Revolución #228, 3 de abril de 2011


Pesadilla nuclear en Japón

21 de marzo de 2011. En estos momentos, continúa el desastre nuclear en el complejo nuclear Fukushima Daiichi en Japón y todavía existe una amenaza real de que se dé una catástrofe aún más grande. Ya se han emitido grandes cantidades de radiactividad por las múltiples explosiones, incendios y fugas de vapor radiactivo. Esas nubes radiactivas se han esparcido en diferentes direcciones, según la dirección del viento. Según los informes, dos de los reactores nucleares se han convertido en "un montón de chatarra de acero y hormigón". Funcionarios japoneses anunciaron que lograban avances en el enfriamiento de unos reactores que no representaban la mayor amenaza, pero la crisis está lejos de terminar.

Se han detectado niveles peligrosos de radiación dentro de la central misma, y niveles más bajos en otras zonas, entre ellas Tokio, una ciudad de casi 13 millones de habitantes a una distancia de 250 km.

Un artículo de AP del 20 de marzo dice que ya se ha detectado que la radiación está contaminando los cultivos, plantas y agua potable. Dice: "El gobierno suspendió el transporte de espinaca de una zona y de leche no pasteurizada de otra cerca de la central después de encontrar que los niveles de yodo sobrepasaron los límites seguros. Pero la contaminación se extendió a la espinaca en otras tres prefecturas y a más vegetales: hojas de colza y de crisantemo. El agua entubada en Tokio, donde apareció el yodo el viernes 18 de marzo, ya tiene cesio. La lluvia y el polvo ya están contaminados".

Este desastre ya ha ocasionado muchos daños y tiene el potencial de causar más, de varias maneras y a varios niveles. Y continúa el peligro real de que la situación se salga aún más de control, con las fugas de radiación mucho más extensas y generalizadas en las inmediaciones de la central, pero también en zonas mucho muy distantes.

Japón es el único país que ha sufrido el impacto directo de bombardeos nucleares: las dos bombas nucleares que diezmaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945 al fin de la Segunda Guerra Mundial. Y luego, durante generaciones, cientos de miles de japoneses sufrieron los efectos sumamente horribles de la contaminación radiactiva como resultado de esas bombas. Ahora, aunado a la muerte y sufrimiento en masa resultado del terremoto y tsunami del 11 de marzo, millones de personas viven bajo la amenaza de la lluvia radiactiva generalizada. Y jamás deberíamos olvidar que esos bombardeos nucleares, los primeros y únicos, los llevó a cabo Estados Unidos.

El terremoto y el tsunami fueron desastres naturales. Pero las decisiones de construir centrales de energía nuclear sobre zonas sísmicas, la ausencia de alertas para la población sobre los peligros radiactivos potenciales y al contrario el encubrimiento de la magnitud del peligro son el resultado de las relaciones sociales imperantes del sistema capitalista imperialista. Esta crisis tiene enormes implicaciones respecto a la vida humana en Japón y los países vecinos en especial y para los ecosistemas de la región y más allá, en la tierra y en el mar.

La energía nuclear y la crisis

Este desastre nuclear se inició cuando el terremoto y el tsunami acompañante cerca de la costa oriental de Japón causaron un apagón y cortaron la electricidad de reserva de la central de Fukushima. Se genera el poder en los reactores en las centrales nucleares bombardeando los elementos radiactivos enriquecidos como el uranio con neutrones, lo que hace que los átomos se vuelvan inestables y se dividan. Esta reacción de fisión nuclear genera muchísimo calor (y radiación). Se usa este calor para calentar agua y producir vapor. Luego se usa el vapor para potenciar turbinas y generar electricidad que se puede transmitir mediante el tendido eléctrico. Se combinan los elementos radiactivos que se usan en los reactores en barras de combustible nuclear y éstas siguen generando grandes cantidades de calor aun cuando se inserten barras de control en los núcleos de los reactores para apagar las reacciones nucleares.

Los reactores de Fukushima se apagaron automáticamente después del terremoto. Cuando se cortó toda la electricidad a la central, también se apagaron los sistemas de enfriamiento con agua, los cuales se necesitan para evitar que se caliente de manera descontrolada el combustible nuclear. Las barras de combustible nuclear supercalentadas hicieron que hirviera el agua y se evaporara, y parece que eso generó gas de hidrógeno, el cual causó o contribuyó a incendios, explosiones y fugas de vapor y humo radiactivos en la atmósfera. Parece que las explosiones han roto el núcleo de los reactores activos #2 y #3 de la central de Fukushima. Parece que las barras de combustible en los primeros tres reactores se han fusionado parcialmente y existe el peligro de fusiones nucleares más grandes que podrían causar más explosiones y fugas más masivas de contaminación nuclear. (La fusión ocurre cuando el combustible radiactivo se calienta hasta que se derrita, lo que lleva el potencial de incendiar los núcleos que contienen el combustible.)

Hay seis reactores en Fukushima Daiichi. Parece que contienen barras de combustible nuclear usado. Una cantidad enorme de material radiactivo existe en la forma de esas barras usadas que en general se guardan en piscinas de agua encima de los edificios de los reactores, fuera del núcleo del reactor. Esto quiere decir que estas barras están más expuestas a la atmósfera. Incluso después de “usarlas”, generan enormes cantidades de calor y es necesario enfriarlas durante años.

El 16 de marzo, un funcionario de la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos dijo que el agua hirvió y se evaporó en la piscina para enfriar las barras de combustible usado en el reactor #4, lo que dejó al descubierto las barras. Dijo que eso estaba ocasionando niveles muy altos de radiación y el peligro de más incendios y fusión y que debido al potencial de exposiciones letales de radiación, sería muy difícil que los trabajadores de emergencia siquiera se acercaran a los reactores para seguir enfriándolos. (Un equipo pequeño de 50 trabajadores, de la fuerza de trabajo normal de 800, se había quedado en la central para lidiar con el desastre.)

Además, parece que existe una situación peligrosa con el combustible usado que está fuera del núcleo reactivo del reactor #3: los helicópteros y equipos militares japoneses usaron lanzaaguas repetidamente para enfriar el combustible en este reactor. El combustible en este reactor contiene plutonio, un radioisótopo especialmente peligroso de muy larga vida que puede causar cáncer si se ingieren solamente cantidades microscópicas. Están en marcha esfuerzos desesperados para llevar agua a las piscinas alrededor de las barras de combustible y para reestablecer el poder para las bombas de enfriamiento y las autoridades han estado hablando de algunos avances, pero la crisis no ha terminado.

Una señal del peligro radiactivo que ya está presente fue la rápida evacuación de cientos de trabajadores de la central, dejando atrás un equipo pequeño para lidiar con el desastre. Evacuaron a decenas de miles de personas en un radio de 19 km de la central y advirtieron a 140.000 más en un radio de 29 km para que se quedaran en casa y sellaran las puertas y ventanas. Otros países y muchos expertos nucleares dicen que se debería ampliar muchísimo esta zona. Se informa que los que puedan ya están huyendo de Tokio.

Radiación, Fukushima y el espectro de Chernóbil

Existen distintas clases de radiación: algunas son de baja energía y no dañan la vida, pero existen otras formas de alta energía que se llaman radiación ionizante. La radiación ionizante está presente a niveles muy bajos en todas partes a nuestro alrededor en la forma de rayos cósmicos y elementos radiactivos en la tierra y de otras fuentes. Por lo general, estos niveles muy bajos de "radiación de fondo" causan poco o ningún daño a las células vivas.

Pero las reacciones nucleares de explosiones nucleares y de reacciones de fisión en las centrales nucleares generan enormes cantidades de radiación ionizante que representan una amenaza mucho mayor que los niveles bajos de fondo. Los reactores nucleares también generan grandes cantidades de residuos nucleares sumamente radiactivos, como uranio y plutonio, que pueden continuar emitiendo radiación peligrosa durante miles de años. Según la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA), aun pequeñas cantidades de radiación durante un largo tiempo período pueden aumentar el riesgo de cáncer. La radiación ionizante puede causar mutaciones en el ADN en las células vivas, las que se pueden transmitir a los niños. Y los altos niveles de radiación durante un tiempo corto pueden matar células vivas y causar quemaduras por radiación, enfermedad, y hasta la muerte en el caso de niveles muy altos.

Ira Helfand de los Physicians for Social Responsibility (Médicos por Responsabilidad Social) dijo en Democracy Now! el 18 de marzo que existen dos peligros en la actual crisis nuclear en Japón. Uno es el nivel muy alto de radiación, la que se concentra ahora en las inmediaciones de la central pero que puede convertirse en un problema mucho más grave en los alrededores con fugas mucho más grandes de radiactividad provenientes de la fusión o de más explosiones. Pero el otro se trata de la radiación a niveles más bajos pero aún potencialmente nocivos, la que puede esparcirse lejos de la central. Esto lleva a "la posibilidad de causar cáncer y otras enfermedades crónicas en el futuro debido a esta situación. Los materiales radiactivos provenientes de la central se componen de 200 isótopos radiactivos diferentes y si las partículas de estos materiales radiactivos se dispersan en al aire, pueden desplazarse a grandes distancias por medio del viento". Ahora mismo la gente en lugares como Tokio está expuesta a niveles todavía muy bajos y si la situación sigue así, también seguirá siendo bajo el peligro para la salud. Pero Helfand señala que "la situación allá todavía está completamente fuera de control" y con un fuga más grande, la situación "podría cambiar de manera dramática y podríamos resultar con una situación parecida a la de Chernóbil".

Muchos expertos nucleares dicen que la crisis de Fukushima Daiichi está a solamente un grado debajo de lo que pasó en 1986 en Chernóbil, en la entonces Unión Soviética. Calculan que Fukushima es un desastre de grado 6, mientras que Chernóbil fue de 7. Chernóbil dejó a miles de muertos y los cálculos del total de personas que con el tiempo morirán del cáncer causado por la radiación esparcida por Chernóbil van de decenas de miles hasta cientos de miles de personas. Los aumentos del índice de muertes por cáncer de la tiroides debido a la lluvia radiactiva de Chernóbil posiblemente afectan hasta Inglaterra. La zona alrededor de Chernóbil, que se llama el Bosque Rojo, por la cual pasaron las nubes radiactivas, hoy es una de las zonas más contaminadas del mundo. Existen diferencias reales entre Fukushima y Chernóbil y ciertos problemas en Chernóbil probablemente no vayan a ocurrir en Japón. Pero existen otros aspectos en que la situación es más peligrosa que Chernóbil. Por ejemplo, hay seis reactores en Fukushima y cuatro tienen problemas muy graves. Sólo uno se reventó en Chernóbil. Este peligro hizo que el ingeniero nuclear Arne Gunderson dijera que el desastre de Fukushima podría intensificarse hasta parecer a un "Chernóbil con esteroides".

El funcionamiento del sistema, y otro camino

Dada la gravedad de esta situación, veamos cómo las fuerzas en el poder y el sistema han lidiado con ella. Desde el principio, el gobierno japonés y los funcionarios de la Cía. Tokyo Electric Power Company (TEPCO) le han restado importancia a la gravedad de esta crisis y se han esforzado para dar la apariencia de que no fuera gran cosa. Ante una situación totalmente fuera de control y al borde del precipicio de una catástrofe nuclear, primero decían que el grado de peligro sólo estaba al 4, el equivalente a un problema relativamente controlable. Subieron sus cálculos solamente un poquito, al grado 5, después de la ruptura de los núcleos de los reactores y los incendios y explosiones habían puesto de relieve la gravedad de la situación concreta a los ojos del mundo. Los funcionarios todavía no han dado una clara explicación de la magnitud de las emisiones de radiación. No está claro en qué medida hayan estado monitoreando la emisión de radiación, pero si lo estuvieran haciendo, no están presentando los resultados de manera sistemáticamente al pueblo y al mundo. Han ocultado los potenciales peligros de exponerse a la radiación y no han divulgado datos sobre los verdaderos hechos de la situación y los esfuerzos en las plantas nucleares. En una palabra, para nada han advertido y preparado a la población y para colmo, para nada han movilizado al pueblo para lidiar con los posibles impactos de un gigantesco desastre.

Otras potencias, notoriamente los Estados Unidos, están ocultando esta crisis a fin de sacar provecho. Estados Unidos lo ha estimado necesario y expedito hacer ciertas críticas a la manera en que los japoneses no están lidiando con esta crisis. Pero Obama y otros altos funcionarios han dejado en claro que si bien podrían “revisar” la seguridad de las plantas nucleares en Estados Unidos, la energía nuclear seguirá siendo una parte vital de su “estrategia de energía”. La verdad es que Estados Unidos está directamente vinculado con este desastre en Japón: la empresa General Electric desarrolló el diseño de los reactores de Fukushima. Y estos mismos diseños están vigentes en 23 reactores en Estados Unidos, con la misma ubicación ridícula de muchas plantas de energía nuclear sobre zonas sísmicas, al igual que en Japón. En lugar de advertencias y movilizaciones del pueblo para acudir en apoyo al pueblo de Japón, se ha anunciado repetidamente que “los estadounidenses no tienen nada que temer” proveniente de la radiación, lo que fomenta un feo y egoísta chovinismo estadounidense: de que “lo único que importa somos nosotros”.

Ninguna de estas potencias imperialistas ha dicho nada acerca de los posibles peligros a los ecosistemas causados por la potencial precipitación radiactiva. ¿Qué impacto sufrirán los mares y los seres vivos en los mares, con tanta variedad y riqueza y a la vez tan cruciales para la vida humana, debido a la continuación o el aumento de la precipitación radiactiva? ¿Cómo será el impacto global sobre otros ecosistemas, sobre la vida silvestre, las plantas y los animales, sobre los cultivos de alimentos, debido a lo ya acaecido, o si se diera una mayor emisión de radiación?

En contraste con la manera en que los japoneses y los imperialistas estadounidenses están lidiando con este desastre, ¿qué medidas tomaría una sociedad socialista rumbo a un mundo comunista, para lidiar con tales fenómenos?

En unas pocas palabras: el nuevo estado socialista tomaría medidas lo más rápidamente como sea posible después del derrocamiento revolucionario del estado capitalista imperialista y la toma del poder a fin de transformar la base de energéticos de la sociedad, como parte de transformar la economía entera, de apoyarse en los combustibles fósiles y la energía nuclear (que en ambos casos son dañinos y peligrosos para el medio ambiente y la vida humana) a formas sustentables y renovables de energía. La nueva sociedad socialista tomaría medidas inmediatas para valorar y cerrar las centrales nucleares todavía en operación sobre fallas sísmicas.

En cualquier clase de desastre, el estado socialista movilizará plenamente a los científicos a fin de investigar a fondo, con la ayuda de otros, incluyendo las personas de otros países que quieran hacer aportes. Se publicarán los hallazgos de estas investigaciones de modo que el pueblo tuviera el mayor conocimiento posible de la situación y pudiera actuar a partir de su entendimiento científico. El estado socialista haría todo a su alcance para movilizar a las masas, y apoyarse en su actividad consciente para prepararse para los efectos del desastre y hacer todo lo que sea posible para proteger a la población general contra dichos efectos, por ejemplo, si fuera necesario evacuar la población hacia un lugar seguro.

El estado socialista haría advertencias y se esforzaría para limitar los daños a los ecosistemas surgidos de cualquier crisis similar. En un sentido mucho más amplio, el estado revolucionario NO se guiaría ni tomaría decisiones sobre la base del funcionamiento de este sistema capitalista y su anarquía de expandirse o morir, ganancias al mando y tomar y saquear. Al contrario, se guiaría por los principios de proteger y conservar la vida y los intereses fundamentales de las grandes masas populares y además la salud y el funcionamiento de los ecosistemas naturales.

O sea, habría y podría ser un mundo de diferencia.

 

Remitimos a las y los lectores a “¡Emergencia!, el número especial de Revolución sobre la emergencia ambiental (#199, 18 de abril de 2010) y la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), para una visión a fondo y programa para que se pueda y deba transformar radicalmente las economías del mundo a fin de evitar tales horrores.

 

 

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