Revolución #213, 10 de octubre de 2010


Suenan con más fuerza cada día tambores de guerra para un ataque israelí contra Irán

En recientes meses, han estado sonando los tambores de guerra para un ataque militar israelí contra Irán, supuestamente para impedir que Irán obtenga armas nucleares. Dicen que Irán está en una carrera febril para obtenerlas; que si las obtiene, eso amenazaría la mera existencia de Israel; y que al ser necesario, habría que lanzar un ataque militar para impedirlo.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó en junio una cuarta serie de sanciones económicas para castigar a Irán por no cooperar con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y ejercer presión para que negociara el futuro del programa nuclear. Sin embargo, muchas voces de la clase dominante estadounidense afirman que el impacto de tales sanciones será insignificante. Desde su punto de vista, eso aumenta la probabilidad, y el atractivo, de un ataque devastador y una posible guerra contra Irán.

Gran parte del debate público está centrándose en un artículo de Jeffrey Goldberg que salió en el número de septiembre de 2010 de la revista The Atlantic, titulado “The Point of No Return” (El punto de no volverse atrás). Goldberg plantea el problema de la siguiente manera: “¿Quién, si es que alguien pueda hacerlo, parará a Irán antes de que se vuelva nuclear y cómo?” Luego explica “cómo se desenvolverá un ataque aéreo israelí si las cosas siguen tomando su curso actual”. El artículo ha provocado una avalancha de reacciones muy polarizadas, a favor y en contra de un ataque israelí, de parte de una amplia gama de funcionarios, analistas y académicos de peso. (Goldberg es muy conocido por haber escrito un artículo para la revista The New Yorker en 2002, titulado “The Great Terror” (El gran terror), que en la opinión de muchos legitimó el argumento de Bush para atacar a Irak, valiéndose de información no confiable para aducir que había pruebas de una conexión entre Saddam Hussein y al-Qaeda.

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Como señala el artículo principal de este número especial, los medios de comunicación estadounidenses proyectan al mundo una imagen del estado de Israel como un reducto de democracia y tolerancia en un mar islámico intolerante, hostil y dedicado a su destrucción. El presidente Obama no ha dudado en decir que Estados Unidos e Israel tienen intereses en común y, lo que es más, tienen “valores compartidos”. No describen ni describirían así a ningún otro país de la región. En otras palabras, Israel en verdad “representa” a Estados Unidos en el Medio Oriente.

Eso crea el marco para la manera en que la mayoría de la población estadounidense ve el conflicto entre Israel e Irán. Se dice ahora que la existencia de Israel es amenazada por un gobierno peligroso, islámico y renegado en Irán, el cual podría estar a punto de alcanzar la capacidad nuclear, posiblemente tan pronto como uno a tres años, a menos que se lo impida. Sumando a eso la constante matraca con las declaraciones abiertas del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad de que Israel debe ser, y será, borrado del mapa, y con sus dudas sobre la realidad histórica del exterminio masivo de la gente judía por el régimen nazi de Hitler, así la idea de apoyar un ataque preventivo israelí no solamente se presenta como una respuesta justificada, sino como una cuestión de sentido común.

Nosotros, al abordar este tema, debemos ser sumamente cuidadosos antes de creer lo que dice el gobierno estadounidense. Pues se trata del mismo gobierno que afirmó en un momento que Irak bajo Saddam Hussein tenía “armas de destrucción masiva”, y de hecho dijo que era una “clavada” [una certeza]. Tales afirmaciones resultaron ser totalmente falsas y un pretexto para encubrir los verdaderos motivos que impulsaron a Estados Unidos a librar guerra contra Irak. A pesar de eso, la guerra se lanzó bajo ese pretexto, y cientos de miles de iraquíes murieron y muchos más se vieron obligados a exiliarse como resultado.

Por contraste, demostraremos aquí cuáles son los verdaderos intereses de todos los actores, y por qué la gente del mundo no tiene ningún interés en lanzar una guerra contra Irán y tiene todo interés en oponérsela.

¿Qué país del Medio Oriente tiene actualmente armas nucleares?

¿Constituiría una “amenaza existencial” al estado de Israel el posible desarrollo iraní de una capacidad nuclear? ¿Qué naturaleza tendría tal amenaza? Se supone comúnmente en los medios de comunicación masiva, y a la población no se le disuade de suponer lo mismo, que el presunto deseo de Irán de tener armas nucleares se debe a una intención de usarlas de una manera u otra contra Israel. Sin embargo, en sus análisis privados los analistas y funcionarios, tanto israelíes como estadounidenses, efectivamente descartan la probabilidad de que mísiles nucleares iraníes se lancen contra Tel Aviv.

Además, no es del todo claro que Irán esté tratando de producir tales armas. De hecho, Irán ha desarrollado la capacidad de producir combustible nuclear de “grado médico”, y eso representa una capacidad importante, pero queda corto de lo que sería necesario para producir un arma. Y no existe ninguna razón en absoluto de por qué Irán no debe tener el derecho de desarrollar energía nuclear.

Al mismo tiempo, es un “secreto a voces” que Israel ha estado produciendo armas nucleares por más de 40 años y ¡ahora tiene más de cien de ellas! En 1986, Mordechai Vanunu, un técnico nuclear israelí de 31 años de edad, reveló ese “secreto” a la prensa británica, con fotos, a causa de su oposición a las armas de destrucción masiva. El organismo de inteligencia israelí lo raptó y lo llevó a Israel para procesarlo en secreto. Vanunu pasó 18 años en prisión, 11 de ellos en aislamiento, y hasta hoy tiene prohibido hablar de lo que él sabe sobre el programa israelí de armas nucleares. Es archiconocido hoy que Israel tiene un enorme arsenal nuclear con sistemas de lanzamiento por tierra, por mar y aéreos. Como un oficial de defensa israelí le dijo a Goldberg, Irán sabe “que Israel tiene una capacidad ilimitada de represalias”, una referencia velada a su arsenal nuclear de segundo ataque, y “creemos que ellos saben que están poniendo en peligro la civilización persa”. Aún así, la percepción pública en Estados Unidos es que las armas nucleares en manos de Israel son aceptables, pero en manos de Irán son de alguna manera potencialmente un enorme peligro.

Dicen que si Irán produce un arma nuclear o llega a tener la capacidad de enriquecer una cantidad de uranio suficiente para producir un arma nuclear, eso podría desestabilizar las relaciones de poder que existen en el Medio Oriente, Asia central y más allá. Dicen que sería un indicio más de que Israel, y su existencia como país dominante de la región que representa los intereses de Estados Unidos al mismo tiempo que actúa en beneficio de lo que considera los suyos, enfrentara ahora un desafío cohesionado, surgido desde el interior de la región. Los cambios y repercusiones que resultarían de tal desafío a la hegemonía regional de Israel y Estados Unidos, y su desarrollo posterior, en algún momento podrían poner en tela de juicio el futuro de Israel como reducto intocable de Estados Unidos y amenazar su propia estabilidad.

Hay algo de verdad en todo eso. Pero sirve para ocultar una verdad mayor: esos cambios ya se están dando y, tenga Irán armas nucleares o no, Estados Unidos e Israel quieren poner fin a esa tendencia. La polémica reciente sobre el artículo de Goldberg, y otros sucesos similares y relacionados, señalan que están amenazando con más urgencia al régimen iraní y están haciendo preparativos serios para una agresión militar al respecto.

Por qué es posible que Estados Unidos y/o Israel ataquen a Irán

Las invasiones y ocupaciones estadounidenses, primero de Afganistán y luego de Irak, han traído enorme sufrimiento a las poblaciones de esos países, a la vez que han trastornado radicalmente el balance de poder que existía previamente en el Medio Oriente y Asia central. Sin embargo, para Estados Unidos correr ese riesgo fue necesario para transformar la región en una estratégicamente más favorable a los intereses imperialistas estadounidenses. Dichos intereses, debemos entender, suponen la dominación de la región como una fuente importante de petróleo y un cruce geoestratégico. Y la promoción de dichos intereses requiere, y ha requerido, sentenciar a los cientos de millones de habitantes de la región a indecibles privaciones, sufrimiento, humillación, represión, exilio y matanzas. La llamada guerra contra el terror lanzada por Bush fijó un rumbo para Estados Unidos que Obama sigue agresivamente.

El régimen iraní, en el centro geopolítico de muchas decisivas contradicciones mundiales, tiene sus propias ambiciones en la región. Está relacionándose y desarrollando vínculos con otros emergentes centros de poder rivales en el mundo, incluidos Rusia y China. Por ejemplo, China actualmente importa grandes cantidades de petróleo y gas natural de Irán, y le vende el 30% de sus productos de petróleo refinado. Rusia proporcionaba sistemas de armas defensivas a Irán hasta que las recientes sanciones de la ONU pusieron fin al comercio. Todo eso le está dando a Irán más campo para maniobrar y desafiar a Estados Unidos. Como un estado islámico fundamentalista reaccionario relativamente cohesionado, Irán también propone ser el modelo político e ideológico para una alternativa a la dirección en que el imperialismo estadounidense quiere llevar los países del Medio Oriente y del mundo.

Irán NO está desafiando el sistema del imperialismo en sí, con su división del mundo en naciones opresoras y naciones oprimidas. Pero SÍ está jugando un papel contrario al deseo de Estados Unidos de mantener su dominio abrumador en la región. Hemos notado arriba los crecientes vínculos de Irán con China y Rusia. También hay otras fuerzas y otros fenómenos. Por ejemplo, Turquía ha estrechado sus vínculos con Irán. Junto con Brasil, el gobierno turco hace poco propuso una iniciativa diplomática alternativa para el programa nuclear iraní, muy al desagrado de Estados Unidos. El punto es que, aunque Estados Unidos e Israel tienen toda intención de impedir que Irán desarrolle más su capacidad nuclear, esa no es la razón principal que los impulsa.

Durante todo un período, Irán ha estado cobrando influencia y chocando indirectamente en el frente militar con intereses estadounidenses e israelíes: en Irak, por medio de sus extensas relaciones en el gobierno actual e influencia con la oposición chiíta a la ocupación estadounidense; en Líbano y Palestina, por medio de su apoyo al Hezbolá y a Hamas; y extensos lazos e influencia entre algunas capas gobernantes en Afganistán y a cierto grado en Pakistán, que también colindan con Irán. Cuando Bush ordenó aumentar las tropas en Irak en 2007, eso era un cambio de estrategia y de objetivos políticos que buscaba hacer las paces con sectores de los sunitas, aislar y derrotar a al-Qaeda y a las fuerzas anti estadounidenses chiítas, y forjar así un gobierno que no fuera dominado por Irán. Sin embargo, la incapacidad actual de Estados Unidos de formar un gobierno de su agrado en Irak refleja en parte que la contienda ahí entre Estados Unidos e Irán queda sin resolver y que fácilmente podría llegar a ser aguda.

Israel, por su parte, ha demostrado en repetidas ocasiones su disposición a usar, una y otra vez, la fuerza y la violencia abrumadoras para castigar a los aliados de Irán en sus fronteras. En 2006, Israel invadió y bombardeó al Líbano, provocando enorme destrucción y asesinando a más de mil personas, para asestarle un golpe a Hezbolá. En 2007, bombardeó a Siria, presuntamente para eliminar unas instalaciones nucleares, pero hay pruebas de que se trataba de un “ensayo” para un ataque a Irán. Israel invadió a Gaza en diciembre de 2008, bombardeando deliberadamente y sin miramientos a personas e infraestructura civiles, en un ataque al aliado de Irán, Hamas. Y hace poco llevó a cabo el ataque sangriento en aguas internacionales a la flotilla desarmada que llevaba ayuda desde Turquía para los palestinos de Gaza.

Estados Unidos, además de actuar por medio de los israelíes, tiene su propia historia empapada de sangre en la región y actualmente está librando una guerra o agresión militar en Irak, Afganistán, Yemen y Pakistán. También tiene una historia de agresión militar en contra del mismo Irán. E.U. maquinó un golpe militar contra el gobierno secular-nacionalista electo de Mossadeq en 1954. La CIA urdió el derrocamiento de Mossadeq y entonces instauró el régimen sumamente represivo del Sha (gobernante), Reza Pahlevi. Cuando las masas se levantaron para derrocar al Sha en 1977-78, E.U. permitió a los fundamentalistas islámicos, encabezados por el ayatola Jomeini, que tomaran las riendas del poder en preferencia a una verdadera revolución. Al mismo tiempo, los norteamericanos maniobraron para debilitar y controlar este régimen de muchas maneras diferentes, incluso alentando a Irak y a Saddam Hussein en una invasión sangrienta a Irán que prendió una terrible guerra de ocho años en la que E.U. respaldó ambos lados por turno. Cualquier guerra contra Irán sería ampliamente y más o menos correctamente percibida en todas partes del mundo como una continuación de esta historia de agresión y opresión.

Existe una cierta ironía perversa en todo esto. En los años 1980, E.U. estaba contendiendo con la Unión Soviética (la que entonces era una potencia imperialista) por el control del mundo. Como parte de eso, E.U. lo encontró útil atraer y apoyar, con una gran suma de dinero así como armas sofisticadas, a las fuerzas fundamentalistas islámicas que se oponían a la invasión de la Unión Soviética a Afganistán. Al mismo tiempo, Israel hizo algo similar con su batalla contra el movimiento de resistencia palestina, el cual era en gran medida un movimiento nacionalista-secular. Durante la década de los 80, los israelíes también respaldaron las fuerzas fundamentalistas islámicas en Palestina. Esas fuerzas eran entonces y lo son hoy extremadamente reaccionarias, que representan y luchan por relaciones tradicionales extremadamente retrógradas. Pero con la caída de la Unión Soviética, estas empezaron a fusionarse en una fuerza global que cada vez más entraban en conflicto con una dominación de E.U. cada vez más flagrante y sin rival.

Los cálculos nucleares

Si la Republica Islámica de Irán estuviera en posición de adquirir capacidad nuclear, y una vez más, eso está lejos de probarse, eso desafiaría la superioridad militar sin rival de Israel en esta región del mundo. Algunos creen que esto le daría a Irán una “sombrilla nuclear” para  más ataques de Hamas y Hezbolá contra Israel, porque Israel no sería capaz de amenazar a Irán de la misma manera que lo hace ahora. Por otro lado, Israel no ha sido capaz de obligar a los palestinos a aceptar la clase de acuerdos que E.U. ha estado intentando imponerles en gran parte por el apoyo de Irán a Hamas.

Irán con una capacidad nuclear también podría alterar en gran medida los cálculos políticos en la región. Eso pondría presión en los estados del golfo Pérsico pro-yanquis (Arabia Saudita, Kuwait, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y el sultanato de Omán), que ha sido un contrapeso a la oposición contra la dominación de Estados Unidos y de Israel, para cambiar sus alianzas hacia Irán, la nueva potencia regional. Eso también pondría una considerable presión sobre estos para adquirir capacidad nuclear por propia cuenta.

La realidad es que el mundo se está volviendo mucho más peligroso incluso con la propagación de armamento y tecnología nuclear. Pero en realidad el mundo ya ES un lugar muy peligroso, y son principal y abrumadoramente las acciones de Estados Unidos, que tiene muchísimas más armas nucleares en el mundo y es la ÚNICA potencia que las ha usado jamás, las que han creado esta situación y están haciéndolo más peligroso. Esto más que nada señala la urgencia de romper con esta dinámica muy negativa y peligrosa. Y significa romper con la mentalidad limitada de que golpear a Irán mejorará las cosas, más que empeorarlas. Tal ataque, que en sí podría conllevar el uso de armas nucleares, no será sino un caso de poderosos gángsteres que reprimen a gángsteres emergentes. De nuevo, cabe recalcar: la abrumadora mayoría de la gente en el mundo no tiene ningún interés en tomar el lado de un gángster contra el otro.

Cómo sería una respuesta de Irán a un ataque militar de Israel

El ataque militar contra Irán ahora tan resonado puede desenvolverse de muchas maneras. Pero las más probables suponen que Irán tome represalias directa o indirectamente contra objetivos en Israel y Estados Unidos, con impredecibles consecuencias de gran desestabilización que podrían ser difíciles de contener.

En una columna de opinión del 1º de septiembre en el New York Times de Reza Aslan y Bernard Avishai en respuesta directa al artículo de Goldberg, titulado “Stop the War Talk”, los autores discuten una posible respuesta iraní, que creen “que casi seguramente precipitaría una guerra regional devastadora con consecuencias globales imprevisibles”. Señalan que “Irán no es Siria”, que carecía de la capacidad de responder a los ataques de Israel sobre sus instalaciones nucleares. Irán libró una guerra brutal de ocho años contra Irak y podría enfrascarse en una guerra prolongada contra los intereses israelíes y estadounidenses. Irán “mantiene unas grandes fuerzas armadas con sistemas de armamento fabricados en Rusia, misiles tierra a tierra, aviones de combate, aviones no tripulados, lanchas de alta velocidad capaces de destruir grandes buques de guerra”. Dicen que Israel se vería impulsado a entrar al Líbano, lo que creen “sumergiría en una guerra a la región entera… y pondría enorme presión sobre los líderes en el Cairo [Egipto] y Amman [Jordania] para que renunciaran a sus tratados de paz con Israel”. Irán dice que atacará a Arabia Saudita también si se permite a los aviones de Israel volar en el espacio aéreo saudita.

De hecho, el New York Times reportó el 17 de septiembre de 2010 que Obama buscará una aprobación para una venta grande de armas a Arabia Saudita, que de acuerdo a funcionarios de la administración y del Pentágono sería principalmente como un componente básico de las defensas regionales del Medio Oriente para cerrarle el paso a Irán. Esto aparentemente incluye decenas de nuevos aviones de combate F-15, 175 helicópteros de ataque y porta-tropas y posiblemente barcos y defensas anti-misiles en el futuro.

Irán podría tomar represalias contra las fuerzas de E.U. en Irak, donde se informa que tiene 30.000 operativos. Podría cerrar el estrecho de Ormuz, por el cual pasan 17 millones de barriles de petróleo cada día, y así hacer disparar los precios del petróleo y devastar la recuperación financiera de Estados Unidos. Y podría provocar una respuesta total de Hezbolá desde el vecino Líbano. Los oficiales militares de Israel indican que están haciendo planes para prevenir tal respuesta; pero se ha reportado que Hezbolá ahora tiene 45.000 cohetes, tres veces la cantidad que tenían antes de la invasión y devastación israelí del Líbano en 2006.

Piense por un minuto acerca de los niveles de horror y sufrimiento encerrados en esas potencialidades. Piense en cómo presentaron al público estadounidense “la eliminación de Irak” como “pan comido”… y piense de lo que ha significado en términos de cientos de miles de muertes iraquíes, millones enviados al exilio, las vidas que han sido arruinadas si no terminadas… y los efectos sobre el medio ambiente y el legado arqueológico de la humanidad. Ahora piense de nuevo sobre lo que estos imperialistas están tan calculadamente amenazando y planeando — y arriesgando de manera tan demente.

El que exista apoyo importante en los centros de poder de E.U. y de Israel para correr ese riesgo, y que lo están anticipando, preparando y justificando en tiempos cuando E.U. está confrontando mayores dificultades en las ocupaciones y guerras de Irak, Afganistán y Pakistán, es una declaración poderosa que el ascenso del régimen iraní sea considerado una amenaza tan grande para los intereses estratégicos de E.U. y de Israel en la región, y aparte de eso, por riesgosas que sean las consecuencias potenciales de otra guerra contra un país del Medio Oriente, será  peor la alternativa.

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Sentados en este país imperialista tenemos una responsabilidad particular de oponernos al imperialismo de E.U., a nuestra “propia” clase dominante y a lo que está haciendo en el mundo. Y eso incluye oponerse a lo que está haciendo Israel, el matón de E.U. en la región. La “amenaza existencial” que enfrenta Israel es producto de su rol como puesto de avanzada de los yanquis, llevando a cabo los intereses de E.U. en el Medio Oriente. Los objetivos, intereses y grandes planes de E.U. y de Israel no son nuestros intereses; éstos no son los intereses de la gran mayoría de la gente de E.U. ni de la abrumadora mayoría de las personas en el mundo en general. Y las dificultades en las que esas potencias se han metido para lograr sus intereses no deben ser vistas y respondidas desde el punto de vista de los imperialistas y sus intereses, sino desde el punto de vista de la gran mayoría de la humanidad y de la necesidad básica y urgente de la humanidad de tener un mundo mejor y diferente, de otro camino.

Eso no cambia el hecho de que los fundamentalistas islámicos también son fuerzas “históricamente anticuadas” y reaccionarias. No cambia el carácter reaccionario de su oposición al imperialismo y a lo que este conduce y de la dinámica de la que es parte, la cual tampoco representa los intereses de la gente del mundo. Es muy importante entender y luchar por que otros entiendan que si alguien termina por apoyar a cualquiera de esas dos fuerzas “históricamente anticuadas”, contribuye a fortalecer a ambas. Es crucial zafarse de esa dinámica.

En los pasajes de la charla de Bob Avakian, Forjar otro camino, que también aparecen en este número de Revolución, éste dice que aunque existe algo de verdad en la “guerra contra el terror”, en esencia propone alejar la atención de las personas de “las profundas desigualdades y las relaciones opresivas que existen en distintas sociedades pero, especialmente, a nivel mundial”, bajo la dominación del imperialismo yanqui en particular. Recalca la necesidad de examinar más profundamente las relaciones fundamentales en el mundo y los efectos y consecuencias de eso y las formas en que eso es la causa de los acontecimientos ahora en el mundo, incluyendo lo que los gobernantes de este país llaman su “guerra contra el terror”.

Elegir entre estos dos sectores “anticuados”, incluso sobre la base de “pero tenemos que estar protegidos” de los peligros que este mundo profundamente torcido ha originado, conduce a una salida muy mala. Para tener una comprensión correcta de la situación y avanzar hacia la única resolución posible que sirva a los intereses de la humanidad, quiere decir reconocer que en esencia esta no es una “guerra contra el terror”. Como dice Bob Avakian en Forjar otro camino: “En esencia no es una ‘guerra contra el terror’ sino una guerra por el imperio. La confrontación con el fundamentalismo islámico y con otras fuerzas (inclusive fuerzas que tienen tácticas y métodos que se puede decir legítimamente que son ‘terroristas’) tiene lugar en ese contexto y ese contenido de una guerra por el imperio y en esencia en ese marco”.

Fuentes:

The Point of No Return", de Jeffrey Goldberg, The Atlantic, septiembre 2010

“Una evaluación del avance hacia una guerra entre Estados Unidos e Irán: Causas y potenciales ramificaciones”, Conclusiones preliminares de un Grupo de Trabajo, junio 2008, en inglés, revcom.us (www.revcom.us/a/141/Iran_project-en.html).

"After the Crackdown", de Jon Lee Anderson, New Yorker, 16 de agosto de 2010

"Stop the War Talk", columna de opinion de Reza Aslan y Bernard Avishai, New York Times, 1º de septiembre de 2010

"China vs. the Western Campaign for Iran Sanctions", de Willem van Kemenade, The Washington Quarterly, julio 2010

"U.N. Approves New Sanctions to Deter Iran", de Neil MacFarquhar, New York Times, 9 de junio de 2010

"Tea Party Caucus Endorses Israeli Attack on Iran", puesto por steve m. en alternet.org, 27 de julio de 2010

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