Revolución #193, 21 de febrero de 2010


El asesino del Dr. Tiller

Lo condenan... después de darle una tribuna para justificar el asesinato de médicos que practican el aborto

El 29 de enero, se condenó a Scott Roeder por el asesinato del Dr. George Tiller, el médico valiente que proveyó servicios de aborto a las mujeres. Roeder mató a tiros al Dr. Tiller en una iglesia, pegándole una bala en la cabeza el 31 de mayo de 2009. Un jurado de Wichita, Kansas, lo declaró culpable tras solo 37 minutos de deliberaciones; Roeder había confesado que cometió el asesinato.

El Dr. Tiller, cuyo lema fue “confíen en las mujeres”, fue uno de los pocos médicos en Estados Unidos especializados en abortos tardíos. Las mujeres le buscaban para una consulta desde todas partes del país, muchas veces en circunstancias médicas y/o personales de gran estrés. Mary Lou Greenberg, escribiendo para Revolución tras el asesinato, describió las conmovedoras cartas de aprecio que cubrían las paredes de su sala de espera: “La angustia de una mujer de saber que su feto seguramente va a morir y la reconfortante comprensión del Dr. Tiller; la desesperación de otra por un embarazo no planeado y su gratitud por el cuidado sin prejuicio que recibió en su clínica; la soledad de sentirse abandonada y temerosa del futuro incierto. Siempre recordaré las palabras de una de ellas: ‘Gracias por devolverme la vida’”.

El juez concedió al asesino confeso del Dr. Tiller una libertad casi ilimitada para declarar en el juzgado que el asesinato fue justificado, y su “testimonio” fue un llamamiento tenebroso a imponer la maternidad obligatoria con violencia y a seguir su ejemplo. El juez permitió que dijera: “Esos niños corrían un peligro inminente a menos que alguien parara a George Tiller”, así invocando una amenaza inexistente a “niños” inexistentes para justificar el asesinato de un médico abortista vivo y heroico.

Después de dejarle decir todo eso, el juez falló que el jurado no pudiera considerar el argumento legal de Roeder de que su delito fuera homicidio culposo solamente y no asesinato, porque había actuado para salvar a los “niños no nacidos” que corrían un “peligro inminente”.

La defensa citó a declarar a dos ex fiscales de Kansas, que por años habían acosado al Dr. Tiller con acusaciones criminales falsas. Al final, el juez falló que su testimonio no iba a ser necesario; no obstante, el hecho de que se los citó revela las conexiones entre el acoso legal del Dr. Tiller y el ambiente social que llevó a que una persona como Roeder lo asesinara. Por décadas la clínica del Dr. Tiller, su casa, sus trabajadores y sus pacientes fueron blanco de acoso; luego en 2001 la Operación Rescate empezó un verdadero asalto y su líder Troy Newman se mudó a Wichita con el propósito declarado de “eliminar” al Dr. Tiller.

¿Cómo debemos interpretar el hecho de que en la sociedad estadounidense hoy, estas apariciones de la Edad de las tinieblas como Roeder se engendran, se desatan, y se les dan tribunas televisivas en las horas de máxima audiencia y consideración en los grandes medios de comunicación? Durante las últimas décadas, enormes cambios económicos y sociales en la sociedad estadounidense, aunados a las protestas y la efervescencia social de los años 60, han puesto en entredicho el dominio de los “valores patriarcales tradicionales”. Eso es uno de los factores clave que han puesto en gran tensión el tejido social que mantiene unida a la sociedad estadounidense. En respuesta, desde arriba se ha movido para imponer de nuevo el punto de vista opresivo de que la posición de la mujer se define por su papel como reproductora de niños. Los pasos dados para limitar o prohibir el aborto son la avanzada de esa imposición.

Urge muchísimo ahora esa clase de espíritu y acción desafiantes, inspirados en parte por la vida del Dr. Tiller, para defender el derecho al aborto.

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