Revolución #212, 26 de septiembre de 2010


Nueva Orleáns:
Un sistema asesino desbocado

Hace cinco años, el 4 de septiembre del 2005, algunas personas caminaban a través del Puente Danziger, que cruza el Canal Industrial en Nueva Orleáns. Estaban entre los miles que quedaron varados en la ciudad inundada después del Huracán Katrina. De pronto, vienen bajo el fuego de la policía. En el momento en que los policías dejan de disparar, ya habían asesinado a dos hombres negros: James Brissette de 19 años y Ronald Madison de 40 años. Otros cuatro sufrieron múltiples heridas serias, incluyendo a Susan Bartholomew, a la cual le volaron el brazo.

La policía mintió abiertamente sobre el crimen, tratando de encubrir el hecho que habían asesinado a sangre fría y lesionado a personas que no traían armas y que no estaban violando ninguna ley. A ninguno de los policías implicados se les ha acusado de homicidio. En julio del 2010, seis de los policías fueron acusados de cargos federales de “violación de los derechos civiles”, no por homicidio y asalto con intento de homicidio. El juicio está programado para junio del 2011.

Si usted observa este descarado asesinato policial y encubrimiento, puede ver una historia completa y una realidad presente de brutalidad y sistemática opresión de la gente negra en Estados Unidos.

Mancha sangrienta de la esclavitud

En 1718, el año en que Nueva Orleáns fue fundada, la recién formada Compañía del Oeste empezó a traer hombres africanos a la ciudad y venderlos como esclavos, al precio de $660 cada uno. Seis años más tarde, el “code noir” (Código Negro) fue instituido en Nueva Orleáns. Este conjunto de leyes, tomado de la experiencia colonial francesa en Haití, dictaba la pena de muerte para cualquier africano que golpeara a un francés. Castigos por ofensas menores incluyeron cercenarles las orejas, marcar con hierro candente y azotar. Y este también ordenaba que los hijos de mujeres esclavas fueran esclavos.

La mancha sangrienta de la esclavitud penetró y dominó todo aspecto de la vida en Nueva Orleáns por casi 150 años, al pasar la ciudad del gobierno francés al de Estados Unidos y en los años como parte de la Confederación de estados esclavistas. La gente negra esclavizada trabajó las enormes plantaciones de caña y algodón y las limpiadoras de algodón y los ingenios de caña, cargaban y descargaban barcos en los muelles, construyeron diques a lo largo del Río Misisipí y se ocupaban de todas las necesidades de las plantaciones. Las mujeres negras eran violadas repetidamente por sus “amos” blancos, y los hijos producto de esos crímenes se volvían esclavos.

La guerra de Secesión terminó la esclavitud. Pero las plantaciones de esclavos en Nueva Orleáns y Luisiana fueron transformadas en plantaciones de aparcería y en granjas carcelarias y los negros continuaron el trabajo rompe-lomo de cultivar y pizcar algodón y caña de azúcar. Terror violento y turbas violentas, vastas granjas carcelarias e instituciones y leyes que incrustaron el estatus oprimido y degradado de la gente negra en todos los aspectos de la vida cultural, social y política a un grado terrible de detalle se volvió la costumbre y ley de Luisiana.

La época de gran agitación social y política de los 1960 y los 70 propulsaron cambios importantes en la sociedad de Estados Unidos. Pero a través de los siglos una característica constante del territorio que se ha conocido como los Estados Unidos de América ha sido la profunda y perdurable opresión del pueblo negro. Hoy, cuando uno de cada ocho hombres negros está en prisión y la policía gratuitamente mata a balazos a la gente negra, algunas formas de esa opresión han cambiado, pero la mancha que empezó con el primer africano traído a este país en cadenas ha calado y desfigurado todas las dimensiones de la vida.

Esto es verdad a lo largo y ancho de Estados Unidos. Pero en muy pocos lugares es tan evidente como en Nueva Orleáns.

Una pesadilla de violencia y terror oficial

El Departamento de Policía de Nueva Orleáns (NOPD), al igual de los departamentos de policía en las ciudades de este país, ha estado sistemáticamente infligiendo terror sobre la gente negra por años antes de que Katrina destruyera muchas partes de la ciudad, particularmente donde la gente pobre, principalmente negros, vive.

En los caóticos días posteriores a Katrina, las inundaciones que se extendieron a través de la ciudad trajeron a primer plano una realidad social que sacudió a millones de personas en los Estados Unidos y el mundo. Nueva Orleáns, la “Ciudad de los sueños”, no era el paraíso turístico del jazz de los viejos tiempos, casinos y de interminables paseos de borrachos por la calle Bourbon. Esta es una ciudad poblada abrumadoramente por gente negra, la que por generaciones ha derramado su sudor y sus vidas en la construcción de la ciudad y moldeado su riqueza, diversidad y su cultura interminablemente creativa y que son gobernados por un gobierno que a todos los niveles es agresivamente hostil a ellos.

En ninguna parte fue esto más evidente que a lo largo del puente Danziger la mañana fatal del 4 de septiembre del 2005.

Los agentes del NOPD alegan que recibieron una señal de un “policía en dificultades”, de dos policías “lesionados” en el puente Danziger. Un enjambre de policías se movió a todo vapor por la ciudad.

El reporte oficial de los policías dice que confrontaron a los “sujetos” sobre el puente y les ordenaron que levantaran las manos. El reporte continúa: “Los sujetos inmediatamente salieron a esconderse detrás de las barreras de concreto sobre el puente, mientras algunos de los hombres se armaron y empezaron a dispararle a los oficiales que consecuentemente respondieron el fuego dándole a cinco de los siete sujetos. Dos de los sujetos continuaron disparando a los oficiales al mismo tiempo que huían por el puente Danziger hacia el Distrito Tercero. Los oficiales persiguieron a los sujetos, donde uno fue aprehendido en el Motel Friendly Inn localizado en la 4861 de la carretera Chef Menteur y el otro fue mortalmente herido en la escena. En la inspección de la escena sobre el Puente Danziger, los oficiales del Distrito Séptimo encontraron a cinco sujetos tirados en el lado norte del puente que tenían heridas causadas por disparos”.

Este reporte es una mentira de punta a punta. Los policías dispararon a las personas que no estaban haciendo nada salvo tratando de conseguir comida en la ciudad devastada. A Ronald Madison, mentalmente deshabilitado, las balas le abrieron un hueco en la columna y el pecho cuando un policía le disparó en la espalda con un arma a una corta distancia, luego lo pateó sin piedad. Kasimir Gaston, que de alguna manera sobrevivió a la carnicería, dijo que Ronald había salido corriendo de la policía con “los brazos extendidos y a toda velocidad”, cuando fue asesinado.

Ronald estaba tratando de huir de otra escena que se dio en la otra salida del puente, donde James Brissette yacía muerto y otras cuatro personas estaban severamente heridas por las balas de la policía. Después de que la descarga inicial de disparos obligara a la gente a tenderse sobre el puente, el sargento del NOPD, Kenneth Bowen, “recargado sobre la barrera de concreto, sostenía su rifle de asalto, en un movimiento en arco, disparó repetidamente a los civiles que yacían heridos en el suelo”, en las palabras de un compañero policía.

Escenas similares a menudo han ocurrido en la historia de este país: cazadores de esclavos persiguieron a los que huían y que infligían castigos colectivos sobre todos en la plantación; turbas de linchadores destruían comunidades enteras. Pero esta vez la turba que infligía castigos mortales era la fuerza pública del sistema, a quienes se les ha dado poderes para perpetrar legítimamente la violencia y quienes protegen y defienden la explotación y la opresión que son el fundamento y la base de este sistema.

La ocupación armada post-Katrina

Similares escenas horrorosas tomaron lugar en todo Nueva Orleáns en los días posteriores a Katrina. Esos asaltos y asesinatos recibieron una luz verde de importantes representantes políticos y de la policía. Un capitán del NOPD les dijo a los fiscales federales que el segundo al mando del NOPD ordenó a sus policías “retomar la ciudad y disparar a los saqueadores”. La gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, dijo, en muchas citas de los medios, que estaba enviando cientos de hombres de la Guardia Nacional a Nueva Orleáns y que “ellos tienen rifles M-16 y que están aseguradas y cargadas. Estas tropas saben cómo disparar y matar y están más que deseosos de hacer eso y espero que lo hagan”.

Esto era en el contexto de una atmósfera nacional de viles ataques interminables y completamente falsos de los medios que describían una ciudad supuestamente llena de violadores, asesinos y saqueadores que disparaban a la policía y a los rescatistas. En realidad, muchas de las decenas de miles de personas que permanecieron en la ciudad, especialmente la juventud, estaban heroicamente batallando para salvar a tanta gente como pudieran.

Cerca de 15.000 tropas de la Guardia Nacional fueron enviadas a Nueva Orleáns. Mercenarios fuertemente armados de compañías como Blackwater e ISI también fueron enviados allá; algunos de ellos dijeron que la gobernadora Blanco les había dado poderes para desempeñarse como policías y algunos fueron contratados por la gente rica para “proteger sus casas”. Además, los vigilantes racistas se armaron y fueron a cazar a personas negras. Les dispararon a cuando menos 11 personas en Algiers Point, sobre la orilla occidental del Misisipí.

Y en una ciudad desesperada por la supervivencia básica, en que personas se morían de deshidratación y ahogadas, sin los necesarios tratamientos y materiales médicos, niños que no habían comido por días, el gobierno construyó una prisión al aire libre estilo Guantánamo en las horas posteriores al huracán.

Esta fue la atmósfera en la que la masacre tuvo lugar sobre el Puente Danziger. En toda la ciudad, otras atrocidades fueron perpetradas por el NOPD.

Henry Glover recibió un disparo en la espalda de un policía en Algiers; cuando su hermano y transeúntes trataron de ayudarlo, fueron golpeados por una turba de frenéticos policías, que condujeron el carro unos cientos de metros de su delegación y le prendieron fuego, con el cuerpo de Glover adentro. A Keenon McCann fue baleado dos veces en la espalda por un francotirador del equipo policial de SWAT, no lejos de donde Henry Glover fue asesinado. Danny Brumfield trataba de obtener ayuda para una mujer que estaba gritando en agonía sobre la calle fuera del Centro de Convenciones Morial cuando fue embestido dos veces por una patrulla y le dispararon por la espalda con una escopeta. Murió poco después.

El NOPD les disparó al menos a 11 personas en los días justo después de Katrina.

El funcionamiento de un sistema ilegítimo

Estos eventos no fueron aberraciones, sino que revelan el funcionamiento y crímenes normales que este sistema perpetra sobre la gente, o sea, los horrores que se vuelven particularmente intensos y agudos en tiempos de crisis, como el caso de Nueva Orleáns.

Cuando el gobierno levantó cargos contra los seis policías este año por el incidente del puente Danziger, un objetivo clave era fortalecer la capacidad del NOPD para reprimir, controlar y sí, aterrorizar a la gente de Nueva Orleáns, especialmente la gente negra que permaneció en la ciudad. Cuando los funcionarios como el procurador general federal estadounidense Eric Holder hablan sobre restaurar la confianza en el departamento de policía, quieren decir entre otras cosas, establecer una red de soplones que cooperen con los policías para que continúen merodeando. Las autoridades temen la furia que muchas personas tienen ante el abuso, la brutalidad, el asesinato y las condenas injustas que son una plaga contra el pueblo, especialmente la juventud.

¿Cómo respondió este sistema a una ciudad en crisis? Éste dejó innecesariamente sufrir y morir a la gente por días; impidió activamente que la ayuda llegara a la ciudad y que los sobrevivientes se pusieran a salvo. Éste le dio órdenes a su policía de “disparar a matar” las que fueron obedecidas con entusiasmo, en todos los niveles de la cadena de mando. Éste azuzó y envalentonó a los vigilantes racistas y los ignoró cuando públicamente celebraron sus “asesinatos” y organizaron asados en que se jactaban de ello. Éste envió tropas y mercenarios. Éste construyó una prisión especial modelada como la de Guantánamo y comandada por el hombre que es el alcaide en jefe de la tristemente célebre granja-cárcel de Angola. Éste esparce mentiras sobre el pueblo en todo el mundo para justificar su negligencia y sus crímenes. Éste usa su sistema legal para castigar a la gente y encubrir las actividades de sus fuerzas del orden. Luego, en medio de las consecuencias de la devastación de la ciudad, éste enérgica y rápidamente toma medidas para cerrar el único hospital público de la ciudad y casi todos los proyectos de vivienda y para transformar las escuelas públicas en un sistema de dos niveles en que la gran mayoría de las escuelas son escuelas particulares subvencionadas administradas por empresas privadas con los estudiantes que sacan las mejores notas en los exámenes cuyos padres tienen los medios para enviarlos a tales escuelas y los demás estudiantes tienen que estudiar en escuelas tambaleantes.

Hace mucho tiempo que ha vencido el plazo para este sistema.

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