Revolución #238, 3 de julio de 2011


¡Attica quiere decir contraatacar!

“El incidente general que ha estallado aquí en Attica es… [el resultado] de la opresión absoluta causada por la administración racista de esta prisión. Somos hombres. No somos bestias, y no tenemos la intención de que nos golpeen ni nos manden como tal... Lo que ha sucedido aquí ni es sino el rumor antes de la furia de aquellos que están oprimidos…”

— L.D. Barkley, vocero de 21 años de edad para los prisioneros rebeldes de Attica.

Este septiembre se cumple el 40º aniversario de la Rebelión de Attica. El 9 de septiembre de 1971, los presos de Attica, New York, se levantaron durante cuatro días y cautivaron la atención del mundo con la justeza de sus reivindicaciones y la humanidad que demostraron. Las autoridades no podían soportar eso y desataron a la policía estatal, la cual mató a 29 presos y nueve guardias e hirió a 408 presos. Este año se celebrará este aniversario con conmemoraciones... y lucha. Durante las próximas semanas le contaremos la historia de Attica a una nueva generación, y le daremos a conocer lo que se está planeando.

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¡Todos somos Attica!

Lo siguiente es del Número especial sobre las cárceles y las y los presas/os en Estados Unidos: “Del infierno del encarcelamiento a un futuro de emancipación”, Revolución #183, 15 de noviembre de 2009:

“Tres semanas [antes de la rebelión en la prisión de Attica], George Jackson, hermano Soledad y prisionero revolucionario, había sido asesinado por guardias carcelarios de California, y los presos de Attica le saludaron al ayunar y llevar brazaletes. Cuando se diseminaba la palabra sobre la paliza inminente de dos prisioneros en aislamiento, un grupo echó abajo una reja, tomaron de rehén a 40 guardias y 1300 prisioneros salieron en tropel en el patio D de la cárcel. Unos líderes se pusieron al frente, se formularon demandas y salió a la prensa y a observadores simpatizantes una invitación para unirse con ellos. Al filmar las televisoras, gente de todo el país estaba clavada a sus televisores. Mucha gente a la cual se le había enseñado a temer a tales presos se enteró de la destrucción organizada de seres humanos conocida como el sistema carcelario. Millones de personas conocieron y hicieron suya la humanidad y valor de los presos y la justicia de su rebelión y demandas.

“Como aquellos en el patio, los líderes incluyeron a negros, puertorriqueños, amerindios y blancos. Organizaron una fuerza de seguridad principalmente para proteger a los rehenes, los cuales recibieron lo mejor de la decreciente cantidad de comestibles, y equipos para manejar los víveres, medicinas y otras necesidades. Los debates y discusiones se desarrollaron en pequeños grupos y en mítines de masas. Un observador del New York Times escribió: ‘La armonía racial que se desarrolló entre los prisioneros fue absolutamente asombrosa’. Un prisionero dijo: ‘Realmente lloré, porque estábamos tan cerca, todos estábamos tan unidos’. Los rebeldes lanzaron una proclamación: ‘A la gente de América del Norte’ y lucharon entre sí sobre enormes cuestiones tal como vengarse de todo lo que habían sufrido. ‘Aquellas cosas [las quejas anteriores con los rehenes] se volvieron obsoletas en mi mente porque algo mucho más importante estuvo en juego’.

“Los presos dieron inspiración a millones de personas… y fue ESO, o sea, un potencial golpe contra la legitimidad del sistema entero, lo que el gobierno no pudo permitir que continuara y por tanto decidió reprimirlo con la violencia. Aunque los presos no participaron en ninguna violencia después de la toma, las fuerzas armadas del gobierno atacaron con una masiva brutalidad. Por la mañana del día 13 de septiembre, helicópteros dejaron caer una nube asfixiante de gas CS y dentro de seis minutos policías del estado dispararon 2.200 balas a la muchedumbre que no tenía armas. Los francotiradores mataron a 29 prisioneros, en algunos casos, como L.D. Barkley, hubo asesinatos deliberados, y nueve rehenes. Otros 89 presos resultaron lesionados de bala y 319 más resultaron lesionados cuando los soldados ordenaron que todos se desnudaran y gatearan por el lodo y vidrio roto y obligaron a algunos a correr entre dos filas de guardias que blandían garrotes. El estado trató de encubrir sus crímenes diciéndole a la prensa que los presos les habían cercenado las gargantas a los rehenes e incluso le habían castrado a uno. Pero al día siguiente, con valor el médico forense reventó esas mentiras anunciando que TODOS los presos y guardias muertos fueron asesinados por los francotiradores de la policía estatal.

“Todo eso prendió una indignación generalizada y brotes de protesta en grandes ciudades, sobre todo Nueva York y en pequeños pueblos y a lo largo del sistema carcelario, al lanzar la gente el grito: ‘Todos somos Attica’ y ‘¡Attica quiere decir CONTRAATACAR!’”.

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