Revolución #255, 8 de enero de 2012


Se intensifican agresiones yanqui-israelíes sobre Irán

Crece el peligro de guerra

Se está intensificando rápidamente el peligro de una guerra yanqui-israelí sobre Irán. Estados Unidos y sus aliados están aumentando sus agresiones multifacéticos sobre Irán, lo que incluye a nuevas sanciones perjudiciales y abiertas amenazas de ataque. A diario, están allanando el camino en los titulares y declaraciones de políticos de todo pelaje en el politiqueo estadounidense establecido con llamamientos a agresiones contra Irán, y lo justifican todo con afirmaciones sin fundamento de que Irán está procurando tener armas nucleares.

Independientemente de las actividades de Irán para conseguir tecnología de armas nucleares (y no existen pruebas al respecto), esta narrativa y marco del imperialismo estadounidense es un descarado intento de poner la realidad de cabeza: la realidad de quién es el opresor y matón amenazante y dominante de las fuerzas opresoras en contienda en la región.

Irán es un país del tercer mundo sin armas nucleares. Estados Unidos es el más poderoso estado del mundo con armas nucleares: tiene más de 4 mil ojivas. Además, es el único país que hayan usado jamás armas nucleares: masacró de 150 a 240 mil personas en los bombardeos de 1945 contra Hiroshima y Nagasaki, Japón (y muchas más personas murieron en los años posteriores a causa de los efectos de la radiación). Y es el principal aval del único país mesooriental que sí tiene armas nucleares: Israel.

Ahora Estados Unidos y sus aliados han iniciado una enorme campaña multifacético sobre Irán a nombre de impedir la difusión de armas nucleares. Estas armas son horrorosas, y hay que borrarlas de la faz de la tierra. Si los gobernantes estadounidenses en realidad estuvieran en contra de estos instrumentos de matanza en masa, insistirían que todo el mundo se desharían de ellas, pero no lo están haciendo. Ellos y sus voceros mediáticos no están diciendo mu sobre la eliminación de sus armas nucleares ni sobre aquellas de Israel, Inglaterra o Francia.

Al contrario, Estados Unidos y sus aliados están regando amenazas de guerra por la posibilidad de que Irán pudiera conseguir una bomba nuclear, una guerra que tendría horrorosas consecuencias para los pueblos del mundo. En una declaración de 2006, Kurt Gottfried, el presidente de la Unión de Científicos Interesados y profesor emérito en física de la Universidad de Cornell, dijo: “Se informa que la administración [de Bush] está contemplando usar el ‘rompe-búnker’ nuclear B51-11 contra una instalación subterránea cerca de Natanz, Irán. El uso de tal arma generaría enormes nubes de radiactividad que podrían extenderse a gran distancia desde el sitio del ataque, hasta a otros países. Aunque se utilizara en zonas remotas escasamente pobladas, el número de bajas podría sumar a más de cien mil, según sean el rendimiento del arma y las condiciones climáticas”. Cualquier ataque de parte de Estados Unidos e Israel contra Irán sería una agresión militar para conservar su dominio militar, incluido su monopolio de armas nucleares, en el Medio Oriente. No existe ninguna justicia en absoluto en nada de lo que Estados Unidos está haciendo en pos de esta meta criminal.

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En la última mitad de diciembre de 2011, se presenció un fuerte incremento de las agresiones al mando de Estados Unidos sobre la República Islámica de Irán. El 31 de diciembre de 2011, el presidente Obama firmó un proyecto de ley de autorización de defensa que contiene las sanciones más severas hasta ahora que Estados Unidos y sus aliados hayan levantado contra Irán, las que por primera vez afectan la exportación del petróleo iraní (que constituye percepciones muy por encima de la mitad de los ingresos del gobierno), así como a su sector financiero. (Una sanción estipula penas contra las empresas y bancos de otros países que compren petróleo iraní, hasta por medio de su banco central.)

A fines de diciembre de 2011, ante las inminentes sanciones nuevas, Irán montó maniobras navales en gran escala en el Golfo Pérsico y el comandante de las fuerzas navales iraníes declaró: “Para las fuerzas navales iraníes, es muy fácil cerrar el estrecho de Ormuz” [el punto de embotellamiento en la boca del Golfo por el que fluye una quinta parte del petróleo del mercado mundial]. La V Flota estadounidense, apostada en Bahrein (justamente al otro lado del Golfo Pérsico desde Irán), lanzó de inmediato una advertencia de que “no se tolerará” “ningún trastorno” contra el tráfico marítimo por el Golfo y agregó: “La Armada estadounidense es una fuerza flexible de múltiples capacidades… siempre lista para contrarrestar las acciones malévolas a fin de asegurar la libertad de navegación”.

Estados Unidos lanza estas recientes amenazas tras varios meses de intensificación de acciones y de retórica contra Irán, lo que incluye abiertas amenazas de guerra.

A principios de noviembre, desde Israel se informa que el primer ministro Benjamín Netanyahu y el ministro de Defensa Ehud Barak activamente “se esforzaban para reunir a una mayoría en el gabinete a favor de una acción militar contra Irán”. Unos pocos días después, el presidente israelí Simón Peres advirtió que tal ataque se estaba volviendo cada vez más probable. (“Netanyahu trying to persuade cabinet to support attack on Iran”, Ha’aretz, 2 de noviembre de 2011)

El 8 de noviembre de 2011, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), un organismo internacional controlado por los imperialistas que monitorea las actividades nucleares, emitió un nuevo informe sobre Irán, que afirma que “Irán ha realizado actividades relativas al desarrollo de un dispositivo explosivo nuclear”. Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña y Francia, con motivo del informe, pidieron más agresiones económica, política y diplomática contra Irán, mientras explícitamente dejan la opción militar “en consideración”.

El 12 de noviembre de 2011, enormes explosiones golpearon una base cerca de Teherán en donde se estaban desarrollando los misiles balísticos. Diecisiete personas murieron, incluido un oficial militar iraní de alto rango. Eso ocurrió tras el asesinato de científicos nucleares iraníes y un ataque sobre las instalaciones nucleares iraníes por el gusano de informática Stuxnet a principios de 2011, como parte de lo que Roger Cohen del New York Times llamó casi a ciencia cierta una “campaña encubierta de estadounidense-israelí para sabotear las actividades de Irán para desarrollar una capacidad militar nuclear”. Cohen concluye: “Una guerra cibernética intensa y bien financiada contra Irán está en marcha” (“Doctrine of Silence”, 28 de noviembre de 2011).

El 21 de noviembre de 2011, Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá impusieron nuevas sanciones más castigadoras sobre la banca central y comercial de Irán, y Estados Unidos anunció la imposición de sanciones contra las industrias nuclear y petroquímica. Estas medidas tienen el propósito de aislar a Irán del sistema internacional bancario y financiero y paralizar su economía.

El 29 de noviembre de 2011, unos manifestantes partidarios del régimen iraní irrumpieron en la embajada británica en Teherán en represalia, lo que hizo que Gran Bretaña rompiera formalmente relaciones diplomáticas y cerrara la embajada iraní en Londres. El 1º de diciembre de 2011, el Senado estadounidense y la Unión Europea también aprobaron nuevas sanciones contra Irán.

A principios de diciembre de 2011, fue derribado un avión no tripulado de espionaje RQ-170 Sentinel de Estados Unidos en el este de Irán, a 220 km de la frontera con Afganistán, posiblemente a causa de una contramedida electrónica iraní contra estos aviones. De ahí se prendió una ráfaga de especulación en los medios de comunicaciones estadounidenses sobre si Irán, o Rusia y China que tienen vínculos con Irán, podrían obtener alguna ventaja militar del estudio del avión no tripulado casi intacto que derribaron. La naturaleza descaradamente ilegal y agresiva de esta violación de la soberanía iraní y de su espacio aéreo y la posibilidad de que estos aviones sean parte de cualquier ataque militar sobre Irán a propósito no fueron parte de la discusión en la prensa imperialista. Irán rechazó el requerimiento del presidente Obama para devolver el avión no tripulado y le advirtió a Afganistán que no permitiera más vuelos de estos aviones estadounidenses sobre su territorio. “Hasta esta semana, los vuelos de gran altitud de las bases de Afganistán estaban entre lo más secreto de las muchas actividades de recolectar inteligencia contra Irán”, dijo el New York Times (7 de diciembre de 2011), “una parte de un cada vez más agresivo programa de recolección de inteligencia contra Irán”.

“[A]través de la región, se está intensificando rápidamente la ‘guerra fría’ en gran parte oculta entre Teherán y sus enemigos, trayendo consigo mayores riesgos de conflicto”, informa el Daily Star del Líbano. “Desde guerras de sustitutos en Irak y Siria a ataques de gusanos de informática y explosiones de origen desconocido en Irán, y acusaciones de un complot de asesinato en Washington, se está volviendo cada vez más abierta una confrontación que una vez mantenían tras bambalinas” (“New cold war with Iran heats up Middle East, raises risk of conflict”, 6 de diciembre de 2011).

La verdadera preocupación nuclear de los imperialistas: Conservar su indiscutible superioridad militar

La acusación estadounidense-europea-israelí de que Irán aspira a obtener armas nucleares, lo que a la vez podría sumir a la región en una conflagración nuclear, ha sido la justificación central para la agresión imperialista contra Irán. Cuando se publicó el informe del OIEA, los medios de comunicación en Estados Unidos lo llamaron una prueba “definitiva” de estas afirmaciones.

Pero al analizarlo más detenidamente, el informe no contiene tal prueba. Al contrario, en su mayor parte es un refrito de sospechas y aseveraciones sin fundamento junto con “evidencia” refutada años atrás. El periodista investigativo Seymour Hersh concluyó que el informe del OIEA era “un documento político”, y no un informe objetivo y que no se ha presentado “ninguna evidencia” “de una instalación para construir la bomba” (“Iran and the I.A.E.A.”, The New Yorker, 18 de noviembre de 2011; ver también, “Nuevas amenazas de agresión estadounidense-israelí contra Irán”, Revolución #252, 11 de diciembre de 2011).

¿Por qué es que Estados Unidos y sus aliados están intensificando sus ataques aunque no existen pruebas concluyentes de que Irán está esforzándose para construir armas nucleares? Porque el asunto toral nunca ha sido si Irán está tratando en serio de construir armas nucleares. En realidad, Estados Unidos e Israel siempre han tenido la siguiente preocupación: aunque Irán obtuviera el conocimiento tecnológico para montar un programa de armas nucleares, o aunque se considerara que hubiera cruzado ese “umbral”, eso socavaría la imagen de la incuestionable supremacía militar regional yanqui-israelí y así fortalecería la influencia iraní y socavaría el dominio imperialista estadounidense. (Si Irán obtuviera armas nucleares, eso también sería la preocupación central yanqui-israelí.)

Según esa lógica, la de un gángster muy poderoso preocupado por la influencia de un pequeño gángster sobre su territorio, se considera como peligroso que se permitiera que Irán continúe con su programa de energía nuclear.

La incapacidad, hasta la fecha, de la guerra encubierta yanqui-europea-israelí y la presión internacional para obligar la República Islámica de Irán a detener su programa nuclear o aflojar su control sobre el poder, junto con informes sobre los avances iraníes en el dominio de unos elementos de la tecnología nuclear, está contribuyendo a intensificar la tensión e incrementar las posibilidades de que los imperialistas recurran a medidas más extremas, posiblemente incluso una guerra. (Sobre las afirmaciones y preocupaciones de los imperialistas acerca de los avances tecnológicos de Irán, ver “Clock Ticking for West to Act on Iranian Nuclear Program”, The New York Times, 29 de diciembre de 2011.)

Una batalla por el dominio regional sobre un terreno rápidamente movedizo

El asunto nuclear, sin embargo, no es el factor fundamental que está intensificando el conflicto entre Estados Unidos e Irán. Ese conflicto es una parte de algo mucho mayor: una batalla que se agudiza por tener una influencia dominante por toda la región, una batalla con consecuencias mundiales profundas.

La intensa presión de Estados Unidos contra Irán no tiene el objetivo de librar la región de armas nucleares (en tal caso, exigiría que Israel desmantelara sus 150+ armas nucleares) ni de liberar al pueblo. Los gobernantes estadounidenses tienen en la mira al régimen iraní porque éste ha llegado a ser un gran impedimento para el mantenimiento de la hegemonía yanqui sobre el Medio Oriente. Por más de 60 años, el control de esta región ha sido un pilar central de su poder global y del funcionamiento del capitalismo mundial. Como lo formuló el reaccionario Weekly Standard, los gobernantes estadounidenses han considerado “como clave un balance de fuerzas favorable en el gran Medio Oriente para el orden internacional” (“Iran’s Clock Ticking”, 19 de diciembre de 2011).

Pero ¿qué es ese “orden internacional” dominado por Estados Unidos? Es un sistema imperialista que ha causado un sufrimiento y violencia inimaginable y constante, incluyendo en el Medio Oriente. Entre otros muchos ejemplos, un estudio de 2006 publicado en la revista británica de medicina Lancet descubrió que la invasión y ocupación estadounidense de Irak en 2003 causó 650.000 “muertos iraquíes en exceso como consecuencia de la guerra” hasta ese momento. Además obligó a 4.7 millones de iraquíes a huirse como refugiados dentro o fuera de su país. (Ver “Amenaza de otra guerra por Estados Unidos: ¿Quién es el verdadero agresor en el Medio Oriente?”, Revolución #253, 18 de diciembre de 2011.)

Confrontaciones regionales se intensifican rápidamente, y se vuelven más difíciles de controlar

El régimen iraní nunca ha pretendido romper completamente con la red de capitalismo-imperialismo global sino aumentar su influencia y alcance en esa red, y eso está relacionado con el mantenimiento de su dominio opresor sobre el pueblo. En ese contexto, los gobernantes iraníes tienen sus propias necesidades y ambiciones, como extender su influencia a través del Medio Oriente y más allá.

Al ojear el mapa de la región, uno encuentra una batalla compleja, a veces entre bastidores, entre Estados Unidos, una superpotencia imperialista global que ha estrangulado a los pueblos de la región durante décadas, e Irán y sus aliados. Este conflicto, manifiesto en Palestina, Líbano, Siria, Irak, Egipto y el Golfo Pérsico, se ha intensificado durante el último año, a la vez que los levantamientos a través del norte de África y el Medio Oriente, los choques entre las fuerzas alineadas con Irán y aquellas respaldadas por Estados Unidos y las intervenciones de gran potencia sacuden el orden político de la región.

En algunos casos, parece que Estados Unidos conserva el control y hasta gana terreno. Su aliado clave, Arabia Saudita, intervino en Bahrein para reprimir un levantamiento y apuntalar al régimen firmemente proyanqui. En Libia, Estados Unidos y sus aliados lograron derrotar al régimen de Gadafi y aparentemente han reforzado su posición ahí. El ejército egipcio, sólidamente proyanqui, sigue siendo el factor dominante en el régimen ahí. En Siria, Estados Unidos apoya cada vez más el levantamiento contra el régimen de Hafez al-Assad, un aliado clave de Irán. Un analista estadounidense afirma que “cambiar la orientación de Siria para que no se alinee con Irán sería un golpe importante desde la perspectiva de Estados Unidos”. (“Why Iran might be worried by Hillary Clinton’s meeting with Syria exiles”, Christian Science Monitor, 6 de diciembre de 2011.)

En otros casos, parece que las fuerzas alineadas con Irán están ganando terreno. Irán fortaleció mucho su posición en Irak en la estela de la invasión yanqui de Irak y el derrocamiento de Saddam Hussein. Ahora, los gobernantes estadounidenses están sumamente preocupados de que la retirada de sus fuerzas militares de Irak acreciente aún más la influencia de Irán. “[L]a retirada estadounidense de Irak creará un vacío de poder que los iraníes tienen muchas ganas de aprovechar”, señala el grupo de expertos imperialista STRATFOR. “El potencial de que Irán controle una esfera de influencia desde el oeste de Afganistán hacia el mar Mediterráneo es una posibilidad que no sólo asusta a los jugadores regionales como Israel, Arabia Saudita y Turquía sino que también preocupa mucho a Estados Unidos… [que está] intentando frenar la esfera de influencia iraní, esforzándose para derrotar al régimen sirio, restringir la influencia iraní en Irak y controlar a Hezbolá en el Líbano. (“The Covert Intelligence War Against Iran”, STRATFOR Global Intelligence, 8 de diciembre de 2011.)

Irán y el aliado yanqui, Arabia Saudita, están trabados en “una compleja guerra fría” a través de la región, “en contienda por el dominio de los mercados mundiales de energéticos y la tecnología nuclear y por influencia política en el Golfo Pérsico y el Levante.… La rivalidad iraní-saudita también se ha extendido más allá de Irak hacia el gran Medio Oriente, especialmente en la estela de la Primavera Árabe”. Los avances de uno suscitan reacciones agresivas del otro. “Una guerra de sustitutos saudita-iraní en Irak representa un amenaza muy considerable al suministro del petróleo”, informa el Daily Star. “Parece que se están intensificando muchas confrontaciones de esta clase en toda la región, y está costando mucho más dificultades para que Washington y sus aliados las controlen”. (Mohsen M. Milani, “Iran and Saudi Arabia Square Off—The Growing Rivalry Between Tehran and Riyadh”, Foreign Affairs, 11 de octubre de 2011; Daily Star, 6 de diciembre de 2011.)

Los cambios regionales tienen el potencial de amenazar a los intereses israelíes, como avivar protestas y rebeliones contra los crímenes que Israel comete contra el pueblo palestino, generar más apoyo internacional para los palestinos y contribuir a fortalecer a las fuerzas islamistas (por ejemplo en Egipto, Túnez y Libia).

En un artículo que cita y se refiere a varias declaraciones recientes de parte de figuras claves de las clases dominantes de Irán, Estados Unidos e Israel, el periodista británico Patrick Seale escribe: “El peligro está en que ahora el primer ministro Binyamin Netanyahu intente zafarse del aislamiento político actual de Israel mediante un ataque espectacular contra Irán”. (“Will Israel Bomb Iran?”, Agence Global, 11 de octubre de 2011.)

Un ataque yanqui-israelí contra Irán sería un enorme crimen

Los intentos de los imperialistas yanquis de contener, debilitar, incluso derrocar al actual régimen iraní han estado en marcha desde mucho antes de que el presidente George W. Bush lanzara “la guerra contra el terror” tras los ataques de 11 de septiembre de 2001 de 2001 que intensificaron la campaña estadounidense contra Irán. En la cúpula del gobierno estadounidense se ha estado debatiendo la posibilidad de librar una guerra contra Irán. Hasta ahora, Estados Unidos, Israel y sus aliados han calculado que tal guerra tendría resultados muy inciertos. Tal vez ni derroque a la República Islámica de Irán ni detenga su programa nuclear, a la vez que provoque trastornos regionales en una escala que los imperialistas no puedan controlar. Pero esas dificultades no modifican la necesidad que tienen Estados Unidos e Israel de hacer frente a Irán, y por eso se han esforzado para perjudicarlo mediante sanciones, diplomacia y operaciones encubiertas.

Es escandaloso el hecho de que de costumbre Estados Unidos, sus aliados, e Israel llevan a cabo estas agresiones, aunque no lleguen a la plena guerra, y eso exige una oposición mucho más visible en Estados Unidos. Además, es importante no dejar que el hecho de que no se hayan concretado las anteriores amenazas de atacar a Irán adormezca a la gente de que Estados Unidos e Israel estén blufeando o usando estas amenazas meramente para fortalecer las sanciones y la diplomacia. Y tampoco el hecho de que Barack Obama, y no George W. Bush, es comandante en jefe del imperio ni que Estados Unidos está sacando sus soldados de Irak y Afganistán.

Ha seguido desenvolviéndose la trayectoria hacia una confrontación entre Estados Unidos e Irán, y se ha intensificado. Las sanciones, diplomacia y acciones encubiertas pueden sentar las bases, incluida la opinión pública, para una guerra. El actual programa nuclear iraní, la incapacidad de Estados Unidos de alcanzar sus objetivos en Irak y Afganistán, los levantamientos a través del Medio Oriente y la agudización de diversas contradicciones a escala mundial están acrecentando la necesidad que tienen los imperialistas de evitar otro revés y de mantener su control sobre el Medio Oriente. Por lo tanto, las circunstancias pueden modificar los cálculos de Estados Unidos e Israel acerca de los peligros y ventajas de una guerra.

Las guerras, incluidas “las guerras encubiertas”, tienen su propia lógica y la situación puede escapársele de las manos. Existen muchos detonantes entre Estados Unidos-Israel e Irán y los choques, hasta los choques accidentales, pueden intensificarse rápidamente en una espiral de acción y reacción.

La intensificación de la intervención contra Irán, no importa cómo la justifiquen Estados Unidos, Israel y la ONU, constituye una agresión criminal en aras de continuar el control imperialista del planeta. Todos los que quieran ver una alternativa a “las opciones” entre la dominación y agresión imperialista yanqui, y las fuerzas reaccionarias que los gobernantes de Irán representan, tienen que reconocer la realidad de que apoyar o exhibir pasividad cómplice ante un ataque yanqui-israelí contra Irán fortalecería ambos lados de este paradigma inadmisible y tomar acción al respecto. Por otro lado, Y, oponerse a la agresión yanqui-israelí podría formar parte de forjar una alternativa radical a tanto el imperialismo como el fundamentalismo islámico a escala mundial.

Todo ataque militar o guerra contra Irán sería un enorme crimen que probablemente causaría muchísimos muertos y lesionados junto con una enorme devastación. El pueblo, sobre todo en Estados Unidos, tiene que decir, fuerte, clara y enérgicamente: ¡NO!

 

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