Revolución #235, 12 de junio de 2011


reg e. gaines sobre Lo BAsico

Algunos dicen que el sol poniente es un sol en movimiento. Pero es la rotación de la tierra la que hace que éste cambie de posición. El cambio es bueno, es inevitable, está decretado. Así que, ¿por qué es que las personas sanas y en pleno uso de sus facultades, lo que a menudo quiere decir el sentido común, están tan renuentes al cambio? El afán de cosas materiales se encuentra a la entrada de todo lo malo en nuestro mundo. Enceguece, engaña, supura, deja cicatrices, abruma completamente nuestro sentido de lo justo. La codicia es el dios de los temerosos. Tan atrapados en sus garras, hacen lo que sea oportuno para ocultar su falta de estima propia. Tengo, luego existo. Aterrorizados ante el juzgado por lo que está en su corazón, lo que se borbotea en su cerebro, dejan que lo tangible sea el componente líder de quién y qué representan, de quiénes y qué son. Para estas pobres almas, la desesperanza y la oscuridad son el origen de su misma existencia. Cambiarse a sí mismo sería la aceptación de lo intangible, de lo que no sabemos, olemos ni vemos. Hablamos del cambio, escuchamos del cambio, visualizamos el cambio como si fuera un estado de sueño en que solamente existen los verdaderamente dementes. Esto es el mayor ejemplo de la negación, ya que todos hemos experimentado el cambio. Sabemos que es algo real. El problema es que cambiamos sólo lo que beneficia al individuo. Ni defecto ni señal de debilidad, esto simplemente constituye la llamativa precisión con la que el orden establecido ha puesto la búsqueda del #1 en “la mortífera rotación cerebral”. ¿Cómo es posible evitar el constante aluvión de triunfar a toda costa, alcanzar la cima, destruir a la oposición? Ídolos Americanos, Sobrevivientes, ¿Cuánto quieres perder?, Nido de Tiburones, incluso el humilde arte de moldear la imaginería metafórica y eficiente en líricos y melódicos juegos de palabras ha asumido la forma bastarda que se llama “Poetry Slam” [Torneo de poetas con jueces populares]. Antes era diferente. Aún es posible que todo cambie. Y tiene que ser una estructura minimalista la que marque el camino. Y además, algo que puede entender tan fácilmente una persona con menos educación que el noveno año que esa persona que tiene un doctorado. Necesitamos el cambio de maneras que raras veces contemplamos. El cambio de la manera en que escuchamos, porque el acto de escuchar nos liberará. El cambio en la forma en que oponemos palabras contra palabras facilitando un mayor sentido de comunicación porque entendemos lo que esa persona quería decir, y no lo que dijo. El cambio de nuestras prioridades que a menudo las dictan falsas cuestiones de la moralidad basadas en un lenguaje altisonante proveniente de libros supuestamente escritos antes de que la civilización pudiera hablar. El cambio de los rituales básicos de la vida cotidiana, desde el momento en que saludamos el nuevo día hasta ese momento final antes de que nos cerremos los ojos. Tan básico como la voz, las palabras, las ideas sencillas pero inexplicables de Bob Avakian, quien tal vez tenga el plano, la receta, la solución socialista de innegable sentido común que es necesaria para que nuestra comunidad global cada vez mayor realice el cambio real.
r.e.g
4/30/11

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