Revolución #216, 14 de noviembre de 2010


La entrevista de Revolución

Ethan McCord: De atrocidades en Irak a oponer resistencia a las guerras de Estados Unidos

Una sección especial para que nuestros lectores se familiaricen con las opiniones de importantes figuras del arte, la música y la literatura, la ciencia, el deporte y la política. Los entrevistados expresan sus propias opiniones, naturalmente, y no son responsables de las ideas que aparecen en otras partes de este periódico.

En abril de este año, la organización Wikileaks difundió un vídeo filtrado desde el interior de las Fuerzas Armadas, que muestra un ataque no provocado desde un helicóptero Apache que mató a 12 iraquíes en Bagdad en 2007. Las víctimas civiles incluyeron a un fotógrafo periodístico y un hombre que había llegado a la escena, en una furgoneta con sus dos hijos pequeños, para ayudar a los heridos. Ethan McCord era especialista en la unidad del ejército involucrada en esa matanza brutal. Ahora es un ex combatiente antibélico y ha estado hablando públicamente en contra de las guerras estadounidenses de Irak y Afganistán. Revolución le entrevistó antes de su intervención en una presentación y transmisión por internet del vídeo de Wikileaks, llamado Asesinato colateral, que se hizo hace poco en Nueva York. Unos días después, Wikileaks divulgó casi 400.000 documentos militares estadounidenses acerca de la guerra de Irak que sacan a la luz el encubrimiento masivo de la tortura, los miles de muertes de civiles que no se han reportado y otros detalles.

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Revolución: Cuando ocurrió el ataque que muestra el vídeo de Wikileaks, tú estabas con la unidad que estaba ahí sobre el terreno. Descríbenos lo que pasó ese día.

Ethan McCord: Antes de que los Apaches atacaran a los civiles sobre el terreno, pues yo estaba con mi unidad, mi compañía, a una distancia de unas cinco cuadras. Estábamos entablados en nuestra propia escaramuza, digamos un tiroteo, y oí que los Apaches abrieron fuego. Es un sonido muy distinto, como que corta el cielo. Y nos dijeron que había que movernos inmediatamente a esa posición. Yo era uno de los pocos soldados que estaban a pie, los demás estaban en vehículos; había como seis otros a pie y corrimos hacia ese lugar. Cuando llegué al escenario, la primera cosa que vi fue un grupo de tres hombres en la esquina que estaban completamente destripados. Uno de los hombres había quedado con la parte superior de la cabeza completamente cortada. Me acuerdo que estuve mirando la escena y no me parecía real. Tal vez fue mi propia forma de ahuyentar lo que estaba viendo, pero no me parecía real; al mirar los cadáveres no parecían humanos.

Recuerdo que escuché un grito, como de un niño que lloraba. No fue un grito de dolor; fue como si mi propio hijo se despertara de una pesadilla horrible, fue de miedo. Percibí que venía de la furgoneta y corrí hasta ahí. Otro soldado estaba conmigo y él miró dentro de la furgoneta, y luego se apartó, se vomitó y se fue corriendo. Miré dentro y vi a una niña de como cuatro años de edad que estaba sentada en el asiento del pasajero. Tenía una herida en el estómago y pedazos de vidrio en el pelo y en los ojos. Al lado estaba un niño, como de siete u ocho años, que descansaba en el suelo con la cabeza en el banco de la furgoneta. Al otro lado, en el asiento del chofer, estaba un hombre que yo suponía que era su padre. Estaba inclinado hacia los niños de una manera protectiva. Supe de inmediato que estaba muerto. Le había pegado un par de esas ráfagas en el pecho.

El muchacho parecía muerto; tenía una herida grave al lado derecho de la cabeza y no se movía. Así que agarré a la muchacha y corrí hacia la casa que daba al lugar donde había chocado la furgoneta. Llevé a la muchacha dentro de la casa. Grité a que viniera un soldado médico, y llegó. Me quité mis guantes y le saqué el vidrio de sus ojos hasta que pudiera parpadear. Vendé las heridas y las lavé para que pudieran atenderla. Luego vino el soldado médico y la llevó al Bradley [un vehículo de combate de la infantería].

Regresé afuera a la furgoneta y el muchacho hizo un movimiento como de respiración dificultosa. Así que empecé a gritar: “¡El niño está vivo, el niño está vivo!” Alcancé para agarrarlo y lo abracé contra mi pecho, y empecé a correr hacia el Bradley. Él me miró por un máximo de tal vez dos segundos. Le dije: “Estás bien, te tengo aquí, te tengo aquí” y lo abracé más fuertemente. Luego sus ojos se pusieron en blanco y mi corazón desplomó. Sentí que ese muchacho simplemente había muerto en mis brazos. Lo abracé más y le dije algo como “no mueras, no mueras, no mueras”. Y lo coloqué en el Bradley.

Cuando lo coloqué en el Bradley, el líder de mi pelotón estaba ahí y él me regañó que tenía que “dejar de preocuparte por esos niños de mierda y vete a vigilar por la seguridad”. Ya para ese punto, se había terminado lo que yo quería hacer. Yo había logrado poner a los niños en un vehículo que podía llevarlos adónde los ayudaran. Así que subí al techo para hacer seguridad.

Revolución: En la transcripción de la conversación de los soldados del Apache que hicieron el ataque, se oye decir a uno, cuando era evidente que la ráfaga les había pegado a niños: “Bueno, es culpa suya por traer niños a la batalla”.

Ethan McCord: Sabes, con los soldados, es que nos enseñan a autojustificar nuestras acciones, y creo que esa fue una autojustificación, una manera de hacer que [el soldado] se sintiera mejor en el momento. Porque si prestas atención al vídeo, cuando se entera de que hay niños heridos, dice: “Maldición”. Y enseguida da un giro y dice que, bueno, no debiera haber llevado a sus hijos al campo de batalla. Y el soldado junto a él dice que así es. Es una forma de hacerte sentir mejor por lo que acabas de hacer. Siempre nos han enseñado a autojustificar lo que hacemos. Es un mecanismo para enfrentarte a la situación y decir que la culpa es de ellos, no es mía. Yo solo estoy haciendo mi trabajo, esa clase de reacción.

Revolución: Algunos dicen que era malo lo que pasó, pero fue un “accidente trágico”. ¿Qué piensas de esa forma de verlo?

Ethan McCord: Bueno, lo único que tiene de especial este vídeo de Wikileaks es que la gente de a pie puede ver lo que pasa en una guerra real. Desafortunadamente, en Irak incidentes como este ocurren con más frecuencia de lo que esperarías. Vi masacres de mujeres y niños e incluso de hombres inocentes, casi a diario. Cuando estuve ahí, no vi ni una vez a ningún “insurgente miliciano”. Vi a gente que estaba protegiendo sus casas. Lo que sentía era esto: si atacaran a mi tierra y mataran a mi hijo, segurísimo que pelearía contra la gente responsable, porque simplemente no puedes ir a un país ocupado y esperar que la gente tolere el asesinato de su familia sin hacer nada. Es sistemático, porque nos enseñaron a deshumanizar a la gente de Irak y Afganistán. Ese adiestramiento es lo que ves realizado en el vídeo de Wikileaks.

En realidad, el comandante de nuestro batallón nos ordenó responder con un fuego rotatorio de 360 grados a cualquier explosión de artefactos explosivos improvisados. Y nos dijeron matar a toda persona en la calle, fueran mujeres o niños u hombres; tampoco era necesario que fueran armados. Muchas veces vi cumplir esa orden. Yo y un grupo de otros soldados nos asegurábamos que disparáramos contra los techos de los edificios y no contra la gente. Ni modo iba a disparar mi arma a una persona inocente. Yo balearía a una persona que estaba tratando de balearme a mí, pero contra una persona inocente, no.

Revolución: Obviamente fue muy traumático el incidente ese día en Bagdad. ¿Qué pasó en los días siguientes?

Ethan McCord: No podía autojustificar lo que estaba haciendo en Irak. Comprendí en ese momento que yo estaba en total oposición a la guerra de Irak. Pero aún tenía que permanecerme en el país. Aún tenía que “hacer mi trabajo”. Así que mi trabajo se convirtió en asegurar que mis soldados no cumplieran con las órdenes ilegales, que no hicieran nada ilegal y tratar de asegurar que regresaran a casa sanos y salvos, y yo también. Conocí a muchos iraquíes y nos hicimos amigos. Me gustaba su compañía, y me di cuenta de que tenía más en común con el iraquí de a pie que con la gente que me había enviado a la guerra. Eso fue una sacudida que me hizo despertar: esta gente a quienes me enseñaron a odiar y a considerar inferiores a un animal, pues una vez que llegué a su país, capté que, qué sorpresa, esta gente es igual que yo. Estos niños no están haciendo nada diferente de lo que hacen mis propios hijos.

Revolución: ¿Qué circunstancias te llevaron a alistarte en las Fuerzas Armadas? ¿Cómo miraba las cosas en ese tiempo?

Ethan McCord: Me criaron en un ambiente muy conservador. Por eso siempre creía, tú sabes, que el gobierno tiene razón, que las guerras son justificadas y las necesitamos. Justo después del 11 de septiembre es la razón por la cual me alisté. Tenía 25 años, así que yo era mucho mayor que los demás. Ocurrió lo del 11 de septiembre y comprendí que no podía gozar las libertades que yo tenía aquí en Estados Unidos sin sacrificar algo. Sentí coraje, me dio rabia que nos habían atacado esos llamados “terroristas que odian nuestras libertades”. Me caí en todo ese temor que siembran los medios de comunicación, sabes, de que esa gente como por arte de la magia van a matar a tu familia y cosas así. Para ser franco, me alisté para pelear contra musulmanes. Y una vez ahí, me di cuenta de que todo mi proceso de pensar estaba equivocado.

Llegué a Irak a principios de 2007; ese fue mi primer destino como soldado. Yo había prestado servicio en la Marina de los principios de 2002 a 2006, pero en la Marina no sentía que cumplía con mi parte y, por eso, hice una conversión lateral al Ejército y me alisté en la infantería, porque quería derribar puertas, yo quería hacer todo eso. Pensé que iríamos a Irak e iba a estar dándole libertad y democracia a la gente que quería eso. Y fui y me di cuenta de que nadie quería que estuviéramos ahí. Al principio, no podía comprender, por nada del mundo, por qué así era la cosa. Pero luego comenzaron a ocurrir incidentes como Asesinato colateral, y empecé a comprender que no nos odian debido a nuestras libertades. Nos odian porque estamos matándolos. Estamos asesinando a sus familias. Estamos matando fríamente a musulmanes. Es por eso que los musulmanes nos odian.

Revolución: ¿Cómo evolucionaste de pensar así, justo después del incidente de Asesinato colateral, a tomar una postura pública hoy contra las guerras, alzar la voz y exhortar a otros a oponerse a lo que el gobierno está haciendo?

Ethan McCord: En las Fuerzas Armadas, alzar la voz es tabú, te pueden acusar de un delito por alzar la voz sobre lo que pasa. Yo había tratado de suicidarme. Me pusieron en un hospital psiquiátrico, y yo tenía un enorme cargo de conciencia y un enorme sentido de culpabilidad. No sabía qué hacer con el peso de todo eso. Me arruinó mi matrimonio, por un tiempo arruinó mi relación con mis hijos y en general estaba arruinándome como persona. Me estaba convirtiendo en una persona iracunda y llena de odio.

Empecé a escribir y eso parecía ayudarme. Luego empecé a alzar la voz. Traté de alzar la voz incluso antes de que saliera el vídeo, pero nadie quiso escucharme. Yo era solamente otro “ex combatiente loco” que relataba historias. No sé si esto tiene sentido, pero me pesa un gran cargo emocional. Y cada vez que hablo sobre esto, es como quitarme el peso y dárselo a la persona con quien estoy hablando, y decirle: bueno, no me importa lo que haces con esta información y este peso que te di, pero ya no lo cargo yo. Entonces, tú puedes cargarlo o dárselo a otra persona, pero ya se me quitó. Así que mi forma de desahogar gran parte de la rabia y el sentido de culpabilidad es alzar la voz.

Revolución: Una cosa que hiciste fue escribir una carta abierta, junto con otro ex combatiente de tu unidad, a los sobrevivientes del ataque representado en el vídeo de Wikileaks.

Ethan McCord: Sí, bueno, Josh Steiber y yo estábamos conversando y pensamos que una manera en que podríamos expresar a las familias nuestra pena por lo que pasó, sería escribirles una carta, una especie de carta para cicatrizar las heridas. No fue para nosotros realmente, aunque sí lo era. Fue una forma de desahogo para nosotros también, decir que bueno, esto es lo que sentimos. Sentimos mucho lo que le pasó a su familia. Aunque no apretamos el gatillo nosotros mismos, de alguna manera somos responsables porque somos parte del sistema. Así que escribimos esa carta.

Originalmente se destinaba a las familias de los afectados por el incidente de Wikileaks, pero luego decidimos escribirla a todos los iraquíes. Hemos recibido muchas buenas respuestas. Hasta se llevó la carta a la viuda del hombre y la madre de los niños en Irak. Y la madre dijo que podía perdonarme. Me perdonó porque si no fuera por mí, sus hijos estarían muertos; otra persona no hubiera sacado a sus hijos de la furgoneta. Eso fue un gran alivio para mí, y me quedé agradecido. El perdón es una cosa poderosa.

También ella me pidió seguir alzando la voz. Así que esta causa no es tanto para mí, sino para esa familia, alzar la voz para que podamos poner fin a esas atrocidades.

Revolución: Has difundido tus propios vídeos acerca del abuso psicológico que hacen los soldados estadounidenses a los detenidos iraquíes.

Ethan McCord: Sí, hace poco publiqué tres vídeos y también una foto de lo que yo considero humillación y abuso a los detenidos. Un vídeo muestra a un soldado estadounidense que le está diciendo a un iraquí detenido y con los ojos vendados, que está llorando, que este se va a la prisión, básicamente está riéndose y burlándose de él. El otro muestra a un detenido iraquí sentado en un catre y un soldado estadounidense le dice que ponga las manos arriba y luego que las baje una y otra vez, así sucesivamente, me dijeron que fue por unos 45 minutos. No estuve ahí yo; empecé a coleccionar estos vídeos de otros soldados cuando llegué a la conclusión de que la guerra era mala y yo quería juntar evidencias sobre ella. El tercer vídeo muestra a dos soldados que le están cantando a un detenido iraquí y uno de los soldados le está gritando en el oído, a voz en cuello.

Sabes, no es el abuso físico, sino el abuso emocional, el abuso mental, que la gente tiene que seguir viviendo. Las cicatrices y el dolor pasan con el tiempo. Pero las cicatrices emocionales perduran para siempre. Esos detenidos van a mirar a los estadounidenses solo como unas gentes duras de corazón y crueles, que se burlaron de ellos. El islam es una religión que habla mucho del respeto, y somos unos soldados irrespetuosos de 19 años que, al irnos para allá, básicamente tratamos todos sus valores como si fueran una mierda. Así hacemos reventar a mucha gente.

Muchas personas que ven el vídeo dicen: no veo el abuso. Bueno, si no ves el abuso, algo está mal contigo. Francamente, algo está mal contigo si no ves el abuso ahí. Tienes que mirarte en el espejo y preguntarte: ¿estoy haciendo eso cada día? ¿Harías eso a tu hijo? ¿A tu madre? ¿Quieres que hagan eso a tu hijo? No, no vas a querer eso. Eso es abuso. Como dice nuestra carta, les hemos hecho a ustedes lo que no quisiéramos que nadie hiciera a nosotros.

Revolución: Las Fuerzas Armadas están acusando de delitos a Bradley Manning, un especialista en inteligencia del Ejército, por presuntamente filtrar el vídeo Asesinato colateral, y el gobierno está tratando de hacer lo mismo contra Wikileaks. ¿Han tratado de silenciarte el gobierno o las fuerzas armadas?

Ethan McCord: No he tenido repercusiones personales. He recibido amenazas de muerte de soldados con quienes presté servicio. También han amenazado con matar a mis hijos. Pero las considero bravuconadas vanas. Publicaron algo contra Josh Steiber, diciendo “queremos encontrarle a Josh Stieber y hacerle daño” y cosas así. Pueden decir lo que quieran, pero nadie puede decir que somos mentirosos. Hemos dicho la verdad. En todo lo que he publicado y en todo lo que he dicho, he presentado las evidencias también. No se puede disputar lo que estamos diciendo porque hemos presentado las evidencias.

Revolución: Has hablando en muchos lugares diferentes y ante muchos públicos diferentes. ¿Qué es tu mensaje básico y qué clase de respuesta has recibido?

Ethan McCord: Acabo de hablar en una escuela aquí [en la Ciudad de Nueva York] y había unos 50 estudiantes, jóvenes de 16 y 17 años. Les dije que tienen que examinar en realidad si las fuerzas armadas son la opción correcta para ellos personalmente. Les digo: si puedes vivir con lo que este vídeo muestra, a diario y por el resto de tu vida, pues, claro, alístate. Piensas que puedes vivir con eso. Pero tan pronto que todo eso te pasa en verdad y en lo concreto, te darás cuenta de que no puedes vivir con eso. Les digo que hay muchísimas alternativas para la universidad en vez de alistarse en las fuerzas armadas. Los reclutadores militares te van a mentir, van a pintar todo como glorioso. Y la guerra no es gloriosa. Es sucia, es fea y es horrible. Trato de explicarles, lo mejor que puedo, desde mi punto de vista, qué tan horrible es.

Esta fue en realidad la primera vez que he hablado con jóvenes. Estaban muy dispuestos a escuchar. Algunos estaban llorando. Hacia el final de mi presentación estaban diciendo cosas como jamás me alistaría en las fuerzas armadas. Para mí, esto es como un contra-reclutamiento.

Revolución: Hace unas semanas, Obama anunció el supuesto fin de las operaciones de combate en Irak. ¿Cómo es la verdadera situación ahí?

Ethan McCord: No pusieron fin a la guerra, solo cambiaron el nombre. Lo cambiaron a Operación Nuevo Amanecer, que parece un nombre de detergente para la ropa. Tú sabes, están haciendo una limpieza. Acaban de desplegar a tres mil soldados del Fuerte Hood, en Texas, una brigada de combate. Los enviaron a Irak. Los soldados todavía están muriendo en Irak, así que las operaciones de combate obviamente no han terminado. Por supuesto, simplemente están centrándose en lo que Obama diría que es la “guerra buena” de Afganistán. Para decir que “la guerra ha terminado”, pues habría que decírselo a los 50.000 soldados que están todavía en Irak; todavía hay tropas de combate ahí.

Revolución: Una cosa en que te estás centrando ahora es la demanda de no desplegar a los soldados que quedaron traumatizados.

Ethan McCord: Estoy trabajando con Veteranos de Irak Contra la Guerra (VICG) en la Operación Recuperación. La Operación Recuperación quiere que el gobierno pare el despliegue de soldados traumatizados, sea por trauma sexual militar, lesiones traumáticas del cerebro, trastornos de estrés postraumático; siguen enviando a estos soldados a zonas de combate. Dicen que cuando menos el 20 por ciento de los miembros de las Fuerzas Armadas sufre algún tipo de trauma, y hasta el 50% experimentan estos traumas. Se está viendo que esos traumas están entrando en juego en ciertas situaciones, como en los “equipos de matar” de Afganistán. No se trata de nada nuevo, pues eso ha pasado por mucho tiempo ya, pero ahora está llegando a los medios de comunicación. Lo que pasa es que están armando a soldados que toman psicofármacos por el estrés postraumático o por lesiones cerebrales traumáticas, y los están devolviendo al trauma recibido y les están diciendo que mataran a afganos. ¿Qué pensaban que iba a pasar cuando pusieron a estos soldados en la misma situación de antes? Si vamos a poner fin al despliegue de soldados traumatizados, necesitamos el máximo apoyo posible. Necesitamos que todos alcen la voz: oigan ustedes, detengan el despliegue de soldados traumatizados. Esto es como llegarle al gobierno por la puerta de atrás. Porque estamos diciendo: detengan el despliegue de soldados traumatizados. Bueno, hasta el 50% de los soldados está traumatizado. Si paramos el despliegue de soldados traumatizados, ¿qué efecto tendrá? Le obligará al gobierno a librar una guerra sin soldados. Y eso no puede pasar.

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