo de oposición en conflicto con la dirección en que Estados Unidos quiere llevar la región. La RII ha ayudado a fortalecer el fundamentalismo islámico, que ha llegado a ser un gran problema para Estados Unidos. Y la agenda de Irán en la Gaza, el Líbano, Irak y otros lugares está en conflicto con los planes de Estados Unidos e Israel.

La RII controla los enormes recursos de energéticos en un momento en que el control de los energéticos ha asumido una mayor importancia en términos de la acumulación mundial de capital y en la contienda entre diferentes bloques de países capitalistas. Mientras que surgen desafíos a la posición dominante norteamericana en el Medio Oriente, otras potencias tales como Rusia, China y la Unión Europea ven oportunidades para promover sus propios intereses en la región.

La República Islámica se rige por sus propias necesidades y ambiciones. Su legitimidad, cohesión y posición regional también han estado basadas en gran medida en su choque real con Estados Unidos y en sus poses “antiimperialistas”. (No obstante, que quede claro que Irán sigue bajo el dominio del sistema imperialista mundial y el programa de la RII no representa una ruptura con la red de relaciones imperialistas mundiales sino sus esfuerzos de fortalecer su posición dentro de esa red.) Su programa nuclear ha tomado forma en este contexto como un indicador de fuerza nacional y posiblemente mayor poderío militar.

La RII continúa con sus ambiciones en una época de cambios y movimientos en la economía mundial y la política global, forjando relaciones con las emergentes potencias grandes como Rusia y China. Por eso, Irán cuenta con más espacio para maniobrar y ha aumentado el potencial del surgimiento de una constelación de fuerzas rivales que podrían resistir la dominación global de Estados Unidos.

Por eso Estados Unidos se ha mostrado tan hostil hacia la RII y por qué la estrategia general de Estados Unidos ha tenido por objetivo final derrocar, reemplazar o forzar la reestructuración o la reorientación del régimen islámico. (Vea una discusión detallada en “Una evaluación del avance hacia una guerra entre Estados Unidos e Irán” en revcom.us).

Es necesario ver el asunto nuclear en este contexto. Si la RII pudiera llegar a dominar la tecnología nuclear y desarrollar la capacidad para fabricar un arma nuclear (aunque no lo hiciera de inmediato), eso agravaría todos estos problemas para Estados Unidos y tendría el potencial de darle a la RII más influencia y espacio para maniobrar en la región y cambiaría la ecuación militar y política en la región y minaría el dominio militar de Estados Unidos e Israel.

Además, esto podría amenazar la estabilidad de Israel, el sicario regional de Estados Unidos, y otros aliados de Estados Unidos. La supervivencia de Israel depende de su superioridad militar sobre los otros países en la región, con que en su mayoría Israel todavía está en conflicto agudo, y altos niveles de emigración (principalmente de Europa, Rusia y Estados Unidos), lo que exige “seguridad” militar además de un estilo de vida de tipo imperialista occidental para la mayoría de la población.

Así que los imperialistas consideran que es intolerable e inaceptable incluso que Irán busque poder nuclear y domine la tecnología nuclear (lo es legal bajo el TNPN) y han montado una campaña multifacética que ha incluido filtraciones, propaganda, sanciones, amenazas militares, aislamiento diplomático y operaciones encubiertas para obligar a Irán a suspender su programa de enriquecimiento de uranio y para debilitar a la RII en general.

La situación actual y forjar otro camino

Hoy Irán está altamente polarizado y la RII está bajo mucha presión de los millones de iraníes que odian el régimen además de las divisiones entre los gobernantes de Irán. La creciente presión internacional sobre el régimen también es parte del panorama que contribuye a desestabilizar (y potencialmente a desenmarañar) el régimen teocrático. Estos pronunciamientos de Obama, et al., no solamente reflejan sino aumentan esta presión externa sobre Irán y las maniobras del imperialismo norteamericano en particular para sacar ventaja en esta situación y continuar con sus propios designios hegemónicos. Todo eso podría orillar a los gobernantes de la RII para que aceleren su programa nuclear.

Ningún bando de la confrontación tensa y peligrosa entre el imperialismo norteamericano y la República Islámica de Irán representa nada positivo para los pueblos del mundo. Con mucho en juego y el potencial concreto de la guerra, lo que urge es forjar otro camino totalmente diferente que sí representa los intereses de la humanidad, un mundo sin los monumentales crímenes e injusticias perpetrados por el imperialismo global, un mundo sin el oscurantismo religioso opresivo de ningún tipo.

El potencial para otro camino liberador que se opone al imperialismo anticuado y al fundamentalismo islámico anticuado se puede vislumbrar en el valiente levantamiento del pueblo iraní de los últimos meses. Se tiene que apoyar esta lucha justa y justificada, especialmente los esfuerzos de aquellos que anhelan la verdadera revolución. Y en Estados Unidos tenemos una responsabilidad especial y urgente, en primer lugar, de oponerse a cualquier forma de agresión de parte de Estados Unidos y de sus aliados, sean sanciones, amenazas o ataques militares. Pero nuestra responsabilidad va más allá de eso, pues tenemos que trabajar para forjar una verdadera alternativa revolucionaria aquí en las entrañas de la bestia imperial que acabe con el azote de imperialismo y acelere las luchas para la liberación por todo el planeta.

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