Revolución #193, 21 de febrero de 2010


Reflexiones sobre la primera ronda de la gira de Raymond Lotta en las universidades

Abriendo el “debate sobre el comunismo”

Una escena poco común tuvo lugar el noviembre pasado en la Universidad de Chicago. 320 personas, la mayor parte estudiantes universitarios, llenaron una sala de conferencias para escuchar a un orador y debatir sus ideas, un orador de que hace dos semanas la mayoría jamás habían oído. Iba a hablar sobre un tema que siempre nos dicen es un “concepto caduco”.

Ese orador era yo.

¿El tema? “Todo lo que te han dicho sobre el comunismo es falso: El capitalismo es un fracaso, la revolución es la solución”. La conferencia fue parte de una gira nacional de universidades que comenzó en el otoño y continuará —e intensificará— en los próximos meses.

Regresaré a lo que sucedió esa noche en Hyde Park. Pero primero quiero hablar un poco sobre POR QUÉ la gira ahora — de la necesidad a que trata de responder y los objetivos más grandes de la que es parte.

Para hablar sin rodeos, el clima intelectual e ideológico en las universidades hoy se caracteriza por la falta de discurso radical, efervescencia radical e imaginación revolucionaria, lo que constituye un gran problema en la sociedad. Y plantea un reto serio. La pura verdad es que si va a haber una revolución en esta sociedad, de hecho si va a haber cualquier grado de resistencia y efervescencia seria que desafiara el statu quo, los estudiantes e intelectuales tienen que abordar y debatir la cuestión de un mundo radicalmente diferente y a su vez ese debate tiene que hervir y desbordarse a la sociedad.

Nos encontramos en un mundo que claramente pide a gritos el cambio radical. Este mundo es un horror: la intensificación de la guerra yanqui por un imperio mayor... el encarcelamiento de más de un millón de afroamericanos en este país... la degradación que confronta la mujer en todas partes... la agudización de la crisis ambiental. Pero se plantea la pregunta: ¿es posible, aun deseable, la revolución?

Desde la derrota del socialismo y la restauración del capitalismo en China tras la muerte de Mao en 1976 (una contrarrevolución que se disfraza porque los actuales líderes de China se dicen comunistas) — los imperialistas no han perdido ninguna oportunidad de atacar y sofocar el comunismo. “La revolución... ni piensen en ella... acabarán devorándose unos a otros”. El mensaje: lo mejor que se puede hacer es retocar unas partecitas del sistema.

Este ataque ideológico al comunismo cobra muy caro. La mayoría de los estudiantes saben poco o nada del comunismo y gran parte de lo que sí saben o creen que saben no es cierto. Los profesores que en el pasado descartaban (correctamente) los estudios de eruditos reaccionarios que satanizan a Stalin de manera consabida, considerándolos cagatintas de la guerra fría, ahora aceptan sus premisas y conclusiones sin reservas. Por eso están en grilletes los sueños de la nueva generación.

Así es el entorno a que esta gira entra... y que propone cambiar radicalmente.

En qué se basa mi trabajo

 

¿Quiénes han salido para debatir sobre el comunismo?

En la Universidad de Nueva York y aún más en la Universidad de Chicago, la controversia y la cantidad de asistentes empezaron a alcanzar cierto umbral de modo que la gira empezaba a tener un impacto más grande en toda la universidad. ¿Quién ha asistido hasta el momento?

• Han asistido los defensores del capitalismo. En algunos casos, estos eran tipos libertarios con puntos de vista muy anticomunistas. En otros casos había personas que creían que un “capitalismo puro”, y no el actual capitalismo que existe en el mundo, ofrece los mejores beneficios de la iniciativa individual y la recompensa.

Esta forma del “capitalismo utópico” ha tenido una influencia seria, aun cuando el capitalismo está en crisis. Es una concepción del capitalismo que separa las ganancias de su fuente, la explotación. En parte, esto tiene una razón obvia: es lo que promueve la ortodoxia imperante. A la vez, esta noción de un “capitalismo ideal” florece en una atmósfera en que en estos momentos no existe un odio generalizado y visceral por los crímenes del capitalismo y del imperio norteamericano entre sectores significativos de estudiantes.

Con algunas coincidencias en esta categoría se hallaban los opositores comprometidos del comunismo, entre ellos las personas que venían para hacer acusaciones de asesinato múltiple. Algunos de ellos se mostraron muy engreídos y vociferantes. Pero todo esto fue parte de la ensalada rusa… sí, yo estaba discutiendo con todos.

• Había un sector de los estudiantes que querían escuchar si y cómo se podía defender de manera convincente el socialismo y el comunismo, y si esa defensa podía resistir el escrutinio y el cuestionamiento. Cierta curiosidad intelectual motivaba a estos estudiantes, junto con un sentido de la injusticia social más amplia.

Muchos de estos estudiantes querían ensayar las ideas propias y aceptadas… y ver que se pusieran a prueba mis ideas y convicciones. Sentían el peso de un estatus quo opresivo, pero algunos de ellos sentían que fuera tan mal denunciar al capitalismo, como sistema, como desechar completamente el socialismo: quizá se podía hacer una “mezcla” de los dos sistemas. Algunos estaban abiertos a lo que yo señalaba acerca del potencial humano y la posibilidad de un mundo diferente, pero a la vez bregaban para no soltar una buena parte de lo que yo cuestionaba en su modo de pensar.

Un estudiante escribió en un cuestionario: “Si son ciertos todos sus hechos y predicciones, creo que estoy de acuerdo con usted. Pero tengo dudas acerca de la naturaleza humana, de los aspectos prácticos”. Eso parecía expresar un fuerte sentimiento en el público.

• Había un grupo más pequeño de estudiantes con ideas anticapitalistas y radicales que asistieron con preguntas serias y sinceras acerca de hacer la revolución y crear una sociedad nueva. Tenían influencia en ellos varias tendencias de pensamiento socialista, marxista y anarquista. En otros tenían influencia varias corrientes de la teoría social radical enseñadas por ciertos profesores.

Una defensa congruente y ardiente del pasado, presente y futuro del proyecto comunista les interesa a muchos de estos estudiantes. No quieren abrazar lo que es lo malo que se hace pasar por lo bueno… y no quieren aceptar el mundo tal como es.

Unos de estos estudiantes dijeron que estaban muy de acuerdo con lo que yo planteaba acerca de la revolución pero no podían ver cómo podríamos motivar a las personas que parecen tan satisfechas de sí mismas. ¿Cómo se cambia la conciencia y las prioridades de las personas? Hablamos de la estrategia revolucionaria. En la NYU, preguntaron acerca del socialismo y la liberación de la mujer y acerca de las creencias religiosas y la lucha en torno a la religión en la sociedad socialista.

En la Universidad de California, cuando comencé a hablar acerca de Bob Avakian, algunos asistentes empezaron a googlear su nombre. Un estudiante se me acercó después y me preguntó: “Si voy a leer una obra de Bob Avakian para aprender más acerca de la nueva síntesis, ¿cuál sería?” Queda claro que el discurso y el debate picaron un interés en Bob Avakian.

Mi trabajo se basa en la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Avakian ha resumido profundamente las revoluciones bolchevique y china —sus adelantos históricos contundentes así como sus problemas y limitaciones— y se fundamenta firmemente en la corriente de pensamiento y práctica revolucionaria de Marx a Lenin y Mao. Al mismo tiempo, ha introducido unas dimensiones muy nuevas, algunas de ellas radicalmente nuevas, en la metodología comunista y en el análisis del carácter de la transición socialista, la base y la práctica del internacionalismo comunista y la estrategia revolucionaria.

El discurso que he estado dando hace dos cosas principales: Llevo a los estudiantes un necesario conocimiento histórico de la experiencia de la revolución socialista en el siglo XX que echa por tierra los veredictos oficiales sobre el comunismo como un “proyecto utópico fallido” que solo puede conducir a una “pesadilla totalitaria”. Lo hago con hechos y análisis y muestro que esos veredictos se basan en tergiversaciones, distorsiones y mentiras.

Segundo, introdujo a los estudiantes e intelectuales a la concepción de Bob Avakian de un comunismo vibrante y emancipador. La propuesta es llevar algo nuevo y radical a la universidad, empezar a cambiar la situación en unos pocos lugares clave y hacer todo eso como parte de un esfuerzo de popularizar la revolución —la revolución comunista— en la sociedad más amplia.

Un presagio

Como dije antes, se podía ver ese comienzo más vívidamente en la Universidad de Chicago. Unos 320 estudiantes asistieron —algunos de ellos de pie— para escuchar mi presentación. La voz había corrido por medio de volantes, carteles, un anuncio en el periódico, pintas en las aceras y de boca en boca.

Yo había lanzado un reto, el que tocó una fibra sensible de interés y curiosidad, así como de indignación. ¿Realmente era posible que yo defendiera el comunismo? ¿Tenía yo seriedad, como había prometido, en eso de “aceptar el reto de cualquiera que quiera contradecirme”?

El público escuchó y participó. Plantearon preguntas profundas sobre la división del trabajo en la sociedad y preguntaron cómo una economía socialista podría tener un desempeño mejor que el capitalismo. Alguien preguntó: ¿Se tomarán de maneras correctas, y no simplemente de manera arbitraria, las decisiones correctas acerca de la tecnología sustentable en relación con el ambiente? Tuvo dudas y me interrogó agresivamente... y, debo admitir, muy al grano. La nueva síntesis de Bob Avakian aborda con profundidad las preguntas y preocupaciones reales que tiene la gente sobre el socialismo — y esa es el marco desde que respondo a tales preocupaciones y críticas.

Alguien se puso de pie y acusó a Mao de haber sido responsable de la muerte innecesaria de 30 millones de personas durante la colectivización y el levantamiento social del Gran Salto Adelante. Yo argumenté la falsedad de esa cifra, los métodos estadísticos y los intereses políticos detrás de esas cifras y analicé las pautas concretas que guiaban la experiencia del Gran Salto Adelante. Los asistentes chequeaban los hechos y las cifras con Blackberries y computadoras.

Llegó cierto momento de la verdad. Una mujer planteó que la práctica de enviar a profesionales y médicos al campo durante la Revolución Cultural fue injusta y cruel, especialmente para sus familias. Algunos la aplaudieron. Dije que eso no fue una descripción correcta de una iniciativa social muy importante para superar la división entre las ciudades y el campo, pero también dije que la coacción social en sí no es mala. Algunos asistentes lanzaron burlas. Continué. La segregación en Estados Unidos bajo la ley, por ejemplo, no se podía terminar sin algunas medidas avaladas por la fuerza de la ley y el poder del estado — aunque, agregué, no es posible hacer uso de la coacción social para cambiar de manera fundamental el mundo y el modo de pensar de la gente. Eso provocó reflexiones y una especie de recomposición del ambiente y en el pensamiento de otros asistentes.

El artículo de primera plana del periódico universitario The Chicago Maroon sobre la conferencia empezó así: “En una charla que fue parte historia y parte clase de sociología, el académico y activista Raymond Lotta habló ante una sala repleta a favor de volver a poner el comunismo en la agenda intelectual”. Tenía razón. Sí que estoy intentando volver a poner el comunismo en la agenda, pero no se trata de una simple discusión académica.

El meollo de este debate es la cuestión de las posibilidades humanas: cómo la primera ola de revoluciones socialistas representó un gran avance histórico para la humanidad creando sociedades libres de explotación y opresión y cómo se puede transformar el mundo en que vivimos en algo radicalmente diferente y liberador, donde los seres humanos pueden florecer.

He aquí una lección: lo que coexiste con el hecho de que la gente no sabe nada sobre el comunismo es cierta receptividad a bregar con este tema, precisamente porque se ha declarado fuera de lugar.

Unos pocos días después de la conferencia, hablé con un estudiante de posgrado, un conocido mío en la Universidad de Chicago. Me dijo que había dudado mucho que semejante evento pudiera tener lugar en esa universidad. Se entusiasmó por el interés y la controversia prendida por la conferencia: “Supongo que este tipo de cosas sucedió en los años 60” — pero, después de una pausa, agregó: “Bueno, quizás no como esto”. Y también tenía razón.

La conferencia fue una presentación y debate sobre el comunismo... sin rodeos. Los estudiantes discutían y debatían no solamente la historia del comunismo sino el comunismo en su forma más desarrollada y científica: la nueva síntesis de Bob Avakian.

Desenmascarar la obra intelectual de pobre calidad

El evento en la Universidad de Chicago fue un gran éxito y un comienzo importante, pero ahora nuestro plan no es repetirlo sino avanzar a partir de esta experiencia y llevarlo a niveles superiores. Nuestro objetivo fundamental es cambiar el discurso de toda la sociedad y hacemos esto con una aguda urgencia. Pero precisamente para profundizar esto, quiero señalar algunas cosas claves que estamos aprendiendo.

Una cosa que sobresale acerca de la gira es qué tan reveladora es, especialmente para los estudiantes, descubrir la desinformación que incluso las obras intelectuales “de primera” producen acerca del comunismo, y hablo de asuntos importantes de análisis y documentación. Los estudiantes se quedan incrédulos al enterarse que, como argumentamos, se les miente de manera sistemática acerca de la historia del comunismo. Algunos se indignan de que podríamos dar a entender que se han “dejado engañar intelectualmente”. Este factor dinámico y fuente de controversia y debate contribuye a las presentaciones.

En mi discurso doy ejemplos de estas obras de pobre calidad. Se encuentra un ejemplo en el libro Mao: La historia desconocida, que se considera una biografía autoritativa de Mao, en que los autores dicen que Mao estuviera tan frenéticamente empeñado en convertir a China en una superpotencia industrial que hubiera estado dispuesto a sacrificar la vida de cientos de millones de personas. Citan una sección de un discurso en que Mao menciona la probabilidad de que mueran muchas personas. Pero yo demuestro cuidadosamente cómo sacan esta cita fuera de contexto y que en realidad Mao dice lo opuesto de que lo que alegan los autores (y explicó esto en YouTube).

También señalo un ejemplo atroz de la artimaña intelectual de Roderick MacFarquhar, académico de Harvard, en su pesado libro “autoritativo” sobre la Revolución Cultural. Por ahora solamente puedo decir que este ejemplo suscitó una exclamación ahogada colectiva del público. En vez de entrarle a esto aquí (se pondrá en YouTube), déjenme decir que voy a dar un discurso en Harvard en la primavera. Y déjenme agregar que si Roderick MacFarquhar quisiera defender su obra intelectual o debatir conmigo cualquier otro punto de los hechos o de análisis, me encantaría hacer de mi conferencia un debate con tiempo igual con MacFarquhar (volveré a este punto sobre el debate un poco más abajo).

Desenmascarar los métodos de tales reconocidos “estudiosos de China” y “expertos sobre China” sacude a la gente. Los estudiantes comienzan a ver qué tan omnipresentes son estas distorsiones y esta revelación empieza a generar preguntas acerca del edificio aparentemente sólido de los resúmenes anticomunistas. Se plantean nuevas preguntas acerca de la búsqueda de la verdad y el pensamiento crítico, acerca de quién está del lado de la razón (o sea, los hechos y entender las cosas correctamente) y quién tiene el poder institucional de su lado (y cómo eso influencia lo que se considera “correcto”).

La gente también comenzó a apreciar y estar más abierta a la nueva información que presento acerca de lo que pasó en realidad durante la Revolución Cultural, por qué fue el episodio más liberador de la historia humana y cuáles problemas tenía.

Un debate vibrante y serio

Pero también hay algo más. Las personas que asisten a estas presentaciones me responsabilizan de los mismos estándares de veracidad de los cuales yo recalcó que hacen tanta falta entre los académicos establecidos en cuanto al tema del comunismo. Y así salieron las discusiones en la Universidad de Nueva York (NYU): ¿qué pasó en realidad en Tíbet durante la Revolución Cultural? Si en realidad destruyeron templos, ¿quién era el responsable, por qué sucedió y fue eso la posición de Mao?

Esta forma de cuestionamiento agudo es algo bueno y contribuye a fundamentar el debate necesario sobre bases sólidas. Y si los asistentes pueden mostrar que estoy equivocado en mis argumentos, bueno pues, eso es lo que nosotros los comunistas valoramos en metodología: para conocer profundamente y cambiar radicalmente el mundo, tenemos que llegar a la verdad.

Para poder cambiar esta situación en las universidades, solamente se puede lograr esto a través de la controversia y el debate más vigorosos. Les decimos a los asistentes: si les importa el estado del mundo, tienen que traer sus preguntas más difíciles y espinosas a estas conferencias. A aquellos que quieren defender el sistema, les decimos: vamos a responder y refutar sus argumentos.

Es muy significativo cuando las personas pueden entrarle a estas cuestiones y ver a otros haciendo lo mismo sin trabas. Es muy significativo que yo estoy desafiando a los defensores apasionados del capitalismo neoliberal y éstos me están desafiando en un ambiente donde la cuestión central es: ¿es posible un mundo radicalmente diferente?

En la NYU y la Universidad de Chicago, dos columnas de opinión en los periódicos universitarios y comunitarios atacaron mi discurso. En ambos casos me denunciaron por pasar por alto “los crímenes de Stalin” y “las víctimas de Stalin”. Respondí con artículos que salieron en los mismos periódicos los que respondieron directamente a sus acusaciones. Traté los retos que enfrentaba la Revolución Rusa y lo que estaba pasando durante los años 1930. También ofrecí un balance serio y no sensacionalista de Stalin y sus errores. Piénsenlo: un debate bilateral sobre la historia del comunismo en los periódicos universitarios de dos instituciones académicas importantes. Esto es algo nuevo, pero esto debe extenderse a las corrientes más amplias del discurso intelectual.

Quién ha asistido y quién NO ha asistido

En el recuadro acompañante, analizo en cierta medida las diferentes corrientes de pensamiento que se han evidenciado durante estos discursos y los debates siguientes. En una palabra, ha habido defensores del capitalismo y con algunas coincidencias, firmes opositores del comunismo; estudiantes que quieren escuchar si se puede defender de manera convincente el socialismo y el comunismo; y un pequeño sector de estudiantes más radicales que tenían preguntas muy serias acerca de la posibilidad de la revolución y la creación de una sociedad radicalmente mejor.

Pero mientras que los estudiantes han respondido al reto que ha lanzado la gira, los ideólogos liberales anticomunistas en gran parte no han asistido y no se han sentido obligados a asistir para debatir y defender sus posiciones. Esto es un punto débil. Si esta gira va a impactar fuertemente el terreno intelectual, tiene que contar con varias formas de interacción ideológica e intelectual directas y abiertas con estos ideólogos y sus defensores.

Tuvimos un comienzo en la NYU. Yo escribí una carta abierta a Tony Judt, un conocido intelectual público y avatar del anticomunismo liberal. Judt dice que el comunismo es lo mismo que el nazismo. Sostiene que el comunismo es un sistema de pensamiento “cerrado y totalizador” resuelta a “resolver los problemas de la humanidad de un solo golpe” y que lleva al “desastre moral”.

Al denunciar eso, escribí: “Usted está equivocado, usted está difundiendo mentiras, usted no sabe de lo que habla y está causando gran daño”. Pero también recalqué que la nueva síntesis de Bob Avakian reconoce el papel imprescindible de la efervescencia intelectual en la sociedad socialista. En efecto, el socialismo tiene que ser un lugar donde un Tony Judt puede y debe tener la oportunidad de expresar y difundir sus opiniones y donde habrá debate sobre esas opiniones. Invité a Judt a asistir a la conferencia en la NYU.

Unos cuantos profesores progresistas comentaron mi carta. A uno le gustaba que yo la hubiera escrito, diciendo que a su juicio y según su experiencia Judt, desempeña un papel ideológico muy reaccionario. Otro académico le dio la bienvenida a la carta, dando a entender contribuiría a correr la voz sobre la gira en su universidad. Pero añadió que no personalmente podía hacer circular la carta a menos que proviniera de una fuente o página académica que no fuera directamente asociada con la gira. En general, las respuestas mostraron que las personas apreciaban el hecho de que yo hablaba y retaba sobre estas cuestiones, pero también era obvio que me decían que eso requiere de mucha valentía intelectual.

Queda claro que este anticomunismo liberal constriñe y restringe el discurso intelectual político. Y con igual claridad, éste ha existido sin desafiar por demasiado tiempo.

Un reto

No solamente voy a repetir mi reto a MacFarquhar (o a cualquiera que quiere defender a MacFarquhar), pero también garantizaré que esta primavera haré todo a mi alcance, en cada universidad donde daré un discurso, para lanzar este reto tan provocadoramente a estos anticomunistas que, en las palabras de la máxima del boxeo, “pueden correr pero no se pueden esconder”.

Pero para hacer esto, a ustedes que tienen diferencias significativas con el proyecto comunista o que incluso discrepan apasionadamente con nosotros, pero que no obstante reconocen la gran importancia del discurso entre opositores comprometidos que pueden entrarle en serio a un debate… también les pido que ayuden a ejercer una compulsión moral positiva sobre los intelectuales anticomunistas para que discutan su posición con alguien que puede responderles en debate.

Una cosa que demuestra la gira hasta ahora: que hay estudiantes que quieren escuchar de alternativas al orden actual del mundo. Merecen escuchar a los mejores defensores y opositores más feroces de esas ideas. Y cuando tal debate no ocurre, los estudiantes, y el discurso de la sociedad en general, salen estafados.

Con eso en mente, llamo a los estudiantes, profesores y académicos a contribuir ideas y energías y a contactarme para que este debate crucial que estoy abriendo pueda ocurrir con la magnitud que debe tener y a promover la clase de efervescencia que urge tanto.

 

Raymond Lotta es un intelectual revolucionario que se basa en la nueva síntesis de Bob Avakian. Ha escrito mucho y ha dado muchas conferencias sobre los temas de la economía mundial, la experiencia de la revolución socialista en el siglo 20, sobre todo la Revolución Cultural de China, y la revolución comunista en el mundo actual.

Correr la voz y contribuir a desatar el debate: La gira de Raymond Lotta irá a Columbia y Harvard en la primavera

La gira de Raymond Lotta, “Todo lo que te han dicho sobre el comunismo es falso: El capitalismo es un fracaso, La revolución es la solución”, irá a las universidades de Columbia y Harvard en la primavera.

En estos eventos, Lotta dará una conferencia dinámica, seguida de un diálogo y debate sin trabas. Como parte de la gira, Lotta también hablará en los medios… escribirá columnas de opinión… creará cortos de YouTube para refutar a prominentes ideólogos anticomunistas liberales… se reunirá con estudiantes y profesores.

La gira ya ha descubierto un enorme potencial, y tiene que llegar a un nivel completamente nuevo. Es necesario correr la voz de formas creativas sobre las conferencias de Columbia y Harvard. Y se necesitan fondos para los preparativos y difusión de la gira. La gira es algo muy nuevo en la escena y se requiere de amplio apoyo y ayuda.

  • Saldrán materiales con información y promoción en revcom.us.
  • Se puede enviar donaciones o hacer cheques a nombre de: Raymond Lotta LLC, 315 Flatbush Avenue, #319, Brooklyn, NY 11217.
  • Para invitar a Raymond Lotta a su escuela, escriba a lottaonyourcampus@yahoo.com.

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