Revolución #182, 8 de noviembre de 2009


Apuntes de una reportera:

Mirando el cambio en la Marcha Nacional por la Igualdad

A un par de horas por carro al salir de Nueva York, tuvimos un anticipo de la energía, el espíritu y el carácter juvenil de aquellos que iban a la Marcha Nacional por la Igualdad en Washington, D.C. En una parada de descanso sobre la carretera nos topamos con un autobús lleno de estudiantes rumbo a la protesta. A primera vista parecía como una salida típica de campo de la escuela. Pero mirando más de cerca, podías ver a esos jóvenes con los nervios de punta, saliendo a hacer una declaración contra el estatus quo. Irradian una clase de entusiasmo y anticipación que me hace recordar la primera vez que fui a una gran manifestación.

La convocatoria se hizo para que la gente marchara y se uniera en Washington, D.C. el 11 de octubre y exigiera: “Los Estados Unidos debe terminar su sistema de segregación inhumana que sigue discriminando contra los norteamericanos LGBTQ (Lesbianas/Gay/Bisexuales/Transgéneros/Queer)…” El mensaje había entrecruzado el país, a través de Facebook, Twitter, e-mail y mucho más. Especialmente en las universidades, esto tocó la fibra sensible: “Mantenerse en silencio es endorsar el odio. Así nosotros unimos nuestras voces a los crecientes millones que demandan justicia, libertad e igualdad para los ciudadanos LGBTQ de los Estados Unidos… Urgimos a nuestros estudiantes, no importa cuál sea su orientación sexual, para organizar autobuses, aviones y trenes, de modo que podamos expresar nuestra unidad y compromiso inquebrantable de igualdad y libertad. Ahora es el tiempo para denunciar este ultraje y ahora es el tiempo para marchar lado a lado en una demostración poderosa de fuerza en la lucha por la libertad”.

Los autobuses llegaron de arriba y abajo de la costa este y de más allá. Y otros vinieron en carros, por trenes y en vuelos desde tan lejos como California. Varias decenas de miles convergieron en Washington, D.C. para ponerse en pie y pelear por derechos civiles básicos: “Igual protección para la gente lesbiana, gay, bisexual, y transgénera en todos los asuntos que competen a la ley civil en todos los 50 estados. Ahora”.

¡Una justa demanda!

Al aglutinarse la gente en McPherson Square, era asombroso el carácter juvenil de la muchedumbre. Claramente estaban presentes muchos veteranos del movimiento gay, aquellos que llenaron las calles para exigir los derechos gay durante las últimas dos décadas. Pero una gran parte importante de aquellos que participaron hoy estaban probablemente en la escuela primaria cuando sucedió la última manifestación nacional de los derechos gay en D.C. en el 2000.

El primer grupo al que le hablé era de Silver Spring, Maryland. Cuando les pregunté por qué vinieron, estaban muy ansiosos de alcanzar la marcha. Pero me dieron unos pocos minutos. A la primera que le hablé fue a una joven que dijo que estaba allá porque apoya a la igualdad y fuertemente siente que “el rol de los aliados es tan importante como el rol de los activistas en la comunidad LGBT”. Ella dijo: “Nosotros necesitamos demostrar que estamos aquí no por un asunto personal sino porque este es un asunto de derechos humanos”. Una mujer mayor en el grupo intervino rápidamente caminando hacia mi micrófono para decir: “Bien, yo estoy aquí por un asunto muy personal. Mi hijo es gay. Así que mi conciencia de sus oportunidades en la vida ha sido agudizada. Dirijo la Alianza de Estudiantes Gay (GSA) de la secundaria”. Cuando le pregunté a ella dónde cree que está la lucha de los derechos gay y qué debe estar haciendo la gente, ella señalo a su hijo que estaba cerca de ella y dijo: “Usted debería preguntarle a él”. Él agregó unas cuantas ideas: “Yo siento que ahora esto alcanzó el punto donde la actitud pública está justo en el punto donde esto empieza cambiar más. Pienso que esto está en un punto crucial cuando nosotros podríamos realmente obtener más apoyo público sobre muchos asuntos y convertirse en un asunto muy de la sociedad en general, para que la gente no lo vea como algo extraño, porque no lo es, está en todas partes”.

Bajo este sistema, a la gente LGBT le niega muchos elementales derechos legales. Varias personas a las que les hablé compararon la lucha de los derechos gay con el movimiento de derechos civiles de los años 1960, el cual en parte fue una lucha para que la gente negra tuviera derechos básicos que les fueron negados por ley.

Esta visión, que los derechos gay es un asunto de derechos humanos, de derechos civiles básicos, fue algo que escuché todo el día. Para muchos, especialmente aquellos de la generación post años 60, esto se parece a algo que debería ser tan simple como a, b, c, es decir, la idea de que todos somos seres humanos y todos deberíamos tener los mismos derechos. Pero la gente siente una desconexión con lo que ven en la sociedad: Se supone que éste es un país donde hemos superado los prejuicios y la discriminación del pasado, en donde todos merecen ciertos derechos civiles. Así que ¿por qué hay tal condenación, privación de derechos y abiertos asaltos contra aquellos que solo quieren estar con la persona que aman?

La lucha actual por la igualdad para LGBT es, en realidad, parte de una más grande batalla sobre la dirección entera de la sociedad de Estados Unidos. Y para todos aquellos que odian la discriminación y la opresión y especialmente desde el punto de vista de los revolucionarios que luchan por un mundo libre de toda opresión, era importante unirse a esta marcha y a esta causa y apoyarlas. Y tenemos que hacer de esto una lucha poderosa que denuncie y vaya contra este sistema.

En general, la marcha y el mitin tuvieron un tono de celebración y orgullo. Había muchos gay de diferentes sectores sociales. Había parejas gay mayores que han enfrentado discriminación por décadas. Una pareja llevaba un letrero que decía: “Golpeada por policías en 1965 y aún esperando iguales derechos”. Mucha gente que no era gay vino a apoyar. Un contingente de Princeton marchó; todos usaban camisetas anaranjadas y llevaban un letrero con los colores de su escuela que decía: “Aun Princeton”. Había grupos de estudiantes de Amherst, Ohio State, Florida, Georgetown. Les hablé a jóvenes gay que vinieron por su propia cuenta desde lejos, de lugares conservadores, con la finalidad de ponerse en pie y ser parte de la muchedumbre donde son aceptados y no se sienten perseguidos, condenados y amenazados.

Un grupo de estudiantes que organizó un autobús desde Vassar aceptó ser entrevistado. Una mujer me dijo: “Vassar realmente tiene un ambiente de aceptación, somos un grupo que se enfoca en el aspecto político de las cosas, nos juntamos, escribimos lemas con tiza en la acera, hacemos activismo. El grupo era de más de 100 personas. Apoyo los derechos gay, soy buga [no soy gay] pero me siento comprometida con esta causa. Quería mostrar que Vassar es muy receptiva a todos, y por eso vine a dar apoyo”. Otro estudiante voceaba un sentimiento que les había escuchado a otros: que una de las razones por las que vinieron era porque veían esta marcha en un contexto histórico y querían poder decir que habían estado aquí.

Ataques continuos

Escuché a Judy Shepard hablar en el mitin; éste era el onceavo aniversario de la muerte de su hijo, Matthew Shepard, un estudiante de 21 años de edad que fue torturado y asesinado por ser gay. Y hoy, la gente LGBT aún enfrenta el terror de saber que pueden ser golpeados o asesinados solo por ser gay.

El artículo en el número de Revolución que distribuíamos habla decómo las personas LGBT son forzadas a vivir bajo el temor y se les dicen que deben sentir vergüenza; cómo la gente transgénera enfrenta ataques muy extremos y una alta tasa de intento de suicidios entre la gente joven gay. El artículo señala: “El hecho de que millones de jóvenes, y personas de muchas edades, vivan bajo este tipo de terror constante y de que este sistema cree una situación en la cual más del 60% de todos los y las estudiantes LGBT se sienten en peligro en la escuela, es una denuncia profunda contra el sistema y contra la moral y las relaciones opresivas que engendra y refuerza” (Ver “10-11 de octubre, Washington, D.C.: ¡Los derechos de los gays — Una demanda justa! Apoya, únete a la marcha por la igualdad”, #179, 11 de octubre de 2009).

El viernes antes de la marcha en D.C., un hombre gay, Jack Price, fue brutalmente atacado en Queens, Nueva York. Un impactante video en YouTube muestra esta brutal golpiza: dos hombres le insultaban y le gritaban comentarios antigay antes de golpearlo y patearlo. Price sufrió la ruptura de la quijada, fractura de las costillas, un bazo lacerado y el colapso de los pulmones y estuvo durante casi una semana en un coma inducido con medicamentos.

Hablar del cambio

La continuación de tales ataques ciertamente estaba en la mente de muchas personas en la Marcha Nacional por la Igualdad. A la vez no había mucha ira urgente ni condenación. Más bien las personas, como el joven de Silver Spring, sentían que todavía tenemos que luchar pero que las cosas están yendo en el camino justo.

Una mujer me dijo: “Me encanta la idea de la justicia social, luchar por todo tipo de derechos, la idea de estar aquí y de saber que podríamos generar un cambio mediante lo que estamos haciendo, aunque puede ser un paso pequeño, no obstante es un paso adelante hacia un bien mejor. Es un sentimiento muy bueno”. Le pregunté lo que ella pensaba qué se necesitaría para que el pueblo lograra la igualdad y ella me respondió: “Va a necesitar tiempo y entendimiento y lo que estamos haciendo aquí, discursos, hacer a otras personas que sientan como sentimos nosotros, enseñar a personas, tales cosas van a ayudar. ¿Qué más podríamos hacer? Apoyar con marchas y acciones no violentas. Como estudiante yo pienso que ir a estos tipos de eventos es mi manera de apoyar, cuanto más que mostremos cuánto nos importa esto, ojalá cambiaran los políticos, las personas que pueden hacer cambios en la política y la situación. Espero que eso suceda y por eso estoy aquí”.

Un estudiante negro de la Universidad de Nueva York le dijo a otro corresponsal de Revolución: “Creo que la marcha va a mostrar a Obama y al resto del gobierno norteamericano cuánto lo tenemos que parar esto ahora y qué urgente es este asunto en lugar de algo que hay que tratar más tarde: es una cuestión inmediata y no de un día cualquiera”. Otro estudiante me dijo: “Necesitará tiempo y demostrar que muchas personas están con la causa. El número de personas aquí es increíble y yo no esperaba tantas. Si continuaremos mostrando que tantas personas están por la misma causa, tarde o temprano alcanzaremos nuestro objetivo”.

Había un buen número de personas que expresó una genuina frustración, dudas y en algunos casos la ira con lo que Obama está y no está haciendo en cuanto a la cuestión de los derechos de gays. Pero muchas personas dijeron que creen que esta gran muestra de apoyo se escuchará en los corredores del poder y que Obama tendrá que escuchar. Había un sentimiento generalizado de esperanza y optimismo, de que tengo que decir se caracterizaba por las aspiraciones muy reducidas y muchísimas ilusionas acerca de la naturaleza de esta sociedad y lo que sí y lo que no se puede lograr bajo las relaciones económicas y sociales del capitalismo.

Varias personas me dijeron que pensaban que las cosas estaban mejorando en este país, “paso por paso” y “poco a poco”. Unos pocos días antes el Congreso dio pasos iniciales para incluir los ataques contra los gays como parte de la definición legal de lo que es un “crimen de odio” en este país. Esto es lo mismo que si el gobierno aprobara una ley hoy que dice que es ilegal linchar a las personas negras (lo que no hicieron sino hasta casi un siglo después de la guerra de Secesión estadounidense) y convencer a la gente que esto sea un “paso en el camino justo”. Mientras tanto la policía todavía balea y mata en las calles a los jóvenes negros y centenares de miles están almacenados en las prisiones.

No podía resistir comparar esta falta de una visión más amplia con los días cuando, no hace mucho tiempo, los jóvenes habían tomado las calles en lucha combativa para exigir el fin de la globalización y corear consignas como “exigimos un mundo mejor”.

Había personas a las que entrevisté que claramente no estaban satisfechas con el estado del mundo y claramente habían pensado mucho en el asunto, tratando de entender lo que en esta sociedad da lugar a la desigualdad sistemática y la discriminación. Por ejemplo, una mujer que me dijo que se considera revolucionaria me dio esta explicación: “Hay que tener un chivo expiatorio en cada época y nos toca a nosotros ahora. Las minorías históricamente han experimentado la opresión, nos toca a nosotros ahora, así que ya es nuestra hora para alcanzar la igualdad… las mujeres originalmente eran propiedad y el concepto general de la familia fue creado alrededor del presidente de una gran empresa, que es varón”. Le vendí el número de Revolución con el artículo que analiza cómo la supremacía masculina y el patriarcado surgieron con la sociedad dividida en clases y que hoy surgen de la propia naturaleza del sistema capitalista que también los perpetúa. Cuando le pregunté qué pensaba de esto, ella me respondió que pensaba que el capitalismo, aunque no es un sistema económico bueno, en realidad ayuda en términos de la lucha por los derechos iguales. Ella dijo: “Las corporaciones se están volviendo más abiertas a la diversidad porque este grupo de personas genera ganancias. Como los sindicatos tienen el poder de regular. La misma cosa con los gays: compra lo gay, promueve lo gay, tenemos nuestra propia subcultura así que se tiene que avanzar y que vender productos a nosotros y aceptarnos porque si no, no vamos a comprar nada. Así que de alguna forma el capitalismo obra en beneficio propio nuestro”.

En general las personas veían que esta lucha funciona dentro del orden establecido: intentar cambiar el gobierno y el modo de pensar y la cultura en la sociedad para que los gays sean aceptados en toda la sociedad. Algunas personas expresaron esto como parte de la lucha general contra la opresión. Por ejemplo, un joven dijo: “Pese a la forma de opresión que podamos tener, sea el sexismo, la homofobia o el racismo, todos estamos conectados y todos tenemos que unirnos y entender y intentar combatir este problema. Aunque tuvimos el movimiento por los derechos civiles en los años 50, el racismo todavía existe, todavía tenemos problemas con el racismo, no se contrata a los afroamericanos porque son afroamericanos aunque nadie lo diga”.

Además había muchos en la marcha que incluyen en esto la lucha para que se deje a los gays alistarse en el ejército estadounidense. Había un contingente de gays del ejército estadounidense que marcharon uniformados y en el mitin habló un soldado norteamericano que había combatido en Irak y que exigió que Obama eliminara la política de “prohibido preguntar, prohibido decir”.

Así que representaba un gran reto para la gente cuando nosotros decimos no solamente que la gente no se debería alistar en el ejército yanqui que tortura, viola y mata al servicio del imperio global, sino que lo que necesitamos en realidad es una revolución para acabar con todo este sistema capitalista. Nos uníamos con el deseo de la gente de una sociedad donde los seres humanos se interactúan con respeto, donde no habrá más la discriminación de cualquier forma y la gente escuchó lo que teníamos que decir acerca de cómo todo esto será posible solamente en una sociedad socialista que no se basa en las ganancias sino en la movilización de las masas para construir una sociedad completamente nueva con el fin de eliminar la división de sociedad en clases y emancipar a toda la humanidad.

En toda esta barahúnda la gente estaba muy abierta a lo que teníamos que decir acerca de la revolución y el comunismo. Hablamos con las personas sobre la necesidad de una forma completamente diferente de sociedad y distribuimos el mensaje y llamamiento del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, “La revolución que necesitamos…La dirección que tenemos”. Tuvimos algunas discusiones interesantes acerca de lo que se requerirá en realidad para llegar a un punto donde no se discrimine a la gente a causa de quién ama o porque sea una persona de color o una mujer.

De algunas maneras la gente reconoce que aunque el pueblo gane algunas concesiones como los derechos iguales frente a la ley, esto no cambiará el hecho de que todavía vivimos en un país que libra guerras alrededor del mundo, convierte todas las cosas y a todas las personas en mercancías, destruye el medio ambiente, no ofrece ningún futuro a las masas de jóvenes de las minorías y es profundamente patriarcal. Espero que las personas que compraron Revolución en la marcha lean y debatan el artículo sobre los derechos de los gays, especialmente donde dice: “El sistema capitalista imperialista en el que vivimos descansa sobre la base de relaciones sociales y económicas de explotación y opresión. Y la supremacía masculina de la familia tradicional refleja y refuerza esas relaciones, como también lo hacen todas las ideas y valores atrasados que reflejan y promueven todo esto. El patriarcado, los roles tradicionales de género y el modo de pensar tradicional acerca de los hombres y las mujeres provienen de las relaciones opresivas de propiedad en la sociedad y las apuntalan… Y para aquellos que gobiernan la sociedad, el apuntalamiento de la familia tradicional es parte de un paquete general para imponer y reforzar todo un conjunto de ‘valores tradicionales’, como el racismo, la subyugación de las mujeres a los hombres y el odio a los inmigrantes”.

Una de las últimas personas con que hablé al fin del día me dijo: “No debemos tratar un problema e ignorar los otros. Todas las cosas están conectadas. Si importan los derechos de las mujeres en Estados Unidos, deberían importar los derechos de las mujeres en Afganistán. Y si importa lo que sucede con los gays en este país, más vale ver lo que sucede con los gays en Irak. Y tenemos que estar conscientes de que se da un gran racismo cuando los policías disparen a personas con pistolas taser y lo llaman un arma no mortífera y la usan por lo general contra hombres negros jóvenes. Y que un tercio de los jóvenes negros en este país están presos. Esto es completamente ridículo. No son asuntos separados, están completamente conectados”.

Esto es un buen lugar para empezar una conversación seria acerca de qué clase de cambio es y no es posible en este sistema de capitalismo-imperialismo, y de qué clase de cambio, qué tipo de mundo, necesitamos para poner un fin en los hechos a todas las formas de opresión que el pueblo experimenta.

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