Revolución #186, 20 de diciembre de 2009


Obama anuncia escalada en Afganistán

1º de diciembre de 2009

[La traducción es responsabilidad de Revolución]

Ya es hora de quitarle a mi carro la pegatina pro Obama.

La escalada de Obama en Afganistán es la última de una serie de decepciones. Su aprobación vacilante del golpe de estado militar en Honduras ha echado a perder la confianza de América Latina. Su rescate de Wall Street deja a los pobres, los desempleados, las minorías y los estudiantes universitarios a arreglárselas por su cuenta. Y ahora viene la decisión sobre Afganistán y Pakistán para intensificar el impasse, que pone en riesgo su agenda en el frente nacional, su base demócrata e incluso posiblemente su presidencia.

La conveniencia de su decisión era clara: satisfacer a los generales mandando 30.000 tropas más y satisfacer al público y al movimiento contra la guerra con un calendario para empezar la retirada de esas mismas tropas, sin ningún calendario para hacer una retirada completa.

El calendario de Obama para el propuesto aumento de tropas en Afganistán refleja exactamente el calendario de 18 meses de Petraeus para el aumento en Irak.

Veremos. Que quede claro: Yo apoyará a Obama en el futuro contra Sarah Palin, Lou Dobbs o cualquiera de los inquisidores de la época antes de Obama, pero no pondré ninguna pegatina en mi carro sino hasta que se complete la estrategia de la retirada.

Por el momento, la lucha continúa.

Esto no es como el previo conflicto con Bush y Cheney, cuando era fácil ponerlos en ridículo. Ahora este huérfano de la guerra tiene un defensor persuasivo, un polemista formidable que argumentará a favor del apoyo del centro liberal y que quiere reconquistar su base demócrata

El movimiento contra la guerra tendrá que consolidar el apoyo de los dos tercios de los electores demócratas que ahora cuestionan esta guerra. El análisis continuo de The Nation y los videos de Robert Greenwald tienen un papel clave que jugar. La opinión pública tendrá que convertirse en un factor creciente en la mente del Congreso donde la resolución del representante Jim McGovern a favor de una estrategia de retirada tiene 100 co-proponentes y el proyecto de ley más duro de la representante Barbara Lee para impedir que se presupueste la escalada ahora tiene 23 a su favor.

Las cuestiones políticas claves en el futuro inmediato son si con su oposición a presupuestar la guerra de Afganistán sin impuestos adicionales, el representante David Obey, el presidente del Comité de Erogaciones de la Cámara, está blofeando y si el senador Russ Feingold introducirá un proyecto de ley para un calendario de retirada.

Aparte de la persuasión pública y de presionar al Congreso, es seguro que los activistas se tomen las calles y los distritos electorales en el año que viene. El movimiento contra la guerra tiene cierto apalancamiento basado en la duda actual en la mente de los electores y los expertos en política, y en el disentimiento potencial proveniente de la base de Obama. El número de votos demócratas aumentó en un 2,6% en 2008 en comparación con 2004, mientras que el número de votos republicanos cayó en un 1,3%. Veintidós millones más de jóvenes votaron en 2008 que en 2004. La energía sin precedente de esos jóvenes que contribuyeron su tiempo, dinero y esperanza puede evaporarse para 2012, si no antes.

Además, el movimiento de paz globalizará su alcance mientras que Obama trata de extraerles más concesiones de tropas a los cautelosos países de la OTAN. La oposición es particularmente fuerte en el Reino Unido, Canadá, Alemania y Francia. Cuando Obama acepta el Premio Nóbel en Oslo el 10 de diciembre, podría dirigirse a hasta diez mil manifestantes.

Añadir entre 30.000 y 35.000 soldados estadounidenses aumentará el número de bajas estadounidenses en más de un mil para 2011 bajo el mandato de Obama, además de los 750 que murieron bajo Bush. La cantidad de estadounidenses heridos está aumentado más rápido que nunca con 300 en los últimos tres meses. Según la misión de la ONU en Afganistán, no se reportar todos los civiles muertos y heridos. Los gastos presupuestarios están creciendo a 75 mil millones de dólares al año, y se podría convertir en otra guerra de millón de millón de dólares.

El lastre del gobierno de Karzai amenazará cualquier plan para expandir rápidamente el ejército o la policía afganis, que se dividen entre los grupos sectarios. En 2005 el régimen de Kabul estaba clasificado como el número 117 en la lista compilada por Transparencia Internacional y este año se clasifica como el 176.

Existen alternativas. Existe evidencia de que el Talibán en Afganistán está buscando un acuerdo de paz sin refugios para Al Qaeda. También hay una declaración del 11 de octubre de Gulbaddin Hekmatyer del Hezb-i-Islam de Afganistán, un líder mujaidín y ex primer ministro en los años 1990, antes en la nómina de la CIA. Si bien nunca se publicó en los medios estadounidenses, la carta propone una estrategia de retirada honorable que incluye:

Pero en vez de buscar un acuerdo político de origen afgani sin refugios para Al Qaeda, la estrategia estadounidense es la de buscar el mismo objetivo por medio de más derramamiento de sangre, dejando a Afganistán en algún punto entre la Edad de Piedra y las cenizas. Lo que tiene de obsesivo este enfoque es el hecho de que ya no existe ningún refugio de Al Qaeda en Afganistán, lo que significa que los soldados estadounidenses están combatiendo a insurgentes afganis en su propio país de éstos. Pero si su herramienta principal es un martillo, según el dicho, todos los problemas se parecen a clavos.

Es claro que la guerra se está pasando hacia Pakistán, un conflicto mucho más clandestino y peligroso librado por agentes secretos de Estados Unidos en el terreno y aviones no tripulados en el aire. Existen dos objetivos: 1) echar al Talibán afgani de su refugio en Quetta y no negociar con ellos y 2) usar asesores estadounidenses y aviones no tripulados para orillar al ejército de Pakistán hacia una guerra contra el Taliban originario de Pakistán y los otros insurgentes que ahora están en las zonas tribales empobrecidas y sin representación en las instituciones de Pakistán. Hasta ahora, este método ha provocado una fuerte expansión de los ataques violentos y ataques suicidas en toda la región. El temor por un Pakistán desestabilizado con veintenas de armas nucleares puede llevar a que pronto los asesores de Obama le presenten al presidente un escenario más apocalíptico que nunca antes, si no lo han hecho ya.

 

Derechos reservados 2009, The Nation, la versión en inglés reimpresa con el permiso de Agence Global

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